Capítulo 15

—Katsuki…

Desde el suelo, observaba estática a el rubio que apareció de la nada. Cuando dijo su nombre éste no respondió y en cambio siguió mirando fijamente al joven el cual había lanzado lejos segundos atrás.

—¡¿Qué pio carajo te pasa?! —exclamó el contrario, bastante molesto.

Angélica desvió su mirada del rubio para dirigirlo a ese chico. Frunció levemente el ceño y con algo de prisa se levantó del piso. Iba a decir algo, sin embargo no fue posible al momento de que su compañero habló.

—Fea de mierda —la llamó notándose la frustración en su voz.

—No sé quién es peor en los apodos: tú o él —murmuró molesta mirándolo.

—Tú… ¿¡Crees que me he olvidado que me dejaste ahí como si nada, basura!?

—¡Pudiste irte solo a casa! —exclamó defendiéndose—. ¡No eres un niño para tener que llevarte de la mano!

—¿¡Qué dijiste!? ¡Solo hace unos momentos un maldito bicho raro estaba sobre ti, idiota! —respondió enojado—. ¡Tú eres la que parece una jodida niña!

—¡Yo no te pedí que me ayudaras!.. Yo…

—Eh… Sigo aquí, imbéciles.

Los dos, giraron a mirarlo a él. Aún tirado en el suelo y observando expectante. Bufó cansado mientras se levantaba sin ninguna intención de seguir ahí.

—Saben, estoy aburrido. Si quieren seguir con un estúpida discusión, háganlo en otro lado. No me interesa —espetó girando sobre sus talones como si nada.

Un fuerte golpe fue lo que recibió, haciendo que caiga de cara al suelo. Rápidamente, giró para reclamar el golpe pero se quedó callado.

—Escucha, basura —murmuró amenazante—. Más te vale cuidar tus palabras o te haré pedazos —amenazó fastidiado, colocando uno de sus pies sobre la espalda del chico y empujándolo una vez más en el piso.

—¡Agh!

El contrario, entre su rabia, pudo empujar el pie de Katsuki con brusquedad. Sin previo aviso, éste pudo levantarse lo suficiente como para alcanzar el rostro del rubio y propinarle un golpe seco.

Aquello y por la sorpresa, Bakugō retrocedió un paso, manteniendo su cabeza baja en silencio. Angélica estaba más que sorprendida en aquel momento.

—Está muerto…

—¿¡Quién te crees pendejo!? —gritó apretando sus puños hasta dejarlos blancos—. ¡No sé quién eres, rubio estúpido pero te voy a reventar!

De repente, una pequeña risa se escuchó por parte de Katsuki. La castaña observó como en sus labios se dibujaba una gran sonrisa las cuales le caracterizaban cuando estaba furioso. Levantó su mirada y mostró sus dientes de una forma un tanto psicópata.

—Hasta el marica de Deku pegaba más fuerte cuando era un sin Quirk.

—Uuh… —murmuró Angélica entendiendo su referencia.

En tanto el chico, hizo una mueca de confusión ante sus palabras, mas al escucharla a ella entendió que aquello podría ser un insulto. De inmediato, frunció más su ceño y aprovechando el momento, avanzó corriendo hasta Bakugō e intentó golpearlo una vez más.

Su suerte no fue la misma.

Como era de esperarse, a Katsuki no le tomó nada de esfuerzo detener su golpe, tomándolo con su mano antes de que llegue a él. Apretó su agarre cuando su contrario intentó retirarse y con fuerza lo estiró hacia a él. Alzó su rodilla hasta que lo golpeó con fuerza en el abdomen, siguiéndole con un puñetazo que le propinó con su mano libre.

El chico cayó sonoramente en el suelo por tercera vez, pero esta vez con rastros de sangre cayendo por su nariz y retorciéndose del dolor.

—Más te vale no volver a aparecerte frente a mí, inútil.

Giró para ver a la castaña. Ella miraba sorprendida viendo al chico que estaba en el suelo, sufriendo por el dolor de los golpes. Estaba inmóvil. No sabía cómo sentirse en esos momentos, se suponía que ella misma debía encargarse de él, pero no pudo hacer nada. Su atención fue tomada por su compañero, quién agarró las mochilas tiradas: suyas y la de él, de manera que después tomó su brazo y la estiró con él para alejarla del lugar.

Katsuki no decía ninguna palabra mientras la llevaba y no entendía porque cuando ya se habían alejado lo suficiente él seguía tomándo de ella. Observó su espalda y sus cabellos rebeldes, no podía creerlo aún. De repente, un dolor extraño se presentó en su pecho y sus ojos comenzaron a cristalizarse sin razón. O más bien, sí había una.

Ella siempre tuvo que luchar sola, fue abandonada y olvidada muchas veces ya que nadie nunca fue a ayudarla. Cuando pidió que alguien la salvara, nadie lo hizo.

Y aunque no lo supiera, Katsuki fue quien la salvó en esos momentos, haciendo lo que alguna vez ella necesitó en el pasado.

—Vamos a casa.

—Sí…

Lo único que pudo responder fue aquello cuando se encontraba tratando de ocultar las lágrimas que corrían por sus mejillas.

Los dos llegaron a la casa sin dirigirse la palabra, ya que apenas lo hicieron y cada quien se fue por su lado.

Las horas habían pasado pero no se dieron la oportunidad de poder hablar. Cansada de quedarse encerrada en su habitación y aprovechando que tenía un poco de sed, decidió ir a la cocina por algo de agua. En su trayecto, miró la habitación de su compañero tentandose por un momento de ir y hablarle. Tal vez camuflar una broma o provocación para volver a estar como antes. Aunque al final no lo hizo.

Estaba por abandonar la cocina, hasta que él apareció.

Ambos se miraron fijamente por unos largos segundos. Katsuki tenía el ceño levemente fruncido pero en sus facciones se mostraba algo de calma. Ella quitó su mirada de la de él y quiso una vez más escapar de una confrontación.

—¿Quién jodidos era él?

Se detuvo repentinamente cuando escuchó su pregunta, pero no sintió ningún asombro por ello. Por una parte se esperaba aquello. Aún dándole la espalda, se tomó su tiempo para poder responderle.

—Es un ex compañero… Para resumirlo, me hacia bullying cuando era pequeña —dijo mirando a la nada—. Por su culpa… Fui muy infeliz…

No escuchó ninguna respuesta del rubio y el lugar se rodeó de un tenso silencio. Ella de repente recordó el pasado de Katsuki y todas las cosas que le había hecho de Izuku. Giró para verlo de reojo, él estaba mirando a la nada como si estuviera pensando en algo.

—Yo no soy quien para decirte alguna mierda al respecto —habló algo incómodo, aunque serio—. Sin embargo… Esa clase de gente es jodidamente miserable. Y pronto han de tener su propio merecido.

Luego de terminar sus palabras, éste giró sobre sus talones con la intensión de volver a su habitación puesto que extrañamente se sentía del asco en esos momentos.

En su mente se repitieron una y otra vez las acciones que había cometido en su pasado, pensando que aquello mismo pudo haberlo vivido ella y hasta pensó en todo lo que Izuku pudo haber pasado por su estupidez.

—Tú también tuviste tu merecido.

Detuvo su paso y se sobresaltó levemente. Frunció un poco más su ceño, su cabeza se mantenía gacha y una de sus manos apretaba con fuerza el marco de la puerta.

Pensó que ella debía odiarlo por ser como ese bastardo.

—Y ahora eres distinto. Cometiste errores en tu pasado, recibiste lo que merecías pero no te quedaste ahí. Aprendiste y seguiste adelante hasta llegar a ser una mejor persona —murmuró a lo bajo, pero lo suficiente para que él la escuchara.

Katsuki giró para mirarla, confundido por sus palabras pero ahí estaba ella, sonriéndole de una forma cálida y colmada del amor que tenía por él.

—Gracias… Por ser mi héroe.

Sin más que decir y aún con su sonrisa, decidió dejar sus palabras ahí para volver a su habitación.

En cambio Katsuki estaba estático en el marco de la puerta.

—Mierda…

Sentía los latidos de su corazón jodidamente molestos.

Mi trabajo está hecho /morir

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