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El cansancio que sentía no se podía expresar con palabras. Cerró sus párpados por una fracción de segundos, esperando poder tomar una pequeña siesta en aquella oportunidad, mas, el sonido directo de la voz calmada de Mahiru llegó a sus oidos en forma de susurro dificil de interpretar. Llevaban largas horas de viaje en aquel incómodo transporte, sin haberse detenido nisiquiera un pequeño porcentaje de tiempo para estirar las piernas, y parecía imposible la idea de dormir en aquellos incómodos asientos. Podía comparar la idea con un eterno viaje en avión: cansado e incómodo.

Suspiró con cansancio, abriendo sus ojos a la mirada expectante de la rubia de ojos violetas a su lado, quien le regaló una sonrisa ligera, además de ofrecerle una botella de agua para la seques de su garganta. No estaba acostumbrada a viajes tan largos como aquellos, pues nunca había tenido la necesidad de salir de su propia ciudad, teniendo la academia allí mismo y la tienda de sus padres, como segundo recurso de descanso, y tranquilidad,y su espalda parecía estar sufriendo las consecuencias, mas no se quejó ni por un segundo, sonriendo de vuelta y tomando la botella entre sus manos y bebiendo un poco de su contenido.

Hace bastante tiempo que Haruka se había cansando de parlotear, y había caído rendida al lado de la ventanilla del auto, casi al mismo tiempo en el que Ako se recostaba en su asiento para descansar algunos minutos de viaje, volviéndose casi dos horas de sueño por parte de las dos. Por su lado, dormir en áreas tan pequeñas se le hacía imposible, por lo que se había tenido que conformar con mirar por la ventana por el tiempo que llevaban en la camioneta.

Mientras tanto, Mahiru parecía la persona más refrescada y descansada de la camioneta. Se veía increíblemente radiante, tomando tranquilamente una botella de agua y comiendo una manzana rojiza en el silencio del vehículo, postrando su mirada algunas veces en su celular o, la mayor parte del tiempo, mirando el paisaje que cruzaban. Realmente estaba sorprendida por su capacidad de mantenerse perfecta hasta en aquella situación, además de verse acostumbrada a viajes de ese tipo.

-Gracias- susurró con tranquilidad al terminar de beber algunos sorbos del agua, tratando de no despertar a las otras dos integrantes. La joven le sonrió como respuesta, disfrutando de su bocadillo saludable, y observando las montañas llenas de vegetación que comenzaban a cruzar. Sus ojos se dirigieron rápidamente a la cabina del co-piloto donde el joven que se había presentado como profesor de la Academía a la que iban, leía un libro sin importarle el movimiento dentro del vehículo o el constante parloteo en voz baja de Johnny-sensei.

Se acomodó en el asiento, observando por la ventana un aumento de la vegetación notable, que le hizo creer con ansias que ya se encontraban en la provincia más conocida de Japón y en la misma ciudad en la que la Academia Starlight, levantaba sus puertas. Los suburbios, además de tranquilos, se le asemejaban a aquellos pequeños pueblos bien cuidados y limpios en Europa, con bonitos edificios en cierto toque antiguos, y casas que mantenían la estructura de años atrás. Logró vislumbrar a la lejanía un templo antiguo, cuya piedra dejaba denotar el tiempo que llevaba en pie, mientras que muy poca gente se movilizaba por entre las calles.

Guardó cualquier comentario de sorpresa que pudiese salir de sus labios, esperando no ser demasiado impertinente y decir algo demasiado fuerte, al punto de despertar a sus compañeras. La joven rubia a su lado, tocó su hombre y le señaló una antigua estructura de piedra real, con ligeros signos de plantas alrededor, en donde un grupo de jovenes, conversaban sin preocuparse de dañar la estructura en sí.

-¿No es lindo?- susurró en su oido, aunque no podía saber con seguridad si se refería al grupo de chicos, o a la estructura en sí. La rubia asintió con euforia, imaginándose el vivir en un lugar tan tranquilo y acogedor, casi perdiéndose en su imaginación y sin notar el momento en el que la camioneta se detuvo en el camino, parada de improviso, dejándola ligeramente sorprendida apenas lo notó. Se levantó ligeramente buscando la mirada del hombre castaño antes de que el sonido de su grito la dejara estupefacta.

-¡Yotsuboshi-honeys! ¡Levántense!- gritaba provocando que la joven de cabellera naranja despertara de improviso y golpeara, sin quererlo, la mejilla de la joven de ojos ámbar a su lado. Un quejido por parte de ambas provocó que la ligera risa de Mahiru saliera a la luz en forma de burla, y que el hombre, que antes gritaba eufórico, temiera por su vida. -o-okey. Veo que todas e-estan despiertas...- tartamudeaba a la "alegórica" mirada de Ako.

-...pero, si solo vieran por la ventana, entenderían porqué las desperté.- aquella afirmación provocó que la curiosidad en Yume creciese. Con cuidado, abrió las cortinas oscuras que crubrian su lado de la ventana, sintiendo como el aire se iba de sus pulmones apenas vio lo que había al otro lado del cristal.

Una gran multitud de gente se postraba en los alrrededores, cargando carteles, cartas, regalos y hasta paquetes que parecían llevar sus nombres en ellos. Lograba observar cómo saltaban y gritaban de felicidad al verla abrir el tul oscuro que cubría sus rostros, aunque ni siquiera intentaban acercarse al vehículo, pareciendo concientes de absolutamente todo lo que hacían. A la lejanía, logró vislumbrar varios carteles que llevaban su nombre impreso con frases como: "Te amamos Yume-chan" o "Nijino Yume, la estrella más brillante"; entre otros varios que se esparcían por el montón que las rodeaban.

Observó a sus compañeras, quienes parecían igual de sorprendidas que ella, aunque ninguna parecía querer parar de sonreír, y se descubrió haciendo lo mismo. Le era imposible parar su sonrisa junto a aquel sentimiento abrigador en su pecho, se sentía querida y de alguna otra forma, recibida bajo la mejor de las bienvenidas.

-El Aikatsu es universal. Creo que eso ya lo saben...- la voz de Johnny-sensei era como una narración lejana, aparte de todo aquello que las rodeaba en ese momento, como complementando lo que sucedia a su alrededor -Sus voces pueden ser tan fuertes, como para llegar a los corazones de gente que se encuentra a distancias inimaginables. Pero solo ustedes tienen el poder de levantar sus corazones tan alto, para que todos a su alrededor puedan verlo...- completó el hombre que iba se co-piloto, ajustando sus gafas y sonriendo ante sus sorprendidos rostros.

-Yume-chan-. Escuchó ella como la voz de Mahiru inundar sus oidos, haciéndola volver a la realidad. Volteó parte de su cuerpo con la intención de poder observar a la joven de cabellera rubia palida que le hablaba, continuando con auquella sonrisa melancolíca impregnada en su rostro -Tal vez, tengas razón y ésto no sea tan malo como pensabamos-

La rubia sonrió en respuesta, volviendo su mirada al cristal y saludando débilmente a la gente que lograba observarla, sintiendo como el nerviosismo se instalaba en su pecho, mezclado con una dosis de emoción imborrable en todo su cuerpo.

-¡Definitivamente! ¡No puedo contener mi emoción!-

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