Esto no debía de pasar

-Cuando te pregunte que haríamos, no me refería a esto.

Jon se escondió en sí mismo, encogiéndose sus hombros curvándose en forma perezosa, viendo como Damian caminaba de un lado al otro buscando con un mirada intensa lo que sea que esté buscando.

Con ojos verdes brillantes llenos de intensidad y burla, legítima de una buena broma. Pero a Jon no le genera gracia. (Hubiera sido divertido si allanaban un almacén o algún tipo de casa de algún criminal o mafioso, pero no el garaje de Bruce Wayne.)

- Tt, ¿miedo, Kent?- replicó burlón, notando como el nombrado hacía una mueca de molestia. Damián sabía dar en el punto.

- Para nada- responde obrando por rescatar algo de decencia en su postura.-Simplemente no me siento cómodo haciendo esto. No con esta situación.

Damián ignoró la postura del chico y dió un último paso antes de maravillarse con la belleza que estaba junto a él.

Su mano tocó la puerta del coche, y pudo jurar sentir su pecho vibrar de emoción al tener a una bestia como está al alcance de sus manos.

Mi padre se enfadaría.

- Este es perfecto tomo las llaves del auto y se montó en el asiento conductor, llevo sus manos al volante y jura que logró sentir la adrenalina e invadir propiedad privada.

-¿Qué esperas Crybaby?- grito apresurado.

-¡No me llames así, enano!- reclamó dolido flotando sobre el carro para ponerse en el asiento del copiloto.

- ¿¡A quién le llamas enano!?

- ¿Y a quien más?. - sonrió con burla, viendo como el mayor apretaba el volante con fuerza.

- Como quieras, espero que disfrutes de la estancia de la mansión Wayne menor, mientras, ¡yo!, estaré disfrutando mi adultez- apenas termino de hablar, encendió el carro, haciendo rugir el motor. Cómo le encantaba.

Jon solo lo observaba cruzado de brazos, no le gustaba quedarse solo en esa gran casa; era injusto que el disfrutara y lo dejara abandonado.

-Eso pensé.- dijo Damian.

-Si vamos hacer esto- Jon se apuntó asi mismo antes de sonreír- Yo conduzco.- dijo con seguridad olvidando por completo la pequeña riña de hace unos minutos.

Damián pensaba evitar responder mientras acomodaba el espejo retrovisor y buscaba algunos mejores lentes oscuros aparte de los que había en la cajuela.

Eran horribles, todos ellos, mi padre no tenía un gusto tan atroz. O eso creía, hasta que encontró una tarjeta marcada con marcador púrpura y una rosa escrita. Una firma que deja en claro la culpable de tal acto. Nada más y nada menos que la rubia presuntuosa de Stephanie Brown.

Frunció el ceño. Damián lanzo la tarjeta púrpura a la parte trasera del coche. Era molesto que Brown fuera tan confiansuda para tomar los carros de su padre.

Su enojo creció cuando Jonathan empezó a pinchar con su dedo su mejilla.

-¿Qué?

-Se hacerlo.- dijo feliz, sonriendole al contrario para que le de el control del carrito de lujo. No sabe que marca sea, pero se ve de las buenas.

- Claro que no, eres un niñito.- se inclinó un poco, abriendo la guantera sacando unas gafas negras de sol, una de las que sean menos coloridas y poco púrpuras. - No dejaré que un niñito toque mi herencia.

- No es justo, vamos, déjame conducir, ¿Sí?- su dedo golpeaba ligeramente la mejilla del mayor que solamente lo ignoraba.

- Ya te dije que no- se colocó las gafas, algo irritado por la actitud infantil de su acompañante.- Y es mi última respuesta.

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- ¡Es el mejor día de mi vida!- gritaba de alegría mientras asomaba su cabeza por la ventanilla.

Damián solo miraba hastiado como el ojiazul se emocionaba por algo tan común como era conducir un carro. Claro está que llevaba dos años sin tocar un maldito volante por las reglas estrictas de su padre sobre conducir.

- Vista al frente, Jon- dejo caer su cabeza en su mano derecha, mirando atento las calles de Ghotam. Algunas personas se detenían a observarlos y señalarlos, podía ver como sus labios se movían, y la gente los miraba con gracia.

- Si, si, claro, lo siento.-miro al mayor de reojo, notando como este trataba de ocultar su rostro un poco sonrojado.

-Quieres subir la velocidad- rogó bajito, viendo un poco avergonzado al azabache.

- Pero si vamos bien.- exclamó algo alterado.

Damian solamente lo miro serio, algo en sus ojos vibraba a ironía.

- No me digas- sin interés, prestando su atención al frente, ignorando los pitidos y los gritos de los otros carros que estaban atrás suyo. -Maldita sea... ¡Acelera!

-¡No!, vamos bien. No subiremos la velocidad de 40km

-¡Vamos igual que una maldita tortuga!- se apresuró a aplastar el pie de Jon para acelerar la velocidad.

-¡¿Estás tarado?! ¡Esto es mucha velocidad!- Jon trata de quitarse el moreno de encima, pero este se negaba a soltar el volante.- Aléjate de mí, no pasaré de 40km- grito colérico. - Damian vamos a 70km, ¡Para!

- ¡Carajo!- Damian no podía moverse, el cinturón se había enredado con el de Jonathan. - ¡Jonathan, frena!- el mayor sentía como los colores se le iban del rostro, estaba completamente recostado en las piernas del menor, tratando de safarse del amarre de las tiras que lo mantenían preso. Jon solo movia el volante como loco, los carros se abrieran paso entre la carretera para evitar ser chocados con el auto que iba a toda velocidad.

-¿Cual es el freno?- Damian gruño.

- Deja de moverte.- regaño Jon asustado.

-¡Cállate!, ¡Tú no eres el que va en las piernas!- el ojiazul se sonrojó.- Es el de en medio Jon.

- Damian...- susurro asustado al visualizar una figura bastante conocida a una cuadra de donde estaban. Al paso q iban no demoraría en enfrentarlo.

-¡Que frenes!- Jon se asustó y apretó el freno con fuerza, alzando a ambos hacia al frente, las llantas rechinando al ser detenidas con brusquedad, Damian apretó los dientes con fuerza, sentándose al esperar el impactó, pero se relajó al ver que todo estaba bien.

Se levantó de las piernas ajenas, parpadeando, confundido, arreglando su cabello desordenado.

- Sigo vivo...- suspiro.- Ahora sácame de aquí, Crybaby.

- ¿Y si vamos de regreso a la mansión?- pregunto con un tono de voz nervioso, el moreno arqueo las cejas.

- No estoy para bromas- saco una navaja que ocultaba en uno de los bolsillos de la pantaloneta- Llegamos muy lejos para que quieras regresar.- corto las cintas, acomodándose en su asiento de copiloto, sobándose sus muñecas. Esta era la última vez que dejaba a Jonathan Kent conducir.

Pero apenas se deshizo de las ataduras, Alzo la vista notando al hombre de acero frente a ellos.

- Carajo.

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- Así que ustedes... ¿No son de aquí?- miro con intriga a los jóvenes que tenía en frente, los dos con pijamas más grandes que ellos.

- Nos acaban de robar, el auto se salió de control y listo.- Damian tomo de la mano de Jonathan- Fue un drama total, pero si no le importa, señor raro, nos tenemos que ir, si no le importa- dio media vuelta dejando al de capa sin palabras.

-No creo que eso sea posible. Ustedes, jovencitos, deberán verse con la ley por el daño que causaron.- Parecía mentira, pero que tan ridículo era escuchar a superman decir algo tan de... superman.

Damian rechina los dientes encarando al hombre, Por mucho que duela, aceptarlo, el idiota de Clark kent seguía siendo más alto que él.

- Créeme, no querrás ni siquiera intentarlo.

Superman sonrió.- No creo que eso esté en discusión. ¿Cuántos años tienen? ¿21 o 19?

Jonathan observó nervioso como se desarrollaba la riña sin siquiera objetar, el miedo lo envuelve, el simple hecho de hablar lo ponia nervioso ¿Qué tal si lo reconocieron estaba claro que no necesitaba ser visto por más tiempo, así que... tenía que ingeniárselas para salir de ésta situación.

-¡Oh rayos, ese señor está golpeando a una viejita!

Superman se volteó alterado, tratando de buscar el alboroto.

Damian tomo la mano de Jon con la suya y salieron corriendo de allí.

Por ahora, lograron escapar.

Notas:

No nos vemos desde el año, ¿verdad?

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