Capítulo 25

La tensión reinó en aquella clase que tan solo contenía nueve alumnos. Algunos como Mathías, Génesis y Tamara se encontraban conteniendo una sonrisa divertida, así como otros que se mantenían serios.

Después estaban los implicados, Angélica estaba totalmente a la defensiva, sintiendo su sangre arder por toda la impotencia que se acumuló en ella desde el día que a Rigoberto se le ocurrió la genial idea de besarla por la fuerza.

Ya era la tercera vez que le pasaba y ya odiaba con toda su alma ese tipo de acción, porque cada una de ellas solo le dejaron sentimientos desagradables. Sus dientes fuertemente presionados entre sí, ella miraba con rabia a su compañero porque sin quererlo, todos esos malos recuerdos se instalaban en él y las ganas de hacer algo fuera de lugar, crecía más en su interior.

—Ándate —ordenó Jazmín por última vez hacia el contrario.

—Ay, bueno —bufó éste, algo irritado tuvo que irse y entre pequeños berrinches, sentarse en su lugar.

La profesora de turno ya estaba en la puerta cuando todo el alboroto terminó, así que los presentes alumnos no tuvieron que dar ninguna explicación, aún. Todos fueron de nuevo a sus asientos e iniciaron la clase, pero claro era que algunos no prestaban atención como era debido.

Angélica aún se mantenía pensativa por lo ocurrido, teniendo en cuenta que fue la misma Jazmín quien se levantó a frenar la situación. Lo agradecía, sí. Pero no tenía porqué hacerlo, después de todo, también sabía que no le caía bien a ella y para ser sincera, tampoco le parecía un ángel la contraria.

Su mente también se trasladó hacia Katsuki. No quería crear escándalos, pero al parecer, no midió sus reacciones y llamó la atención más de lo esperado. Incluso creyó haber visto que él mismo Katsuki se levantaba para frenar lo que estaba sucediendo.

Por primera vez en el día, se giró a mirarlo. Y estaba ahí, mirando con algo de desinterés lo que la profesora estuviera explicando. Por un momento sintió que su corazón se llenaba de calidez e inesperadamente se tranquilizó. Una sonrisa tonta se instaló en sus labios y de paso un suspiró colegial que la hizo sentirse aún más tonta.

Pero, a la mierda. Es Bakugo Katsuki. Había olvidado mirarlo de esa manera de vez en cuando y admirar que un sueño irreal se cumplió para ella, por muy extraño que parezca. Gracias solamente enfocarse en él, todos los malos pensamientos se desvanecieron.

Mas éste al sentirse un tanto observado, miró de reojo hacia la dirección de la joven. Descubriéndola. Su rostro de inmediato se sintió ardiente y giró su mirar rápidamente, fingiendo prestar atención a las clases a pesar de que él aún se mantuvo mirándola. En cambio, Katsuki, frunció el ceño una vez más y su humor empeoró. Estaba cansado de la actitud de la joven que no paraba de evitarlo, sumándole también el hecho de que había sucedido algo y él no lo sabía, aún.

Quería averiguar sin duda lo que estaba pasando, porque no había nada más raro que Jazmín defendiendo a Angélica por lo que su mente no pudo dejar de maquinar tratando de encontrar una respuesta durante toda la clase.

No pudo hablar con ella en lo que fue el receso, puesto que apenas sonó la campana anunciándola, ella escapo lo más rápido posible sin dejarle la posibilidad de alcanzarla. Aunque tampoco su orgullo le permitía ir por todo el edificio para encontrarla, sin embargo por esta ocasión, se dio el permiso de recorrer tranquilamente los lugares con la intención de quizás toparse con ella en algún lugar.

—Nde virgen, ¿en serio estás bien? —preguntó Génesis intentando ocultar su inevitable sonrisa— Rigoberto, fuera de bola, se pasó. Te juro que cuando ví no pude creerlo, pero si podía frenarle, lo hubiera hecho.

—La verdad es que, me siento sucia desde entonces —dijo haciendo una mueca incómoda—. No sé si estoy exagerando o qué, pero me siento del asco.

—Haikue —habló Tamara riendo ligeramente—. ¿Así pio luego?

—Sabes, no sé si él solo estaba jugando o de verdad le terminé gustando… Pero esa no es la manera de llegar a mí —explicó mirando la fila en la que estaban esperando su comida—. Ahora ni siquiera puedo estar cerca de él, es como un sexto sentido que me advierte que está por ahí y debo alejarme.

—Bueno, tenes que mandarle a la puta nomás —habló la joven que no dejaba de sonreír—. Pero cambiando de tema, ya vamos a tener una evaluación en unos días —se quejó—. Encima empezaremos con estadística.

—Ese es fácil —dijo Tamara.

—Mbore, yo no entiendo nada.

—Es fácil —añadió Angélica—. Además, la profesora al final te termina ayudando en todo —dijo con leve molestia—. Aunque antes de la evaluación puedo mostrarte lo que debes hacer en cada ejercicio.

—¿Legal? —preguntó sonriente—, gracias nde virgen.

—Te agradecería que dejes de decirme así entre tanta gente.

—Virgen.

Pasaron algunos días de lo acontecido, Katsuki a pesar de su disimulada insistencia por saber, no pudo sacarle mucho a la morena. Pero lo que si pudo observar en esos días era que sin duda la joven quería lejos a Rigoberto.

Ya que en cada ocasión en que él se acercaba para hablarle o siquiera pasaba a un lado de ella, la joven giraba bruscamente para alejarse o simplemente se tensaba y miraba de reojo al chico, observando sus acciones.

También incluso se acercó ligeramente a Tamara y Génesis para entender de una maldita vez lo que ocurría, pero cuando por fin iba a saberlo, pareciera que algo lo impedía y perdía su oportunidad.

Lo que sí era totalmente evidente, es que le había hecho algo y es por ello que la joven se comportaba así. Ya que no solamente evitaba a Rigoberto, sino también a él. Y eso le jodia más.

Curiosamente se encontraban ese día realizando una evaluación de estadística. Por lo que todos los estudiantes que habían en esa clase, tomaron sus cuadernos dispuestos a repasar.

Él por un lado, estaba sentado aburriéndose en su lugar. Para el rubio aquella evaluación era un chiste así que no tuvo ni siquiera la necesidad de estudiar nada.

Sin mucho que hacer, buscó con su mirada a su compañera. La vio rodeada de algunos de sus compañeros mientras que ella estaba sentada en su lugar. Al parecer estaba explicándoles la materia antes de la evaluación. Algunos de ellos eran Tamara, Génesis, Mathías y el último que provocó que Katsuki frunciera el ceño: Rigoberto.

Se preguntó por qué Angélica había permitido que él se le acercara, después de todo, hace unos días ni siquiera podía tolerar su presencia. Aún a pesar de su duda, él no dijo nada y solo se mantuvo observando.

La morena seguía explicando los posibles problemas que aparecerían en los exámenes, mientras que sus demás compañeros observaban y asentían en sus rostros reflejados la iluminación de por fin entender algo.

Todo parecería normal, hasta que se fijó en Rigoberto. Éste no prestaba mucha atención a las explicaciones que Angélica daba, más bien, solo se limitaba en obsérvala fijamente. Una mirada embobada que, al parecer, ponía ciertamente nerviosa a la chica.

Ya no podría aguantar más y eso lo irritaba más. No sabía explicar por qué su interior ardía al verla siendo observada por otra persona.

Necesitaba respuestas y patearle el trasero a Rigoberto.

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