Capítulo 21

Pataleó tanto como pudo estando boca arriba en la cama, cual tortuga que no podía levantarse. Estaba tan irritada que no le importó que el rubio pudiera oírla y arriesgarse a recibir un regaño.

Hace unos minutos había recibido una llamada telefónica por parte de su madre, ésta le informó sobre los avances relacionados con el juicio de su hermana. No le decía mucho detalle, pero si lo justo y necesario para entender que el tema se estaba complicando, lo que posiblemente alargaría más el proceso.

Estaba indecisa. No sabía si para ella eso era bueno o malo, es decir, el que tarden en el país vecino significaba que aún no tenía que preocuparse por saber en donde metería al rubio para que sus padres no supieran de su existencia. Estaba totalmente segura de que era una locura pensar en la posibilidad de explicarles la procedencia del chico explosivo. Nunca le creerán y lo peor es que se metería en grandes problemas.

Pero por otra parte, extrañaba a su hermana más que a nada y quería verla de nuevo. A veces, sin que nadie lo supiera, ambas se hacían videollamadas para hablar al menos unas horas antes de dormir, aprovechando que el rubio dormía temprano. La notaba triste, cansada y eso la llenaba de angustia.

Es verdad de que no eran hermanas en su totalidad y que por supuesto, la madre que ella tenía le caía muy mal. Pero en verdad ambas se llevaban bien y con el tiempo ese pequeño detalle pasó a la historia, sintiéndose como si realmente fueran de la misma sangre.

Soltó un largo y hastiado suspiro cuando se cansó de hacer un berrinche. Tiró su celular a un costado e intentó buscar de nuevo las fuerzas para vestirse e ir al colegio.

Y a pesar de sus intentos, se quedó un rato más en la cama mirando al techo, esperando en cualquier momento que el rubio entrara y derrumbara todo para apurarla a vestirse.

Esperó y esperó, pero nada. Volvió a mirar la hora de su móvil, notando que ya era algo tarde. Por eso, no le quedó más remedio que levantarse a duras penas e ir hasta la habitación del rubio para comprobar si aún seguía durmiendo, lo cual, le pareció raro en él.

Llegó a la puerta sin pretender hacer mucho ruido, no supo por qué, pero tenía curiosidad de lo que podría estar haciendo el contrario. Con cautela, acercó su oreja hasta la fría madera e intentó escuchar cualquier pista del muchacho. Mas todo lo que obtuvo fue un espeso silencio.

Sin darse cuenta, momentáneamente había cortado el flujo de su respiración. Lo que rápidamente la hizo volver a pasar el aire a sus pulmones, pero ahora se sentía más extrañada. Y algo en su pecho comenzó a dejarla intranquila.

—¿Katsuki? —llamó indecisa, dándole leves golpes a la puerta—, ya es tarde. Debemos ir al colegio…

Volvió a asomar su cabeza esperando cualquier respuesta, pero de nuevo, no hubo nada. Fue en ese entonces que los latidos de su corazón fueron en aumento y sintió como una gota de sudor iba cayendo por su sien.

Jadeó de forma inconsciente cuando ya sentía que el ambiente se iba poniendo tenso. Dudó si abrir la puerta de golpe o no. Tenía miedo de lo que podía encontrar adentro.

¿Y si ya no estaba?

No tenía idea de como podría reaccionar a algo así. Es decir, era algo inminente, pero aún no estaba preparada. Todavía quería tenerlo a su lado, ya que después de todo, eran una de las mejores cosas que le había sucedido hasta el momento.

Ya cuando pudo regular su respirar, se llenó de valor. Mordió su labio inferior con fuerza y con el tambor de sus latidos resonando en su pecho, pidió para sus adentros que cuando la puerta sea abierta, él estuviera ahí. Que solamente… Se había quedado dormido.

Era lo que más deseaba en ese momento.

No se imaginó jamás que abrir una puerta podría convertirse de repente en una tarea tan difícil. No por estar atascada ni nada por el estilo, sino por la incertidumbre de no saber con lo que te vas a encontrar.

Y fue así, como en ese arranque empujó la puerta sin esperar permiso alguno. Lo primero que se encontró fue con una habitación completamente a oscuras pero con su agitación se le fue aún más difícil prestarle atención a los detalles. Lo primero que se le vino a la mente fue prender la luz y eso hizo, dejando todo con más claridad.

—¿Katsuki?..

Para su gran alivio y haciendo que su alma volviera a su cuerpo, el rubio, estaba en la habitación. Ya toda angustia se había diluido en un instante al verlo sentado en la cama, apoyando sus codos en sus rodillas.

—¿Qué mierdas haces, problemática? —preguntó en un bufido extrañamente tranquilo.

La joven parpadeó un par de veces, notando aquella tranquilidad en el tono del rubio. Mas en ese momento, pretendió no darle mucha importancia al asunto. Aún seguía eufórica por el alivio reciente.

—Es que te llamé y no contestaste… Ya se hace tarde, debemos ir al colegio —respondió un tanto nerviosa en su explicación.

Quiso dejarle tiempo a arreglarse y ella haría lo mismo, así que le dio la espalda para regresar a su habitación. Sin embargo, su respuesta la hizo frenar en seco.

—No iré a esa mierda.

—¿Eh? —preguntó por inercia—, ¿por qué?, ¿te sientes mal?

—¡Que no quiero ir, joder! —exclamó hastiado—. Ve tú, maldición.

No pudo evitar sobresaltarse por su respuesta. No es como si aquello no fuera común en él, pero le era extraño que respondiera de esa manera. Después de todo, las cosas parecían ir bien entre ambos. Es decir, uno puede diferenciar al Bakugō gritón y normal a uno enojado y raro.

Queda demás mencionar que la forma en que respondió no era el del Bakugō normal y gritón.

Si antes dije que la angustia abandonó el cuerpo de Angélica, pues no tardó en regresar. Y esta vez era porque le preocupaba un poco la actitud del rubio. Aunque pensó que tal vez le estaba dando muchas vueltas.

Tal vez y solo necesitaba un momento a solas… Si eso ha de ser.

—Hum… Está bien —respondió un tanto dudosa—. Iré sola, nos vemos en la tarde —finalizó mirándolo unos segundos antes de abandonar el cuarto.

Pensaba que era tonto de su parte esperar a que él la frenara, pero muy en el fondo, lo hizo. Mas como ya lo suponía, no le dijo ni una palabra.

Era un completo hecho de que ese día sería una mierda. Empezó mal, siguió mal y posiblemente termine mal. Deseó muy en el fondo de que no sea así, pero con su suerte, lo más probable es que se haga realidad.

Una vez que terminó de vestirse, tomó sus cosas y se puso en marcha para llegar al colegio. Por cierto, cuando ella se fue, Bakugō no salió de su habitación. Aquello la desanimó un poco. Pero tal vez todo había salido tan bien hasta ahora con los tratos amable de Bakugō que cada vez esperaba más de él.

Debía enfocarse en lo importante y no caer en eso, después de todo al final, ella saldría perjudicada. Debía mantener la cabeza fría y no encariñarse más de la cuenta con él. Bien, lo quería mucho. Pero también antes podía vivir sin él y eso debía seguir así el día en que ya no esté a su lado.

El susto que tuvo en la mañana solo fue un recordatorio de lo que se venía y debía prepararse mejor para la pérdida, para protegerse y no salir más dañada de lo que debería.

Tantos pensamientos le ayudaron a llegar más rápido de lo normal al colegio, lo cual, agradeció. Llegaba tarde después de todo.

—Virgen, ¿y tu chongo? —preguntó Tamara al no ver a Katsuki llegando junto a la morena.

—Sí, nde. Le extraño ya —añadió Génesis riendo—. No le ví el sábado ni el domingo. A ese papasote.

Dejó caer su mochila a un costado de su silla y se dejó caer como plomo. Sí, así toda dramática. Se dejó el tiempo para descansar y suspirar ligeramente antes de responder a sus curiosas preguntas.

—No va a venir hoy —respondió solamente.

—Sí, ya me di cuenta. Pero, ¿por qué?

—No tengo idea —suspiró nuevamente haciendo una ligera mueca—. Dijo que no quería venir. Y eso.

Génesis y Tamara se miraron por unos leves segundos. Pero ambas compartieron una sonrisa cómplice, dejando salir un: “Uuh” que llamó la atención de Angélica.

—¿Qué?

—¿Se quedó solo en casa gua’u? —interrogó Génesis.

—Sí… ¿Y eso qué? —preguntó la morena frunciendo levemente el ceño.

—¿Por qué crees que no quiso venir? —cuestionó Tamara jugando con sus cabellos rizados.

—Ay, Tamara —se quejó por fin—. No sé, tal vez se sentía mal. No lo ví muy bien en la mañana.

—Sí, y vos muy ilusa pensas que está enfermo y se queda solo en casa para recuperarse —murmuró entre risas—. Amiga, date cuenta.

—No seas idiota —respondió la morena, acomodándose en su asiento al momento en que el primer profesor llegó a clases—. Él no es así.

—Como tú digas —canturreó Tamara, también, acomodándose.

Definitivamente, Katsuki no haría algo así como estar con otra persona mientras ella estuviera en clase. Es decir, no eran nada. Eso estaba claro. Y ni siquiera hubo algún contacto romántico entre ambos. Pero justamente por eso daba énfasis en que al chico no le interesaban mucho esas cosas.

Aunque bueno… No porque con ella no tuviera interes… Significaba que en otras personas tampoco.

Negó varias veces con la cabeza, sin querer, llamando la atención de algunos de los presentes.

—¿Qué te sucede, Angélica? —preguntó el profesor de literatura.

—Oh, no es nada. Lo siento —respondió rápidamente.

—Los cuernos le molestan —murmuró Tamara entre risas.

—Ja. Ja —respondió la morena antes de darle un ligero golpe en el brazo a la antes mencionada.

A todos les pareció curiosa la forma en que Tamara se refirió a la morena, pero pronto pasó a dejar de dar importancia para continuar con las clases. Y ella lo agradeció.

Todo transcurrió sin más drama y con el aburrimiento característico. Angélica para esos instantes solo deseaba volver a casa lo antes posible, deseaba hacerlo y encontrase con el Katsuki normal de siempre. Molestarlo, comer juntos y mañana comenzar un nuevo día mejor.

Ignoró y esquivó todos los intentos de coqueteó que Rigoberto le iba soltando, casi haciendo que tuviera que correr de sus insistencias. Pero para su suerte, logró escapar.

Era obvio que ese idiota solo pretendía jugar con ella, probar que podía conquistar a la chica sería y correcta del curso. Nada más. Se dio cuenta enseguida, pues entre las bromas de aquel accidente del dedo en el culo, se dejó llevar por ello y ahora sólo quería demostrar su hombría.

Dejó a un lado esos pensamientos y apuró el paso para llegar a la casa, no quería perder más tiempo.

Solo deseaba verlo a él.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top