Capítulo 35

Poppy evaluó a los dos hombres con el ceño fruncido. Las señales de su pelea eran claras porque ambos tenían golpes en el rostro, estaban despeinados y con la ropa desordenada.

Al verla, Gideon pareció sorprendido mientras que Jack mantenía su semblante inescrutable. Poppy sintió sus ojos oscuros sobre ella.

—¿Y bien? ¿Nadie va a decirme qué pasó? —preguntó luego de un largo e inquietante silencio.

—¿No es obvio? —replicó Gideon con una ligera sonrisa de disgusto—. ¿Por qué no le preguntas a tu novio?

Su corazón latió con fuerza, temiendo lo que había imaginado.

—¿Jack? —Era una petición tensa para que explicara lo que había sucedido.

—Yo solo quería hablar —respondió.

—¿Hablar? —se burló Gideon con ironía—. ¡Fuiste a buscarme para atacarme!

—¡Tú lanzaste el primer golpe! —se defendió Jack.

La calma aparente que ambos habían mantenido antes de que ella llegara se evaporó en un pestañeo. Ambos se levantaron de sus bancas y empezaron un duelo de miradas furiosas.

—Solo me anticipé porque ibas a golpearme.

—Oh, sí, iba hacerlo —garantizó Jack—. Mereces cada golpe.

—¿Lo ves? —exclamó Gideon, apuntando hacia ella—. ¡Esa es una confesión!

—¡Tú me provocaste!

—¡Solo dije la verdad! —dijo, y dio un par de pasos más cerca de Poppy—. Si no puedes aceptarlo, no es mi maldito problema.

—No te acerques a ella —Jack gruñó.

Gideon lo ignoró y solo se detuvo cuando la celda no le permitió acercarse más a Poppy. Sus ojos la buscaron.

—Poppy, sabes que es cierto —espetó, dirigiéndole una mirada antes de volverse hacia Jack—. Ella está destinada a mí. Debemos estar juntos; soy su alma gemela. Y mientras más rápido te rindas, más fácil será para ti.

—Di eso una vez más y, cuando salga de aquí, prometo que te romperé los brazos.

Se mantuvieron uno frente al otro, en posición defensiva, y amenazándose con la mirada. Poppy casi estaba agradecida de que hubiera barrotes entre ellos o ya habrían pasado a los golpes. De nuevo.

—¡Lo digo porque es cierto! —sentenció Gideon—. ¡Poppy y yo tenemos un vínculo especial que tú jamás comprenderás!

—¡¿Cómo puedes decir eso después de todo lo que hiciste?! —refutó Jack con la mirada sombría.

—¡Eso no te compete! Sí, cometí un error, pero volví para remediarlo y quedarme a su lado. Que esté contigo no significa nada.

—No vas a decidir por ella cuando lo único que has hecho desde que volviste es lastimarla y atormentarla.

Gideon soltó una risa sin gracia.

—No me hagas reír. Me acusas de ser el villano, pero tú estás engañándola.

—¿Qué dijiste? —Jack parecía perplejo. Igual que Poppy.

«Esto se está saliendo de control», pensó. «¿Acusarlo de...?»

Gideon la miró, apuntando hacia Jack.

—Poppy, él ha estado viéndose con diferentes mujeres. Estoy seguro de que te ha mentido para encubrir sus juegos. Él nunca ha sido sincero. No cambiará. Es un mujeriego.

—No sabes lo que dices —replicó Jack, apretando la mandíbula.

—¡Yo mismo te vi, Jackson! ¡Te vi hoy en la tarde con esa rubia! Frecuentamos los mismos sitios. ¿Acaso lo has olvidado? ¿Vas a negarlo?

Poppy negó y dijo:

—Jack estuvo hoy en su entrenami...

Claro, mintió. Su mirada se lo dijo.

—No es lo que crees —dijo Jack—. Solo estoy buscando algo.

«No miente», pensó Poppy con amargura. Pero eso no quería decir que no hubiera mentido antes.

—¡Esto es ridículo! —espetó Gideon con sorna—. ¡Poppy, solo quiere engañarte! Acaba de admitir que te mintió. Seguramente te está traicionando y...

—¡No la estoy traicionando! ¡Jamás le haría daño!

—¿Quieres ser el bueno ahora? —se burló—. Porque no te va el papel. Tarde o temprano, le fallarás y yo estaré aquí.

—¡No te acercarás a ella!

—¡Ya basta los dos! —explotó Poppy, furiosa.

Ellos se callaron y tuvieron la decencia de lucir sorprendidos. Poppy tragó con fuerza y dio un paso más cerca, enfrentándose a ambos.

—¿Acaso han enloquecido? —exclamó—. ¡Hay un video de su pelea en internet y ustedes siguen gritándose como niños estupidos! No vine hasta aquí para esto. Estoy enojada, decepcionada y muy cansada como para seguir escuchándolos decir incoherencias, así que voy a aclarar todo este asunto de una vez porque están enloqueciéndome.

Su mirada aterrizó primero en Gideon.

—Tú eres el hombre que amaba —empezó—. Te amé mucho y tuvimos días felices, pero me dejaste, me humillaste y me rompiste mi corazón. Ahora regresas y te disculpas, como si así pudieras repararlo todo. Y no conforme con eso, intentas manipularme utilizando el hecho de que eres mi alma gemela. No cambiaste, Gideon. Siempre haces lo mismo: culpar a otros por tus actos cobardes. Provocar lástima para salirte con la tuya. Pretender ser el héroe perfecto y compasivo cuando también tienes defectos. Pero yo sí cambié y esta Poppy, aunque algún día llegue a perdonarte, ya no está enamorada de ti y no te necesita para ser feliz.

Poppy recuperó el aliento antes de girarse hacia Jack.

—Y tú eres el hombre que amo —declaró—, a pesar de que puedas ser irritante, idiota y hagas cosas estúpidas como dejarme en la noche para ir a provocar una pelea pública, aunque te pedí que no lo hicieras. Te conté toda la verdad, abrí mi corazón, dijiste que todo estaba bien y luego también me dejaste sin explicaciones. ¿Qué pasa contigo, Jack? ¡Estaba preocupada! Y no conforme con eso, tengo que enterarme por este tipo de que me mentiste en la cara. Lo que me duele, porque creí que confiabas en mí; y lo que me hace sentir aún más tonta, porque me enamoré de ti, aun cuando estoy segura de que me romperás el corazón.

Cuando Poppy dejó de hablar, estaba sin aliento y tenía el corazón acelerado. Apartó la mirada de Jack y se percató de que toda la comisaría tenía la atención puesta sobre ellos. Al darse cuenta de que la habían escuchado, su rostro enrojeció.

—Tengo que salir de aquí —murmuró, sintiéndose vulnerable.

Gideon intentó detenerla, pero Poppy negó y caminó hacia la salida.

—¿Poppy? —dijo Piper al verla.

—Estaré afuera.

Piper asintió y le dio la llave del mini cooper. Poppy salió de la comisaría y se refugió en el auto para evadir a los paparazzis.

Entonces gritó mientras se daba un par de golpes en la frente. ¿Qué había hecho? ¡Le había gritado a Jack que lo amaba frente a un montón de desconocidos en una comisaría!

—Todo esto es un desastre —susurró.

Solo el silencio respondió.

Poppy se hizo un ovillo en el asiento trasero mientras su mente repetía una y otra vez lo que había sucedido.

Ya no estaba enojada. En ese momento, solo se sentía vacía e... inesperadamente sola.

Quince minutos después, Piper regresó al auto con Jack. Poppy se inquietó. Creyó que Jack intentaría hablarle, pero un silencio cortante se instaló entre ellos.

Ella lo ignoró. Era lo mejor.

La verdad es que sí se sentía cansada. No quería lidiar con algo más ese día. O hacer algo de lo que se arrepentiría.

Cuando Piper se estacionó frente a su edificio en Willesden, Poppy murmuró una breve despedida y se marchó.

Sin embargo, Piper no se fue. Y unos segundos después, Jack también descendió del auto.

Poppy escuchó sus pasos sobre el asfalto, detrás de ella.

—¿Es cierto que lo dijiste?

Sus movimientos se congelaron, cuando estaba a medio camino de abrir la puerta, y lo miró sobre su hombro. No dijo nada. Sabía a qué se refería, pero tenía un nudo en la garganta.

—¿Me amas? —preguntó Jack, estudiando su rostro.

—¿No es obvio? —respondió ella, esbozando una sonrisa a medias.

Jack la observó en silencio. Las líneas tensas de su rostro se relajaron, pero su semblante se volvió abatido y sus ojos, tristes.

—¿Y crees que voy a lastimarte?

Poppy no respondió. Su corazón empezó a latir con fuerza.

—¿Crees que te engañaré y te romperé el corazón? —añadió él con amargura.

Jack dio un paso más cerca. Ella tragó saliva, escuchando sus latidos en los oídos.

No quería seguir discutiendo, pero parecía que Jack no quería ceder.

—Dime, Poppy, ¿eso es lo que piensas de mí?

Él lucía tan afectado y ella se sentía tan culpable, que no pudo evitar explotar de nuevo.

—¡Claro que no, pero sé que me romperás el corazón cuando me dejes porque no puedas vivir con la sombra de Gideon!

Sus palabras resonaron en medio de la calle, donde no había nadie más aparte de ellos.

Poppy tomó aire y las palabras salieron de ella sin pensar, sin poder detenerlas.

—Dijiste que no te importaba, pero sé que no es así. Lo sé porque fuiste a buscarlo. Y puedes creer que lo hiciste por mí, por todo lo que hizo, pero, en realidad, todo se trata de ti. Te enojaste, lo golpeaste y cediste a sus provocaciones porque no puedes lidiar con el hecho de lo que él significó para mí, incluso aunque te dije que todo estaba en el pasado.

Poppy se encogió de hombros.

—Admítelo de una vez, Jack. No estás de acuerdo con esto y siempre te molestará.

Jack apretó la mandíbula y sus ojos se oscurecieron.

—Tienes razón y, al mismo tiempo, te equivocas —refutó—. Sí, lo hice por ti, porque no merecías lo que él te hizo y se merecía que lo golpeara. Pero también tienes razón, me molesta porque te siento mía, Poppy. Desde el principio, fue como si necesitara estar cerca de ti porque conocías mi corazón, porque me sentía en calma contigo, porque era una persona mejor a tu lado. Pero ahora aparece él, en el momento más perfecto de mi felicidad, y cree que tiene algún derecho sobre ti. ¡Eso es lo que me enoja! ¿Cómo puedo sentirte mía cuando él dice que le perteneces?

—Lo que Gideon diga no importa.

—¡Claro que importa!

—¿Por qué? ¿Por tu ego? ¿Por qué estás celoso?

—¡Porque no quiero perderte!

Poppy se estremeció y las palabras titubearon en sus labios.

—Dices que yo rompería tu corazón al irme, ¿pero qué hay de mí? ¿Crees que saldría ileso de todo esto?

Sus miradas se desafiaron.

—¿Qué pasa si yo me quedo, y una mañana despiertas y te das cuenta de que todavía lo amas y no puedes seguir un día más sin él? ¿Qué pasará conmigo? ¿Tendré que aceptarlo y ver cómo te marchas?

»Esto no se trata de mi ego o de quién te tuvo antes. Esto se trata de que tú siempre estarás lanzando miradas disimuladas hacia mí, pensando en qué momento me iré, y yo estaré mirando sobre mi hombro, temiendo el día en que mis defectos se acumulen o ya no sea suficiente para ti. Y nos olvidaremos de ser felices y acabaremos haciendo nuestras vidas miserables hasta que este amor que sentimos se convierta en cenizas.

Una lágrima rodó por la mejilla de Poppy. Sus palabras sonaron tan reales, tan predictivas, que su pecho dolió.

—Me siento inseguro y frustrado, ¡y estoy completa y absolutamente aterrado!

—Yo también tengo miedo —admitió Poppy en un murmullo entrecortado.

—Lo sé —replicó Jack—. Tú no quieres que yo rompa tu corazón y yo no quiero que rompas el mío.

Poppy lo entendió. Su declaración sonó definitiva. No iba a lidiar con todo eso por ella.

Jack hizo una pausa que a Poppy le pareció un mal presagio.

—Creo que deberíamos tomarnos un tiempo.

Sus palabras fueron como un golpe en la cara y la lastimaron. Intentó buscar alguna señal en su rostro de que estuviera bromeando o luciera inseguro, pero, aunque su expresión era apesadumbrada, no parecía confundido.

Eso dolió aún más.

—Lo entiendo —dijo, tragándose sus sentimientos—. Si ninguno quiere sufrir, lo que sentimos no es suficiente para arriesgarnos. Así que quizás lo mejor sea que separemos nuestros caminos aquí. Simple. Ambos salimos ganando.

—Poppy...

Poppy negó, sin querer escuchar más. Sus dedos temblaban cuando abrió la puerta y entró en el dúplex. Ella lo dejó afuera, para que no pudiera ver cómo su rostro se llenaba de lágrimas.

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