OVA 4| El Yermo Gris


La camioneta todo terreno de los bandidos resultaba ser mejor para aquella carretera dañada que la que John conducía previamente. Desde que los japoneses habían sido expulsados de sus colonias en Idaho y empujados hacia sus territorios ocupados en Oregón. Los viejos caminos habían quedado dañados y la gente se había alejado abandonando varios pueblos a su paso.

El paraje no era nada alentador, un desierto gris lleno de maleza muerta yacía por ambos lados de la carretera. Ceniza gris caía de los cielos nublados. Cuando pasaron las imponentes ruinas de las colonias móviles que el Daitoteikoku había creado durante La Segunda Oleada. Ahora no eran mas que colosales ruinas de lo que pudo haber sido. Pero aun en ruinas el miedo y el odio eran palpables en ellas.

--¿Dónde estamos?—preguntó Mikoto despertándose de su siesta, solo para verse nuevamente atada al asiento del acompañante. Luego miró por la ventana y vio el desierto.--Pensé que para este momento ya habríamos salido de Nevada.

--No estamos en Nevada.—respondió John.—Estamos En Idaho

--¿Idaho? Pensé que Idaho era una tierra de bosques, como Oregón.

--Lo era. —respondió John.—Hasta que la guerra llegó.

Mikoto entonces miró por la ventana las estructuras abandonadas de las grandes colonias móviles del Daitoteikoku.

--Las colonias son autosustentables.—dijo Mikoto.—El Daitoteikoku no hizo esto.—respondió Mikoto.

--No fueron ellos, fueron los americanos quienes hicieron esto.—respondió John.—Durante la segunda Oleada los japoneses pusieron en Marcha las colonias móviles. Fue imposible retomar Oregón con esas Fortalezas, así que...El gobierno decidió que no permitiría el avance japonés mas allá de la frontera con Oregón. Lanzaron bombas de Hidrogeno en toda la frontera entre Idaho y Oregón.

--Ya veo...--respondió Mikoto inexpresiva. –Es una lastima, la tierra y los bosques podrían haber sido útiles para el Daitoteikoku.

--Oh... pensé que...

--¿Qué cosa? ¿Que me importaría la vida de los 300,000 japoneses que yacían dentro de las colonias móviles?, Solo los perdedores, la escoria mas baja de todo el Daitoteikoku se convierten en colonos.—respondió Mikoto.—todos aquellos que no hacen nada con su vida, que tienen sangre débil y que son cruzados de dos razas son los que se convierten en colonos, esperando hacer una mejor vida.—Patéticos.

--Wow, no pensé que fuera posible, pero pareciese ser que con cada nueva palabra que dices te odio todavía un poco más.—respondió John.

--En Japón desde antes de estás en el vientre de tu madre se te hace una lectura del código genético para elegirte un destino.—respondió Mikoto. —Si eres fuerte, puedes ser elegido para los deportes, para el ejercito, para ser un cargador de cajas si quieres. Si eres listo, podrás ser científico, artista, medíco incluso vendedor de autos si te parece. La lectura de tus genes determinará para que eres bueno y con eso te dan toda una educación basada en desarrollar tus mejores capacidades. Solo que hay algunos a los que no les gusta y deciden hacer otra cosa. El imperio quien pagó toda su educación, vestimenta y recreación es insultada y te deja con un "jibunjin" (persona de libre albedrío), totalmente inútil en el imperio, por lo que son rechazados por todos y considerados como basura humana. Muchos de ellos tienen la decencia de reconocer que sus errores y se suicidan pero otros deciden continuar y por lo tanto son enviados como colonos.

--¿Qué terrible ha de ser Japón para vivir.—dijo John.—No puedes elegir tu vida, no puedes hacer nada. Eres como un robot.

--Y en consecuencia tienes seguro médico universal, tienes comida asegurada tres veces al día, tienes una educación de gran calidad, y un trabajo asegurado una vez que terminas los estudios. Tienes prospectos de pareja acorde a tu personalidad, casa asegurada y cuando tengas hijos lo mismo y cuando eres viejo, el imperio te hace un héroe nacional y eres amado y venerado por todos.

--Como dije, la vida de un robot.—dijo John.

--Bueno, ¿tu elegiste ser mercenario, dime como eso es mejor?

--Yo no elegí ser mercenario.—respondió John.—La guerra me empujó a ser mercenario.

--Aja.

--Yo estaba en Ciudad de México cuando el KwonMing atacó la ciudad. Perdí a mis padres ese día. Luego cuando el Daitoteikoku atacó Los Angeles, perdí a mi hermano. El ultimo familiar que me quedaba con vida. El ejercito Americano abandonó la ciudad a su suerte para defender la capital. Que podía yo hacer. ¿Qué opción tenía un muchacho de 16 años?

--Pudiste haber elegido morir.—dijo Mikoto.—Y evitar la vergüenza de ser un mercenario.

--Maldita sea.—respondió John.—No sabes cuanto desearía pegarte un tiro.

--Pues que esperabas, que me lamentara porqué un ser inferior la ha pasado mal, todos hemos perdido algo en la guerra. no eres el único.—respondió Mikoto. –Así que perdona por no poder sentir nada con respecto a tu historia.

--No puedo esperar para llegar a Bozeman.—dijo John.

Entonces la carretera se llenó de explosiones. John giró el volante rápidamente y trató de maniobrar en la carretera. Entonces John giró la cabeza a la derecha. Era una hilera de tetsunin los robots del Daitoteikoku quienes se dirigían hacia la carretera.

"No hay forma de evadirlos" pensó John.

--¡John!—exclamó Mikoto.—¡A la izquierda!

Vieron entonces tres escuadrones de cuatro robots tipo Patton dirigiéndose hacia ellos. Los dos grupos de robots empezaron una escaramuza el yermo. Se podía escuchar el silbido de los cohetes que salían disparados de los hombros de los Patton y podía escuchar el sonido de las descargas de las metralletas de los tetsunin. John giró el vehículo zigzagueando. Entre las explosiones y los tetsunin y los patton que peleaban en medio de la carretera. Una de las cabinas de pilotos de los patton cayó justó frente al vehículo de John. John frenó hizó derrapar el coche para evitar chocar contra la cabina. Y luego aceleró nuevamente. Los robots gigantes estaban peleando justo encima de ellos. John logró pasar a través de las piernas de uno de los Pattón. Entonces vio que uno de los tetsunin los perseguía. Lanzó una ráfaga de disparos con su metralleta que acabó con el parabrisas trasero. A pesar de ser un vehiculo blindado, las ráfagas anti-tanques de los Tetsunin habían logrado penetrar el blindaje como si fuera papel.

Entonces el Tetsunin dio un saltó y aterrizó frente a la camioneta. El robot entonces tomó el auto por el cofre del motor y lo comenzó a levantar. Un par de faros color rojo se encendieron y cegaron la vista a John y Mikoto. Entonces una explosión. Desde el otro lado de la carretera aparecieron camionetas con milicianos armados con lanzacohetes y metralletas. Con escopetas y rifles dirigiéndose hacia el furor de la batalla. John hizó acelerar el auto. Apenas el tetsunin los soltó.

--¡Que diablos fue eso!—exclamó Mikoto.

--Probablemente una de las milicias.—respondió el muchacho.

--¡Milicias! Hablas de civiles, sin ningun entrenamiento militar. ¿Por qué? ¿Por qué razón atacarían a un tetsunin? —preguntó Mikoto.

--La gente entiende lo que significa lo que es perder más territorio ante el Daitoteikoku.—respondió John.—La gente estará dispuesta a pelear siempre en todas partes para evitar que la guerra se pierda. Tal vez tengas razón y el ejercito americano sea débil, pero el corazón de su pueblo no lo es, y su gente esta dispuesta a dar su vida con tal de liberar su país, porque eso es lo que América representa, Un lugar donde todos pueden ser libres.—dijo John.

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