Así empezó esta locura
Mi vida era muy aburrida.
Nada interesante.
Es más, si decidiera contar qué hacía desde que me levantaba hasta que me dormía, causaría sueño. Por tal razón, leía.
Leer era para mí ese momento en que dejaba fluir mi imaginación, vivía otras vidas por medio de las letras, viajaba a otros lugares. Nada me hacía más feliz que durar horas y horas entre las páginas de un buen libro...
Bueno, la realidad era que no tenía libros como tal, y los de la escuela no contaban. Pero sí encontré una aplicación mágica que me hizo adicta a ella y a los montones de historias que había disponibles. Empecé a usarla a los dieciséis años y cambió mi vida para siempre.
Se convirtió en mi escape a cualquier momento incómodo, era la excusa perfecta para declinar alguna que otra invitación que me hacían por compromiso. Mi vida social era nula, pero no importaba porque solo bastaba con entrar a la pantalla de mi teléfono para sentirme feliz.
Claro que no todo fue como deseaba y mis horas de lectura se vieron interrumpidas cuando me gradué de bachillerato. Ya tenía dieciocho años de edad y con ese número vinieron algunas responsabilidades que no tenía. Entre ellas trabajar.
Mi padre habló con un señor que conocía desde que tenía uso de razón y él me dio un empleo en el mercado donde vendía víveres. Era horrible, los primeros días fueron duros para mí porque se me ensuciaba la ropa y mi pelo parecía un nido de ratas.
Pero no podía quejarme, la paga era más o menos buena y ayudaba por primera vez en lo económico en casa. Además de que necesitaba reunir dinero para mis estudios universitarios. Así que las únicas horas que le podía dedicar a la lectura era por la noche.
Era dormir o leer.
Adivinen qué elegí.
Me encontraba con todo tipo de historias, unas más turbias y otras muy sanas. No tenía un género predilecto, si alguna me atrapaba la leía en menos de un día. Tampoco me conformaba con una o dos, consumía muchas al mismo tiempo y eso llevó a que algunas veces mezclara las tramas. Cosas de lectores, decía.
Nunca faltaron las típicas frases por parte de mamá: «te vas a quedar ciega de tanto estar con el celular»; «mírala cómo le sonríe a esa pantalla, de seguro ya tiene novio»; «te duele la barriga por estar todo el tiempo metida en el facebus».
No me comprendía, y vio como una pérdida de dinero cuando me compré mi primer libro. No me importó su opinión, le lloré cuando lo tuve en mis manos, pues era un lujo que deseaba y pude cumplir.
Pronto mi vida se fue llenando de compromisos y el agotamiento me empezó a pasar factura. Ya no leía como antes, no acababa las historias y buscaba nuevas cada vez que entraba.
El famoso bloqueo de lector me visitó.
Era desesperante, porque lo único emocionante que había en mi insípida existencia se estaba derrumbando. Ya no disfrutaba como antes la lectura.
Por tal razón, buscaba en grupos de lectores muchas recomendaciones de historias. Algunas me ayudaron, pero ya era más exigente. Me percataba y pedía cosas que antes no tenían importancia. Estaba madurando, y no me gustaba.
Decidí salir un poco de mi burbuja, incluso le acepté una cita a un chico en busca de algo que me llenara. Me decepcionó mucho, mis expectativas en el amor eran demasiadas altas gracias a los romances que leía.
Empecé a cuestionar las acciones del joven y a compararlas con mis crushes literarios.
Era frustrante no tener con quien hablar de mis problemas, nadie a mi alrededor entendía mis estados de ánimo ni mi amor por la lectura. En medio de ese caos mental, de mis bajones emocionales y mis deseos de abandonar todo, encontré una historia que me llamó la atención.
El nombre era peculiar, no me decía de qué se trataba la trama. Entré a leer por pura curiosidad y no pude despegarme hasta que lo terminé. Era la primera vez, en muchos meses, que me desvelaba leyendo y terminé llorando como tenía tiempo no lo hacía.
Me obsesioné con los personajes, tanto así que no dejaba de pensarlos en ningún momento. No pude con la emoción y le conté a mi madre sobre la historia, ya que no tenía con quién compartir mis delirios de fan.
«Te vas a volver loca», fue su respuesta. No me importaba, yo releía y escribía partes que me gustaban en una libreta para poder subrayarlas.
Soñaba despierta, quería salir de mi realidad aburrida y experimentar algo como en las historias que leía. Mi mente imaginaba muchísimos escenarios, pero no me creía capaz de escribirlos.
Yo necesitaba vivirlo. Deseaba vivirlo.
Era una locura mi mente, los anhelos de mi corazón y la manera en que me sentía fuera de lugar cuando no estaba soñando despierta.
Pero más loco fue entrar a otro mundo, otra realidad.
A Fragmentos.
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☆Es emocionante poder compartir con ustedes estas ideas locas.
Pronto subiré más capítulos. No pondré días fijos para actualizar hasta ahora, pero los subiré desde que los haga.
Muchas gracias por estar aquí. Espero que les guste.
Mucho amor, Eve. 💋
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