Prólogo
Veo la pantalla del celular en la oscuridad. No hay lágrimas, solo un sentimiento vacío y decepcionante. Me gustaría llorar de la frustración por el ghosting, pero en vez de eso, solo suspiro.
¿Qué estoy haciendo mal?
Debí haberlo imaginado. Un chico como yo, que juega videojuegos o ve anime, no suele ser atractivo para ese otro tipo de chicos. Ellos suelen estar interesados en personas que quieran comerse el mundo, no en quienes esperan que el mundo los devore.
Dejo de leer su chat y lo cierro. Me gustaría escribirles a mis amigos y preguntarles si hice algo para merecer el ghosting de nuevo, pero deben estar cansados de esta situación; después de todo, no es la primera vez.
Otro suspiro.
Supongo que soy expectativas demasiado altas para que un chico como yo pueda cumplirlas.
Mi celular se ilumina, y corro desesperadamente a ver si es un mensaje suyo, pero la desilusión llega rápido.
"El indicado llegará a tu vida sin que lo busques, Elio".
Es un mensaje de mi mejor amigo, Chanel. Tiene otro nombre, pero nunca usamos su nombre real. No le he dicho que me ghostearon de nuevo, pero mi ligera ausencia es una indicación clara de que eso sucedió otra vez.
Apago el celular de nuevo y lo dejo a un lado. Busco la almohada y la abrazo; necesito calor fraternal, aunque sea el mío propio.
Estoy cansado y harto de que mis amigos me digan que "el indicado" llegará a mi vida. Estoy extremadamente cansado de eso.
¿Cuántos intentos fallidos necesito? ¿Se pueden considerar esos intentos?
Ya tengo 25 años.
Cierro los ojos.
Me gustaría aferrarme a esa idea y creer que el indicado llegará a mi vida eventualmente, pero me siento tan... ilusionado, solo y triste.
Necesito aire. Me levanto de la cama y me pongo una franela para subir a la azotea de mi edificio. El verano está terminando, y las ligeras brisas frescas del otoño se sienten al salir del apartamento.
En la azotea hay un pequeño parque para que jueguen los niños y una piscina que ha sido usada todos los días durante la temporada, pero es cerca de la medianoche, por lo que estoy solo en la oscuridad. Me acerco a la barandilla, que es mucho más alta que yo, a pesar de medir casi metro ochenta.
He vivido en esta ciudad por años y sigue siendo vacía para mí, sin nada que ofrecerme, excepto hacerme sentir que no valgo nada. Es una sensación extraña; nunca esperas que un lugar pueda hacerte sentir mal. Se supone que las personas y los momentos que vives son lo que define cómo te sientes en un lugar. De igual forma, no puedo culpar a la ciudad; fui yo quien se quedó atrapado aquí mientras todos mis amigos se fueron al terminar la universidad.
Encadenado a este frívolo lugar. Soy como un prisionero que no está en una jaula.
Champagne problems.
No hay estrellas en el cielo. De hecho, está tan nuboso que ni siquiera se puede ver la luna. Sin embargo, cierro los ojos e intento hacer una plegaria. No soy una persona creyente, pero ya no sé a qué dios debo rogarle o a qué demonio venderle mi alma.
—Por favor, cambia mi destino. No quiero dinero, títulos ni nada relacionado con eso —empiezo a murmurar.— Solo quiero a alguien que disfrute mi compañía. Deja que sea por una vez.
Empiezo a sollozar de la frustración. No estoy pidiendo un príncipe azul ni que me bajen la luna que no se ve en el cielo. Solo quiero algo tan simple, pero tan difícil de conseguir a la vez. Sueno como un bebé haciendo un berrinche en plena madrugada.
Mi celular vibra en el bolsillo de mi pantalón corto. Una parte de mí aún guarda la esperanza de que sea el chico que me acaba de ghostear, pero sé que probablemente sea Chanel intentando animarme.
"Hola, te me perdiste :(".
Vuelvo a mirar al cielo.
Por favor.
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