CATORCE
Lilith
No puedo dejar de llorar mi pecho sube y baja con fuerza en cada sollozo que intentó calmar. La imagen de zenithar tocando el vidrio de la capsula de escape se repite una y otra vez en mi mente, su mirada de amor y tristeza me parte el corazón y ahogo otro sollozo. Miro a través de la ventana y observo como el planeta empieza a cambiar de color del hermoso verde y violeta se va oscureciendo hasta terminar de un color café oscuro. No puedo aceptar que él se quedó en aquel planeta. Porque no me explico su plan yo hubiera elegido quedarme con él. Pero el eligió sacrificarse para protegerme. Zenithar y Drakor él también tiene que haber planeado toda esta locura.
—Éramos un equipo. Mierda. — grito con todas mis fuerzas. Y lloro. Lloro porque ya no puedo hacer nada más.
Este viaje en la capsula de escape es un tormento se siente como una eternidad quiero llegar pronto a donde sea que Zenithar haya programado el aterrizaje, necesito encontrar a alguien que me ayude. Intento respirar profundamente para calmarme, pero el dolor por la pérdida es demasiado intenso. Cierro los ojos, intento pensar en algún plan necesito regresar al planeta volver con él, aun no puedo darme por vencida. Quizás encontraron alguna manera de refugiarse me repito una y otra vez en mi mente tratando de encontrar esperanza en mi interior.
Por fin después de lo que parecieron horas en la capsula de escape, comienza a desacelerar miro a través de la ventana y veo una gran estructura metálica, Cuando estoy más cerca la reconozco es la estación espacial de la Federación Estelar. Las luces parpadean señalando el camino para aterrizar. Con un leve temblor la capsula se acopla a la compuerta y me preparo para salir.
Me levanto del asiento tambaleándome un poco. Me siento mareada, pero no puedo pensar en eso ahora necesito buscar ayuda. Las puertas de la capsula de escape se abren y en cuanto lo hacen soy recibida por tres seres que claramente son de la misma especie. Me quedo quieta en mi lugar impactada por su apariencia etérea. Su piel es de un suave brillo dorado. Miden casi dos metros de altura, de cuerpos esbeltos. Sus ojos, sin pupilas visibles, varían en colores entre ellos como también su color y corte de pelo. Visten la misma ropa que parece algún tipo de uniforme, pantalón y chaqueta azul oscuro con bordados en color plateado y dorado y en el pecho una insignia que supongo es por que pertenecen a la Federación Estelar.
Sus rostros muestran sorpresa y preocupación. Me armo de valor y salgo de la capsula.
—Hola soy Lilth, una humana. Zenithar me rescato hace unas semanas. — Hablo rápidamente — Por favor necesito de su ayuda.
—Si. sabemos quién eres Lilith, ¿estás bien? —preguntó uno de ellos, una mujer.
—No —respondo, con la voz rota—. Zenithar... él se quedó en el planeta. Va a explotar... él... él...
No puedo continuar. Los oficiales intercambian miradas preocupadas. Intento acercarme a ellos, pero escucho que alguien de lejos grita mi nombre y es cuando veo a Isabel, viene corriendo con sus brazos abiertos. Yo corro hacia a ella y cuando nos encontramos nos abrazamos caemos de rodillas y comienzo a llorar.
—Por favor tenemos que ir a buscarlo. —pido entre sollozos. —ayúdame, Isabel.
—No entiendo que pasa. Ven vamos a un lugar cómodo para hablar.
Nos levantamos, Isabel me abraza por la cintura y me conduce por el camino. Veo que los tres oficiales nos siguen de cerca, pero mantienen su distancia permitiéndonos algo de espacio.
—Es una sala de descanso. —dice Isabel ofreciéndome un vaso de agua.
Me siento en una de las sillas, sostengo el vaso de agua con las manos temblorosas.
—Cuéntanos qué ocurrió —pide la mujer oficial—. Necesitamos saber todos los detalles para poder ayudarte.
Comienzo a relatar todo lo sucedido desde que nuestra capsula se desvío de la ruta programada, les cuento sobre el planeta donde vivimos estas semanas y sobre los Leroit.
—Ese planeta es una trampa mortal y mi compañero se quedó haya. Se sacrifico para salvarme. Necesito regresar.
Tomo un profundo respiro, tratando de calmarme, sabiendo que quizá no quieran ayudarme. Se quedan demasiado tiempo en silencio. Isabel es quien habla primero.
—Vortek recibió unas coordenadas hace un día. Reunió a un grupo de rescatistas y partió de inmediato a buscarlos. —menciona con un tono triste — hemos intentado comunicarnos con ellos, pero no se ha podido. Se corto la comunicación hace unas horas.
—Lamento mucho tu situación, Lilith. Zenithar fue muy valiente. Vamos a hacer todo lo posible para ayudarte. —dice la oficial. —La Federación Estelar te ofrecerá refugio. Estás a salvo aquí.
Siento una mezcla de gratitud y desesperación. ¿Refugio? No es lo que quiero ahora. Quiero estar con Zenithar. Ayudarlo, salvarlo si es que aún hay alguna posibilidad.
—Gracias —susurro con un hilo de voz—, pero no puedo quedarme aquí. Necesito volver, necesito ayudarlo. No puedo seguir sin él.
Los oficiales intercambian mirada con Isabel.
—Entendemos tu deseo de ayudar a tu compañero, pero ir a ese planeta ahora sería extremadamente peligroso. —explica la oficial— Lo que podemos hacer es enviar un equipo de búsqueda y rescate, aunque las posibilidades...
—Por favor —interrumpo levantándome—. Déjenme ir con ellos.
—Lilith, las condiciones actuales son muy peligrosas. — dice Isabel.
—¿Qué mierda harías tu si fuera Vortek? ¿No lo ayudarías? —respondo acercándome a ella.
—Lilith...
Solo alcanzo a escuchar el grito alarmado de Isabel y ver a los oficiales corriendo hacia mi antes de que la oscuridad me llame.
Me despierto en una habitación desconocida. Las paredes son lisas y blancas, con suaves luces que emiten un resplandor cálido. A mi alrededor, equipos médicos de última generación emiten un suave zumbido, y una pantalla holográfica junto a la cama muestra mis signos vitales.
Giro mi cabeza y veo a Isabel que está sentada en un sillón al lado de mi cama conversando con un hombre alien que es muy parecido a zenithar es de su misma especie, aunque es mayor. Viste un overol azul y encima un delantal abierto del mismo color y una insignia bordada igual a la de los oficiales.
—Hola Lilith. Soy Tarkon, el medico científico de la unidad, ya he tomado tus signos vitales y todos esta en normalidad solo me falta revisar algunos exámenes para asegurarnos que este todo bien con tu salud. Te recomiendo que comas algo pronto.
Agradezco al médico quien después de darme unos medicamentos se despide y sale de la habitación.
—Esto se esta haciendo costumbre ¿Eh? Tu y tus desmayos — Me dice Isabel ofreciendo una sonrisa tranquila mientras se inclina hacia adelante.
—¿Qué, Que paso? —Pregunto sintiéndome aun aturdida.
—Lilith, te desmayaste. —dice con suavidad.
Intento incorporarme, pero un leve mareo me detiene. Isabel me coloca una mano en el hombro, impidiéndome levantarme.
—Toma tu tiempo. Aún te estás recuperando. —añade.
—¿Qué pasó? —pregunto, mi voz apenas un susurro.
—Después de que perdiste el conocimiento, te trajimos aquí de inmediato. El equipo médico te estabilizó. —explica—.
—Gracias— intento sentarme. —tienes alguna noticia de Zenithar o de Vortek.
—Nada aun, pero la Federación envió un equipo de búsqueda y rescate al planeta.
Un poco de alivio recorre mi cuerpo, aunque me comienzo a sentir nuevamente al borde del llanto.
—Sé que quieres estar allí, ayudándolo. —Isabel se inclina hacia adelante, mirándome directamente a los ojos—. Pero has estado inconsciente durante un día.
—¿Todo un día? —pregunto, sorprendida—. Vaya que soy la reina de los desmayos.
—Sin duda— responde Isabel divertida. —No pierdas las esperanzas. Estoy segura de que todos regresaran sanos y salvos.
Asiento, aceptando la situación, aunque mi corazón sigue latiendo con ansiedad. Isabel se inclina hacia mí, su expresión se suaviza y me envuelve en un abrazo.
—Vamos a encontrarlo, Lilith. No estás sola en esto. —dice con firmeza.
Me tranquiliza un poco su seguridad. Siento una chispa de esperanza. Miro a mi alrededor, observando los detalles del dormitorio.
—Todo se ve tan limpio y ordenado, es casi acogedor.
—Estamos en un centro de refugiados —explica. — Todos han sido realmente amables. La verdad es que, a pesar de las circunstancias, vivir aquí ha sido reconfortante. La comunidad se apoya mutuamente y hay un ambiente de solidaridad.
—¿Y las chicas? ¿Dónde están?
—Sí, bueno, sobre eso...
—¡Lilith, qué alegría verte!
—¿Emily? ¿Eres tú? ¿Estás bien? —En cuanto digo esas palabras, me siento y extiendo los brazos para abrazarla.
—Qué bueno es poder volver a verte y que estés bien. Isabel te ha extrañado mucho. —Emily se ríe mientras nos abrazamos.
—Te dije que no le contaras. Ahora se creerá importante —se queja Isabel.
—Chicas, me alegra tanto que estén bien. — digo entre risas —Pero ¿dónde están Liz y Maddie?
—Ellas están bien, pero necesitaban un poco de soledad. Te darás cuenta de que aquí vive gente de muchos lugares diferentes del universo, y bueno, para Liz y Maddie les fue difícil adaptarse —comenta Emily.
—Oh, entiendo.
—Liz se comunicó hace unos días. Ella quiere regresar. Le gusta mucho la idea de trabajar acá. Ella trabajaba en una biblioteca en la Tierra y, cuando se enteró de que acá hay una enorme que necesita urgentemente orden y clasificación, se entusiasmó. Pero no quiere dejar sola a Maddie —me explica Isabel.
—¿Quieres conocer el lugar? —pregunta Emily.
—Sí, por supuesto. Pongámonos al día, quiero escuchar de ustedes. Cuéntenme cómo han estado y qué han estado haciendo desde la última vez que nos vimos.
—Estamos bien y felices. Todas nos tomamos lo que necesitamos de tiempo para afrontar de mejor manera nuestra nueva realidad. —dice Emily.
—Yo también era feliz. Con Zenithar...
—Lo encontrará. Si alguien puede es Vortek. Sé que no se rendirá. —Isabel me mira esperanzada.
Emily asiente con una sonrisa.
Con su ayuda, me levanto lentamente de la cama, Isabel me entrega un overol y unas botas junto con toallas y otros artículos de limpieza para poder tomar una ducha.
Mientras me ducho imágenes de Zenithar se vienen a mi mente, comienzo a llorar estoy desesperada por saber algo de él. Necesito idear un plan.
Cuando ya estoy lista me reúno con las chicas y juntas salimos del dormitorio. El pasillo exterior es amplio y luminoso, con paneles de vidrio que dejan pasar la luz natural. Mientras caminamos, Isabel me cuenta más sobre la vida en el centro de refugiados.
—Aquí viven diferentes razas de distintos sectores del universo. Todos rescatados y ayudados por la Federación Estelar. Trabajan juntos para hacer que este lugar se sienta como un hogar. Hay actividades recreativas, áreas comunes donde la gente se reúne, e incluso programas educativos para los más jóvenes. —me explica, señalando diferentes áreas a medida que avanzamos.
Pasamos por una zona común donde hay diferentes seres están conversando y riendo. El ambiente es sorprendentemente cálido y acogedor.
—Es realmente sorprendente cómo han logrado crear un lugar tan positivo aquí. —digo, admirada por lo que veo. — Me imagino por todas las atrocidades que tienen que haber pasado todos y cada uno de ellos.
—Sí, hay historias realmente horribles. —responde Isabel—. La gente aquí ha pasado por mucho, pero cuentan con el apoyo de la Federación Estelar de verdad que ellos ayudan mucho y siempre te da opciones para que tu elijas como seguir.
Seguimos avanzando nos dirigimos a un hermoso jardín interior, cuando el comunicador de Emily emite un pitido urgente. Ella lo saca rápidamente y lee el mensaje, su expresión cambia a una de preocupación.
—Es el médico que te atendió. Necesita verte de inmediato. —dice, girándose hacia mí.
—¿Qué es lo que ocurre? —inquiere Isabel.
—No lo sé. El mensaje solo dice que el médico quiere ver a Lilith nuevamente. Vamos.
Regresamos a la habitación médica, donde el doctor ya nos espera. Su rostro está serio.
—Lilith, gracias por venir tan rápido —dice mientras nos acercamos.
Me siento en el sillón, tratando de mantener la calma. El médico toma una silla y se sienta frente a mí. Veo que ingresa la oficial que conocí antes.
—¿Qué sucede? —pregunto, con un nudo en el estómago.
—Identifiqué una masa extraña en tu cuerpo cuando te escaneé. No arrojó ninguna anomalía, pero luego de investigar más en profundidad, puedo decir con certeza que se trata de un localizador.
—¿Cómo que un localizador? —cuestiono aturdida.
—Los Zyrgonts te lo implantaron para seguirte. Ellos han sabido dónde estás todo el tiempo —explica la oficial.
Me quedo quieta en mi lugar, totalmente en shock. Si ellos saben dónde hemos estado, podrían haber organizado algo para capturarme. Mi cabeza comienza a dar vueltas pensando en muchas posibilidades. ¿Y si ellos planearon algo con los Leroit? ¿Y si tienen a Zenithar?
—Estamos investigando todos los movimientos de los Zyrgonts. En cuanto tengamos noticias, te informaremos inmediatamente —comenta la oficial acercándose a mí.
—Mierda —exclama Isabel.
—Y nosotras no tenemos esas cosas —pregunta Emily.
—No, sus escáneres están limpios —responde el médico—. Pero avisé a Krylok y Arkanor para que regresen con Liz y Maddie.
—¿Qué tengo que hacer para sacar esta mierda de mi cuerpo?
—Será un procedimiento simple, por favor, pasemos a la camilla.
Me acuesto en la camilla el localizador, por suerte se encuentra en mi brazo y como prometió Tarkon el procedimiento es simple y sin dolor,
Rápidamente termina con el procedimiento. Me despido de Tarkon prometiendo no hacer fuerzas. Cuando salgo solo esta Isabel esperándome. Emily regreso a trabajar.
Isabel y yo nos dirigimos a buscar el dormitorio donde me voy a quedar. Caminamos por los pasillos, junto a las ventanas que muestran algunas de las instalaciones que había mencionado Isabel. Un enorme parque y en el centro una laguna. Isabel me sigue mostrando todos los lugares con entusiasmo.
—Esto es sorprendente. Jamás ni en mis mas locos sueños se me hubiera pasado por la cabeza que una estación espacial que esta flotando en medio de la nada pudiera tener tantos lugares y paisajes.
—Cuando pregunte me explicaron que las estaciones espaciales intentan imitar un planeta.
—Hicieron un increíble trabajo— miro todo con admiración.
—Aquí es—Isabel señala una puerta frente a nosotras.
La habitación es bonita y acogedora. Al entrar, lo primero que veo es una sala, que cuenta con un proyector y un par de sofás que parecen ser cómodos. A un lado, hay un pequeño comedor con una mesa y sillas. Junto al comedor, hay una pequeña cocina equipada con lo esencial para preparar comidas básicas. En el dormitorio hay una cama, un armario y un escritorio junto a una ventana que da al jardín interior. Además, hay una sala de baño, completa con una ducha y todas las comodidades necesarias para una estancia confortable.
—Oh vaya esto es increíble.
—Este será tu nuevo hogar por un tiempo. —dice Isabel, ayudándome a instalarme—. Si necesitas algo, estaré cerca o puedes comunicarte con esto. Me entrega un reloj. La miro confusa.
—Es un comunicador —explica.
Luego de un largo tiempo donde Isabel intenta hacerme entender el funcionamiento, los dos comunicadores comienzan a emitir un pitido. Isabel recibe un mensaje al mismo tiempo. Miramos nuestras pantallas y leemos el mensaje con emoción.
—¡La nave de Vortek está llegando a la estación espacial! —exclama Isabel, su rostro iluminándose con esperanza.
Nos apresuramos hacia el muelle, un nerviosismo mezclado con esperanza se empieza a acumular en mi interior. Al llegar, vemos a otros refugiados y personal de la estación reunidos, esperando la llegada de la nave.
La puerta del muelle se abre y la nave aterriza suavemente. Todos miramos como la rampa baja. Lentamente, los miembros de la tripulación comienzan a bajar, uno por uno. Veo muchos heridos. Mi ansiedad comienza a incrementar.
—¡Vortek! —grita Isabel, corriendo hacia él.
Miro a Vortek y su rostro se ilumina con una mezcla de alivio y alegría cuando ve a Isabel. Se encuentran a mitad de camino y se envuelven en un abrazo.
Camino hacia ellos con la esperanza creciendo en mi interior.
—Alcanzamos a llegar justo a tiempo, pero está muy herido, no sé si se recuperará, —informa Vortek.
Me quedo quieta en mi lugar por mi lado pasa el médico y asistentes corriendo con una camilla. Yo los sigo corriendo y llorando.
—¡Lililith, Lilith, espera! —escucho como vortek grita.
Continúo corriendo esperanzada por ver a mi compañero.
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