OVA 6| Sagashimono
El Tetsunin sobrevolaba aquellos cielos tormentosos de Nevada, Ryousuke miraba a través de la pantalla en su cabina el escenario, esperaba poder encontrar alguna pista, sabía que Mikoto había peleado en la batalla de Wheeler's Peak junto a Yaya. Pero después de varios días no podía ver mucha investigación.
--¿Estas segura que aquí fue donde se libró la batalla? —le pregunto Ryousuke a Yaya a través del comunicador.
--Estoy segura de que aquí fue. —respondió la chica. El gran pico de Wheeler se encontraba lleno de nubes y le recordada al monte Fuji en Japón. Solo que sin los grandes generadores que crecían a la base del volcán para generar energía.
En Japón la energía térmica generada por el monte Fuji era capaz de alimentar a toda la región de Kanto. Mientras que los americanos continuaban utilizando combustible, había sido por eso la razón por la cual el KwonMing había invadido Sudamérica y México, para poder cortar los abastecimientos de combustible de los americanos. Solo que no había funcionado. En las llanuras ahora los alimentaba la energía eólica y la energía solar y Texas peleó con dientes y garras para no perder sus depósitos de combustible. Ni siquiera las Seikens del Daitoteikoku podían sobrevolar los cielos texanos sin que les cayera una lluvia de misiles y torpedos.
--¿Qué podría hacer caer a una seiken del cielo? —preguntó el muchacho. El escudo de energía vectorial la cubría perfectamente de cualquier ataque con armas de fuego. –¿Tal vez un mal funcionamiento?
--No lo creo. —respondió Yaya. —Se utiliza nanodroides que residen en el torrente sanguíneo los que permiten que las Seiken levitar.
--¿Tal vez con la batería? —preguntó el hombre.
--Una caída desde esta altura hubiese destruido la batería. —dijo Yaya.—No, tendría que haber sido otra cosa. El escudo vectorial se activa inconscientemente ante la posibilidad de una posible amenaza. —dijo Yaya. Sin embargo, si fuese atacada por algo que no consideraba una amenaza, el escudo no se hubiese podido activar a tiempo.
--¿En medio de la batalla que no podría ser considerado como un arma? —preguntó Ryousuke.
--Un accidente, tal vez.
--¿Un accidente?
--Sí, ¿ cómo que tal si alguien la golpeó con su avión o algo así? –preguntó Yaya.—He visto que eso puede ser lo único que evita que las seiken puedan defenderse.
Luego el muchacho hizo descender su tetsunin y miró sobre el bosque lleno de escombros. Todos los choques eran lo mismo, escombros de aviones que habían sido abatidos en medio de la batalla y que habían caído a la tierra. Pero entonces notó algo extraño, los árboles que rodeaban los escombros estaban calcinados. El muchacho aterrizó su robot y salió de la cabina. Yaya descendió con él y guardo sus alas de energía.
--¿Viste algo? —preguntó Yaya.
--Este avión, el tanque de combustible explotó al momento de caer. —dijo el joven piloto japonés. Mientras se acercaba al choque del avión.
--¿y eso que significa? —preguntó Yaya.
--Que este avión no fue derribado en combate. —respondió el muchacho. Luego notó en el suelo que una parte del suelo no estaba quemado, no era mucho tenía que ser mucho, tal vez solo lo que el escudo de una seiken lo permitiría. –Fue aquí. Este es el avión que derribó a Mikoto. Pero si este es el avión, de quien era y ¿que es lo que quería con Mikoto?
--Bueno el avión se llama El Forajido. —dijo la chica. Mientras levantaba con una sola mano parte del armazón del avión, se leía todavía en el metal "El Forajido"—Así que debo suponer que debe ser una de las compañías mercenarias que la fuerza aérea contrató durante la batalla.
--Como sabes que es de una compañía mercenaria. —preguntó Ryousuke.
--El tipo de avión, solo había una unidad de aviones que se veían más o menos así. —respondió Yaya.
--Bueno, será sencillo saber quiénes fueron las compañías mercenarias que tomaron parte en la batalla, pero que fue de Mikoto. –Ryousuke se agachó y se quitó el guante, luego cerró los ojos y palpó la tierra tratando de buscar indicios, pistas, rastros algo...--Estaban aquí...Durante la batalla, pero tenían que irse a ahí, tenían que ir a la carretera, pero el pueblo más cercano quedaba a varias horas de camino, tuvieron que ir caminando. Pero no estaban en el pueblo cuando las fuerzas del Daitoteikoku atacaron el pueblo, por lo tanto, debieron de haber llegado después...
Ryousuke volvió a subir a su Tetsunin, y sobrevolaron durante unos 25 minutos hasta que llegaron al pueblo abandonado, las calles estaban llenas de hojas y basura, los techos de los edificios aun en pie ennegrecidos por las llamas que debió acontecer durante el ataque del Daitoteikoku posterior a la batalla de Wheeler's Peak. Coyotes y venados caminaban por las calles, incluso no se sentían amenazados por los dos japoneses.
"Estaban seguros que los habitantes de aquel pueblo no iban a regresar y porque deberían Las Colonias pronto vendrán a asentarse en este lugar, solo un idiota pensaría en habitar territorio reclamado del Daitoteikoku." Pensó el muchacho.
El rastro de Mikoto se había enfriado. "Tenía que estar por aquí, Mikoto tendría que haber pasado por aquí, no había otro pueblo cercano en kilómetros, pero de aquí ¿adónde iría? ¿A dónde la llevarían? ¿Arizona, Idaho, Colorado? El muchacho podía sentir alrededor de su meñique enguantado el tacto invisible de Mikoto cuando hicieron su promesa. "Tenía que encontrarla, ella estaba sola en un país en medio de la guerra, lejos de sus compatriotas, lejos de sus amigos, lejos de mí"
Entonces Yaya vio como un cervatillo caminaba hacia ella, el cervatillo no parecía tener miedo de la joven seiken la chica se arrodillo y acarició al cervatillo en la cabeza mientras la cría de venado la olfateaba.
--¡Oh tienes hambre pequeña! —exclamó Yaya y luego sacó de su cinturón su ración alimenticia, hojas secas de alga, la chica tomó una y se la dio al cervatillo en la boca, el pequeño venado comenzó a mascar la hoja de alga.
Entonces Ryousuke notó como había una luz roja parpadeante que brillaba bajo la piel del cervatillo.
--¡Yaya no! —exclamó Ryousuke
Entonces se escuchó un estruendo. La explosión ocurrió rápidamente, La fuerza de la explosión lanzó a Ryousuke contra la pierna de su robot gigante. El muchacho se reincorporó con rapidez, entre la nube de polvo que se había levantado podía ver el escudo de energía rojo de Yaya activado. La chica estaba llena de tierra y sangre del animal. Entonces de los escombros de los edificios salieron hombres y mujeres disparando con sus metralletas. Por su tipo de ropas debían ser civiles, tal vez una de las tantas milicias que aún continuaban combatiendo en los pequeños pueblos, carreteras y en las fronteras de las colonias.
Las balas rebotaban en el escudo de Yaya. Ryousuke se refugió detrás de su Tetsunin y desenfundó su pistola semiautomática de la pistolera que colgaba en el cinturón. El muchacho entonces comenzó a disparar, le dio a uno de ellos en la pierna y a otra en la cabeza, a un viejo en la garganta y a otra mujer en el corazón. Pero era difícil dispar desde esa posición.
--¡Yaya! ¡Yaya! ¡Despierta! ¡Yaya! —seguía exclamando Ryousuke.
La chica entonces se miró las manos llenas de sangra y mugre. La chica comenzó a gritar enfurecida, y desplegó sus alas de energía. Los milicianos dispararon hacia la seiken, esperando derrumbarla, pero Yaya no dejaría que eso pasara. La chica alzó vuelo y luego rayos de energía escarlatas brotaron de sus alas, disparando ráfaga tras ráfaga a los milicianos. Uno de ellos llevaba un lanzagranadas, y disparó hacia Yaya. la explosión no traspasó su escudo de energía. Entonces Yaya lanzó un disparo que le cercenó la pierna al hombre, el miliciano comenzó a llorar de dolor. El resto comenzó a huir.
Pero Yaya no los dejó huir, la seiken descendió y los comenzó a cazar uno a uno como un halcón que va por su presa. De su brazo derecho creció una pica de energía roja y con esa justaba a sus enemigos. Su velocidad era precisa, era capaz de acabar con todos, era tan rápida que podía desaparecer prácticamente en el aire. incapaz de ser seguida por el ojo humano. Cuando acabó con todos regresó al hombre que le había cercenado la pierna. El hombre lloraba.
--¡Otoko wo nakunai desu! (Los hombres no lloran)—le exclamó Yaya al miliciano, su cara estaba cubierta por un pasamontaña, la chica le retiró el pasamontaña, el hombre era más un niño, tal vez unos 14 o 15 años cuando mucho. El muchacho de cabello rubio lloraba con fuerza.
--Onegai...onegai...watashi no inochi, yurushite kudasai.—(Por favor perdone mi vida)—dijo el muchacho americano.
--Doubutsu wo hanashimasen. (los animales no hablan)—dijo la chica.—N O M E R C Y. (Sin piedad) —dijo Yaya en su mejor inglés. Y después clavó su lanza de energía en medio de la cabeza del chico. El chico murió instantáneamente.
--¿Yaya estás bien? —le preguntó Ryousuke pero la chica no dijo nada. Entonces el muchacho puso la mano sobre su hombro, pero la chica rápidamente se lo quitó y le amenazó con la lanza de energía, los ojos de Yaya brillaban una luz rojiza. --¡Yaya! ¡Despierta! —exclamó Ryousuke. Los ojos de Yaya, volvieron en sí y la chica hizo desaparecer la pica de energía.
--Son animales. —respondió Yaya. —todos y cada uno de ellos son animales. Era un cervatillo, la criatura más simple y noble y ellos la hicieron explotar.
--La guerra saca lo peor de la gente. —dijo Ryousuke.
--No, estos monstruos no son gente, son simios parlantes y deben ser exterminados.—dijo Yaya.
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