Capítulo 30
En aquella clase en particular, se hizo un pequeño sorteo el cual era necesario para asignar los colores de rojo o celeste para los alumnos y separarlos en dos grupos grandes junto a los otros jóvenes de la institución, ya que como el colegio contaba con pocos, no podían agregar más colores.
Para suerte de la morena, y lo que la hizo sentirse contenta, fue que le tocó el color celeste. Pero no era por el color, más bien, se trataba de que el rubio estaría en el mismo grupo que ella. Eso la animó mucho a participar en los eventos que se vendrían, aunque de igual forma, lo haría sin él.
Escuchó atentamente las actividades elegidas y alguna de ellas eran divertidas, otras no tanto. Lo que se haría era un concurso de sinónimos, competencia de teatro, desafío de un juego online, guerra de globos de agua, circuito, fútbol y volleyball, entre otros detalles.
—Teatro y los sinónimos lo tenemos ganado —afirmó Willy, con una ligera sonrisa dirigiendo su mirada a la morena—, Angélica está aquí.
Ella no supo como tomarlo y solo realizó una ligera risa nerviosa. Había notado que Willy era también parte del grupo, pero como estaba más emocionada porque el rubio fuera su compañero, no le dio mucha importancia. Ahora después de haberlo dejado de lado un tiempo, recordó el crush que tenía con él, sin embargo, solo decidió ignorar aquello ya que de igual forma, él solo estaba siendo amable.
Aunque muy hubiera querido disimularlo, el rubio se dio cuenta de ese detalle. Él era muy observador y más aún, cuando algo o alguien era de su interés. No tenía el porqué decir algo al respecto por muchos motivos, uno de ellos era que su orgullo no se lo permitía y aunque por dentro sintiera algo que le pateara el estómago, no tenía tampoco el poder de evitar que se acerquen a ella, si podría, pero no quería hacerle eso a la joven. Angélica estaba en su derecho de elegir socializar con quien sea sin límites, porque ellos, no eran pareja.
No lo eran.
—Estoy emocionada —admitió la joven, ajustando su corbata y lista para el comienzo de las actividades que se darían en esa semana—, por suerte tengo todo el guion listo de lo que haré.
—Ja —bufó en respuesta—. Yo les dije que no quería participar pero son un dolor de culo, estoy hasta la mierda de esos bastardos.
—Es porque saben que eres el mejor en todo lo que respecta a actividad física —excusó la joven, ansiosa por verlo jugar y competir junto a ella.
—Como sea, es lo mismo que a ti —habló acomodando aquella mochila que el moreno, primo de su compañera, le había dado—. Solo te dejan el trabajo y esperan a que lo hagas todo tú. Aunque bueno, prefiero tener menos extras estorbándome.
Ella solo soltó una risa divertida, negando con su cabeza. Al final seguía teniendo esa soberbia que tanto le caracterizaba. Entre algunas risas más, decidieron que ya era hora de partir para llegar a tiempo a sus clases.
Mas en el momento en que quisieron dirigirse a la puerta principal para abandonar la casa, se comenzó a sentir un ambiente que frenó el andar de ambos. Era tan notorio que ni siquiera se podía ignorar, para ninguno.
Giraron sobre sus talones con lentitud y en pleno silencio comenzaron a examinar todo el lugar en donde estaban. Al hallar nada, se miraron entre sí.
—¿Qué fue eso? —preguntó la morena.
—No tengo ni puta idea… —murmulló.
Así fue como en medio de aquella sala, una extraña luz comenzó a formarse y que a la vez giraba, haciendo que su tamaño aumentara considerablemente. Los dos miraron atonitos la escena sin saber que es lo que se estaba presentando frente a sus narices, mas por precaución, Katsuki avanzó un paso más que la morena y una de sus manos se posicionó frente a ella, cubriéndola.
—¡Kacchan!
Aquella voz tan conocida, retumbó desde lo que podría ser aquella luz que formó un círculo giratorio de un tamaño considerablemente grande y con ello, los cables que antes se encontraban revueltos se unieron para dar una idea de lo que podría estar ocurriendo.
Era un portal.
O al menos eso imaginó, puesto que aquello quizás sea la vía por la que el rubio podría regresar a su mundo. Ninguno dijo nada y siguieron mirando el vórtice con el pulso a mil.
—¿El cartel?..
—Está en la mochila.
Pudo teorizar que al final de cuentas, el cartel en realidad no tenía nada de especial y que lo que fuera que haya traído al chico explosivo en ese mundo, no necesitaba de ese papel para hacer presencia.
De repente la idea de lo que podría ocurrir a continuación, la tensó por completo e hizo que la mochila que llevaba en la mano, cayera en bruto al piso cuando sintió sus dedos entumecerse.
—¡Kacchan, rápido! —avisó quien podría ser Izuku.
Ella miró de reojo al rubio y esperó que corriera hacia la voz de inmediato para desaparecer de su vista, sin embargo, no fue así. Estaba casi igual que ella pero más analítico. Observaba el vórtice con calma pero notándose su indecisión.
—Deberías… —habló queriendo evitar que su voz flaqueara— deberías irte… No sabes hasta cuando podrá permanecer así.
Incluso después de haber dicho esas palabras él no se movió, siguió a su lado y solo ese hecho hizo que sus ojos comenzaran a picar por las lágrimas que se asomaban.
—Katsuki…
—Ven conmigo.
Sus parpados se abrieron más de la cuenta y rápidamente quiso buscar su rostro para corroborar si lo que escuchó fue verdad. No tardó mucho a que el otro la mirara con el rostro notablemente serio, para a continuación, llevar una de sus manos al hombro contrario.
—Puedes venir conmigo si quieres.
Su respiración comenzó a acelerarse y el corazón parecía salirse de su pecho. La situación se le estaba saliendo de las manos y aquella proporción la tomó por sorpresa. La realidad le estaba fallando, sintiendo así que sus piernas en cualquier momento la dejarían caer, era demasiado.
Solo dijo la primera respuesta que se le había cruzado en la cabeza.
—No…
—¿Eh?
—No… No puedo —dijo entre murmullos torpes, evitando mirar al chico que buscaba sus ojos con insistencia.
—¿¡Por qué!? —cuestionó exasperado—, por todo lo que he visto hasta ahora, estás viviendo en una mierda de vida.
—No es para tanto…
—¡Una mierda! —exclamó molesto, tomando los hombros de la joven con ambas manos y logrando así que sus miradas cruzaran—. Ven conmigo, me encargaré de que allá las cosas sean mejores para ti.
—No puedo —murmulló en un ligero sollozo, acercándose lo suficiente para esconder su rostro en el pecho ajeno—. Mi hermana… No puedo dejarla y… No. Lo siento…
Después de aquello no se escuchó más que silencio absoluto, sin contar con el sonido a ventisca que por si solo generaba aquel vórtice. Cuando algo se sintió distinto a su alrededor, ambos giraron ligeramente para observar como ese portal iba disminuyendo de tamaño.
—Katsuki, debes irte —advirtió la morena, apartando ligeramente al chico aún con sus ojos llorosos—. Se está cerrando…
Él tenía el ceño fruncido y no respondía a los llamados de la chica, solo estaba ahí a su lado sosteniéndola en lo que podría ser un abrazo.
—Aún no.
—¿Qué? —soltó confusa—, ¿cómo que no? ¡Debes irte!.. Quizás sea la última oportunidad.
—Sí el bastardo de Deku fue quien pudo conseguir que pudiera regresar, lo volverá a hacer —habló mientras miraba como el portal ya desaparecía ante sus ojos—. No se detendrá hasta que vuelva, eso es seguro.
—No debiste hacerlo… —susurró volviendo a ocultar su rostro en el pecho ajeno, odiándose por dentro al sentirse feliz de que él aún estuviera ahí.
Después de lo ocurrido, pasaron casi cinco días. En todo ese tiempo la ansiedad fue la que gobernó a la morena porque en cualquier momento el rubio podría volver a su mundo y sumándole el hecho de que también, sus padres ya estaban por regresar.
Por más de que ese tema casi no fue tocado entre ambos, y que el rubio no quisiera expresar ningún tipo de enojo al respecto, ella sabía que lo estaba.
Él estaba enojado.
Mas al no conseguir nada queriéndolo hablar, decidió ya no insistir con el tema. Aunque de igual forma, no necesitaba que el chico dijera algo para hacerla sentir mal, ella ya se hacía sentir así por cuenta podría. Y aunque sabía que la decisión fue de su compañero, siendo que ella no le había pedido que se quede, no podía evitarlo.
¿Irse con él? Eso le aterraba.
En su mente deseó que las cosas fueran más fáciles para ella, pero a medida que lo pensaba las cosas solo se le complicaban más. No sabía si era posible ir con él pero aún si pudiera, no estaba segura.
Ella lo amaba, sin duda. Sin embargo sus personalidades eran muy diferentes y no estaba del todo segura de que podría soportar todas y cada una de las circunstancias que podrían presentarse al estar ahí. E incluso pensó en que podía haber una posibilidad de que terminen juntos al estar en ese mundo, no obstante también estaba la posibilidad de que las cosas entre los dos no fueran a funcionar.
¿Y entonces qué haría en un mundo totalmente desconocido de todo lo que alguna vez vió? Una cosa era verlo en anime y otra distinta vivir en el propio universo.
Había tantas cosas en su mente que parecía querer explotar.
—Nde virgen, ¿estás bien pio? —preguntó Tamara de repente.
—Ah, sí… —respondió volviendo en sí—, solo estaba distraída.
—Entiendo —dijo sin indagar mucho en el tema—, pero tenes que ir allá para empezar con la actividad.
—Bueno, voy —contestó en un suspiro.
Avanzó rápidamente hasta la otra esquina del patio principal que conformaba al colegio y divisó a su grupo reunido en el otro extremo. Ese día era uno de los últimos de la semana de la juventud y la actividad que se daría consistía en buscar objetos mediante pistas. Todos los integrantes del equipo debían buscar los objetos yendo con sus manos entrelazadas, formando un círculo que no se podía romper.
Cuando llegó, se posicionó en medio de el rubio y quien sería otro alumno de la institución. Dirigió su mirada hasta Katsuki que en ese momento no le estaba prestando mucha atención e incluso parecía irritado, aunque de todas formas era comprensible, él no quería participar.
—Ya vamos a iniciar, tómense de la mano —avisó uno de los líderes del grupo.
Antes de que pudiera reaccionar, su compañero de casa ya había tomado su mano y entrelazó sus dedos con firmeza, aún sin dirigirle la mirada. Incluso si éste no le estaba mirando, sus latidos comenzaron a aumentar por la situación en la que estaba. Mas para sus adentros, intentó controlarse como pudiera.
Ojalá lo hubiera logrado.
—¡Espera!, yo falto —exclamó una voz que se acercaba desde atrás—. Ándate un poco —dijo Willy, apartando la mano de uno de los integrantes para así unirse al círculo, claro, teniendo en cuenta de que para hacerlo tenía que tomarse de la mano con la ya muy nerviosa Angélica.
Miró algo sorprendida aquella acción y solo fue correspondida con una sonrisa radiante que Willy le había regalado. Ahora estaba en medio de su husbando 2D y su crush 3D tomados de la mano.
Si éste era un sueño, ella no quería despertar jamás.
Ya se acerca el final 😔
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