Capítulo 4
Los tres jóvenes, se encontraban sentados en la habitación de la chica. Mientras que Bakugou, revisaba las prendas que el primo de Angélica le había traído.
Al terminar de sacar y revisar toda la ropa, volvió a meterla en la bolsa que estaba al principio.
—Al final no tienes tan mal gusto —murmuró bufando. Dejando la bolsa en una esquina del cuarto.
—Se dice gracias, cerdo malagradecido —dijo el moreno haciendo provecho de su segundo idioma.
—¡Ya dejen de usar ese idioma raro de mierda! —exclamó molesto al no poder entender lo que decía.
La chica solo pudo reír, pues su primo podría ser un idiota, pero no un estúpido. Obviamente no le diría aquello de frente a Katsuki, ya que no sabría que podría ocurrirle. Por lo tanto, aprovecha que el rubio no entiende el segundo idioma natal que ellos poseen para decirle lo que quiera, lo mismo que ella iba a hacer desde ahora en adelante.
Los tres, o más bien, ambos primos se la pasaron hablando en la habitación de al lado, mientras que Bakugou solo estába acostado en una de las camas intentando ignorar a aquellos dos.
No pasó mucho tiempo, y luego de muchos sermones por parte de su primo, se fue. Dejando a ambos solos de nuevo.
La casa se sentía silenciosa y aunque tratara de tener una conversación con el otro, era muy difícil. Ella misma tenía una personalidad algo complicada, por lo tanto le era bastante difícil lidiar con Bakugou.
Como ya era algo tarde, al menos para los dos, que tenían acostumbrado dormir temprano. Cada uno tomó su lugar para caer rendidos en el sueño.
Hubieron muchos inconvenientes en la convivencia y eso que solo había pasado dos días de estar juntos.
—¡Apaga esa puta alarma! —gritó desde el otro cuarto después de oír el sonido del despertador por cuarta vez.
La chica, poco a poco iba despertando, a pesar de los reclamos de su malhumorado compañero. Se tomó su tiempo en levantarse, tal vez solo para molestarlo.
Eran las 5:50 AM del lunes.
Fue con lentitud, arrastrando sus pies, hasta la cocina. Y como era de costumbre, se preparó su sándwich que llevaba diariamente al colegio.
Al terminar, fue de nuevo al cuarto y sacó su uniforme, comenzando a prepararlo para vestirse.
—¿En serio llevarás esa mierda arrugada? —escuchó al rubio hablarle desde el marco de la puerta.
—No te metas en mis asuntos ¿quieres? —habló dejando la ropa de nuevo en la cama—. Además, tu no puedes decir mucho. Nunca llevas el uniforme correctamente.
—Pff —bufó dejando a la chica en la habitación para volver a lo suyo, hacer ejercicio.
Ella negó con la cabeza para después llevar sus ropas en el baño y ahí cambiarse.
Cuando llegó la hora de irse, fue a la habitación en donde estaba Bakugou y entró encontrándose con él, haciendo abdominales.
—Dime sapo y yo te salto...
—Otra vez con la misma mierda... —se quejó sentándose en el suelo, mirándola con el ceño fruncido— ¿Qué mierdas quieres?
—Ya me voy —informó ignorando las groserías de este—. ¿Puedes encargarte de la limpieza de la casa? —dijo de una forma, intentando sonar inocente.
—¿¡Eh!? —se levantó rápidamente— ¿¡Por qué mierdas tengo que hacerlo!?
—Porque yo te mantengo —contestó con una sonrisa—. Bueno~ me retiro~.
—... ¡Ya vete de una puta vez! —gritó apretando sus dientes, con ello intentando calmar su enojo.
Rápidamente, ella salió de la casa para dirigirse a su colegio. Siguiendo la misma rutina de siempre. Hasta que llegó el receso.
—¡Lucas! —exclamó nombrándolo por detrás, tomándolo de sorpresa.
El chico, se sobresaltó temblando lo suficiente como para lanzar al suelo todas sus cosas que tenía con anterioridad en la mano. En este caso, cuadernos de dibujo.
Se colocó la mano en el corazón intentando calmarse y giró para así ver quien lo había llamado, aunque ya lo sabía. Luego de hacerlo, volvió a girar al frente, bajándose a juntar sus cuadernos.
—No me asustes así, verga —se quejó con su característico acento—. ¿Qué sucede, Angélica?
—Lo siento —dijo antes que nada y también ayudándolo a juntar sus cosas—. Solo quería hacerte algunas preguntas.
—¿Qué preguntas? —alzó la mirada a ella, confundido.
—Sobre el póster que me habías traído... —lo pensó algo dudosa de no saber cómo decirlo— ¿de dónde lo has comprado? ¿el lugar en donde lo compraste tenía algo raro? ¿había cosas de brujería o algo así?
—Son muchas preguntas —se quejó levemente y luego respondió con simpleza—. Era normal, como todos aquellos lugares en donde se venden mercancía anime.
—Hum... —miró pensativa a un costado— bueno... gracias por aclarármelo.
—¿Por qué la pregunta? —la miró extrañado por las preguntas que ella le había hecho.
—No... Tranquilo, no es nada —le sonrió levemente intentando dejar pasar todo.
—Vaya, vaya —una voz femenina se escuchó—. Así te quería agarrar puerco.
Ambos miraron a Anahí que venía acompañada de su hermana y demás amigos hacia ellos.
—¿¡Qué hacen ahí!? —exclamó dramática, Anabel— ¿¡Waifu!?
La joven, solo pudo suspirar y encogerse de hombros algo indiferente. Mientras que en lo que duraba el receso, tuvieron charlas de diferentes temas.
Pero ella, seguía pensativa por toda la situación que se acontecía en su vida en aquel momento.
Aun así, por algún lado, se sentía feliz de que aquello... Fuera real.
Ya había tocado la campana anunciando la salida. Y como siempre, Jazmín, a pesar de que el maestro ni siquiera dio el “ok” para retirarse, fue la primera en salir.
El maestro, hizo una mueca de cansancio y dio el permiso de salir. Y ahí, los demás alumnos comenzaron a retirarse.
Miró a cada uno de sus compañeros, los cuales simplemente eran ocho. El Colegio en donde se encontraba, estaba pasando por una crisis, en la cual estaban por falta de alumnos.
Si sabía eso, ella no hubiera entrado ahí. Pero creía que había hecho bien en aceptar la media beca que le había otorgado el Colegio. Sin saber, que en parte era una pequeña trampa.
Ahora, todos los días el director, repite que si ellos tienen algún conocido o familiar que quisiera ingresar, que sería recibido sin dudarlo. Dando a mostrar su desesperación a kilómetros.
Pero en ello, por más loca o estúpida que sea, se le ocurrió una idea.
O más bien, un capricho. El cual no dudaría en intentar. Por eso, no perdió tiempo y fue lo más rápido que pudo a su casa, junto a su gruñón compañero.
—¡Bakugou! —lo llamó entrando a la casa— ya llegue amor mío —dijo lo último utilizando el idioma que el rubio no puede entender.
—¡Vete de aquí pato de mierda!
Al entrar, se encontró a Katsuki, persiguiendo a Tito con una escoba. Y viendo en el suelo, algunos excrementos que venían del animal.
—¡Deja en paz a Tito! —gritó ella intentando salvar al pato.
—¡Esa mierda vino a cagar aquí cuando apenas termine de limpiar! —contraatacó molesto— ¡Lo haré mi puta cena!
—¡Cállate! —agarró al pato y lo llevó hacia el patio trasero—, vamos Tito. Ve cariño, el no te hará nada.
Y el pato, tranquilo fue saliendo con lentitud de la casa.
Angélica, giró y vio molesta al chico por haber intentando lastimar a su mascota.
—Ya deja de molestar a Tito, Bakugou —lo regaño cerrando la puerta— ¿Acaso no te da vergüenza?
—¡Cierra la boca que no eres tú la que esta limpiando! —exclamó buscando en el baño algo con lo que limpiar el excremento.
Ella solo suspiró y fue a su habitación para así dejar sus cosas. Se colocó la ropa que suele usar en casa, es decir, lo primero que encuentre y luego fue junto a Katsuki que estaba lavando los platos.
—¡Bakugou! —lo llamó haciéndolo sobresaltar levemente— ¡Ven a mi colegio a estudiar!
Y a Bakugou se le cayó uno de los platos que estaba lavando.
—¿Qué mierda?..
—Ya te he dicho que no, maldición —estaba acostado dándole la espalda a la joven, instando guardar la calma—. Vete a tomar por culo.
—¡Vamos! Si haces eso no tendrás que ser mi elfa de casa y además ayudaras a que no se cierre mi colegio —explicó emocionada.
Este en respuesta, le lanzó con fuerza una almohada a lo que ella por suerte esquivó.
—¡Te patearé el trasero! —gritó molesto— ¡¿Acaso no entiendes que si me voy, puede que esa mierda me permita volver a mi mundo y pierda la oportunidad de regresar?! ¡Estúpida!
—Oh, vamos —se quejó agarrando la almohada que había lanzado y volviendo a tirársela—. Puede que suceda, puede que no~ pero es poco probable. ¡Ah! Acepta, que más da.
De alguna manera, ella quisiera pasar el mayor tiempo posible con el chico. Pues quien sabe por cuanto tiempo el estaría presente. Y con su actividad escolar, pasaría poco tiempo con él. Quería aprovecharlo lo máximo posible.
Ella sabía que era muy egoísta de su parte, pero aún así ella estaba enamorada de él. Su “husbando” de su anime favorito estaba con ella. Podía pasar tiempo con él y eso era algo increíble para la joven.
Durante el día y lo que era el día siguiente, había estado insistiendo. Hasta que el rubio “explotó” y no le quedó más remedio que aceptar.
Bakugou Katsuki entraría a su colegio.
Separador hecho por: RocioMogollon
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