Capítulo 1: Who am I?
He estado en silencio por tanto tiempo que se me ha olvidado cómo comunicarme o cómo mantener una buena conversación. Mis pensamientos suelen envolverme como si tuviera algún síndrome autista, cuando en realidad solo no sé qué decir. Culpar a cómo me he sentido en los últimos años no es apropiado cuando he sido un friki andante desde que tengo memoria.
Respondo al saludo como si fuera un robot. Cuando usas aplicaciones para ligar te vuelves mecánico y ni siquiera piensas en qué responder. Por su mensaje me deja entrever que ya lo conocía de antes. Al ser un perfil vacío, no tengo de otra que esperar a que me dé más información.
Tomo aire y regreso a mi solitario apartamento.
Cuando me quito la franela, me pregunta cómo estoy. Podría empezar diciendo cómo me siento como un papel tirado por ahí porque alguien me ha ghosteado de forma consecutiva o cómo me siento al estar viviendo en este lugar sin nadie, pero en vez de eso respondo un simple "bien", y no creo que sea por falta de confianza; de hecho, si Chanel me preguntara, respondería lo mismo para evitar entrar en detalles y situaciones tediosas por culpa de mis malos sentimientos autodestructivos.
Le hago la misma pregunta y me responde igual, como era de esperarse.
Me tiro sobre la cama como si soltara todo lo que llevo encima. Entro a Twitter intentando encontrar una especie de distracción que ayude a no pensar en nada. Poner curitas a balazos es mi pasión, después de todo.
Veo un post de una mentita feliz que siempre sube mensajes bonitos cada día. Al vivir en una zona horaria diferente a la mía, para ella ya es de día. Es de madrugada, no hay nadie despierto a esta hora, a excepción del desconocido que me conoce de antes y ella, así que le escribo. Debe estar agotada de llevarle tantas malas energías, siempre estoy triste o melancólico, nunca voy con una buena actitud.
Ella no tarda en responderme, por lo que le empiezo a comentar cómo un tipo que conocí ya hace dos meses, con el que me he visto y me ha hablado de hacer planes juntos de un día para otro, me ha ghosteado, pero no solo una vez, sino que a los días regresa y vuelve y hace lo mismo.
Parezco un adolescente quejándome de esta situación, pero es demasiado frustrante y no dejo de pensar que el culpable soy yo; después de todo, no sé cómo ligar o mantener una buena conversación.
Como de costumbre, ella siempre intenta subirme el ánimo y destacar detalles positivos de mí, como el saber escuchar y querer ayudar a los demás, pero en estos momentos no se sienten relajantes ya que ellos no pueden hacer que mi situación cambie.
"¿Has probado escribirle y hablarle de cómo te sientes con esa situación?", me pregunta.
Yo tomo una bocanada de aire.
"Me encantaría hacerlo, pero la última vez que intenté hablarle sobre nosotros, sacó a colación el hecho de que sobrepensaba todo y que debía relajarme", le contesto intentando omitir el resto de los detalles y analogías relacionadas con el interés que te demuestra la persona, de las cuales me habló todo un día.
"Si lo hago, va a pensar que soy un dramático, que estoy tragado, y me volverá a decir que me calme", agrego.
"Vete de ahí y pasa de ese tío, mereces a alguien que se dé cuenta de quién eres y de lo valioso que eres. Eres un rojo intenso, después de todo", me anima.
¿Realmente merezco alguien mejor? Mi autoestima lleva colapsada mucho tiempo, pero yo no le estoy pidiendo mucho, solo un poco de atención. Entonces, ¿cómo puedo aspirar a algo mejor si lo más simple no se me da?
"Veo que no te acuerdas de mí". Recibo el mensaje del chico desconocido.
Por supuesto que no me acuerdo de ti, amigo, tienes un perfil vacío.
"Ese chico que describes ha perdido todo su color", le respondo a la mentita antes de contestarle al chico que no le recuerdo.
"La esencia sigue ahí", me recuerda ella.
Yo suelto una ligera sonrisa melancólica. En una época distinta a ésta, que haya usado ese color para animarme hubiera tenido un efecto placebo; ahora es como poner sal a la herida, pero no la culpo, incluso yo mismo quiero volver a ser esa persona que solía ser, pero aún trato de encontrar los colores que me devuelvan a ese estado de nuevo.
Recibo un álbum de fotos que me hace abrir su chat para comprobar quién es.
Lo recuerdo. Habíamos tenido algunas conversaciones en el pasado. No lo he visto nunca en persona y lo poco que hemos hablado siempre ha sido muy superficial, aunque no puedo culparlo; lo más probable es que sea por mí. No siempre estuve dispuesto a que las personas me conocieran; por mucho tiempo solo buscaba llenar el vacío que otra persona dejaba con conversaciones fugaces en las que dejaba que coquetearan conmigo para generar ese efecto placebo de que le puedo atraer a alguien.
"Ahh, eres tú", le respondo.
En todas las fotos que me mandó tiene mechones de cabello rojo y el resto son oscuros. Su tez es clara, aunque pueden ser producto del filtro. Vuelvo a abrir las fotos mientras espero una respuesta.
Tiene una sonrisa impecable, de esas que destacan entre la multitud.
Niego con la cabeza y cierro los ojos al dejar el celular a un lado. Para los chicos guapos como él, yo solo represento una diversión de un solo momento y no algo real. La primera vez que hablamos solo le interesaba eso de mí; bueno, de cualquier forma, ¿qué más puedo ofrecer yo? Soy extremadamente delgado, piel pálida, vida social lamentable y un pésimo sentido del humor, sin contar el resto de las cosas que no están a plena vista.
Si soy lo suficientemente honesto, para este punto tampoco es como que me importe ser solo eso, si con eso puedo tener un poco de compañía. Nunca lo he hecho, pero ya no tengo nada que perder. Empiezo a sollozar y la sensación de hundimiento comienza. Mi celular vibra, pero yo lo ignoro.
Me he quedado sin energías para seguir su juego. No quiero jugar ese juego y no quiero darle falsas esperanzas de nuevo.
Cuando las lágrimas se han secado, mis pensamientos son más armoniosos.
¿Quién soy yo? Un cascarón vacío sin color.
¿Quién solía ser yo? Un rojo intenso lleno de vida.
¿Quién quiero ser yo? Una nada en un todo.
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