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Con el plan trazado en mi mente, me levanté de un salto y desayuné con rapidez. La impaciencia por poner en marcha mi idea me empujaba a actuar enseguida, pero antes debía contactar con mis cómplices y asegurarme de obtener su silencio y colaboración.

Marqué primero el número de Carlos:

—¿Nicole, te ocurre algo? ¿por qué me llamas a estas horas? —comentó con voz soñolienta.

Miré el reloj y comprendí que me había precipitado, con la emoción, no me había dado cuenta de que eran las ocho de la mañana y nunca me levantaba antes de las diez los días de fiesta.

—No pasa nada —le tranquilicé —, te llamaba para decirte que se me ha ocurrido una idea genial pero necesitaré ayuda, por eso quería hablar hoy contigo y con Emma. Es un plan para conseguir entrar en algún equipo de competición, es un poco loco, pero creo que puede funcionar —le expliqué sin dar detalles.

—¿Qué se te ha ocurrido ahora? —preguntó intrigado. 

—Esta noche os lo cuento todo. Prefiero decíroslo cuando nos veamos —respondí manteniendo el misterio.

Carlos me conocía y sabía que era capaz de cualquier cosa para llegar a MotoGP. Pero no podía imaginar la estrategia que había planeado. Le dejé con la intriga ya que me imaginaba su reacción al escucharme. Él era muy centrado, serio y, sobre todo, muy convencional. Luego hablé con Emma:

—Buenos días, Emma, ¿Estás despierta? —le pregunté cuando aceptó la llamada.

—No del todo... ¿qué hora es? —A través del teléfono se escuchó el sonido de objetos chocando entre sí —. ¡Dios mío si casi es de madrugada! Espero que tengas un buen motivo para hablar conmigo porque esto no te lo voy a perdonar —respondió con voz somnolienta.

—¡No seas dramática! —exclamé soltando una carcajada —, ya casi son las nueve. Tengo que pedirte un favor muy especial, ¿podrías venir esta noche a mi casa? Tengo un plan para poder entrar en el mundo de las motos y necesitaré vuestra ayuda, ¡espero contar contigo!. Esta noche te lo explico todo —le expuse como a Carlos, sin detalles. En el otro lado de la línea se hizo el silencio.

—¡¿Y me llamas a estas horas para quedar esta noche?! —Su voz sonaba realmente enfadada, pero yo no podía controlar mi risa —. ¡No te rías!, ¡acabas de despertarme para quedar esta noche! Yo te mato...

—No te enfades, lo siento mucho no me fijé en la hora —Técnicamente no era cierto, pero no podía decirle que la razón eran los nervios —. Es un plan que no puede fallar. Nos vemos en mi casa a las siete —concluí, controlando la risa y cambiando a un tono serio.

—De acuerdo, pero espero que sea una idea genial, si no, ¡te arrepentirás de haberme despertado! —me amenazó, colgando el teléfono con brusquedad.

Durante la mañana busqué información para llevar a cabo el segundo paso de mi plan. Lo anoté todo en una libreta y después me relajé con un buen baño. Cuando salí de la ducha me miré en el espejo: Mi cara, mi pelo, mis pechos... ¡Todo lo iba a apostar para conseguir mi meta!

Preparé una cena sencilla para los tres, no era muy buena en la cocina, pero me defendía para lo básico. Hice una ensalada y doré diferentes verduras en témpura y unos nuggets de pollo. Era un menú sencillo, pero no quería que se fijaran en mis dotes culinarias sino en mis ideas.

Cuando al fin llegaron la impaciencia me embargaba, pero me mantuve callada hasta que serví el café.

—¿Nos vas a decir ya lo que has planeado o tendremos que sacártelo mediante tortura? —comentó Emma tras ofrecerle su taza.

—Ahora os lo digo, pero quiero que me escuchéis hasta el final sin interrumpirme. Lo he pensado bien y creo que es la única manera de poder entrar en una escudería.

—Te escuchamos —habló Carlos —¡pero dilo ya, nos tienes intrigados! —exclamó.

—No sé por dónde empezar... —comenté tratando de ordenar mis ideas.

—por el principio, Nicole, ¡pero ya! — exclamó impaciente Carlos.

—¡Al grano, Nicole! no vayas a explicar ahora de dónde procede tu maravillosa idea, expónla y te daremos nuestra opinión —Se quejó Emma.

—De acuerdo —comencé, para acto seguido soltar a bocajarro mi idea —. Voy a cambiar de sexo, de nombre y de personalidad. Y necesito vuestra ayuda para hacerlo.

Ambos se quedaron sin palabras. Los miré tratando de adivinar su opinión al respecto, con los nervios a flor de piel. El silencio me hizo temer lo peor: no iban ayudarme.

—¡No os quedéis callados! he ido al grano, ¿Qué os parece la idea? —pregunté al fin.

—Creo que estás loca, ¿cómo crees que puedes cambiar de sexo? —opinó Emma —. Se va a notar a leguas que eres tú.

—Lo tengo todo pensado, pero necesito vuestra ayuda... —les dije mirándolos con cara de perrito triste.

—A ver, explícanos cómo quieres que te ayudemos —Intervino Carlos mirándome expectante.

Por su cara no podía adivinar si le parecía bien la idea o creía que era un plan descerebrado, así que, antes de que se negasen, les expuse los pasos a seguir.

—Primero tengo que desaparecer, es decir, Nicole tiene que irse para que llegue Nico. Esta parte es fácil, diré que me ha salido un trabajo en el extranjero y que voy a aceptarlo. Aquí necesito a Carlos: debe mantener «contacto» conmigo mientras dure el proceso de cambio.

—¿Cómo piensas camuflar a Nicole con esa melena roja?   —preguntó Emma.

—Fácil, me teñiré el pelo de negro, me lo cortaré y me pondré lentillas de color, nadie me reconocerá...

—Pero para contratarte te pedirán la documentación, ¿cómo piensas conseguirla? ¿Mercado negro? Yo no tengo contactos... —expuso Emma alzando sus brazos.

—He estado investigando —traté de explicarles—, hoy en día te puedes cambiar el nombre y el orden de los apellidos en España. Y es lo que pienso hacer, tomaré el nombre de Nico, el segundo apellido de mi madre, que es Giovanni, y mi padre se apellidaba de segundo Diván. Seré Nico Giovanni Diván.

—No puedo creerlo... ¿En realidad crees que la gente se lo tragará? —habló Carlos de nuevo.

—Claro que lo creerán, porque tú me ayudarás a transformarme en un hombre.

Carlos se pasó las manos por la cara, como tratando de aclarar sus ideas antes de hablar.

—Nicole, en tu documento de identidad pondrá tu nombre y tu foto, pero también el sexo —indicó mientras me mostraba su carnet.

—Nadie mira el sexo de la persona, la gente se guía por el aspecto exterior y el nombre, por tanto, aunque me descubrieran, no podrían meterme a la cárcel pues no engaño a nadie, así que lo único que podrían hacer sería expulsarme de MotoGP. Pero por lo menos habría tenido una oportunidad —expliqué con una sonrisa triunfal.

—Lo tienes todo pensado, ¿no vamos a conseguir que cambies de opinión, verdad? —preguntó Carlos.

—Si no me ayudáis vosotros buscaré a otros... O lo haré yo sola, estoy decidida —afirmé sin dudar ni un instante.

Carlos y Emma se miraron un momento, suspiraron y se entendieron sin palabras.

—Está bien, Nicole, te ayudaremos con esta locura —y añadió —¿Dónde va a vivir Nico? No puede vivir en tu casa, necesita un lugar diferente, donde no le conozcan, sobre todo durante tu transformación —explicó Emma, rindiéndose a lo inevitable.

—Creo que en un par de semanas estaré preparada, iré a la peluquería, compraré ropa y entrenaré mis costumbres. Tendremos que esperar los papeles con el cambio de nombre pero creo que en tres meses ya seré Nico por completo. Durante ese tiempo alquilaré un piso.

—No te olvides de las lentillas, te pueden reconocer por tus ojos, ese tono entre verde y marrón es muy peculiar —puntualizó Carlos.

—¡Eso! Sabía que me olvidaba de algo...

—De todas maneras a tu casa no puedes ir, aunque hayas completado el cambio... —insistió Emma haciendo hincapié —¿Cómo va a ir un extraño a tu casa sin que resulte sospechoso?

—Se me ocurre una manera: le diremos a Jesús que quieres que alquile tu piso para ganar algo de dinero con él mientras estás fuera, y yo le presento a Nico, que estará más que interesado en quedarse en él —explicó Carlos —, así matamos dos pájaros de un tiro y no tienes que pagar alquiler.

—Es una idea genial —dijo Emma dándole un beso en los labios —, hemos encontrado la solución al problema de vivienda. Y si Nico tiene los ojos verdes puede hacerse pasar por pariente tuyo, porque a mi me conocen. Con mi primo allí no puedo sacarme de la manga otro pariente así por las buenas... —sugirió mi amiga.

Me levanté de un salto y les abracé a ambos. Había que empezar a poner en marcha la desaparición de Nicole. Estaba muy emocionada, pues decidimos empezar ese mismo sábado en el circuito, allí me despediría de todos los integrantes de la plantilla y, para que resultara más creíble, organizaríamos una cena en el restaurante de siempre. Invitaríamos a todos, incluyendo a Dennis, aunque era lo que menos me apetecía. La despedida sería muy emotiva, sobre todo para los compañeros de mi padre, ellos sí sentirían mi marcha. Eran como mi familia, sobre todo Jesús, que era como mi segundo padre.

El sábado pasé toda la mañana entre pruebas y carreras con Dennis. Carlos y Emma vinieron conmigo. Ellos me «llevarían al aeropuerto» el domingo por la mañana para «tomar el avión a Suiza» . Hablé con todos los miembros del equipo y, tras explicarles que me iba, les invité a comer.

—¿Estás segura de esto? —preguntaba Jesús mientras me abrazaba.

—Sí, debo hacerlo. Cuando regrese seré más fuerte, me podré enfrentar a lo que sea —mentí sin remordimiento.

—Pero tú sola en un país extraño, ¿estarás bien? —Insistía, preocupado por mí —. Prometí a tu padre que cuidaría de ti, pero desde aquí no podré estar a tu lado si pasa algo.

—No me pasará nada, estoy segura de que estaré bien —traté de tranquilizar a Jesús —sabes que sé cuidar de mí misma. No me pasará nada, te lo prometo.

—Está bien, es tu decisión, pero sabes que aquí siempre te acogeremos con los brazos abiertos —añadió al final Jesús, tocando una fibra sensible de mi corazón.

Mis lágrimas brotaban sin control, no me iba, pero me sentía igual que si lo hiciera de verdad. La persona que volvería sería diferente, tendría que dotarme de otra personalidad para que no me reconociesen: caminar diferente, hablar de manera distinta, todos los detalles eran muy importantes para que no me reconociera nadie.

Dennis, por su parte, no parecía muy afectado por mi partida. No esperaba un estallido de lágrimas, pero sí, al menos, un poco de pena. Al fin y al cabo yo era la que le daba más motivación a la hora de correr, despertaba su competitividad.

El adiós después de comer fue triste, pero la promesa hecha a mi padre era muy importante para mi. Carlos me había traído en el coche y se suponía que por la mañana me llevaría al aeropuerto. Pero en realidad me llevaría a su casa, donde viviría mientras se completaba mi transformación. Compartiríamos su pequeño apartamento de dos habitaciones cerca de la universidad mientras yo buscaba un sitio donde quedarme. Cuando salimos del restaurante fuimos directos a casa de Carlos y me instalé. Allí comenzaba mi nueva vida y esperaba poder llegar muy alto. No sabía que las dificultades y los retos sólo acababan de comenzar.

Eros estaba aún tratando de idear un plan para adaptarse a las circunstancias. Por su condición de Dios sabía perfectamente las maquinaciones de Nicole y sus compinches. El hecho de que se cambiara de sexo le dificultaría la tarea de emparejarla con Dennis, pero aún tenía la idea de que los mortales eran muy fáciles de manipular. Estudió las posibilidades y decidió que esperaría el momento oportuno para empezar con su estrategia. De momento se dedicaría a ver películas románticas para aprender algunos trucos que le sirvieran de inspiración...

¿Qué conclusiones podría sacar un Dios joven de películas como 500 días, Dirty Dancing, Nothing Hill o Pretty Woman? ¿ Cómo reaccionarán nuestros protagonistas?.

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