capítulo seis.

Decir que Bang Chan le había dado a Felix el mejor orgasmo de su vida, sería un eufemismo. Aclararse que intentó controlar su libido, una mentira. Asegurar que no quería repetirlo, una completa basura que nadie se creería si superan lo perra que se había mostrado con su mejor amigo.

Joder, él no podía recordar la última vez que el sexo había sido tan espectacular. Eran contadas las veces que Felix follaba al mes; sinceramente su vida giraba lejos de la satisfacción de sus genitales, a diferencia de Bang Chan. Pero Felix no podía decir que sus experiencias anteriores hubieran sido malas, lejos de eso, él nunca había quedado con ganas de más después de correrse.

Quizás ese es el problema, pensó mientras apretaba el control de la Play Station.

Estaban en la casa de Bang Chan a punto de echar una partida de Mortal Kombat, y Bang Chan veía el video con su cara de "chico normal" que se le metería en el culo a cualquiera.

Felix ahogó un suspiro y miró los zapatos que había comprado esa mañana con el pago de su último trabajo. Bang Chan y él impartían las clases de música y baile de forma peculiar, y el último encargo que habían tenido, había sido lucrativo, incluso sino único que hicieron fue enseñarle al hijo de los Choi a tocar unas cuantas notas de piano y una coreografía de alguna canción latina que ahora no recordaba el nombre. Su paga había tenido dos ceros de más por lo que Bang Chan no trastabilló en jalarlo al centro comercial a comprar ropa extremadamente costosa, invirtiendo dinero de forma innecesaria solo porque su amigo era un prestigioso y gozaba derrochar sus ingresos en ropa de marca.

Era estúpido, al fin y al cabo nunca le duraba la ropa. Siempre terminaba rompiéndola en sus encuentros de alguna u otra forma.

Mierda. Ahí estaba de nuevo. Felix quería saber cuándo había pasado a ser tan consciente de los exclusivos e irrelevantes detalles de Bang Chan-rompe-camas.

¿No es obvio? Desde que dejaste que metiera su polla en ti, ayer.

Muy buen punto.

Nuevamente, se quedó tieso. Esperó y esperó, pero otra vez seguía sin sentirse indolente a haber follado con su mejor amigo, como si realmente fuera de todos los días.

Quizás lo era. Es decir... los amigos follan todo el tiempo, ¿no? Felix no quería excluirse de ningún estereotipo. Si los heteros follaban entre si y mantenían relaciones abiertas, él podía sentarse en la cara de su añejo- y heterosexual- mejor amigo Bang Chan. No había porqué sentirse culpable ni esperar tal sensación.

Le echó un vistazo a su amigo que ya había empezado a configurar la partida.

Ellos no habían tocado el tema. No porque alguno lo evadiera, todo lo contrario, era como si ni siquiera recordaran que habían tenido sexo la noche anterior cómo un par de lunáticos pervertidos. Cómo si de verdad fuera algo de todos los días, algo normal.

¿Lo era? ¿De verdad su relación con Bang Chan era tan liberal y espontánea cómo para hacer de menos esto? Su mejor amigo no lucía preocupado ni tenso en lo absoluto, y era él quién tenía novia, era él quién había iniciado todo. Por razones que Felix anhelaba conocer, Bang Chan no estaba experimentando ningún enloquecimiento gay, aunque la sola idea de Bang Chan preocupándose por sexo era ridícula.

Sólo fue sexo. Si Bang Chan no se alteraba mucho menos Felix que era él más beneficiado con esto. Porque lo era. Estaba soltero pero no tenía fluidez cómo para ir a un bar o discoteca a buscar un ligue, sus acompañantes solían ser personas conocidas que coincidían en sus calenturas. Era práctico, pero no algo que se diera tan seguido cómo debería querer. Bang Chan sólo había sido como, como el más exclusivo de todos, y sin dudas el mejor. Una gran polla, experimentado, era generoso para complacerlo aún cuando no se sentía atraído por ese bando, y su forma de tocarlo -cariñosa pero apasionadamente- era simplemente la receta para el sexo ideal.

Estaba bien. Ganar-Ganar. No había rollo y no es como si fuera a repetirse.

― Pondré el desafío de fuerza. ¿Estás de acuerdo?

Felix lo miro y asintió mientras Bang Chan seleccionaba el reto.

― ¿Qué personaje escogerás? ―Felix analizó los jugadores antes de responder.

― Kenshi, ¿y tú? ―Pulsó la X para seleccionar al luchador.

― Kitana, tiene buenas tetas. ―Felix rodó los ojos sin poder contener una sonrisa.

― Todas las mujeres en Mortal Kombat tienen el 60% de los píxeles en los senos, pero no entiendo en dónde influye eso en el desafío de fuerza.

Bang Chan se encogió de hombros, cambiando a otro personaje.

― Buen punto, aunque creo que es el 80%. ―Corrigió y escogió por fin―. Entonces jugaré con Liu Kang.

Mientras la partida cargaba, Felix se giró para mirar travieso a Bang Chan que no tardó en encontrar sus ojos con curiosidad.

― Apuesto lo que sea a que te gano todas las partidas. ―Bang Chan arqueó una ceja.

― Acepto ―dijo sin pensarlo dos veces―. ¿Qué quieres perder? Después de todo ya te gané en Call of Duty, no será difícil vencerte en este también ―alardeó.

― ¡Fue porque hiciste trampa! Tu estúpido perro me distrajo.

― No es mío, es de Hyunjin. Y no le digas estúpido a Kkami, es un perro muy inteligente ―dijo poniendo en pausa el juego para poder conversar.

Felix le dio una mirada escéptica.

― Me orinó el zapato, Bang Chan, por eso me ganaste.

― Eres tan mal perdedor, Felix. Debemos corregir eso ―se burló. Felix bufó―. Cómo sea, te ganaré, así que dime qué quieres perder.

― Uhmm ―deliberó―, el que pierda -o sea, tú- paga los tragos ésta noche. ―Sugiere. No era su mejor apuesta, pero sabía que Bang Chan detestaba invitar a alguien con su reciente pago.

Dicho y hecho, Bang Chan puso una mueca que duró un segundo en su cara antes de que mirara a Felix con determinación y le diera un asentimiento.

― Está bien, pero debo advertirte que amanecí con un peculiar antojo de vodka y tequila. ―Felix frunció los labios por la combinación que no prometía nada bueno.

― No perderé. ―Se limitó a decir. Bang Chan siseó una risa y dio comienzo a la partida, donde les tocaba romper las tablas de pino.

Todo transcurrió con normalidad; un poco de trampas, burlas, risas y momentos escasos donde realmente se concentraban. Éstos pasaron a ser más consecutivos cuando llegaron al objetivo 8: Cabeza de jaulada. Tardaron cómo media hora aproximadamente en avanzar hasta el Busto de Platino. Y después de eso se quemaron los pulgares en el Símbolo de Titanio.

Bang Chan dejó su mando en el sillón a la par que se lanzaba a este -en algún momento ambos se pusieron de pie por la adrenalina. Soltó un gran quejido frustrado.

― Veintisiete intentos. ―Contó sobando su dedo.

Felix se puso a su lado moviendo el pulgar en círculos.

― Vamos empatados, ¿lo dejamos hasta aquí? ―Aunque la idea no le gustará, dudaba que algunos consiguiera ganar a este punto.

Bang Chan tampoco parecía convencido de dejarlo, su ceño fruncido era la viva señal de disgusto.

― No estoy dispuesto a un empate, Felix. O gano, o pierdo. Así de sencillo.

― Lo sé, lo sé. ―suspiró mirando cómo incineraban a su personaje. Al de Bang Chan le cortaron la cabeza―, entonces hagamos la última. Todo o nada.

― Todo o nada. ―Afirmó colocándose de pie de nuevo. Le dio opción de reiniciar y de inmediato les correspondía concentrar el poder.

Los dos pares de pulgares empezaron a pulsar botones como locos, de una forma brusca y descuidada que llegaba a ser dolorosa. Ya Felix no podía seguir apretando los botones y decidió dejarlo, no valía la pena lesionarse de nuevo el pulgar. Su personaje murió de inmediato y creyó que al de Bang Chan también le pasaría en breve. Pero su amigo estaba peligrosamente cerca de conseguir, el círculo verde amenazaba en el indicador de poder, y Bang Chan no dejaba descansar los botones ni a sus dígitos.

Dejarlo ganar simplemente e invitar los tragos hubiera sido fácil, sí no estuviéramos hablando de Felix y Bang Chan.

El menor se mordió el labio y pensó en algo para distraerlo (orinarle el zapato no era una opción). Cuando se le ocurrió algo suficientemente bueno no dudó en ponerse atrás de su amigo -que no le quedaba nada por ganar- y deslizó una mano desde su pecho hasta abajo, llegando a su entrepierna y acunando el contorno de su dormido pene.

La reacción fue inmediata. Bang Chan se tensó y sus dedos se detuvieron una fracción de segundo antes de volver a lo suyo.

― ¿Qué... qué haces? ―Le preguntó sin despegar la mirada de la pantalla.

Felix apretó su mano y los movimientos de Bang Chan se volvieron confusos. Su amigo le ordenó que se detuviera, esto más que ser trampa era una técnica demasiado sucia de sabotaje. Felix lo sabía, probablemente él hubiera perdido un tornillo, pero se escudaba a sí mismo con sus principios. Él odiaba perder, y Bang Chan lo sabía. Esta sólo era una forma nueva de impedir su derrota.

― Pierde, bebé... ―murmuró en su oído, moviendo la mano―. Tengo dos botoncitos con los que puedes jugar también.

Liu Kang se partió la muñeca cuando golpeó el Símbolo de Titanio. Su cuerpo recibió indefinida cantidad de balas antes de caer muerto y que la palabra "FRACASO" apareciera.

Por instinto soltó a Bang Chan, arrojándose al sofá mientras una sonrisa complacida se instalaba en su cara. Miró la espalda de su amigo hasta que el castaño se volteó para mirarlo.

La sonrisa se borró de su cara tan pronto vio los ojos de Bang Chan.

― ¿Tú de verdad estás enojado? ―Dijo ante el fuego en su mirada.

Bang Chan apretó la mandíbula y dejó el control en la mesa del televisor con supuesta tranquilidad. Pero no había nada de tranquilo en cómo seguía mirando a Felix, acercándose hasta que una de sus manos se apoyó en la orilla del respaldo, su rostro quedó a pulgadas del de Felix cuando se inclinó.

― Yo ―intentó decir el menor, algo aturdido por la expresión.

― Eres una maldita zorra astuta.

Felix frunció el ceño en su dirección. Los labios de Bang Chan se curvaron hacia arriba sin gracia mientras analizaba su rostro.

― No soy una zorra. ―Declaró tratando de soñar firme. No estaba seguro de haberlo conseguido.

― Oh, claro que lo eres ―dijo llevando su otra mano a la mejilla de Felix, acariciando la piel con los nudillos, suave y tierno en contraste con su tono de voz―. Una zorra tramposa. No puedes aceptar que te iba a ganar, ¿verdad?

Felix pasó saliva ruidosamente. No respondió. Se sentía como una presa acorralada por un gran tigre, diminuto e indefenso, y por alguna razón febril.

― Pero, ¿qué dijiste hace unos momentos? ¿Qué yo podía jugar con tus botoncitos? ―Fingió discernir, sus dedos bajando hasta el pezón cubierto de Felix―. ¿Serán estos? ¿Puedo jugar con ellos, pequeño?

― Yo... no lo decía enserio. ―Balbuceó bajando la vista hasta la mano.

― Ahora también eres una zorra mentirosa. Que decepción, amigo. ―Rió en seco. Felix volvió a tragar cuando Bang Chan desabotonó como si nada tres botones de su camisa―. Recuéstate en el sofá, boca arriba.

― ¿Qué? Pe-Pero....

― Nada de peros, Lixie. Este es tu castigo por jugar sucio, ahora debes compensarme.

Su voz, el salvajismo en su mirada, las órdenes. Felix dejó el mando en el piso y se acomodó cómo Bang Chan le había indicado, quedando su cabeza apoyada en el reposa-brazos y una pierna fuera del sillón.

¡gracias por leer!

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