One
La casa era un desastre, botellas de cerveza tiradas por todo el suelo, restos de la comida de quién sabe cuántos días, incluso había un Wong sobre la mesita de la sala.
Cerró sus ojos una vez mas para intentar seguir durmiendo, pero le seria imposible. Sentía como el calor cada vez era más fuerte, a pesar de ser temprano, ya estaba sudando. No estaba acostumbrada al clima caliente, y aunque había pasado mas de tres meses en aquel lugar, seguía prefiriendo el clima de Londres.
Se giró sobre si misma y tomó el control del aire acondicionado, cuando lo encendió, inmediatamente la sensación de fresco la golpeó.
Miró a su lado, Devon dormía boca arriba, casi sin moverse, tenía la barba de varios días. Ella tuvo que pasarle la mano por la nariz para ver si respiraba. Lo hacia.
Poco a poco y con pereza, se sentó sobre la cama y miró su atuendo, no llevaba nada puesto mas que el bikini negro de la noche anterior.
Luego, antes de que se permitiera ponerse algo encima, le llegó un mensaje de su prima Lily.
"Lorcan esta aquí. Le di tu dirección"
Rose apretó los dientes con tanta fuerza, que le dolió. El calor subió de nuevo a su rostro, soltó un chillido de frustración. Su celular volvió a vibrar, otro mensaje.
"Lo siento"
Con una furia increíble, tomó la caja de cigarrillos y salió a fuera. El aire salado le dio por completo en la cara, volándole el largo cabello que aún llevaba liso.
Se apoyó un poco en el pórtico y encendió el cigarrillo, podía sentir la arena en sus pies descalzos, suspiró.
—¿Desde cuándo fumas? —Rose se sobresaltó un poco y se giró rápidamente para ver al dueño de la voz. Estuvo a punto de quitarse el cigarrillo de los labios, sintiéndose demasiado idiota de siquiera pensarlo.
En lugar de esto, se encogió de hombros y soltó todo el humo.
—Hola. —dijo el rubio. Rose clavó su mirada sobre la de él, quedándose muda, como siempre cuando él estaba frente a ella.
—Hola.
—¿Qué a pasado? —La pelirroja se abstuvo de reírse.
—Hugo murió. ¿no lo sabias? —el tono cortante que usó, le dolió incluso a ella. El rubio se acercó, y le dedicó la mirada mas dócil que pudo.
—Lo siento. —Está vez Rose sí se rio.
—¡Oh, Dios, Lorcan! Creí que tendrías algo mejor que eso... —a pesar de que lo dijo con burla, no había un apiste de felicidad en su cara.
Lorcan apretó los labios, al igual que ella.
—¿Qué quieres que diga?
—Te llamé. —Le recordó, ignorando su pregunta. Lorcan apartó la mirada.
—Lo sé.
—No respondiste. —siguió diciendo, seca.
—Lo sé. —Rose bufo y cruzó los brazos sobre su pecho.
—¿Y qué haces aquí entonces? ¡Porque en cuanto a mi concierne, no hay nada en Newport para ti!
Lorcan la volvió a mirar, parecía dolido.
—Estás tú, Rose.
—Hace mucho dejé de ser para ti. —La Weasley se giró hacia el mar y comenzó a caminar hasta la playa, a paso lento. —Vete a casa, Lorcan. No tienes nada que hacer aquí.
—Hace no mucho tiempo, mi casa era dónde tú estuvieras, tú eras mi hogar. —Rose detuvo su paso, pero no se giró.
—Tú mismo hablaste en pasado.
Lorcan se quedó plantado en el pórtico, viendo cómo aquella chica se alejaba, veía la mata de cabello, antes completamente indomable, era ahora lisa y dócil.
El cuerpo menudo y blanco de Rose se había vuelto delgado, y bronceado, movía las caderas de una forma tan distinta, incluso su voz había cambiado.
Quiso darse un golpe de sólo pensar todo lo que había pasado, lo que ella estaba pasando y en lo que se había convertido.
Sin darse a penas cuenta, la estaba siguiendo. Ella se había plantado frente al mar, mojándose los pies con el agua.
—¿Por qué has vuelto?
—Hugo murió. —respondió el. —Tú me llamaste. —Rose soltó todas las lágrimas que había contenido hasta ese momento.
—Sí. —se limpió las lágrimas con furia, aún viendo el mar. —Hace tres meses. —Lorcan no respondió. Rose le dio otra calada al cigarrilo, el rubio vio que era uno nuevo pero no dijo nada.
—Lo siento.
—Sí, ya dijiste eso. Ahora vete, no te queda nada mas aquí.
—Rose... —intentó tocarle el brazo, pero ella le dedicó una mirada gélida, así que no lo hizo.
—Lorcan, sólo has lo que todos, ¿de acuerdo?
—¿A qué te refieres? —Rose suspiro.
—Olvídate que existo. Mis padres, Lily, Albus, James, incluso Dominique decidió que era suficiente. Sólo haz lo mismo que todos, y da por hecho que la muerte de Hugo, significó también la mía.
Lorcan abrió la boca, y luego la cerró fuertemente, la furia recorrió sus venas, así que la tomó del brazo, acercándola a él bruscamente.
—¡Suéltame! —espetó.
—Para mi existes. —interrumpió el. —Y para ellos también, sólo qué te has encargado de mandarlos a la mierda, Rose. Ellos te aman, pero estás siendo egoísta... A todos nos dolió.
Rose se soltó bruscamente y miró con rabia.
—¡Tú no sabes nada! ¡Yo perdí a mi otra mitad! ¡Hugo lo era todo para mi, era mi alma gemela! ¡Y ahora no está, así que tengo todo el maldito derecho de ser cuán egoísta quiera!
Le dio el empujón más fuerte que pudo, y corrió hasta la casa de la playa, entró antes de que él siquiera pudiera llamarla.
Devon se despertó de golpe cuando Rose entró y dio un cerrón a la puerta. La miró extrañado, respiraba rápido y tenía la espalda pegada a la puerta, se talló los ojos.
—¿Qué tienes? —la pelirroja trago en seco y negó con la cabeza.
—Nada... es, sólo que Josh quería mostrarme ese truco que hace con su brazo, otra vez.
Devon asintió no muy convencido, se incorporó en el sofá mientras encendía un cigarrillo.
La miró de pronto.
—¿Tienes algo de comer? Muero de hambre. —Rose se lamió los labios, y se despegó de la puerta lentamente.
—No, he, no compré nada esta semana... —Devon alzó una ceja.
—¿Ron te canceló las tarjetas de crédito?
—No, pero estuvimos drogados toda la semana pasada. ¿Recuerdas? —la carcajada de Devon la desconcertó un poco.
—Claro... —caminó hasta ella y le dio un beso en la frente. —Vamos al Brew, yo invito.
—Claro, solo, déjame ponerme algo encima.
.
El crujido de la motocicleta cesó, y ella se bajó de la parte trasera, Devon caminó por delante de ella. Entraron a la cafetería con paso lento y se sentaron en los asientos al lado de la ventana.
Una camarera se les acercó y tomó su orden, Rose no pudo evitar notar como se comía con la mirada a Dev, pero el moreno tenía demasiada resaca para notarlo.
Y No sabía cómo sentirse al respeto, ella y Devon no eran nada exclusivos, en realidad, Rose a veces creía que Dev se quedaba con ella solamente porque tenía miedo de que se matara, la quería demasiado como para dejarla morir. Así que Rose lo dejaba, él era el único que estaba dispuesto a soportar su depresión, sus ataques de furia y todo lo demás. Estaban bien el uno con el otro, se sentía bien la compañia.
Pero hasta Devon tenía sus límites, y eso Rose lo sabía bien.
—¿Qué te ocurrió esta mañana? —inquirió. Rose jugueteo con los saleros y apretó los labios.
—Ya te lo dije, Josh y su cosa del brazo de nuevo...
—No digas mentiras.
—No son mentiras. —Devon la tomó del brazo y la miró fijamente.
—Sólo había dos personas en todo el mundo a quién no podías mentirles, a mi, y a Hugo. Ahora sólo quedo yo.
La chica apretó los dientes, y lo miró furiosa. Bajó la mirada.
—Lorcan. —dijo finalmente. —está aquí. Volvió, vino a verme esta mañana.
La cara de Devon era indescriptible.
—¿Qué quería?
—No tengo idea. Lo eché antes de que me dijera.
—¿No quieres verlo? —ella negó. -—Tú lo llamaste
-—Sí, y él no respondió, y tampoco envió mensajes. -—se tragó las lágrimas por segunda vez ese día. —Así que yo no tengo por qué escucharlo ahora.
Devon se le quedó mirando unos segundos, hasta que la camarera trajo su orden y el muchacho comenzó a comer. Rose no tenía ni un poco de hambre, así que terminó por darle la mitad de su plato al chico, como siempre.
Después de pagar la cuenta, ambos salieron del lugar. Pero se encontraron con que Lorcan también estaba ahí.
-—Devon. -—lo saludó con la cabeza. El aludido imitó el movimiento, frunciendo el rostro debido al sol.
—Lorcan... A pasado tiempo. —El se rio.
—Por fin pudiste diferenciarnos... —comentó, Devon se encogió de hombros.
—Sí bueno... Lyssander ahora tiene el cabello largo...
Un silencio incomodo se instauró entre el trio. Lorcan desarmó su pose y miró a Rose.
—No terminamos de hablar.
—Ya te dije que te fueras, no tenemos nada de que hablar.
—Rosie...
—Vete, déjame sola..., ¡Dios! — gritó frustrada, luego miró a Devon. —Llévame a casa, Dev.
—Creo que debes escucharlo. —dijo él. Rose alzó una ceja.
—¿En serio? —preguntó, sarcástica.
—¿En serio? —repitió Lorcan, sorprendido.
-—Sí... creo que tienen mucho de qué hablar.
-—Devon... —-rogó ella. Él negó.
-—No seguirás huyendo, Rose, en serio. —Le besó la frente y se subió a la motocicleta. Dejándola ahí.
—No voy a hablar contigo. —espetó una vez la moto de Devon se fue.
La joven corrió por todo el muelle, hasta la playa, pero sabía que Lorcan iba tras ella, no tenía sentido que siguiera corriendo, pero lo hacia. Seguía persistente.
—¡Rose! —le gritó el rubio una vez la alcanzó. Ella se detuvo, se giró hasta él y se sorbio la nariz.
—No pienso hablar contigo.
—Bien, no me hables. Pero tendrás que escucharme.
La tomó de los brazos, a pesar de sus protestas, la obligó a quedarse.
Rose clavó sus ojos azul zafiro en los aguamarina de Lorcan, y no tuvo mas opción que doblegarse.
—Tenía miedo. No podía creer lo que había pasado, Hugo está muerto, Rose. Hugo, el chico que conocí de toda la vida..., tenía la Universidad, estaba a meses de terminar otro año. —Le pasó los dedos por las mejillas, ella no se movió. —No sabía si la que llamaba eras tú, o la Rose que estaba demasiado triste como para pensar en lo que estabas haciendo.
Las lágrimas de Rose bajaron por sus mejillas. Cerró los ojos, no era capaz de mirarlo.
—Tú me dijiste que no volviera, me gritaste que me fuera y que no volviera por nada del mundo. —Rose sollozó, tomó las manos Lorcan con la intención de retirarlas, pero estas no le respondieron. —Me hiciste prometer que no volvería a menos que tú murieras.
—Lo sé... —dijo finalmente. —Sé lo que dije, ya lo sé, ya lo sé... —seguía con los ojos cerrados, el ceño fruncido y sus manos estaban congeladas sobre las de Lorcan. —Lo sé, lo sé, ¡Ya sé lo que dije maldita sea! —gritó. Scamander la miró fijamente, y la soltó, ella también lo hizo.
—Y si lo sabes, ¿por qué sigues molesta conmigo? —Lorcan tambien lloró, se separó de la chica.
El cielo había oscurecido de pronto y el viento salado los golpeaba con fiereza, habría una tormenta y el sonido de las olas chocar contra la costa anunciaban su llegada.
—Por qué de alguna manera esperaba que volvieras. —murmuró, abrió los ojos y se pasó la lengua por los labios. —, yo quería que volvieras, a pesar de todo. —Se llevó las manos a la cara y se limpió las lágrimas, luego miró al cielo y se rio. —Yo morí con él esa noche, ¿sabes? Una parte de mí se fue con él, me abandonó. Y tú eras el único que la podría traer de vuelta.
—Pero no lo hice. —terminó de decir él, emepzando a comprenderlo todo. Rose miró al suelo de nuevo, con los brazos cruzados sobre el pecho.
—No, no lo hiciste. No la trajiste a tiempo... Ahora es tarde.
Se miraron por exactamente 3 minutos y cuarenta y cuatro segundos, ellos no lo supieron, por supuesto. Pero lo hicieron. Ese tiempo, para ellos fue fugaz, jamás sería suficiente, nada lo sería.
Rose caminó hacia él después de los tres minutos, sus piernas se movían, sus brazos se movían, su cabeza era consiente de todo, y su alma, por fin su alma destrozada se encontró con la de Lorcan, quien la recibió sorprendido, y enamorado.
El abrazo era fuerte, extraño y doloroso. Pero necesario. Tan necesario que dolía como el demonio.
.
—¿Cómo ocurrió? —Rose ni siquiera tuvo que preguntar a lo que se refería, lo sabía. Se sorbio la nariz y continuó caminando por el muelle, otra ráfaga de viento le voló el cabello.
Miró fijamente al mar, sus ojos comenzaron a lagrimear y una opresión en el pecho le impedía respirar como se debe.
—Estaba dando vueltas de prueba en Manchester. —comenzó a contar ella, sin siquiera voltear a ver a Lorcan. —, iba a correr la siguiente semana con un nuevo auto, así qué tenían que hacer pruebas, para ver como funcionaba el motor... —La voz de Rose sonaba apagada, débil y temerosa. Lorcan tuvo que tomarla de la mano para que continuara. —, uno de los neumáticos explotó antes de llegar a los peats, el auto salió volando 10 metros..., estalló en llamas, y cuando lo sacaron... —soltó un sollozo. —cuando lo sacaron ya estaba muerto, su cuello se rompió cuando el auto dio la vuelta en el aire... —carraspeo y finalmente lo miró. —No hubo nada que hacer, murió a instante.
—Lo lamento... —ella sonrió. Esa sonrisa que Lorcan sabía era mas falsa que cualquier otra, y también sabía cuánto le dolía sonreír así.
—Los doctores dijeron que no sintió dolor, que no sufrió...
-—Eso es bueno...¿no? -—dijo el rubio algo dudoso, sin saber a donde iba. Rose asintió, y siguió caminando.
-—¿Has oído hablar sobre que los gemelos sienten el dolor del otro?
—Todo el tiempo. —Rose se rio.
—Pues yo lo sentí. —Lorcan frunció el ceño. —Yo sentí su dolor, a mi me dolió.
—¿Qué? Rose, eso no... -—ella levantó una mano para callarlo.
-—Estaba en clase de Literatura. -—lo interrumpió -—Y fue cuando lo sentí. Era como algo oprimiendo mi pecho, luego mi estómago se estrujo..., y finalmente, me caí, no sentí las piernas. —Mientras hablaba, Lorcan la veía embelesado. Rose tenía una extraña aura al hablar, era diferente. Ese aire familiar se había desvanecido y fue remplazado por uno acido, frio, duro.
—¿Sabes qué pasó después?—preguntó luego de unos segundos, quedándose casi sin aliento, con las enormes lágrimas bajando por sus mejillas. —Comencé a llorar... lloré, y lloré por diez minutos. Hasta que mi celular comenzó a sonar.
—¿Quién era?—Rose se detuvo, aún llevaba de la mano al rubio.
—El hospital, eran del hospital diciéndome que estaba muerto. —se pasó la lengua por los labios y le soltó la mano. —Yo era su contacto de emergencia.
Lorcan se calló, no fue capaz de decirle nada.
No podía decir nada, estaba sin palabras, al imaginar cómo se sintió, al saber qué en realidad, ella había muerto con Hugo, por más loco y extremista que sonara.
Fue ahí cuándo entendió, comprendió por qué Rose lo había llamado. Recordaba la sensación que sintió cuando vio la llamada de la pelirroja, primero pensó que era una mala broma, pero luego ella siguió llamando durante todo el día. Él jamás respondió, por miedo, tal vez estaba molesto. Aún no logra entenderlo con exactitud.
Cuándo supo que Hugo estaba muerto, tuvo un poco mas de sentido, lo primero que pensó fue que ella lo necesitaba, lo buscaba por una razón. Fue entonces cuando las palabras que ella le había gritado la última vez, resonaron en su cabeza. "No vuelvas, a menos que yo esté muerta"
Lorcan sabía que Rose no hablaba por hablar, cuando ella quería algo, era así y ya, no mas, no menos.
Creyó que la que llamaba era la Rose herida, la Rose débil que necesitaba de un poco de aprecio. Creyó que si hacia caso y volvía, cuando todo estuviera bien, Rose se molestaría con ella misma por haber sido débil.
Sólo vio lo que quiso ver en ese momento, así que no regresó, hizo caso a lo que dijo, cumplió su promesa y no volvió.
Y estaba equivocado, había cometido un error. Por fin comprendía. Rose no sólo se había ido con Hugo ese día, si no que, ella lo llamó porque era el único que comprendería su dolor, su pena, su agonía. Él no había tenido la decencia de ponerse en su lugar, y no fue hasta que lo hizo, que lo supo.
Si fuera él en su lugar, y perdiera a Lyssander, probablemente estaría perdido, a la deriva. Perder a tu alma gemela quizás era lo peor que podría pasarte, tu alma se fragmentaria y se perdería, entraría en un limbo del que no puedes salir, no podrías respirar jamás como se debe. Y eso, todo eso, mas el dolor, la agonía, era lo que ella sentía.
—Rose ven aquí...—pidió. Sin darse cuenta, habían llegado a la playa de nuevo, se veía todo distinto cuando estaba nublado.
Rose se quedó de piedra, no dijo nada, se tragó cualquier rastro de odio.
—Lorcan, no.
Scamander la ignoró completamente, se acercó mas a ella y le tomó la mano. Primero la acarició unos segundos, pasando su pulgar por la palma, luego entre sus dedos, hizo círculos, cuadrados, todo tipo de figuras. Después le depósito un beso en el dorso, escuchó como ella sollozó, sentía como dolía, como escosía.
Luego, levantó la mirada, Rose lo estaba viendo, con los ojos inyectados en sangre, hinchados, su cara estaba roja, pero para Lorcan seguía siendo como un ángel. Se llevó la mano de Rose al pecho, y la dejó ahí.
—¿Sientes eso?... Mis latidos, ¿los sientes? ¿Sientes mi corazón? —ella apenas y asintió. —Bien, porque es tuyo. Si un día sientes que te falta, o que el tuyo está demasiado roto, te doy el mío, te lo entrego. —Rose boqueo cuán pez fuera del agua, Lorcan sonrió, arrastró la mano de ella hasta su garganta. —Y aquí, aquí es donde creo que va mi risa... Ahora es tuya, si un día la quieres, puedes tomarla, te la obsequio.
—Lochie...—murmuró, el negó con la cabeza y puso la mano de la chica sobre sus labios.
—Te entrego mi boca, cuando sientas que no puedes hablar, cuando no puedas decir lo que sientes, cuando no puedas decir "te amo" a nadie, tómala, es tuya. —De nuevo bajó la mano de Rose, está vez dejándola en su lado derecho del pecho. Rose seguía llorando como loca, su corazón estaba a mil, y por primera vez en mucho tiempo, se sentía bien. —Mis pulmones, cuando no puedas respirar, si el aire no es suficiente y lo necesites, si te estás hundiendo y quieras un salvavidas, aquí están, te los ofrezco.
—Dios mío...—sollozo ella. Lorcan comenzó a llorar. Acercó sus labios a los de ella y le dio un beso, el mas casto que fue capaz. Sabían a sal, y no supo si era por la playa, o las lágrimas que aún caían.
El rubio movió su mano de nuevo, está vez, llevándola justo en medio de su pecho. Aún se miraban.
—Aquí es donde siempre creí que estaba mi alma. En medio de mi cuerpo, conectando todo, controlando todo, haciéndome sentir...—dijo él, estaba temblando, no sabía por qué, el aire estaba caliente, pero él temblaba, casi no podía sentir las piernas y su corazón no paraba de correr.
Era como una replica de lo que sentía cuando conoció a Rose, la primera vez que la vio. Y era justo lo que sentía ahora, como si volviera a verla por primera vez.
—Lorcan...—musitó, tenía que decir su nombre, moverse, besarlo ahí mismo o moriría de verdad. Él negó.
—Shhh... —susurró, presionó mas la mano contra su pecho y apretó los parpados. —Esta es mi alma, Rose. Y te la estoy dando, aquí y ahora. Te doy el alma que no puedes tener, el alma que perdiste cuando Hugo se fue, te la entrego ahora. Tomalá.
Rose se quedó hecha piedra, parecía en una estado de shock, podía sentir todo, escuchaba todo también, desde su sangre correr, hasta su corazón desbocado, luchando por salírsele del pecho, por juntarse con el de Lorcan.
¿Qué se suponía que debía hacer ahora? ¿Aceptar lo que el le daba y marcharse?
No, sabía que no lo haría aunque quisiera, no se iría, no de nuevo. No puedes escapar de donde fuiste a esconderte en primer lugar.
Lorcan había hecho todo lo que ella hubiera querido alguna vez, lo que antes no hizo, y la razón por la que comenzó el dolor, lo estaba haciendo ahora. Era todo lo que Rose necesitaba, que él se entregara, en cuerpo y alma.
Porque un tiempo atrás ella lo había dado todo, lo había dado todo sin recibir nada a cambio.
Un día se cansó de eso, y se fue.
Pero ahora la vida se había encargado de devolverle todo lo que merecía... Aunque de la forma mas cruel que se le fue a ocurrir. Bien dicen, que el destino tiene esa mala costumbre de quitarte, antes de darte.
Y ahora ahí estaba, lo que siempre quiso, estaba frente a ella. Ahora él lo estaba dando todo por ella.
Tenía la opción de vengarse, de dejarlo ahí con sus promesas y su amor en las manos, pudo hacerlo sentir como él la había hecho sentir en el pasado. Pero ya estaba cansada, ya no quería seguir flotando sola, pronto se quedaría sin fuerza, se hundiría, se ahogaría y tocaría fondo. Así que hizo lo que necesitaba, lo que quería.
Se dio una oportunidad.
Y lo besó.
Lo besó tan lento, con miedo a que se le escapara de las manos una vez más, lo beso con dulzura, con delicadeza y con miedo, miedo a que no fuera real. Y no se separó de él, no quería, tenía miedo de que si se separaba demasiado rápido, no sería suficiente, que no pasaría de nuevo. Así qué se aferró a él, a Lorcan, se aferró a él como si fuera la única chispa de luz que queda en medio de la oscuridad.
Se aferró a la vida que él le entregaba.
.
¿Y bien?
La verdad es que me he tardado una eternidad algo corta, pero eternidad a fin de cuentas, en acabar este fic...
Vayan a alguna de mis redes y díganme qué les pareció.
Os amo, baich 💚
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