Capítulo 6: Would you like to be my husband?
Un toque en la puerta me hace girar y abrirla.
—¿Estás listo? —me preguntan unos ojos verdes que aún me hacen sonrojar.
—Sí, solo no consigo acomodar mi cabello —digo, mirándome al espejo. Se supone que vamos a una cena muy importante para celebrar el cumpleaños de su papá, pero no entiendo por qué debemos ir tan elegantes.
—Te ves hermoso así —murmura, colocándose detrás de mí y rodeándome con sus brazos.
—Solo lo dices para que nos vayamos —comento, y él se ríe.
—Siempre te lo digo, no intentes negarlo ahora —dice, apoyando su mentón sobre mi cuello para verme directamente en el espejo.
—Tú también te ves hermoso —confieso, y él sonríe mientras yo tuerzo los ojos.
—¿Vamos? —pregunta.
—Sí —respondo, pero él no me suelta—. ¿Entonces? ¡Déjame ir!
—No puedo, ahora que te tengo cerca, no quiero soltarte de nuevo —dice, y yo me río.
—Le diré a tus papás que llegamos tarde por ti —lo amenazo, evitando tocar otro tema.
—No me importa lo que ellos piensen si puedo quedarme unos minutos más así —susurra en voz baja mientras apoyo mi cabeza sobre la suya.
Nos veo reflejados en el espejo. Una distorsión de rojo y azul intenta formar de nuevo un púrpura brillante. Un recuerdo fugaz de nosotros cuando éramos jóvenes pasa por mi mente. Han pasado tantos años que ninguno de los dos podría reconocerse en el espejo, ni siquiera yo, que intenté detener mi vida manteniendo el mismo corte de cabello, el mismo peso e incluso sin comprar ropa nueva, para que cuando volviera sintiera que nada había cambiado.
—Vamos —dice al fin, y ambos salimos del baño.
Cuando subimos al auto, comienzan a sonar canciones del álbum Lover de Taylor Swift, lo que me hace sentir en las nubes.
—¿Qué te sucede hoy? —inquiere, negando con la cabeza.
—No puedo evitar enamorarme de ti —respondo, desviando la mirada por la vergüenza.
—Tus papás me van a ver como un tomate a este paso —digo, tratando de relajarme.
—You are my my my Lover —canta, levantando una ceja para que me una, y lo hago hasta que nos estacionamos frente a su casa.
—¿Listo? —pregunta, apagando el auto. Lo observo fijamente.
—Te amo —murmuro. Él sonríe antes de acercarse a mí.
—Y yo a ti, Elio —me dice antes de besarme. Me aferro a él como si pudiera perderlo en cualquier momento. Intento atrapar el olor a jazmín en mi torrente respiratorio todo lo que puedo antes de dejar de besarlo para sonreír sobre sus labios.
—Vamos —le ordeno antes de que ambos salgamos del auto.
Su madre me recibe con un abrazo antes de que toquemos la puerta.
—¿Por qué tardaron tanto? —pregunta, y ambos reímos. Yo miro a su hijo.
—Qué gusto verte de nuevo, Elio —me saluda su padre, y yo lo felicito por su cumpleaños, cantando la canción a la que los cuatro nos unimos.
—¿Ya llegó la Königin? —le pregunto.
—Sí, ya llegó hace un rato. Está en el comedor con los demás —me responde, al tiempo que recibe mi abrigo y lo guarda en el clóset.
Su mano fría toma la mía, y protesto por la sensación sin soltarla.
El comedor, como la última vez, está lleno de invitados. Nos conocimos aquí hace poco más de seis años. Veo a la Königin sentada en una de las mesas, así que me acerco a ella casi corriendo, como si no la hubiera visto en días.
Ella me saluda con la mano, pero yo la abrazo, y ella acepta mi abrazo.
—Se pondrá celoso si no me sueltas —dice, haciéndonos reír.
—¡Elio! —me saluda su madre con otro abrazo que acepto.
—¿Has estado bien? Te ves muy elegante —me dice mientras intento ponerla al día de lo que he estado haciendo.
Por el rabillo del ojo, veo a la Königin hablando con él y luego sonriendo hacia mí, como si tramara algo.
Su madre me cuenta que tiene mucho trabajo a pesar de estar en descanso. Le ofrezco mi ayuda, pero se niega inmediatamente.
—Vas a estar ocupado a partir de ahora —me dice, guiñando un ojo, y yo entrecierro las cejas en señal de confusión.
—¡Elio! ¡Ahí estás! —me saluda su hermana desde el otro lado de la habitación antes de correr a abrazarme, casi tropezando con él en el proceso—. Déjalo un segundo solo, no se irá a ningún lado.
Él le saca el dedo mientras ella me lleva a un lado de la habitación.
—Estaré aquí para ti, sin importar lo que suceda. Mi tía y prima también. Quiero que lo sepas y lo entiendas. Te queremos por quien eres, no por el color que formas a su lado —me dice, pero no puedo responderle porque se escucha una copa siendo golpeada.
—Muchas gracias a todos por venir —comienza a decir su padre—. Tengo el gusto de celebrar esta fecha importante con mi familia y seres queridos aquí presentes. Nada de esto sería posible sin ustedes, así que, gracias.
Todos aplaudimos mientras su hermana me arrastra de nuevo, esta vez hasta casi estar frente a su padre.
—También debo agradecer a mi esposa por cuidarme y amarme durante todos estos años. Gracias por formar esta hermosa familia conmigo —dice antes de besarla. Todos aplaudimos con más fuerza.
Los aplausos disminuyen, pero yo no puedo apartar la mirada hasta que escucho que suena Love Story de Taylor Swift, lo que me sorprende. No esperaba que les gustara Taylor. Ellos se giran hacia mí, y me ven directamente, por lo que me achanto un poco.
Alguien se aclara la garganta, y entonces siento que todas las miradas están realmente fijas en mí. Me giro para verlo inclinado de rodillas, con un anillo en un estuche.
Me quedo sin aliento de golpe.
—Elio, eres el hombre más maravilloso que he conocido, y quiero compartir cada día de mi vida contigo, como ya lo hago. Necesito poder demostrarte cuánto te amo cada segundo, y no puedo hacerlo sin permitirme ser tu esposo. Te cuidaré, te haré feliz y te protegeré en cada momento, porque ya te amo —comienza a decir, y yo no puedo contener las lágrimas que bajan por mis mejillas.
Mi mente se llena de recuerdos pasados, presentes y futuros que podrían ocurrir, todo en ese instante. Mis lágrimas se desbordan, mientras él me observa, esperando una respuesta.
—No —susurro, sintiendo cómo el suelo bajo mis pies se desmorona. No puedo aceptar esto. No puedo depender de él. No puedo atarlo a mí de esa manera. Sé por qué lo hace, por qué está de rodillas. No puedo aceptarlo, no puedo, y tampoco puedo explicarlo.
—Elio, te he amado desde que te conocí. Por favor, no digas eso, espera, piénsalo bien, no tienes que darme una respuesta ahora. Fue tonto de mi parte hacerlo delante de todo el mundo —empieza a decir al incorporarse, y yo solo puedo negar con la cabeza. Me falta el aire, y mis ojos no dejan de llorar. Mi nariz se ha congestionado.
—Por favor, no. No —empiezo a decir, clavando mis uñas sobre mis manos para intentar generar dopamina en mi cuerpo.
—¿Por qué dices eso? ¿No me amas? He esperado por ti todos estos años sin quejarme o presionarte. He anhelado tus brazos como nunca he anhelado nada en mi vida, y aquí estoy, frente a ti, pidiéndote que por favor me ames de vuelta, como ya lo has hecho. Me lo has demostrado. Por favor, no tengas miedo, di que sí —continúa, intentando mantener la compostura.
—Basta —le pido como puedo.
—Aquí estoy —escucho la voz de su hermana a mi costado, pero no puedo aceptar su apoyo. Ella no debe apoyarme a mí; yo estoy rompiendo el corazón de su hermano en este momento.
—Necesito una explicación, por favor —me pide, tomándome de los brazos para que pueda verlo a los ojos.
—No puedo aceptarlo. Eres demasiado bueno para mí, y no estoy listo para aceptar el amor que me das, pero hasta tú sabes lo difícil que es para mí lidiar con mis emociones, y sentir que puedo lastimar a alguien en cualquier momento. Nunca podría corresponderte de la misma manera porque estoy tan asustado de hacerte daño que no puedo concebir la idea de hacerte completamente feliz —mis palabras salen, pero siguen sintiéndose como una excusa. Su agarre se intensifica en mis brazos.— Lo siento, y lo lamento muchísimo. Sabes lo que significa para mí esto, pero nos destruiríamos y nos haríamos mucho daño. No es el momento, y no sé si algún día lo sea. No sé si estaré listo en algún momento.
—Solo he amado a una persona en mi vida, y durante todo este tiempo solo he podido pensar en ti y amarte a ti —murmura con las lágrimas desbordándose tanto que se ha quitado los lentes. Su agarre se afloja.— Por favor, di que sí. Todos dicen que seremos felices juntos ahora que has vuelto.
—Te engañaría y mentiría si dijera que sí. No puedo hacerlo, no puedo engañarte ni mentirte. Nunca lo he hecho, no pienso hacerlo con algo como esto. Yo te amo demasiado, pero no puedo amarte de esa forma —dejo salir, sintiendo que mi corazón va a colapsar.
—No me importa, yo te amo así, con tu amor limitado, como dices, y tal como eres —suelta. No sé si ha olvidado que todos nos observan y pueden escucharnos.
—Pero mírame, no soy lindo, parezco que tengo anorexia, soy extremadamente torpe y súper raro. No tengo nada de carisma o gentileza. Soy un entrometido egoísta que no puede ver más allá de sí mismo y vivo en un melodrama diario en el que constantemente autocolapso por la inestabilidad de mis emociones y tú lo sabes, porque lo has vivido, ¿como puedes querer eso para ti? —comienzo a decir, como si necesitara más excusas.
—Te amo, Elio desde el primer dia que te vi en este mismo lugar y convertiste mi cielo en purpura. No hagas esto, no me importa nada de lo que dices, recuerda que no puede existir un cielo púrpura sin un nosotros —dice, y yo niego con la cabeza.
—Pero te importará, y te destruirá. No podrás lidiar con ello y seremos infelices, pero no podremos separarnos hasta que hayamos perdido todo nuestro color, y será en ese momento que desearás no haber hecho esto —murmuro.
—Hijo, basta, no tiene caso. Ven —dice su madre. Yo miro hacia otro lado. No puedo mirarlo, no puedo mirar a nadie. Estoy atrapado en medio de gente que debe querer matarme; yo quiero matarme a mí mismo. Si pudiera, me golpearía la cabeza contra el suelo hasta que estuvieran satisfechos.
Empiezan los murmullos.
—Ven conmigo, vámonos de aquí —me toma su hermana del brazo.
—Lo siento mucho, de verdad no sabes cuánto —es lo que puedo decirle, pero él ya no me mira.
Su hermana me saca de ahí, pero todavía tenemos que pasar a través de las personas para salir.
—Hubiera sido un buen esposo, lástima que tenga la cabeza hecha mierda —escucho decir, y por primera vez desearía no haber entendido lo que dijeron.
Lo veo una ultima vez llorando en los brazos de su madre quien intenta consolarlo. Vas a encontrar al indicado, y no seré yo, lo sé. No puedo ser yo. Esa persona amará cada parte de ti mejor de lo que yo lo hago. No te hará daño con sus sentimientos tan abrumadores y autodestructivos. Será alguien con talento, ambición y ganas de seguir adelante. Yo me ahogo en mis propios vasos de agua que están medio llenos. Será un buen esposo para ti con el que sí podrás hacer un hogar, lo que yo jamás podre hacer. Alguien que no te rechazará delante de toda tu familia, ni te abandonará por perseguir sus sueños o te dejara preguntándote qué hiciste mal, ni te dejará destrozado por Champagne problems.
Ese nuevo chico arreglará el desastre que yo causé.
Mis pensamientos son tan abruptos que no puedo pararlos. Se vuelven un torrencial de ideas, recuerdos y posibilidades, hasta que despierto agitado.
Estoy sudando, y mi corazón no puede parar de latir. No puedo levantarme sin sentir que voy a desmayarme, así que miro el techo en la total oscuridad con una sensación punzante en el pecho.
Tú y yo formamos un cielo púrpura. No creo que volvamos a usar esa expresión de nuevo.
Tomo el celular y busco su Instagram. Veo una foto de ellos juntos, totalmente felices. Me fijo en el que hubiera sido mi anillo, el mismo que le dio su madre para darme a mí, pero que ahora posa en el dedo de esa otra persona.
¿Ves cómo tenía razón?
Yo no era el indicado. No soy el indicado para nadie.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top