95. ¿Te casas conmigo?

Entro al garaje donde se encuentra Camilo y él sale debajo del coche que estaba arreglando, todo engrasado, bastante sexy. Mi corazón se acelera, pero ignoro la sensación, para acercarme de forma normal.

―Huy ¿Qué haces? ―Sonrío.

―Un pequeño trabajo para seguir ahorrando.

―¡Ah, cierto! La moto. Eso me recuerda que aún te debo el dinero ―digo avergonzada.

Se me acerca al rostro.

―Puedes devolvérmelo o... casarte conmigo. ―Sonríe.

―¿Qué dices? ―Ruedo los ojos.

―Ya sabes, lo tuyo es mío, lo mío es tuyo, cosas de marido y mujer. ―Mueve las cejas.

―Deja tu romanticismo. ―Bufo.

―¿No se vale soñar? ―Hace puchero y me río.

―De acuerdo, te dejo soñar.

―¡Bien! ―Sonríe y corre hasta el auto ¿Qué hace? Enciende la radio de este―. Lo arreglé. ―Se me aproxima―. Vamos a soñar.

―Uh ¿Y tengo que jugar también? ―Lo miro confundida.

―Solo un poco. ―Me agarra la mano y me da la vuelta, me susurra al oído―. Bailaremos el vals.

―Ah, ¿sí? ―Levanto una ceja.

Me da otro giro.

―Tendrás un hermoso vestido blanco y te diré palabras hermosas ―pronuncia cerca de mis labios.

―Eso parece, aunque eso ya lo haces. ―Nos movemos lento al ritmo de la música.

―No existirá nadie más qué tú y solo tú.

―Bien romántico cómo tú. ―Me río―. Aunque no nombraste lo que me interesa.

―Tiempo al tiempo, llenaré un camino de rosas hasta nuestra habitación.

―Huy ¿Para la pasión?

―Para la noche de bodas, pero si quieres me tomo el trabajo de hacerlo todos los días. ―Me da un leve beso y me da una vuelta otra vez.

―No, no hace falta, a mí me basta solo con la cama ¿Y a dónde me llevarás de luna de miel? ―Continúo el juego.

―Eso no lo pensé ¿La playa te gusta? No me da el presupuesto sino. ―Se ríe.

―Ja, ja, ja ¡Claro! Aceptado. ―Sonrío y uno mis labios con los suyos.

Ambos continuamos el beso y me siento sobre el auto, pero cuando parece que vamos a pasar a la acción pues...

―Disculpen ¿Interrumpo?

―Ah, Eh ¿No? ―Camilo no sabe qué responder.

―Hola, Tiffany. ―Sonrío, me acomodo la ropa, bajo del auto y me acerco a saludarla―. ¿Qué te trae por aquí?

―Tengo que hablar con... ―Lo señala a él avergonzada.

Debo admitir que ella me cae mejor que Karen, pero también hay algo que me molesta y no sé qué es.

―Bueno, entonces me retiro.

―No, eh, Carina... ―me llama Camilo.

―Después seguimos, ya me voy.

Salgo y mi gesto amigable desaparece mientras camino por la calle.

¡¿Por qué estoy tan enfadada?!

Me detengo al entenderlo.

¡No puede ser! ¡Ay, no! No, no, no, no, no. No puede ser.

¡¿Estoy celosa?!

Esto es malo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top