capítulo trece.

Al día siguiente, Felix decidió que hacer cucharita no era tan malo, al menos no tanto como amanecer con Bang Chan tumbado sobre su espalda, haciendo que hundiera el rostro en la almohada por todo el peso sobre su cuerpo.

Suspiró y se removió, tratando de ignorar la erección matutina del tipo. Por Dios, ¿Cómo podía tener una tras correrse, al menos, cinco veces en la noche? El pene de Felix estaba suplicando clemencia, pero no tanto como su maltratado, violado esfínter.

La noche anterior había sido confusamente excitante, pero él no podía sentirse complacido, al menos no moralmente.

Ahora él también era infiel. ¡BRAVÍSIMO! Si los triángulos amorosos eran complicados, esto que estaba sucediendo era ya como un pentágono de infidelidades y atracciones tóxicas.

Suspiró y trató de zafarse de nuevo, consiguiéndolo para su sorpresa. Bang Chan se apartó quejándose y terminó boca arriba, respirando con la boca abierta y un hilo de saliva escurriendo por un costado. Felix se rió y se sentó. Le hubiera tomado una foto, si no tuviera ya decenas de ellas en su celular así y mucho más embarazosas.

Era difícil creer que este era el mismo chico que anoche lo había azotado, clavado contra el colchón, y amordazado y amarrado a la cama.

Pasaron tantas cosas ayer, ah.

Abrazándose las piernas, Felix pensó en cómo esto había empezado a convertirse en más que sexo. Porque lo era ¿no? Esta necesidad, este deseo crudo de estar con el otro era inexplicable. Pero más ilógico era la forma en la que Bang Chan tendió a demostrárselo; esa actitud de hombre cruel y declinante le había puesto, en consecuencia, extremadamente condescendiente. Era algo atemorizante saber que ya empezaba a adaptarse al estado de humor de Bang Chan, aún si este variaba.

¡Por esto él intentó ponerle un alto! ¿Y qué si fue Bang Chan el que inició todo? ¿qué acaso su palabra no valía? Bueno, no es como que él se mostrara taaan firme ante sus decisiones, ¡pero Felix realmente lo estaba intentando! Ahora tenía como el triple de remordimiento al saber que estaba siendo infiel a Changbin (aunque, temporalmente sólo era una relación falsa), que Bang Chan le era a Sana y que ellos estaban pasando de un "enamoramiento casual" (por decirlo de alguna forma) a convertirse en pseudo-amigos. Y Felix no quería llegar a eso, jamás se perdonaría perder su amistad con Bang Chan cómo si fuera sido algo completamente falso, porque no era así. Eran amigos. Unos muy raros y que claramente tenían que trazar algunos límites, pero mejores amigos al cabo.

― ¿Te he dicho que cuando estás triste abultas los labios?

Ellos definitivamente eran escalofriantes.

― ¿Lo hago? ―dijo Felix, tocándose su labio inferior con los dedos.

Bang Chan asintió rascándose un ojo con flojera.

― Sí. Además abultas tus mejillas, totalmente adorable ―Felix frunció el ceño, cruzando los brazos sobre su pecho.

― Tú probablemente deberías irte a tu casa ―dijo, sentándose en posición de indio.

― ¿Por qué?

― Es que...

― Felix, ¿estás despierto? Changbin está aquí ―la voz de su mamá resonó en el pasillo, congelando a ambos―. Vamos, cariño, no seas tímido.

― Podría molestarse, noona. ―Esa era la insegura voz de Changbin . Ambos sonaban a unos cuántos pasos de su habitación.

― Oh, por eso ―susurró Bang Chan. El muy bastardo sonreía divertido.

Felix lo miró aterrado, apurándose a ponerse un bóxer.

― ¿Qué diablos haces? ¡Vete por la ventana! ―dijo igual de bajo.

Bang Chan abrió los ojos y alzó una ceja con escrutinio.

― Gracias, pero no cometeré el mismo error de saltar por una ventana desnudo otra vez. Estoy seguro de que a la señora Lee no le causará mucha gracia verme saltar su reja en pelotas.

― ¡Vístete entonces!

― Creo que lo escuché ―su mamá tocó la puerta con cautela―. Lixie, hijo ¿estás despierto? Tienes visita.

Joder, joder, joder. No le daría tiempo ni de buscar los rasgados calzoncillos de Bang Chan -eso había sido su culpa, debió admitir.

― Pasemos, probablemente se quedó dormido sobre la computadora otra vez. ―El sonido del llavero repleto de su mamá hizo que su cerebro reaccionara.

Maldiciendo a cada Dios asiático en el que pudo pensar, Felix empujó a Bang Chan de la cama, al lado que daba contra la ventana y que por ende quedaba oculto de la puerta. Su amigo emitió alguna grosería baja, pero Felix le arrojó ropa sucia encima y ordenándole que se quedara ahí si no quería que le cortara el pene y se lo diera a tragar con su semen. Bang Chan probablemente se impresionó mucho con su amenaza, porque no se movió ni dijo nada. Felix se arrojó a su cama y se cubrió con la sabana, justo a tiempo para cuando su mamá entró con Changbin .

― Buenos días, hijo, ¿no nos escuchaste?

― Uhm, algo ―dijo, tratando de sonar somnoliento. Le dio una sonrisa perezosa a Changbin―. De haber sabido que venías me hubiera alistado ―En más de un sentido.

Changbin se rascó la nuca y asintió, apenado con él y con su mamá.

― Es que... quería despedirme.

― ¿Despedirte?

― Me contactaron... Me salió otra oferta de trabajo en Japón.

― ¡¿Japón?! ―repitieron él y su mamá, más que impresionados.

― Sí ―sonrió levemente, algo sonrojado―. Aparentemente alguien le habló a alguien de mí y mi última obra, y ese alguien tenía amigos muy influyentes en Osaka. Por lo que me ofrecieron hacer algo así como una serie allá, pero claro debo ir primero y cerciorarme de que sea, ya sabes, limpio.

― Oh ―dijo Chaewon, sonriendo maravillada―. Recuerdo que una vez con Irene hicimos un viaje a Osaka, ¿recuerdas Felix? ―Felix asintió, algo retardado―. Hasta el día de hoy creo que Bang Chan fue el que más lo disfrutó, amó Osaka tanto que no podía dejar de gritar como un niño pequeño mientras Felix y Hyunjin lo cargaban.

Un cofcof se escuchó en la habitación. Changbin y Chaewon miraron a Felix confundidos, y él tuvo que fingir toser para disimularlo.

― No digas eso, mamá. Yo también lo disfruté bastante.

Changbin le sonrió.

― Si todo sale bien, podrías ir pronto a visitarme.

Felix agarró una camiseta que estaba, afortunadamente al lado de su almohada y se la puso. Se puso de pie y se acercó a darle un abrazo por el cuello. Puede que esto complicara mucho las cosas, y que ahora Bang Chan tenía como el doble de razones para no desistir, pero una oportunidad así sería un gran paso para Changbin, incluso más que la obra de teatro que había mencionado ayer. Él no podía ser egoísta.

― Te irá bien ―le dijo. Changbin le rodeó la cintura con un brazo.

― Eso espero. Yo... lamento no poder ayudarte con lo que dijimos. De verdad creí que...

― No importa ―le interrumpió, sonriéndole―. Me las ingeniaré, y si todo sale bien, quizás, cuando vuelvas podamos intentar hacer lo otro que dijiste.

Las mejillas de Changbin se sonrojaron de la emoción, y asintió efusivamente con la cabeza antes de besar a Felix en la comisura del labio por un largo momento.

― Estem... iré abajo, ya saben... a limpiar. ―la mayor dijo, casi como si hablara sola. Prácticamente huyó fuera de la habitación.

Ambos rieron avergonzados, Changbin retrocedió un paso y metió sus manos en los bolsillos de su chaqueta.

― Tu mamá está loca si cree que tendríamos sexo con tu padre en la casa, eso sería una locura.

El menor rió de nuevo, tratando de no sonar tan histérico como se sentía. Últimamente ya nada le parecía una locura, las líneas de lo normal estaban borradas completamente por él y Bang. Además, estaba seguro de que su mamá no creía eso, después de todo también era una fiel creyente en su no tan ficticia relación con Bang Chan.

― Seguro. ¿Y cuándo te vas a Osaka?

― Salgo a las cinco. Mis padres me acompañarán. ―Volvió rascarse la nuca, incómodo―. Me dijeron que si aceptaba tendría que compartir una residencia con otro chico. Un tal Jiyoung creo.

― Y eso es inconveniente ―No era una pregunta. Changbin detestaba compartir espacios tan personales como su cuarto con desconocidos y/o personas que no fueran antaños en su vida.

― No me siento cómodo con la idea, pero si quiero salir adelante no puedo ser exigente ―se encogió de hombros, luciendo convencido de lo que decía―. Quizás el chico sea agradable.

― Ojalá, tienes que tratar de que tu estadía en Osaka sea lo más tranquila posible, así no afectará tu trabajo.

― Lo sé, bonito. Prometo que si esto es genuino daré lo mejor para que salga bien.

Felix asintió y le ofreció acompañarlo hasta la puerta, Changbin aceptó y, después de que Felix se pusiera unos shorts, bajaron y se despidieron en la entrada con un abrazo rápido -el padre de Felix podría aparecer y joder la despedida. Prometieron hablar por una llamada más tarde y, tras otros temas de conversación cortos, Changbin se fue con la vista a largo plazo.

Felix suspiró y se apoyó en el marco de la puerta. De verdad esperaba que a el mayor le saliera bien -que esto no fuera un fraude. El chico enserio había estado puliendo su carrera como actor desde niño, y la verdad sea dicha, Felix creía que tenía talento para regalar, solo que no había tenido los recursos necesarios para salir completamente a la luz. Pero si Changbin llegaba a estar bajo un reflector, en frente de una cámara, él estaba seguro de que su nombre empezaría a ser conocido por fin, y Felix estaría orgulloso y genuinamente feliz por él, junto a sus otros amigos.

― Eres un casanova, Felix.

― No empieces, papá.

― Me gustaría decir que lamento tu ruptura con Chan.

Felix dejó de ver la televisión, dónde veían Dragon Ball Super, para mirar a Bang Chan. Después de que él volvió a su habitación ya el mayor estaba vestido y listo para hacer cualquier cosa que ellos usualmente harían en un día normal. Porque éste era un día normal, claro.

Esto de estar pasando de frío a caliente era confuso, pero Felix no había estado de ánimos para intentar conversar sobre lo que estaba pasando, por lo que sólo sugirió ver Dragon Ball un rato mientras se les ocurría algo más.

― Tú no lo lamentas ―Señaló.

― Por eso, dije que me gustaría hacerlo ―Felix rodó los ojos y miró la pantalla.

― No es como si me doliera demasiado, sé que es lo mejor para él y no tuvimos tanto tiempo juntos como para realmente sentirme mal. Fue sólo un día y algo.

― Sé que no tengo mucha experiencia en esto de las relaciones, pero no suenas como alguien que acaba de romper con la persona que supuestamente le gustaba mucho.

― ¿Qué quieres que haga? ¿Qué me eche a morir lentamente en mi cama mientras como helado y veo la Rosa de Guadalupe? ―preguntó sarcástico, y Bang Chan se echó a reír.

― Para gustos y colores, no soy quién para juzgar qué haces cuando estás triste.

Felix frunció una ceja y tomó el control remoto, pero no cambió el programa.

― Cuando estoy triste voy a tu casa ―dijo bajo.

Bang Chan tardó en responder, como si él no supiera aquello. Por supuesto que lo sabía, así que Felix no se sorprendió tanto cuando cambió de tema.

― Me gustaría que me contases lo de Jeongin, Lixie ―dijo, mirando la pelea de Goku y Golden Freezer.

Felix suspiró cansadamente y dejó caer el cuello en el colchón de la cama, ambos estaban sentados en la alfombra, recostados contra ella.

― Ahora no quiero hablar de eso. Prometo contártelo algún día, hoy no.

― ¿Por qué no? ―dijo un poco alto. Felix vio por el rabillo del ojo que su expresión estaba algo contenida, pero sólo fue por un segundo.

― No quiero que las cosas se pongan extrañas con Jeongin, mejor te lo explico cuándo seas capaz de actuar maduramente ―Sonrió tratando de sonar casual.

Consiguió un golpe suave de Bang Chan en su hombro.

― ¡Já! Soy completamente maduro todo el tiempo ―dijo con un puchero, mirándolo mal.

― Estás haciendo un puchero ahora mismo, señor maduro.

― Todo el mundo hace pucheros. En ese caso el inmaduro no soy yo, sino el mundo ―alegó levantando el dedo hacia Felix, señalándolo―. O tú eres el aburrido.

Felix le arrojó un golpe también, y Bang Chan se lo regresó riendo. Entre carcajadas ambos terminaron rodando en la alfombra por largo rato, golpeándose suavemente sin llegar a lo malintencionado, entre bromas y quejidos, más que nada por parte de Felix, que en algún momento terminó con la espalda contra la alfombra, y sus muñecas apresadas por Bang.

Jadeando, el mayor se burló.

― Nunca te gano en las luchas... creo que soy más maduro de lo que crees ahora.

Felix se sonrojó y trató de quitárselo de encima.

― No es eso. Me duele la cintura y... las piernas. ―Admitió sinceramente―. No tengo fuerzas para patear tu gordo trasero ahora.

― Mi trasero no es gordo.

― Sí lo es.

― ¿Entonces estás muy adolorido, eh? ―Una sonrisa pícara se extendió por sus mejillas.

Felix se estremeció.

― Ni siquiera intentes hacer lo que estás pensando hacer. O voy a gritar hasta que tus tímpanos estallen o los vecinos llamen a la policía.

― Creo que ellos llamarán a la policía... ―inclinándose, Bang Chan le habló al oído con un tono malicioso―, pero no porque estés pidiendo precisamente ayuda, bebé.

Y aquí íbamos de nuevo...

¡gracias por leer!

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