Estrella
HallowersarioKiriasu
Temas: "La pedida" y "Sorpresa inesperada"
Aniversario
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Asuna se miró por enésima vez el espejo. Ese día estaba exagerando con los detalles hacia sí misma, quería llevar sus mejores galas, y la ocasión lo ameritaba. Era su décimo aniversario. Tanto tiempo junto a ese niño que vio convertirse en hombre en los años de ser pareja.
Si bien Kazuto, su Kirito, no era el hombre más romántico y abierto a expresar su amor. Ese año se iba a lucir. Esa fue su corazonada, cuando al despertar en lugar de encontrarlo a su lado en la cama, una rosa roja y una carta yacía en la almohada. Su aroma mezclado en los presentes le hizo sentir que su corazón estuvo a punto de salir de su pecho. Y, es que eran tantos los aniversarios que tenían, que el pobre muchacho no podía darse abasto para recordarlos. Qué lo hiciera en ese, el más importante por llegar a tantos años de relación, la iluminaba.
Durante ese tiempo, no todo fue nadar en miel, en los últimos tres años Kirito lo hubo olvidado. El trabajo lo consumía y fue inevitable que el último lo pasaran separados. Fue unos minutos antes de que se acabara ese día, que se percató de la fecha, tuvieron una cena improvisada en ALO, un juego casi olvidado por los gamers, pero que para ellos significaba mucho. Yui estuvo con ellos, a pesar de esas circunstancias, como siempre esa magia que su espadachín lograba, hizo del momento único. Y en el último segundo de ese veinticuatro de octubre, le prometió tenerle una sorpresa el próximo año.
Y la estaba cumpliendo.
En la carta, su amado plasmó un hermoso poema. Dedujo que su amada hija lo hubo ayudado a escribir tan poéticas frases que se enfocaron en ella. Al final no hubo el esperado "feliz décimo aniversario" solo las indicaciones que debía arreglarse y que pasaría por ella en la tarde.
Sabía que él tenía trabajo, estaban en medio de un ambicioso proyecto que incluía los dos tipos de AI, misma razón por la cual Alice y Yui, pasaban gran parte del tiempo en el laboratorio de Roppongi. Ella conocía de lo beneficioso que era eso para su hija, como el cuidado de Underworld que tras un extraño hackeo, se vio en la cuerda floja. Fue una suerte que lograran restablecer todo, aún así, la preocupación de ese mundo era mucha para el pelinegro.
Así que no se enfado, al contrario, se sentía orgullosa que Kirito siguiera siendo el protector de ese mundo. Con eso en mente, tomó con calma la mañana: degustó de un delicioso desayuno, adelantó un poco de su trabajo de oficina y el resto del día se enfocó en ella. No sabía a dónde la llevaría, dedujo que sería a un elegante restaurante. Decidió ponerse el vestido favorito de su amado, color negro y muy provocativo, sin duda lo volvería loco. Esa noche la disfrutarían y se preparó para eso.
Su cabello le tomó más tiempo de lo esperado, pero le encantaba como quedó. Tras acomodar el collar, que él le regaló en sus primeros años como novios, estuvo lista.
Justo en ese momento, el timbre sonó. Le pareció extraño, pues no esperaba visitas, ni habían solicitado algo por paquetería. Al llegar a la puerta, casi suelta una carcajada al mirar el semblante relajado de Kirito. Traía consigo otra rosa. Vestía pantalón negro, cinturón del mismo color, camisa blanca y corbatín rojo.
Se veía muy apuesto. Por un segundo quiso bromear con él, por el hecho de que el joven olvidó sus llaves. Lo que no pudo ser al quedarse maravilla observándolo, y él a ella, ambos se dieron sorpresa ante la forma que vestían. Más el pelinegro, que reprimió sus ganas de besarla. Prefiriendo entregarle la rosa.
—Es Asuna Yuuki, ¿verdad?
No pudo aguantar más y rió al aceptar el presente. Era un buen actor.
—Así es, soy yo. —Fue directo a oler la fragancia de la flor. —¿Y usted debe ser el florista de la esquina?
Cuando le siguió el juego, él sonrió, acomodó el corbatín y al llevar su mano izquierda a su espalda y ofrecerle la otra, le reverenció.
—Mi dama, en realidad soy su caballero. Nuestro corcel espera abajo.
No sabía a qué venía ese monólogo, pero le gustó. Aceptó la cálida mano y a la primera oportunidad de tenerlo cerca, unió sus bocas en un dulce beso, que él llevó a uno más intenso y necesitado.
Le expresó un "te amo" al separarse y se dejó guiar. Le sorprendió que el corcel, fuera en realidad una limosina. Ante el amable trato de su prometido, no pudo negarse a ser amada. El trayecto fue desconocido, pues estuvo entretenida perdiéndose en la boca de su amado. Agradeció que ese vehículo fuera enorme, y estuvieran lejos del chófer, ya que se hubiera avergonzado ante las palabras y sonidos que dejaban escapar.
Tras retocarse su labial y acomodar su vestido, estuvo lista para bajar y descubrir a qué lugar de Tokio la hubo traído. Fue un largo viaje, el que disfrutó y por un segundo temió que la llevaría a una aventura nocturna en el bosque.
Kazuto fue quien le abrió la puerta. Se había puesto el saco para esconder los rastros de pasión en su camisa.
Cuando su tacón tocó el pavimento, creyó conocer esa calle, y no pudo esconder su sorpresa al salir de la limosina y encontrarse parada frente a la que fue su casa durante su niñez y adolescencia. La ostentosa mansión Yuuki, era tan intimidante como recordaba, a pesar que vivió tanto tiempo en ese lugar, desde que se volvió independiente, pocas fueron las ocasiones que se pasó a ese lugar. Trabajaba junto a su padre, lo veía a diario a él y su hermano, a veces a su madre. Por esa razón casi no venía de visita.
Con la duda en todo ella miró a su prometido, quien estaba más relajado de lo que esperaba. Ya no era un niño, pero a Kirito siempre le aterrorizaba enfrentar a Kyouko, aún después de recibir su bendición, él nunca se mostraba cómodo. Insistía que esa mirada que le dedicaba significaba que aún no lo aprobaba como el hombre indicado para su hija. Ella lo calmó tanto como pudo, pero el fantasma del pasado seguía ahí, atormentándolo.
—Tus padres nos han invitado a cenar. —Informó Kirito mientras le tomaba de la mano y la obligó a caminar a su lado.
—¿A cenar? —repitió como uno de los robots con los que él trabaja.
—Sí, ¿a caso la subcomandante lo olvidó? —dijo en broma.
Asuna más confundida, observó frente a ella como la puerta era abierta por Sada, quien les daba la bienvenida. Tras saludarla con un abrazo, se giró a Kirito.
—¿Has recordado? —continuó con su tono juguetón.
Eso la enojó. Decidió serenarse y negar con la cabeza, pues estaba segura que ella nunca olvidaría una reunión con su familia, lo tenía todo en su blog de notas. Pero mentalmente no pasaría nada por alto. Olvidarlo o no, no era el problema, su malestar se debía al teatro de la nota y las rosas. Al exponerle de forma indirecta esa duda;
—Solo quería darte un detalle en tu día libre. ¿No te gustó?
Fue su respuesta para luego saludar a Shouzou con un apretón de mano y dejarla en la entrada, con el trago amargo que había olvidado su aniversario.
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Si tuvo la esperanza que todo fuera una broma, y había una sorpresa tras acarrearla a su hogar, debió meditarlo más de una vez al verse envuelta en una cena normal con su familia.
Los temas de conversación iban hacía el proyecto de Kazuto y los negocios en Rect. En un momento le dio jaqueca escuchar a su padre y prometido de sistemas y negocios. Degustar el vino fue lo que la mantuvo a flote y no huir de ese extraño evento. Pues hasta su madre se mostraba muy interesada en conocer más sobre el mundo tecnológico que le encantaba a los tres caballeros.
Tras una hora más solo quería regresar a casa y dormir, ya no le importaba recordarle la fecha a Kirito.
—¿Te sientes bien Asuna?
La voz de Kyouko detuvo la conversación de los hombres. La atención se enfocó en ella, que sin darse cuenta se frotaba la sien. Tan rápido como lo notó bajó su mano y sonrió.
—No es nada—mintió.
—¿No te escuchas segura?
Rápidamente, Kirito que se encontraba a su lado, le tocó las mejillas y la frente asegurándose que no tuviera fiebre.
Que hiciera eso delante de sus padres, la apenó. Su cara le ardió y agradeció que él ya hubiera alejado sus manos para no confundir enfermedad con su pena.
—Estoy bien —repitió. Pero absolutamente nadie parecía creerle.
—Cuando me enteré que estaba embarazada de Kouchirou, sentía ese tipo de mareos.
Y la vergüenza no solo la alcanzó a ella, Kirito tosió incómodo y fulminó con la mirada a Kyouko.
Que su madre hablara de maternidad sobre su época de maternidad, le sorprendió, pues ella no solía hablar con tanta confianza sobre ese tema, siempre fue muy reservada. Aunque lo que la llevó a olvidar sus palabras, que seguramente la pondrían en un estado alarmante de bochorno, fue el hecho de que su prometido se hubiera mostrado enfurecido y peleó con la mirada contra la mujer a quien le temía.
—Bueno, quizá solo necesitas un poco de aire fresco.
Estuvo de acuerdo con la sugerencia de su progenitora. Salir afuera y relajarse un poco sería lo mejor para evitar que la velada terminara en desastre y no le gustaba a donde iría el resto de conversación. Tras pedir permiso se levantó. Kirito la detuvo, pero ella le sonrió y pidió que se quedara. Deseaba estar sola.
Dejándolo confundido por su actitud, buscó resguardo en la terraza. Al mirar el cielo oscuro, sin ninguna estrella, recordó porque prefería vivir en un apartamento en lo alto de un edificio que en ese lugar. Al menos, si bien no podía admirar estrellas, podía sentirse cerca de ellas.
En esa ocasión el aire frío le ayudó a calmarse. Se sostuvo fuerte de la baranda y cerró los ojos mientras se inclinaba hacia adelante. No podía enojarse con Kirito, lo amaba y le agradaba que interactuara con su familia. Donde claramente ya lo habían aceptado. Podrían tener más aniversarios y lo más importante era pasarlo junto a él, no de forma romántica, si no solo saber que estaba a su lado.
Pasos detrás de ella la hicieron girar. Kouchirou, su hermano, se acercó y copiando su postura, se aferró a la baranda.
—Recuerdo que veníamos aquí a ver las estrellas, claramente nunca vimos ninguna.
—Nos rendimos y padre debió comprar un telescopio—agregó ella y ambos miraron el cielo.
—Lo dejamos cuando entré a secundaria, en ese entonces inicio mi estricta educación y me la pasaba encerrado estudiando en mi habitación.
Lo recordaba, en esa época era muy joven para comprender porque su hermano ya no podía jugar con ella. Incluso un día lloró frente a la puerta de su habitación, hasta que Kou se apiadó de ella y la acompañó.
—Cuando iba a visitar a los abuelos en Miyagi, aprovechaba para ver las estrellas.
—¡Qué suerte es ser chica! Ojalá hubiera nacido siendo mujer.
Asuna trató de no reír, pues sabía que aunque eran hermanos, su educación no fue tan estricta como la de Kou. Su hermano sacrificó mucho para ser nombrado como heredero de la familia y entendía a dónde quería llegar con esa declaración.
—Pero bueno hermanita, no te seguí para que me ayudes a cambiar de look. Quería saber, ¿por qué esa cara? Has estado incómoda en toda la cena.
Iba a evadir la pregunta, pero quería desahogarse y Kou parecía podía comprenderla. En el pasado le confío secretos, hasta lo que pasó en Aincrad.
—Bueno..., hoy es nuestro aniversario número diez y al parecer Kirito-kun lo olvido.
—Vaya, situación difícil —Kou se alborotó el cabello—, no quiero ser Kirigaya, ¿estás enojada?
Negó. Sinceramente no lo estaba.
—Quizá dolida. Pero no puedo hacer nada, él tiene mucho en que pensar y no puedo pedirle que deje de lado su sueño por cumplir mi fantasía de un aniversario perfecto. Parezco una adolescente. —Forzó una sonrisa—Me he acostumbrado, no siempre serán recuerdos bonitos.
—Oye —el mayor estiró su brazo y la atrajo a él—, ¿y porque no se lo dices? Te aseguro que él te bajara el cielo para enmendar su error.
Se pegó más al cuerpo de su hermano. Quería más de su resguardo, siempre fue bueno consigo y aunque creció, eso no había cambiado.
—No deseaba arruinar está noche. Se ve muy cómodo interactuando con ustedes. Y creo que no soy su madre para obligarlo a recordar fechas.
—Para mí te oyes enojada.
Frunció el ceño y golpeó con suavidad el hombro de su hermano, este solo rió por tan infantil acción.
—Tal vez lo estoy. —Confesó —No por el pasado, si no porque creí que este día tenía preparado algo especial, me dio señales y todo para una tonta cena familiar.
—¿Aun así lo amas? A pesar de esos errores e ilusiones.
Miró su mano, el anillo brilló, que era muestra del juramento de amor que le hizo bajo la lluvia de estrellas, hace ya mucho tiempo.
—No dudó de su amor, solo creo que le hace falta expresar más el amor que me profesa en la cama. Solo en las sábanas abre su corazón, el resto del tiempo lo esconde del mundo.
Se sintió un poco extraña hablar de este tema tan íntimo con su hermano, pero debía sacar su frustración de alguna manera. No quería cometer una locura por callar eso que le aquejaba.
—Sabes —Kou se aclaró la garganta—, no debería decirte esto, pero creo que Kirigaya no olvida las fechas, solo que le cuesta expresar y preparar una sorpresa.
Ese punto de vista le sorprendió, tanto que le hizo romper la muestra de afecto que mantenían.
—¿A qué te refieres?
—Bueno, que hace una semana vino a casa a gritar que llevaban mucho tiempo juntos y ya era hora de hacerte un hijo. Fue directo a decírselo a madre. Agregando que no le tenía miedo y te haría feliz, con o sin su consentimiento.
—¿Qué hizo qué? ¿Acaso estaba borracho?
Su hermano negó. Una sonrisa se formó en su rostro, al parecer le divertía su reacción.
—Estaba sobrio. En realidad me pareció gracioso, madre tan serena como siempre le respondió que "ya era hora de que le dieran nietos" y "que no dudaba que tú eras feliz a su lado" Kirigaya estaba tan nervioso y apenado por su descortés actuar que tuvo que sentarse. Habló con ella por varias horas, luego acordaron la cena.
—¿De qué hablaron?
El mayor levantó los hombros con desinterés.
—Estuvieron en el despacho, madre no quiso decirme, solo a padre le permitió entrar y formar parte de la conversación secreta.
Notó la forma en que su hermano desvío la mirada, lo que le indicaba que sabía más de lo que aparentaba. Y por alguna razón se negaba a decirlo. Presionarlo no serviría de nada, si su madre tenía que ver en eso, debía de saberlo y no se acobardaría al ir a preguntar a los dos protagonistas de que ese día no estuvieran celebrando un aniversario.
Se dirigió a dentro con paso firme, Kou le seguía de lejos.
Observó a sus padres sentados aún en la mesa, Kirito no estaba o al menos no lo veía por ningún lado. Al detenerse junto a sus progenitores, un arreglo floral que no recordaba que estuviera ahí cuando se retiró hace unos minutos, le llamó la atención. Lo ignoró, pues no quería pensar más en rosas.
—¿Dónde está Kiri... Kazuto?
Su voz sonó un poco frágil. Su madre, a quien también sentía un poco de miedo, la miró confundida. Admitía que ella cambio luego de mostrarle la magia de la cabaña, además del apoyo tras quedar atrapados en Underworld, pero de alguna forma, el carácter fuerte que manejaba le hacía sentir que aún no aprobada del todo su relación.
Kyouko bebió de su té, sin mostrar intención de apurar la respuesta a su duda.
—¿Madre, de que hablaron con Kazuto el otro día?
La mujer le observó fijamente por incontables segundos.
—¿No te lo dijo?
Dudó que responder, no quería aparentar que en su relación existían secretos. Sus padres siempre le hablaron de la confianza que debía existir en las parejas y si no había, no la dejarían vivir, lo que ellos llamaban una mentira.
—Aún no —dijo sin ponerse nerviosa.
—Por qué no se lo preguntas.—Le señaló hacia atrás.
Por alguna razón sintió su corazón latir a cien, tuvo que llevarse la mano a esa zona para asegurarse que no se le saldría del pecho. Lentamente giró su cuerpo. Y ahí estaba él, irradiando aquella seguridad, misma que demostró en el piso 61 del castillo flotante.
—Soy torpe con las palabras Asuna y bueno, me es difícil tratar de expresar lo que siento y lo que hablé con tus padres.—Metió su mano en el bolsillo del saco. —Llevamos diez años juntos ¡diez años! Nunca será poco, ni suficiente ese tiempo contigo.
Para Asuna, escucharlo decir aquello, significaba mucho, pues Kirito no solía tocar ese tema. Incluso en su cumpleaños, casi que persuadió el tema de edad y no hubo más que sus buenos deseos. Ahora, parecía ser el momento que observaría al amor de su vida expresar cuanto significa su relación y la cantidad de años juntos.
—Te amo Asuna, te amo y a veces te hago creer que no es así, pero si alguna vez te hice dudar de mi amor, hoy te demostraré cuan loco me tienes. —Hizo una pausa. La miró a ella y luego a sus padres. Y volvió su atención a ella. —Para responder a tu pregunta.
Sin despegar la mirada de la suya, se arrodilló. Instintivamente Asuna se llevó las manos a cubrir su boca, ya sabía a dónde iba esto.
—Enfrente a tu madre, me aterraba y lo sabes. Siempre creí que era una mujer... difícil y controladora, que te alejara de mí, era mi mayor temor. Recibí un par de lecciones. —rio nervioso. —Admito, vine armado, pero ella supo vencerme con su actitud desinteresada. Y tenía razón. Aún no soy el hombre perfecto, pero puedo llegar a serlo, por eso, sabiendo que por ti daría mi vida de ser necesario, junté valor y le pedí tu mano.
De su bolsillo sacó una caja de terciopelo de color azul, la cual abrió, dejando al descubierto un anillo de diamantes, cinco en total. El del centro era un zafiro, destacaba al ser un poco más grande que el resto.
—Asuna Yuuki, aún olvidaré fechas y tendrás que descubrir de a poco mi lado romántico y detallista. A pesar de mis defectos y errores, tu complementas mi existencia, no soy nada sin ti, mi Diosa. Por eso estarías dispuesta, ¿a cambiar el anillo en tu dedo, para lucir este, que muestra que deseo un futuro a tu lado?
No logró contener las lágrimas, sus ojos se cristalizaron. Eso no le impidió lanzarse sobre él y besarlo, como si los innumerables besos que ya se habían dado ese día no fueran suficientes.
Por la brusquedad de su encuentro cayeron en la alfombra. Él procuró su bienestar y la abrazó para evitar que se lastimara y al mismo tiempo no dejar caer el anillo.
—Te amo, te amo Kazuto.
Pasaron varios minutos devorándose. Fue inevitable separarse por la falta de oxígeno.
Kazuto le pellizcó la mejilla con ternura.
—¿Eso es un sí?
Volvió a unir sus labios.
—Sí, es un sí.
Fue el turno de él de besarla con necesidades y pasión desbordante.
—Es suficiente Kirigaya, dejen de darnos ese espectáculo.
Ambos ignoraron la voz divertida de Kouchirou. Continuaron en lo suyo, hasta saciarse por completo.
Tras ayudarla a levantarse, Kazuto se volvió a arrodillar. Sin duda planeaba seguir la tradición al pie de la letra.
—Prometo hacerte la mujer más feliz. Futura señora Kirigaya, me permite.
Se tomó un segundo para mirar hacia sus padres. Shouzou estaba conmovido, abrazaba a su esposa quizás recordando cuando le pidió matrimonio. Kyouko parecía esconder su felicidad en una débil sonrisa.
Al regresar su atención, notó que su hermano, estaba grabando el momento con su teléfono. Algo que agradecía y al mismo tiempo le avergonzaba. Ignoró todo y se enfocó en el hombre delante de ella. Obedeciendo a su petición, se quitó el anillo en forma de lágrima que recibió como promesa de amor en aquella lluvia de estrellas.
Sintió desnuda su mano, sabía que era por un segundo únicamente. Eso la hizo sonreír.
Al tomarle la mano, Kazuto le besó los nudillos antes de colocar el nuevo anillo en su dedo.
—El zafiro, significa que eres la estrella más brillante, que guía y hace brillar al resto. Cómo en Aincrad. Aún fuera, mi heroína y Diosa sigue brillando.
Contuvo otra oleada de lágrimas al escucharlo. Después de tanto tiempo, él seguía admirando a la Asuna terca y orgullosa a quien le enseñó a sobrevivir en ese juego de muerte. Quizá ya no usaba una espada pero en esos momentos sentía que seguían siendo el par de jóvenes que despejan pisos y celebraban comiendo pastel.
—Hemos madurado —le dijo como si le hubiera leído la mente—, dentro de unos meses nos casaremos y comenzaremos una nueva etapa.
—Si es a tu lado, será suficiente.
Él sonrió, se levantó y la abrazó con fuerza. Transmitiendo el puñado de sentimientos que no podía expresar con palabras.
—Te amo Asuna y muy pronto te veré vestida de blanco, hacerte mi esposa en el mundo real es uno de mis grandes sueños.
—Kirito-kun tardó un poco, hace mucho quería convertirme en tu esposa.
—Perdón, soy lento. Ahora será diferente, vamos a planear esto juntos y decidiremos adecuadamente la fecha que nos una.
—Sí, pero que sea pronto —la voz de Kyouko les interrumpió. Ambos se volvieron a ella. —Y una boda tradicional.
Asuna no supo que decir, le gustaba las nupcias tradicionales, pero no para ellos. Si bien los Yuuki poseían tradiciones, no creía que fuera adecuado para ellos. La mirada de Kirito le decía que pensaban igual.
—Ma... madre —dijo Kirito, algo que sorprendió a todos, incluyendo a la misma Kyouko—, decidiremos eso con Asuna, espero entienda. —terminó con una reverencia.
La mujer desvío la mirada.
—Hagan lo que quieran.
Asuna pudo respirar tranquila. Nunca creyó ver a su madre desistir en algo tan fácilmente, la antigua Kyouko hubiera iniciado un debate que no concluiría hasta verse ganadora.
Fascinada por lo que había logrado su amado, lo abrazó con todas sus fuerzas. La felicidad en su rostro se manifestó contagiándolo.
—Ya tórtolos, es mucho amor, ahora hay que celebrar.
No sabía de dónde, pero su padre tenía una botella de champán en sus manos. Nunca pensó que así terminaría ese día, al final no le molestaba pasarlo con su familia, eso le recordó que también debían dar la noticia a los Kirigaya. Si Kirito no la había dado ya. Al volverse a él, tenía una expresión misteriosa, la misma de cuando algo se le metió a la cabeza.
—¡Si vamos a celebrar! —gritó con entusiasmo al recibir la copa que Kouchirou le ofreció. Antes que ella recibiera la suya, Kirito la jaló del brazo provocando que el cristal cayera al suelo y se fragmentara.
No sabía que pasaba hasta que comprendió que su prometido planeaba escapar en ese momento. Solo pudo gritar un "lo siento" a su familia que atónita no supo qué hacer. Aunque la expresión de su madre le decía que ya se temía eso.
—¿A dónde vamos? —expresó curiosa al ingresar a la limosina.
Al sentarse a su lado, Kirito aprovechó para besarla, se hizo de sus labios para hacerla olvidar por un segundo su duda.
—Hay un aniversario que celebrar.
Enredó los brazos a su cuello. Postró un beso en el puente de su nariz.
—Aun no te he dado mi obsequio—manifestó avergonzada.
—¿A, no? —Kirito elevó una ceja—. Creí que lo que pasó hace unas horas en este vehículo fue mi obsequio. Amo que te pongas ese vestido, pero lo que más me gusta es quitártelo.
Las mejillas le ardieron.
—¡Pervertido!
Para menguar su vergüenza, le dio un par de golpes en el pecho. Eso sólo provocó que él le tomara de la cintura con pertenecía, la acercó más.
La limosina inicio a moverse.
—Todos estos años me has llenado de obsequios y felicidad. Es mi turno de consentirte. Aunque hay algo que me gustaría pedir.
Curiosa por la forma que se acobardo al decir eso último, le hizo tomarlo de las mejillas.
—Dilo, di que deseas Kirito-kun.
Siendo un manojo de nervios, tartamudeo antes de poner las palabras correctas en su boca.
—Quiero un hijo.
Abrió los ojos al escucharlo. Qué él lo dijera era más tierno que la historia de su hermano, conmovida unió sus frentes.
—¿Solo uno? —le acarició la mejilla.
El asintió.
—Me conformo con uno. Ya he tomado mucho de Asuna.
Y ese hombre no dejaba de sorprenderla, sentía que no lo merecía. Enternecida sonrió.
—Quiero una familia de más de tres integrantes, estoy segura que a Yui-chan le gradara tener hermanitos.
—Ella pidió más de los que imaginas, de momento solo uno, luego decidirás si darme más pequeñas copias de ti.
—De ambos —le corrigió al cortar la distancia. —Pero, ¿adónde me llevas?
Kirito lo pensó por unos segundos.
—No puedo revelar la sorpresa, por ahora, confórmate sabiendo que te llevaré a las estrellas.
—¿Así de romántico? —quiso saber.
—Más de lo que te imaginas.
Rompieron la distancia fueron sus labios los que marcaron el ritmo del que habló. Tras el mutuo "feliz décimo aniversario" cumplió la promesa de llevarla a las estrellas.
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Nota:
Iniciado el evento de aniversario y Halloween. Desde ya gracias por la participación, esperamos sus aportes 😊😊
Bueno aquí mi aporte para este día, a mi estilo!! Se me dio por escribir sobre este tema, creo que Kiri no es tan romántico pero, a veces, y en los puntos importantes puede ser un tonto romántico y por eso lo ama Asuna. Además, creo que le teme a Kyouko más que a los boss de Aincrad.
Feliz aniversario para mis bebés. Los celebro de esta forma 💗💗
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