✴Desde su resplandor.✴
El ecuánime ser tuyo se regocija con sólo observarlo.
El polvo de estrellas que salpicaban en el oscuro y tentador cielo seducía a cada segundo a futuros acercamientos para descubrir lo más jugoso y prohibido.
Tu trabajo simplemente era vigilarlo, quitar información y sobre todo guiarlo por el buen camino. Eras lo que llamaban, ángel guardián. Sucesora de los más majestuosos seres que bailaban y cantaban con paz infinita en los cielos. Y no, no son como los de la Tierra de Cólera y Ángeles (ya muertos gracias a cierto genocida).
En unos de tus deberes, tienes la obligación de cambiar tu apariencia, un tanto peliaguda con la situación, ocultas aquellas alas que superaban a los Dioses de la mitología griega. Tu posición era lo que te hacía brillar tanto, tanto que muchos pueden jactarse. Mas la humildad superaba a los ciegos.
Observa las estrellas, brillan con orgullo el cielo. Pero...
Los pocos mortales que sabían de este incógnito ser, eran John Egbert y Rose Lalonde. Incapaces de salirse de la sorpresa, son presas de la curiosidad debido a estos seres que viven entre ellos, invisibles y silenciosos con toda gloria bendita. Dichos humanos prometieron discreción en todo tema relacionado a lo Divino y a su vez, guardar el secreto.
Todo ángel debe cumplir con su propósito, y todo aquel que no lo haga esta contra el ser omnipotente. La justicia Divina no tardará en poner orden en el asunto.
¿Son felices...?
El verdadero problema de todo ángel...
Sólo aparentan felicidad.
Es ser tentado.
Pobres criaturas, que no saben lo que hacen.
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Aunque la mayoría de sus amigos humanos y trolls desconocía de la gran verdad desapercibida lujosamente, por lógica propia tenía que ser discreta. Las energías de su cuerpo son consumidas el cuádruple. Pues se debe de saber que el cuerpo humano es mucho más frágil en muchos aspectos.
Muchas ocasiones su cuerpo(aún no acostumbrado) colapsa debido al sobre esfuerzo que se realiza, nadie lo sabe, excepto John y Rose. Preocupados por la gravedad de la situación, no importa cuanto digan o traten, son incapaces que cambie de opinión. Algunos trolls aseguran que su comportamiento cambió ligeramente, Nepeta, Kanaya, Tavros, Feferi o Nepeta eran los más observadores en esto. Hasta pensaban que a lo mejor, era a causa del esfuerzo de estar activa para los demás. Temiendo que su salud peligre.
Aunque la mayoría de estos seres eran amables debido a sus experiencias con ella, aún se veía más cansada.
Y más en estos últimos dos meses...
Y aquí viene el dilema.
Unos de los trolls que vive con sus pecados azotando su espalda, es el mismísimo Eridan Ampora. Conocido por ser el más influyente con la 'humana'(Ángel guardián).
Ella estaba atraída por la curiosidad por su gran carácter de fuego. Seamos honestos, este genocida es un bastardo. Y en muchas ocasiones, insensiblemente voraz. Pero recordando las escrituras que pasaban esquivando las perversas manos de los hombres de generación a generación; El bueno siempre ve belleza y tiene piedad en lo Malo.
Procuró inclusive con la gota gorda ser considerada su amiga, moirail si era posible...
Y así fue; el tiempo pasó y sus compañeros trolls notaron una diferencia, similar a un hilo de esperanza, hacia el seadweller. Al principio fue fieramente hostil con la chica de tierra. Esa hostilidad duró como 4 meses, como por ejemplo: maltrato verbal, físico hacia la joven, discriminación, humillación en público y privado, indiferencia hacia esta, aislamiento, etc. Cosas que ella jamás se lo dedicaría a alguien debido a la gran demanda psicológica que trae(no para un ser celestial). Hasta que un día, un momento peliagudo surgió haciendo que el cayera en ella. La 'humana' pudo presenciar momentos en donde había soltado lágrimas violetas, lo cual no dudaba en secarlas y hacerlas brillar en un futuro. Y aunque al día siguiente, la volvía a tratar como la gran miseria de este mundo, ella seguía ahí. Como siempre. Con la fe de que él verá el mundo de otra forma.
Entre los 12, él fue el más tenaz hasta hoy día.
Varias veces, aquella ser terrenal era indescifrable para el ser acuático. Hasta el punto de considerarla toda una masoquista férrea seguidora del triunfo. Su extraña aura era indescriptible, era cálida. Mucho más que un ser humano normal, cuyo factor no concordaba. Era rara. El signo acuario solía observarla carente de emociones sus reacciones particulares obviamente a su propia raza. Y nunca, logró saber la triste verdad de que solo habitaba temporalmente en su vida terrenal. Mas en poco tiempo, se volvieron moirailes. Aspecto muy impactante para todos, especialmente, Feferi y Sollux.
Desde el punto de vista de la joven, pensaba que iba en un buen camino. Incapaz de no desarrollar sentimientos rojos por él. Como si no fuera lo suficiente, había violado una de las leyes celestiales más importantes.
No desarrollar la Limerencia en un individuo.
Falló inútilmente, rápidamente comprendió, que tenía sentimientos rojos por este troll. Era muy claro, el aumento de ritmo de su corazón, la falla de su respiración, su nerviosismo, ese sentimiento raro en el estomago... A pesar de la gran diferencia de sus especies, no pudo evitarlo.
En el fondo, estaba consciente que esto es motivo para tacharla de irresponsable en su trabajo.
Un fracaso.
Hasta que sucedió lo terrible. Ella fue a la colmena obsoleta de Eridan como todas la noches, descubriendo que ese sería la última vez que el estaría a su lado. Resulta... Que aquel sangre real no tenía por qué seguir gastando tiempo en un ser de tierra, totalmente inferior en el Hemospectrum. Y con indiferencia, confesó que no la necesita. Sin mirar atrás, la echó de sus dominios.
Y así ella descubrió que todos sus esfuerzos jamás sirvieron, el telón bajó, demostrando que todo fue una falsa para él.
Con un dolor irreversible en su corazón, decidió esconderse en su casa solitaria. Como única amiga la soledad. Pocos sabían que su partida la golpeó. Concluyendo en su vida terrenal.
Así los meses pasaban rápida y dolorosamente como una flecha.
1 mes, 2 meses, 3 meses, 4 meses...
Ninguna noticia.
Suficiente tiempo para que aquel troll se dé cuenta de que estaba vacío. No entendía de esto. Incapaz de percibir lo intangible... Su pecho dolía incesante, mientras su mente se martillaba del por qué no disfrutó de la oportunidad de tener a alguien.
Ninguna misera llamada de ella siquiera. Teorizaban que es mejor darle su espacio, pero eso terminó insatisfactorio. Todos estaban preocupados, pues era considerada como la oveja que siempre estaba ahí, indudablemente para todos. Inclusive, Equius y Vriska estaban serios e idealizaban alguna forma de llegar a ella. En cuanto a Feferi y Sollux no tenían piedad con Eridan por sus acciones con la humana, digamos que el odio de Sollux aumentó con rudeza. Dejando en agonía al de sangre violeta de la realeza. Ganándose el ostracismo por los demás...
Simplemente, John decidió actuar. Al día siguiente, probó entrar en su hogar, sin embargo, estaba estrictamente cerrada. Su dureza de entrada fácilmente se puede comparar con una defensa de pétreo. Determinado, no iba rendirse. En un intento tenaz, empujó la puerta logrando que la cerradura se rompa.
Al entrar, el pudor lo abofeteó de inmediato.
Su cuerpo estaba tirado en el piso, su piel no podía estar más pálida que enfermaba, sus labios se veían grises y sus ojos estaban cerrados. No había ningún rastro de sangre, lesiones o indicios de que haya sufrido algo. Su persona en sí se veía muerta.
No podía moverse, su estado de shock lo había consumido. Recordado en el acto que ella tenía que irse.
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Los segundos eran una eternidad y las horas nefasta una plegaria. Es una lástima que las palabras no digan todo. Porque si fuera así, todos expresarían su dolor.
Especialmente, Eridan...
Mientras todos lloraban amargamente, tocándose el pecho con dolor u otros sollozando fuertemente como Nepeta. El ser de alas brillantes sonreía al visualizar las estrellas desde arriba.
Estrellas que muy pronto fueron vistas por Eridan, quien soltaba lágrimas doloridas. Su ceño estaba fruncido, sus labios temblaban así como su mandíbula estaba tan tensa que podría romperlo y sus puños eran fieramente apretados. Muy pronto, su dolor se interrumpió como una aguja perforándolo.
Pues se dio cuenta como una joven aleteaba con las estrellas ambiguamente efímeras, sonriendo para invitarlo en su danza celestial.
Él con una débil sonrisa, aceptó, tomando su pequeña mano desnuda de joyas a diferencia de él. Esta vez no iba a desaprovechar... Incluso cuando todos miran.
Aceptará amarla.
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