Capítulo 10: Fall again

Cuando la partida se acaba y mis amigos vuelven a irse, soy una amalgama de recuerdos rotos. No solo pienso en él, sino en todos en general, como si viera una vista amplia de todo el panorama.

En todas he sido un desastre, y normalmente he sido yo quien lo ha arruinado todo, por lo que es irónico que anhele tener un amor real cuando he sido yo el causante de que no ocurra. He abandonado a las personas que amo por perseguir sueños; he roto corazones creyendo que demostraba mi amor y he amado tanto que han tenido que rogarle a los ángeles para que intervengan por mí.

No tengo sentido del control. Mis emociones son tan efímeras y extremas que las personas se sienten fácilmente abrumadas cuando mi melodrama no está presente. Solo Dios sabe cuánto esfuerzo requieren las personas para bailar en mi tormenta.

¿Habrá alguien ahí dispuesto a consumir mi propio veneno sin morir en el intento? Qué ridículo soy, ni yo mismo podría consumir algo tan nocivo como yo.

"Sigo sin comprender por qué aceptas las migajas que él te da", me llega un mensaje de una mentita feliz. Intento tomar aire.

"Eres alguien muy valioso, y la intensidad de tus sentimientos lo demuestra", agrega. Junto las cejas y aprieto los labios.

"Si das mucho, es porque eres mucho, corazón. Sé que es difícil de creer y verlo cuando todo te demuestra lo contrario, pero intenta hacer ese esfuerzo", continúa. Leo el mensaje y miro hacia otro lado. Una parte de mí quiere creerle, pero otra solo tiene que dar un vistazo a mi realidad para sacar otra conclusión.

"Aprecio lo que me dices de verdad, solo es difícil verlo así cuando te ghostean o te utilizan", empiezo a escribir sintiendo los ojos llenos de lágrimas.

"No entiendo qué estoy haciendo mal o qué es lo que hay de malo en mí para que eso suceda. Todo el tiempo estoy intentando ser mejor persona, pero me encuentro con estas situaciones y no sé qué hacer. Me siento confundido y muy solo", agrego, con la presión creciendo en mi pecho.

"¡LO ODIO! Aléjate de él, bloquéalo y niégate a ir a esa cita. ¿Quién se cree que es para decir eso? Que hayas tenido una buena relación no significa que venga aquí a decirle a las personas cómo se debe amar", me escribe mi hermana Lux después de leer el chat que tuve con mi ghosteador esta mañana, luego de renacer de entre los muertos.

"Es porque ese chico no merece que seas mejor persona para él", me responde la mentita feliz.

Yo suspiro sin saber muy bien qué hacer.

"No es si lo merezca o no. No quiero que sea el indicado, yo sé que no lo es, pero solo quiero que disfrute mi compañía, nada más. No necesito que me bajen la luna, solo necesito un poco de atención", confieso con las lágrimas bajando por mis mejillas.

"Corazón, ¿has leído tu mensaje? Creo que ahí tienes las respuestas que buscas", me pone la mentita feliz.

No vuelvo a leer el mensaje. Ni siquiera medito lo que me dice. Mentalmente me he ido.

"Él no puede darte lo que quieres, Elio. Ni siquiera eso tan simple que pides", ahora es Chanel.

Apago el celular antes de empuñarlo y hacer presión contra mi frente. Necesito que los pensamientos paren. Tengo que apretar los ojos para evitar que las voces hagan más eco en mi mente. Me falta el aire.

¿Por qué no puedo ver lo que ellos ven?

Mi celular vibra, liberándome del estado zen en el que estaba, para ver de quién se trata.

"¿Nos vemos en el Boo Bar en una hora?", me pone mi ghosteador.

Las palabras de mi hermana me gritan en la cabeza. Los brazos distantes de Chanel me sujetan para que no me mueva, y la energía positiva de mentita feliz intenta detenerme, pero mis dedos son más rápidos.

"Ya me alisto :)", respondo.

Ahora mismo me odio, y ellos me odiarán más, pero es mi oportunidad de arreglar la situación y de que todo funcione. Debo arriesgarme e intentarlo, no tengo nada que perder. Dignidad ya no tengo.

Al terminar de ducharme, me pongo una polo blanca con un pantalón café.

"Voy a pedir el carro", le escribo.

"Ya estoy aquí, me avisas", me responde.

Por eso sé que, si lo hablamos, él podrá responderme regularmente sin ghostearme todo el tiempo.

Acomodo mi cabello en el ascensor mientras desciendo, evitando mirarme en mi reflejo en el cristal.

"Elio, hoy estoy libre. Si quieres, te pasas por mi apartamento y hablamos de esa situación. Me complacería poder ayudarte y así conocerte mejor", es un mensaje del chico misterioso. Tomo aire antes de apretar los labios.

Eres demasiado bueno para mí. Yo no soy quien crees. Soy el desastre que va corriendo a los brazos de su ghosteador.

Me subo al coche sin responder su mensaje, evitando pensar en el asco de persona que soy.

"¿Por dónde vas?", veo el mensaje.

"Voy llegando", le respondo.

"¿Por qué estás tan retrasado?", inquiere.

"Tráfico", me apresuro a responder, mirando por la ventana cómo estoy atrapado en una multitud de autos.

"Debiste pensar en eso antes de salir para la próxima", pone, y yo empiezo a ponerme nervioso.

La estoy cagando. Él está haciendo un esfuerzo para verme, y yo estoy llegando tarde. Pongo mi mano en la frente para sobarla y aliviar la ansiedad.

—Déjame aquí, yo camino —le digo al Uber y salgo del auto. El bar está a unas cuantas cuadras, pero a este ritmo no llegaré jamás.

Empiezo a correr. Por suerte es lo suficientemente tarde como para que las calles estén ligeramente vacías.

Me apresuro al ver las rejas negras del lugar en la distancia. Por suerte, no hay fila para entrar, así que el vigilante me revisa, y al otro segundo ya estoy dentro del local. Está prácticamente vacío, aunque considerando la hora, tampoco es tan raro. Es muy pronto para que las personas salgan a beber, a pesar de ser sábado.

—Elio —me llama mi ghosteador, y yo me giro para verlo al teléfono. Él me levanta la mano y me anima a que vaya hacia la mesa donde está sentado.

Lleva puesto un suéter amarillo que hace juego con su cabello rubio. Sus ojos miel me dan una rápida mirada de arriba a abajo.

—Te hablo después, cuídate —dice antes de colgar y levantarse para abrazarme.

El contacto físico se siente extraño, pero acepto el abrazo como puedo.

—¿Por qué tardaste tanto? —me pregunta al soltarme. Yo tengo que recuperarme del contacto físico.

—Tráfico —respondo.

—Estás sudado, ¿estás bien? —inquiere cuando nos sentamos.

—Sí, hace calor afuera —miento—, y estaba preocupado porque venía tarde.

—Relájate, no ha pasado nada —menciona dándole un sorbo a su bebida.

Asiento y empiezo a tomar aire.

—Tienes suerte de que te haya invitado a una segunda cita, la mayoría no pasa de la primera —agrega, dejando el vaso en la mesa.

Yo muestro una leve sonrisa con los labios.

—Gracias por la oportunidad —digo. Él me guiña el ojo.

¿Debería decirle que realmente yo rechazo a la mayoría y no me veo con nadie?

—Cuéntame, ¿qué has estado haciendo estos días? —pregunta, pasándome la carta para que pida.

—No mucho, realmente. He estado jugando con mis amigos, y al tener bloqueo de escritor no he podido avanzar nada —digo, buscando algo sin alcohol.

—¿Escribes? —pregunta, y yo levanto la mirada. Normalmente no hablo de mi lado escritor, y lo he dicho sin pensarlo.

—Sí, escribo novelas —digo, avergonzado.

—Eso no me lo esperaba, pensé que eras ingeniero —comenta, tomando otro trago.

—Lo soy, solo que actualmente no estoy trabajando como ingeniero —dejo salir, sintiéndome incómodo. Es un tema del que no me gusta hablar.

—¿Y eso? ¿Por qué? —presiona.

—No he conseguido trabajo, pero ya seguiré buscando —intento cortar el tema.

—No sabía que escribías. ¿Tienes libros publicados? —pregunta, y yo asiento antes de mostrarle mi libro desde el celular.

—Yo lo conozco, lo iba a comprar en la librería, pero al final no lo hice. Me parecía muy fantasioso —comenta, y yo levanto una ceja.

—¿Por qué lo dices? —pregunto.

—Sé que está mal tener prejuicios, y no lo tomes a mal, porque la portada está muy bonita, pero apenas leí la sinopsis, pensé: "eso tiene más globos que la casa de up" —se ríe.

Sigo sin entender.

—Creo que la sinopsis no dice eso precisamente, pero es válido. No tienes por qué darme una explicación, soy el autor, pero no es necesario. Entiendo que no quieras leer mi libro —empiezo a decir, levantando un poco los hombros.

—Relájate, no te lo tomes a pecho. Simplemente no es mi estilo, y no buscaba una historia que tratara enteramente sobre romance —dice con desdén al final.

—No es una historia enteramente de romance, pero entiendo tu punto y lo respeto —intento cerrar el tema con una sonrisa incómoda.

La escena de unos ojos verdes mirándome fijamente mientras me escuchan con atención pasa por mi cabeza. La aparto con rapidez con un parpadeo.

No ahora.

—¿Solo escribes romance? —inquiere, intentando romper el hielo.

—No, pero usualmente intento involucrarlo. Soy un romántico empedernido —confieso antes de girarme hacia el mesero—. Quiero mocktails de piña.

—¿No bebes alcohol? —pregunta.

—No mucho, no he tenido buenas experiencias —respondo con una risa forzada.

—Tu mirada es muy intensa —comenta, manteniéndola fija en mí.

—Eso dijiste la última vez —digo, levantando una ceja.

—Sí, eso me gustó mucho de ti —dice antes de darme un guiño que me hace sonrojar—. La verdad es que me gustas.

Me quedo hecho piedra.

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