capítulo nueve.
Felix se apoyó en la puerta de la cocina y dejó salir todo el aire que había estado conteniendo sin saberlo.
Dios, se sentía tan... primitivo. No había otra forma para describir su comportamiento hostil. Era un hombre de las cavernas en pleno siglo XXI.
Se quedó mirando la nevera con ojos entrecerrados, tratando de no echarse a llorar como un... prefería no usar ningún término ofensivo, simplemente no quería sentirse sensible, a pesar de que en esos momentos, ante Hyunjin insinuando que Felix abría las piernas a Bang Chan con su novia en la casa, él se veía a sí mismo al borde de una crisis existencial.
¿Por quién lo tomaba?
No seas tan hipócrita contigo mismo, Felix, le dijo su subconsciente, tener sexo con tu emparejado mejor amigo, o sin su novia cerca sigue convirtiéndose en el amante.
Felix no quería identificarse con la palabra. Pero siendo honestos era lo más decente que se le ocurría para describir su rol en esta situación.
Joder, ¿en qué demonios estaba pensando cuando aceptó luchar con Bang Chan en ésto? Felix detestaba la idea de ser usado cómo un agujero, y sí era Bang Chan o no el dueño de la polla, seguía siendo "el otro", y eso era malditamente mortificante. Iba en contra de sus valores, principios, cualquier clase de moral a la que él estuviera arraigado antes de toda esta mierda.
El verdadero problema era... que Felix se sentía arrepentido, pero no del todo. Él cómo... cómo que realmente quería seguir teniendo sexo con Bang Chan, incluso si le terminaba a Sana y ya no lo necesitara, él quería que su mejor amigo lo necesitara.
¿Alguien podría culparlo por esto? No, nadie. Era natural que él se volviera aunque sea un poco adicto al sexo con Bang Chan, después de todo llevaban unos días follando como conejos y cada ronda era espectacular. Felix había creado una extraña dependencia por el cuerpo de Bang Chan y sus morbosidades, hasta había empezado a entender porqué su amigo era tan adicto al sexo. Pero esto en sí no era lo más convincente. Felix podría fácilmente superar la lujuria en una semana o dos, estaba seguro. Pero había algo que no encajaba, y era que más allá de solo la excitación coital, él adoraba que Bang Chan lo deseara.
Quizás era alguna especie de orgullo gay o fetiche por corromper a un heterosexual, pero si así seguía siendo un asco. Ser atractivo y sexy ante los ojos de su amigo no debería hacer sentir a Felix como el centro del universo, tampoco el que a veces, después del orgasmo, Bang Chan lo mirara con tanta veneración que Felix terminaba rojo del bochorno. Bang Chan siempre había sido cariñoso con él, más allá de lo común él era una persona muy pegajosa con Felix, y ahora que ya no había una línea que cruzar él parecía una pulga todo el tiempo, adherida a Felix y besandolo cada que le apetecía.
Y eso estaba tan mal, porque ni siquiera era parte del acuerdo. Se supone que Felix solo era un agujero, un compañero con el cual saciar su frustración. El amante. El agujero estrecho. Bang Chan no tenía porqué besarlo. Lo divertido era que Felix ni siquiera objetaba, sólo cediendo ante los labios de su mejor amigo.
Hasta esa tarde, él realmente no había pensado que esto significaría un problema. Pero la llegada de Sana consiguió alterarle los nervios.
Lo disimuló con burlas, risas y un comportamiento amistoso todo el tiempo, y la partida de UNO y mímica como que sí le consiguió apartar del sentimiento repulsivo que sentía en las entrañas por estar en la misma habitación que la chica de su mejor amigo. Le hacía sentir mal, inmoral y un bastardo, pero no lo suficiente como para no disfrutar el que Bang Chan se les uniera sin importarle Sana.
Claro que no le importaba, él le terminaría después de unos días.
Y entonces... ¿qué?
Todo acabaría, por supuesto.
Bang Chan buscaría por fin otra chica y retomaría las andadas.
Felix volvería a ser su amigo y bromearían con ésto cómo si fuera algo con lo que verdaderamente pudieran bromear.
Y... ya. Fin de la partida. Él dejaría de ser el amante y no volvería a ser besado, acariciado ni follado por Bang Chan. Y la idea era sumamente amarga. Tanto, que Felix quiso reír de sí mismo.
Él no podía realmente estar lamentando eso. Se rehusaba a caer en un pseudo-enamoramiento por Bang Chan. Felix no era del tipo gay que realmente se enamora de su mejor -y hetero- amigo por unas cuántas folladas. Él no caería tan bajo.
Al menos no tan pronto y por algo tan tonto cómo sexo vacío.
Decidido a no dejar que ésto fuera más grande que él, cerró las ventanas y apagó las luces de la cocina y la estancia. Verificó que la puerta estuviera cerrada y subió a la habitación de Bang Chan.
El mayor estaba acostado, viendo algo en su laptop con demasiado interés para ser genuino, pero Felix no comentó nada. Estaba algo avergonzado por su escena y sabía que disculparse era lo correcto, pero primero se daría una ducha para enfriar su cabeza.
Sus cabezas.
Sin mirar dos veces a Bang Chan, tomó una toalla y se fue al baño del pasillo, cerrando la puerta, se sacó la ropa y se metió debajo de la ducha.
Dejó que la tensión fluyera junto con el agua, apoyando la frente en las baldosas mientras daba un largo, cansado suspiro. ¿Por qué todo era tan difícil? Quizás sí Bang Chan no fuera tan bueno en el sexo, y tuviera una polla... em, bastante satisfactoria, Felix no se sentiría tan abrumado. Pero no, obviamente su amigo debía ser apuesto, un adiós en la cama y con un pene que parecía hecho a la medida del agujero de Felix. Simplemente era una mala broma del destino.
― Oye, ¿no has visto mi crema para las ojeras?
Abrió los ojos, que al parecer había cerrado en algún momento, asombrado por la voz de Bang Chan hablando atrás de la cortina.
― ¿Qué demonios...? ¡Fuera!
― ¿Mmm? ¿La viste afuera? ¿En dónde? ―el rubio abrió los labios, molesto por el descaro de su amigo―. Responde, realmente necesito saber dónde está?
― ¡No sé dónde está tu crema para las ojeras! ¡Fuera de aquí!
― ¿Desde cuánto te incomoda estar en el mismo baño conmigo, y con la cortina en medio?
Felix apretó los puños.
― No me incomoda, pero hay algo que se llama privacidad, qué me gustaría tener de vez en cuando.
― ¿No será que está ahí adentro? ―consultó, cómo si Felix no hubiera dicho nada. Escuchó sus pasos acercarse―. Déjame ver, no vayas a confundirlo con shampoo...
― ¡Ni siquiera pienses en-
La cortina fue corrida, y Felix llevó instintivamente sus manos hacia su entrepierna para intentar cubrirla.
Bang Chan, el muy gilipollas estaba completamente relajado mientras sus ojos paseaban por el cuerpo de Felix sin pudor. El menor se sintió sonrojar desde el cuello hasta la punta de las orejas, y le lanzó la mirada más enojada que podía hacer.
― ¡Pedazo de mierda, largo! ―exigió. Pero a Bang Chan no tenia amagos de obedecer.
Sus ojos subieron hasta los de Felix, y el menor tuvo que tragar saliva al darse cuenta que Bang Chan tenía esa mirada, la misma de cuando estaba a punto de...
― Por amor a lo que más quieras -suplico echándose hacia atrás, chocando con el muro―, no. Ella está en la casa, no quieres...
― Tu también hablas demasiado. ―Dijo el castaño antes de sacarse las medias y entrar con el resto de la ropa a la ducha, quedando empapado en cuestión de segundos cuando se ubicó debajo de la regadera y así aprisionar a Felix.
Bang Chan lo observaba cómo si fuera una presa, y es que eso se sentía Felix; un animalito indefenso a punto de ser devorado por un tigre. Era algo ultrajante ser sodomizado por Bang Chan cuándo le apetecía, pero más lo era el que su cuerpo reaccionara ante la idea. Su polla más que nada parecía emocionada.
Bang Chan alzó una ceja.
― No pareces querer precisamente privacidad. Y deja de taparte, no es cómo si estuvieras lográndolo realmente.
Felix no apartó las manos, pero sí dio un carraspeo.
― Te odio ―dijo con sentimiento.
― Mini lixie no parece estar de acuerdo ―señaló con los ojos su pene. De verdad sus manos no estaban haciendo un buen trabajo para escudarse.
― Eres una mierda pervertida, ¡vete! No pensarás tener sexo en la ducha con tú novia en la casa, ¿verdad? ―sonrió, pero estaba seguro de haber logrado sólo una mueca nerviosa.
Bang Chan se lamió los labios y se acercó a la boca de Felix, el cuál jadeó de forma temblorosa al sentir la nariz de Bang Chan rozándose con la suya.
Si lo besaba, sería el fin. Adiós principios, adiós cordura, adiós Felix silencioso.
― No te atrevas -consiguió decir.
La risa de Bang Chan sopló contra sus labios.
― ¿A qué exactamente?
― A besarme. No lo hagas ―suplicó.
Bang Chan permaneció con una tonta sonrisa altanera, pero por obra del Espíritu Santo, él obedeció a Felix y no lo besó. El menor suspiró confundido al creer que su amigo de verdad le haría caso, pero nada podía ser tan bueno. Se dio cuenta cuando Bang Chan condujo sus labios al cuello de Felix y chupó sin darle tiempo a resistirse, dejando una pequeña marca que se borraría fácilmente en unas horas.
― N-No -balbuceó molesto―, ¡te he dicho que no me gusta los chupetones! ¡Bang Chan...!
― Si no te gustan, ¿por qué estas apretándome el trasero...?
¿Lo estaba?
Oh, Dios mío, esto es mortificante, se decidió Felix al comprobar que, en efecto, sus manos estaban en ambas nalgas de Bang Chan, impidiendo que el mayor se separara mucho de su cuerpo.
Se sonrojó, avergonzado por su contradictorio comportamiento, pero Bang Chan no le permitió apartar las manos cuando volvió a pegar los labios a cuello, dejando succiones por todo lo largo de este, en su pulso y bajando a la clavícula, atrapando la piel y dejándola ir con marcas violáceas y rojas.
Cuando terminó, parecía como si Felix cargara un collar de propiedad. Aunque la idea era algo tonta. Sólo era el estúpido libido de Bang Chan haciendo estupideces.
― Déjame ―suspiró Felix, tratando de alejarse de la mano de Bang Chan cuando la sintió entre sus glúteos―. Bang Chan, por favor. Sana está...
― Entonces tendrás que hacer silencio, Felix. Como lo hemos practicado, bebé. ―La punta de su dedo entró-. Vamos.
Felix abrió la boca, pero cerró su garganta tratando de contener el grito que amenazó con salir. La punta del dedo se flexionó, punzando en su pared interna. Fue ligeramente consciente, entre el placer cuando el castaño comenzó a penetrarlo con su dedo, de que su amigo abrió más la presión de la regadera. El sonido fácilmente opacaba cualquiera que el menor hacía. Sintió su miembro ponerse duro en cuestión de momentos, y Bang Chan había comenzado a penetrarlo más fuerte, buscando su próstata con su dedo. Eventualmente la encontró con dos, presionando repetidamente contra su punto dulce, mientras su otra mano acariciaba el vientre de Felix. Otra vez. Bang Chan había desarrollado un extraño apego por su vientre.
El tercer dedo fue agregado, y un gemido largo y agudo dejó la boca de Felix. Sus uñas se enterraron en las nalgas de Bang Chan y sus labios se apoderaron de su cuello, dejando también un pequeño chupetón en la curvatura del hombro.
― Eso es... buen chico ―murmuró Bang―. Tan apretado. ¿Cómo puedes estar tan estrecho después de todos estos días follándote?
― Cá-Cállate, mierda ―dijo a duras penas, apoyando la frente en su hombro.
― Voy a metértela, Felix. Guarda silencio ―sacó sus dedos.
Felix soltó un suspiro que pronto se convirtió en un grito aturdido cuando la erección de Bang Chan se hundió en él.
Felix sentía que se ahogaba, el agua cayendo sobre su cara no tenía nada que ver con la tarea de guardar silencio mientras Bang Chan lo follaba duro y sin restricciones. El muy bastardo arremetía sin piedad contra su próstata mientras lo masturbaba, enviando corrientes de placer a través de todo su cuerpo que sólo podía expresar a través de gemidos ahogados por sus dientes, que buscaban a toda costa apresar el labio inferior para mantener los sonidos para sí mismo.
¿Por qué él se preocupaba tanto? Sana era la novia de Bang Chan, además de manchar su imagen ante la chica él no perdería nada relativamente. Era Bang Chan el que arriesgaba y sin embargo aquí estaba, jodiéndole los sesos a Felix a unas cuántas puertas de donde su pareja estaba.
Quizás era lo excitante de la idea. El follar con su amigo -hetero, emparejado- con su novia en casa. Era... sucio, peligroso y obsceno. Estimulaba muchas cosas dentro de Felix, junto a la polla de Bang Chan que ahora se sentía más hinchada.
El golpeteo en las nalgas era más como un chasquido morboso. El agua chapoteaba cuando los muslos de Bang Chan golpeaban contra el interior de las piernas de Felix, que en algún momento se habían enrollado alrededor de la cadera de su amigo. Bang Chan lo cargaba y le acariciaba el trasero mientras seguía hundiéndose en él hasta el límite, soltando profundos jadeos en su sien.
Felix inhaló ruidosamente, y su respiración se trancó en un gimoteo cuando el mayor le apretó con demasiada fuerza la base de su pene, buscando apresuradamente que se corriera. Su polla entraba y salía de forma rápida y poco coordinada, ya ambos perdidos en el placer que les hizo arquear la espalda. Se corrieron juntos, las paredes de Felix exigiendo cada gota de semen, mientras la propia polla de Lee se vaciaba en su estómago.
Dios. Dios. Dios.
― Eres un jodido gilipollas ―dijo entrecortadamente.
Bang Chan rió en su cuello y dejó un beso en su oreja.
― Gracias. ―Salió de él y se aseguró de limpiarlos a ambos.
Felix dejó salir un suspiro, sintiéndose ansioso al darse cuenta de qué habían follado con la cortina de la ducha abierta y la puerta sin seguro. Eran tan inconscientes. Habían estado expuestos a que cualquiera entrara y los viera. Tenían suerte de qué el cuarto de Yeji y Hyunjin tuvieran baño propio, sino...
― Eso ha sido una pasada, Bang Chan. ―Le recriminó cuando estaban en el cuarto, vestidos y acostados. Listos para dormir.
Sí, claro. Felix tenía que reclamarle los resultados físicos y mentales.
Bang Chan sonrió en la oscuridad.
― Sé que no te gustan los chupetones, pero se te ven bien, enserio.
― No me vengas con tus bromas. Me refiero a que fue arriesgado, alguien pudo entrar y...
― Sana es la única que no lo sabe ―dijo, calmado―. Y ya ellas se habían duchado. Bajé a revisar.
― ¿O sea qué me hiciste callarme cómo una guarra sólo por gusto? ―preguntó frunciendo el ceño.
El silencio de Bang Chan casi era gracioso.
― Fue excitante, ¿no crees?
Felix bufó y se dio la vuelta, quedando con la mirada en la pared. Se sentía... extraño. Claro que estaba molesto, pero no era eso.
― ¿No puedes aguantar unas cuántas horas sin follar? Pensé que te aburrirías eventualmente, pero hasta ahora no me has dado pausa.
Esta vez, el silencio de Bang Chan era lo suficientemente preocupado como para que Felix se diera cuenta de que su amigo también estaba inquieto por eso. Y se sintió chistoso. Porque, ¿qué tan loco era que identificara las emociones de Bang Chan mediante silencios? Era algo absurdo.
― Yo también pensé que me cansaría en cuestión de unos días. ―Admitió Bang Chan, hablando bajo―. Pero... ―calló unos segundos, Felix casi podía verlo frunciendo el ceño―. ¿Me permites un comentario, no homo?
Felix rió y se dio la vuelta. Bang Chan también estaba recostado de lado, con la luz de la luna colándose por la ventana podía verle el rostro un poco. Estaba afligido.
― Acepto tú comentario "no homo" ―concedió sonriendo.
― Creo que me gustas.
Silencio.
Felix seguía con la sonrisa, no creía haber escuchado bien, o haberlo procesado correctamente siquiera. Pero mediante la idea se le metía en la cabeza su sonrisa iba borrándose, dejando sólo una mueca y las cejas fruncidas en su lugar.
― ¿Cómo dices? ―dijo.
― Me gustas. Bueno, no en ese sentido. ―Bang Chan también frunció el ceño―. Me gusta tener sexo contigo. Eres más compatible en eso que todas mis parejas anteriores -y eso es mucho decir, sabes.
Felix no dijo nada. Bang Chan suspiró.
― Quiero creer que no me han dejado de gustar las chicas, y que sólo me siento así porque eres mi mejor amigo. Toda la vida has sido compatible conmigo, en todo. Siempre que hago algo contigo es de alguna forma mejor que cuando lo hago con alguien más. ―Meditó unos segundos―. No es fácil para mí aceptar que el sexo viene incluido en el kit, pero al parecer... es así.
― Bang Chan...
El mayor se puso de, su mirada vagó por el techo y sus manos se entrelazaron en su regazo.
― Pensé que, con unas cuantas jodidas, podría calmarme hasta terminar con Sana y volver a tener sexo con mujeres. No consideré nunca volverme adicto a ti, tampoco... ―su tono de voz se volvió amargo después de una pausa breve―, el que esto me convertiría en Changmin.
Felix se tensó.
Él no era ajeno a la historia del padre de Bang Chan. Lo sabía todo sobre la infancia de Bang Chan a pesar de no conocerlo en ese entonces, y el porqué su padre era implícito en la vida de los hermanos Babg no se excluía. Pero la mención de Changmin siempre era cómica, Irene y sus hijos siempre se reían, Felix también lo hacía, porque a veces burlarse de las infidelidades masculinas realmente podría resultarle entretenido -depende de la anécdota, claro.
¿Por qué Bang Chan de repente se comparaba a su papá? Felix no consideraba la situación igual, Changmin se la pasaba de cama en cama al igual que Bang Chan, sí, pero él lo hacía estando casado, con hijos, compromisos.
Bang Chan... tenía algo así como una novia. Pero no era serio. Formalmente hablando no lo era, sentimentalmente tampoco. Era como un sentido de dignidad algo extraño, y Felix no era como esas mujeres que se metían con Changmin sabiéndolo casado. Él conocía los motivos por los que se acostaba con Bang Chan, y ellos se detendrían eventualmente.
Al menos, se supone que lo harían. Él no contaba con que Bang Chan admitiera dependencia hacia su cuerpo. Su amigo era hetero, después de todo.
Follarte no lo hace gay. Lo sabes.
― No eres tú papá, Channie ―le dijo―. Tú no te acuestas conmigo por gusto.
Bang Chan se rió de forma seca.
― Yo no lo hago exactamente por obligación, Felix.
― Quizás sólo estás confundido. Tienes algo así cómo un trauma momentáneo con las vaginas, y llevamos varios días teniendo relaciones debe ser normal que pienses que te gusto.
Tú no puedes sentir lo mismo que yo.
― ¿Y qué tal si no? ―cuestionó poniéndose un brazo encima de los ojos―. No vayas a pensar que me estoy declarando o algo así.
― No lo hago ―dijo después de un momento.
― Es sólo que... eres tan... sumiso. Tu forma de ser en la cama es casi conciliable conmigo. ―Suspiró de nuevo, frustrado y confundido―. Y... cuando te corres me miras como si de verdad me adoraras ―agregó de forma insegura.
Felix luchó contra el rubor que quería subir a sus mejillas, se obligó a permanecer estoico.
― Bueno, yo te adoro. Eso no es una mentira precisamente.
― Yo también, pero jamás creí que esa adoración se extendiera al sexo.
Felix no dijo nada, y Bang Chan no agregó nada tampoco por un rato. El silencio había pasado a ser incómodo por las fuertes declaraciones, algo abrumador.
Felix no debía sentirse bien porque el mayor le estuviera contando esto. Su amigo debía estar pasando por un mal momento, dudando, cuestionándose cosas de las cuales en su vida había estado inseguro. No había motivos para alegrarse porque a el castaño le gustara que Felix lo mirara ensoñado por el orgasmo, eso era raro. Nuevamente, no podían caer en un pseudo-enamoramiento. Ellos nos serían tan cliché para caer en el círculo; gay se enamora de hetero, lo confunde con sexo y terminan juntos. No, Bang Chan no se la pondría fácil, Felix no se dejaría tampoco.
Sólo era el cariño que se tenían. Ya de por sí ellos eran íntimos, el incluir sexo en su amistad obviamente tenía que llegar a ser confuso en algún punto.
Pasaría. Tenía qué.
― Cuando termines con Sana ―murmuró Felix, tratando de sonar casual y positivo― y retomes las andanzas con chicas, te darás cuenta de que la adoración no se ha extendido. Sólo estás satisfecho con ser el centro de mi mundo después del sexo. Es simple ego.
― ¿Seguro? ¿eso crees? ―el tono preocupado de Bang Chan le hizo sentir culpable.
― Perdón por ser tan irresistible y tener una mirada de Sugar Baby ―trató de bromear. Bang Chan se rió, gracias a Dios.
― Sí, es tu culpa por ser tan jode-mentes-hetero ―se quitó el brazo y se giró para abrazar a Felix por la cintura y enterrar el rostro en su cuello.
Felix sonrió y le acarició el cabello de la nuca con una mano.
― Culpable.
― Te perdonó. ―Dio un pequeño bostezo― Entonces... ¿se me pasará?
― Por supuesto. ―Tiene qué.
Bang Chan emitió un sonido tranquilo, y al cabo de unos minutos de caricias y respiraciones acompasadas, él estaba dormido.
Felix por fin pudo bajar la guardia.
Ojalá que a él se le pasara también.
Tenía qué.
¡gracias por leer!
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