Capítulo 25
Hana había dicho que Laurie había sido trasladada de urgencia al centro regional de ataques cardíacos del Hospital Hammersmith.
Poppy atravesó corriendo las puertas y se dirigió a la recepción. Escuchó a medias a la encargada antes de recorrer un pasillo que desembocó en una sala de espera. Poppy reconoció a Adam, sentado en una de las sillas. Su expresión era insondable y su mirada lucía desenfocada. Su corazón dio un vuelco.
—¡Adam!
Adam reconoció su presencia y se levantó. Poppy corrió hacia él y lo abrazó.
—¿Qué sucedió? —indagó Poppy, desesperada—. ¿Laurie está bien?
Él le acarició el rostro, intentando calmarla. El semblante de Adam recuperó su serenidad habitual y sus labios se suavizaron en una ligera sonrisa.
—Está bien, Poppy. Ya está estable. Está en observación.
Poppy titubeó, aún con el corazón apresurado.
—¿No va a morir?
Adam negó con la cabeza. Sus ojos le transmitieron un poco de paz e hicieron que Poppy dejara de contener el aliento.
—Pero ¿quién te dijo lo de Laurie? —inquirió Adam, cruzándose de brazos con una expresión de padre molesto—. Fue Hana, ¿verdad? Apenas pude hacer que se fuera a descansar. Ustedes los jóvenes se preocupan demasiado.
—Pero Adam... —Poppy arrugó la frente y le tembló el labio inferior—. ¿Laurie no tuvo un infarto?
—Sí —respondió.
—¿Entonces cómo puedes decirme que no me preocupe? —se quejó—. ¿Cómo puedes estar tan calmado?
—Porque alguien tiene que estarlo. Ser un faro de luz, apacible y sólido. Además, sabes que Laurie estaría molesta de ver a todos tan afligidos. Y... estaría en desacuerdo de que te pusieras en peligro conduciendo sola en la madrugada.
—Yo... yo no conduje —se defendió de inmediato—. ¡Si sigo temblando!
Adam irguió una ceja muy despacio, como si no creyera en sus palabras. Sin embargo, Jack escogió ese momento para hacer su entrada. Adam advirtió su presencia y cuestionó a Poppy con la mirada. Sin escapatoria, ella no tuvo más opción que presentarlos.
—Te he visto en televisión —dijo Adam.
—No soy el hombre del clima —apuntó Jack con una débil mueca.
Adam rio, negando con la cabeza.
—Me gusta la Fórmula 1. Te vi hace varios meses ganar el Gran Premio de Dubai —explicó—. Además, tu padre fue uno de los mejores ingenieros de F1. Fue muy lamentable saber que había muerto.
Poppy escrutó a Jack, buscando alguna reacción ante la mención de su padre. Sin embargo, Jack mostró una sonrisa trémula.
—Adam, ¿qué sucedió? —intervino Poppy, aún intranquila—. Sé que Laurie seguía un tratamiento continuo por su hipertensión y tomaba medicinas, pero ella estaba bien cuando dejé el refugio. Iban a reunirse con Dan Morton para...
Antes de terminar sus palabras, Poppy tuvo una corazonada. Frunció el ceño y su pulso volvió a alterarse, pero esta vez por una razón muy diferente al miedo.
—¿Qué sucedió con Dan Morton? ¿Firmaron el contrato?
Adam soltó un suspiro y negó con la cabeza.
—Me temo que no. En el último momento, nos pidió más dinero.
—¿Más dinero? —Poppy estaba furiosa—. ¡Pero teníamos un trato!
—Ahora sabemos que Morton no es un hombre de palabra —dijo afligido—. Está exigiendo una cantidad exorbitante por la propiedad. Laurie no tomó bien la noticia.
Sus palabras fueron como una espina en el pecho de Poppy. No solo por la realidad del refugio o porque todo era culpa de un hombre ambicioso y sin escrúpulos como Dan Morton, sino porque le dolía pensar en la impotencia o en el miedo que Laurie debió de haber sentido en ese momento.
—A este paso, perderemos el refugio —continuó Adam, cabizbajo, y su semblante reflejaba cansancio por primera vez.
Poppy temió lo peor, pero se mantuvo firme, dando esperanza en ese momento tan oscuro. Adam lo había dicho: alguien debía ser un faro de luz.
—¡Claro que no! —afirmó Poppy con convicción—. Encontraremos una forma de solucionarlo.
—Pero, Poppy..., ya hemos hecho todo lo que podíamos y...
Ella negó con vehemencia y buscó sus manos para darles un apretón de consuelo.
—No te preocupes. Debes concentrarte en Laurie y en ayudarla a recuperarse. Ambos deben confiar en nosotros y cuidarse para no enfermar —aseguró, y su voz se cortó un poco al final—. Todavía hay muchos animales que los necesitan.
Poppy sonrió.
—Me haré cargo mientras no estén. Haré mi mejor esfuerzo, lo prometo. No voy a dejar que nadie nos arrebate nuestro hogar. Encontraré la solución. Ustedes ya han luchado suficiente, ahora es nuestro turno.
Adam apretó a Poppy en un fuerte abrazo que ella correspondió con el mismo cariño.
Ambos siguieron hablando por un rato más hasta que Poppy se excusó para ir al baño. Entonces salió de la sala de espera y se detuvo en el pasillo, apoyando la espalda contra la pared.
«¿Qué voy a hacer ahora?»
Poppy no necesitaba ir al baño, solo necesitaba un segundo para pensar y asimilar todo. Sus pensamientos eran un torbellino que giraba en torno a Laurie, el refugio y, lo que era aún peor, en Gideon. Sus emociones tampoco ayudaban; le era difícil tomar el control. Se sentía confundida, asustada, preocupada, enojada...
Se sentía perdida, igual que la última vez que se había fallado a sí misma.
—¿Poppy?
Cuando alzó la mirada, Jack estaba a un par de pasos, mirándola en silencio. Su rostro era inescrutable, pero sus ojos azules eran intensos. Con todos sus pensamientos y emociones, casi se había olvidado de él.
¿Por qué no se iba? ¿Qué estaba esperando?
Su silencio estaba poniéndola nerviosa, así que Poppy dijo lo primero que pensó.
—Se hace tarde, será mejor que te vayas. Lamento no poder llevarte a casa —añadió exhausta.
Ella no había esperado que esta noche terminara así. Habían sido muchas sorpresas, pero esperaba que él pudiera entenderlo.
—Está bien.
Poppy asintió y bajó el rostro, esperando que se alejara.
—Puedo quedarme, si quieres —agregó, sorprendiéndola.
¿Quería que se quedara? Por supuesto que sí.
Poppy quería acercarse y enterrar el rostro en su pecho mientras él la abrazaba con fuerza. Sin embargo, dudó. Jack ya la había ayudado conduciendo su auto hacia allí mientras ella estaba en medio de una crisis nerviosa. No quería ser la chica con problemas que se interponía en su camino. Además, se sentía avergonzada de que hubiera presenciado aquella escena con Gideon.
—Estaré bien sola —respondió con una sonrisa—. Puedes ir a descansar.
Jack podría haber escondido su decepción —era el maestro del semblante inescrutable—, pero no lo hizo, y Poppy se sintió culpable y aún más avergonzada. Su expresión titubeó por un segundo, pero luego recuperó su desinterés habitual. Y, al igual que en sus primeros encuentros, se marchó sin despedirse.
Poppy lo vio marcharse, con un sentimiento agridulce en el vientre. Se quedó sola en el pasillo mientras sentía que su vida, tan frágil y fugaz, se resquebrajaba poco a poco sin que ella pudiera hacer algo para evitarlo.
El sonido de su celular despertó a Poppy.
Se había quedado dormida en un sillón de la sala de espera, envuelta en la chaqueta de Jack que había olvidado devolverle.
Todavía soñolienta, Poppy notó varias cosas: Adam no estaba a su lado, había otras personas dispersas por la sala y su celular no dejaba de sonar.
—¿Hana? —respondió.
Su mejor amiga habló muy rápido, pero Poppy entendió lo suficiente y casi estuvo agradecida de estar en un centro especializado de ataques cardíacos porque sentía que le daría uno.
Cerró la llamada y se dirigió hacia el Beetle. Por suerte, el Hospital Hammersmith no estaba lejos del refugio e hizo el trayecto en menos de diez minutos.
Como Hana había dicho, Dan Morton estaba allí. Su secretario nervioso estaba a su lado junto con otro grupo de hombres que le recordaban a guardias de seguridad. Mientras tanto, su amiga, el resto de los colaboradores y un par de voluntarios estaban bloqueando la entrada.
—¡¿Qué cree que está haciendo?! —Poppy se interpuso entre los bandos.
Su reclamo iba directo a Dan Morton. Él clavó la mirada en ella al reconocerla.
—¡Oh, pero si es la mártir de los animales! —se burló con desprecio—. Ahora también estás invadiendo mi propiedad.
—¿Invadiendo su propiedad? —soltó Poppy indignada. Su respiración se agitó, la sangre subió a su cabeza y sus manos se convirtieron en puños apretados—. ¡El refugio es nuestro! ¡No tiene ningún derecho aquí!
—¡Tengo derecho porque esta propiedad está a la venta! —sentenció—. ¡Ustedes no la compraron, así que he venido a desalojarlos!
Poppy lo miró boquiabierta, desconcertada por su descaro.
—Si no se marchan, voy a llamar a la policía. ¡Están invadiendo mi propiedad!
—¡Llámelos y lo acusaremos de alteración en la vía pública! —declaró Poppy.
En medio de la discusión y los gritos de ambos lados, los colaboradores que estaban intentando proteger la entrada, los transeúntes que estaban deteniéndose a curiosear y los vecinos que salían de sus casas y locales ante el alboroto, nadie percibió a los recién llegados.
—¡Es suficiente!
Todo se quedó en silencio.
Poppy giró el rostro y reconoció a la mujer que había visto con Jack la noche anterior en Zuma. Junto a ella había un hombre vestido de negro, que lucía como un guardaespaldas. Detrás de ella, estaba otra mujer, más bajita, también elegante y con aspecto perspicaz. Sin embargo, lo que más le sorprendió fue que Jack estaba allí.
Ella frunció el ceño.
—Minka —dijo Morton, mirando a la mujer.
Un recuerdo iluminó su mente. Jack había dicho que Minka era la media hermana menor de Dan. Sin embargo, Poppy apenas podía encontrar similitudes entre ellos. No solo eran físicamente distintos, sino que sus auras eran diferentes. Y parecían repelerse. Mientras que Dan Morton tenía un aire de crueldad y desprecio, Minka Morton tenía un aura intelectual, serena pero tenaz.
—¿Qué haces aquí? —inquirió Morton en voz baja y controlada.
Minka se detuvo frente a él. Con sus tacones, incluso era más alta que el hombre y más delicada y refinada.
—¿Creíste que no me enteraría de que estás intentando vender las propiedades de mi padre?
—También era mi padre.
—Pero me dejó las propiedades a mí. Yo controlo lo que sucede con cada una.
Ambos se desafiaron con la mirada y el ambiente se volvió aún más tenso. Todos estaban atentos. Poppy apenas respiraba y no quería perderse ni un segundo de esa conversación.
¿Acaso ella sí estaba de su lado?
—Entonces, ¿qué? ¿Vas a regalarles esta propiedad? —replicó—. Podemos conseguir mucho dinero con este lugar.
Ella negó con la cabeza.
—Ya que me enteré de que tenías especial interés en vender esta propiedad, decidí hacerlo por ti.
—¿La vendiste? —Morton titubeó por un segundo, pero se recuperó rápidamente—. Entonces un porcentaje de la venta me corresponde.
Una sonrisa creció en los labios de Minka con satisfacción.
—Por supuesto. Aquí está tu parte —dijo, ofreciéndole un billete de diez libras a su secretario.
—No juegues conmigo —replicó Dan al observar su ofrenda.
Minka mostró una expresión tan inocente que Poppy estuvo a punto de reírse.
—No lo hago. Como estabas desesperado, vendí la propiedad por veinte libras. ¿No estás satisfecho?
El rostro de Morton se volvió colérico. Una vena le palpitó en la sien mientras sus ojos se oscurecían.
—¡Está bien! —soltó Minka, dándole otro billete de diez libras—. Tómalo todo. Seguro lo necesitas más que yo.
—¡Estás mintiendo, maldita víbora! —la acusó Morton—. ¡Nadie te pudo comprar la propiedad tan pronto!
La mayoría contuvo el aliento ante su tono agresivo, pero Minka no se inmutó en absoluto. Al contrario, parecía aburrida.
—Claro que sí. Los dueños actuales, a través de su nuevo benefactor —respondió.
«¿Nuevo benefactor?», pensó Poppy. ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Adam y Laurie sabían de esto?
—Hice lo que tenía que hacer —sentenció la mujer, sosteniendo la mirada iracunda de su medio hermano—. Ya tienes tu dinero. Si no me crees, es tu maldito problema.
—Si crees que voy a aceptar esto...
Morton dio un paso más cerca y se detuvo. Poppy se preguntó si se atrevería a golpearla. Lo creía muy capaz. Pero de nuevo, Minka apenas demostró interés en él.
—Si quieres discutirlo, ¿por qué no vamos a la oficina y hablamos con los socios y sus abogados? —replicó enfática—. Tengo mis cuentas claras, no escondo nada. ¿Y tú?
Había una amenaza escondida en sus palabras, Poppy la reconoció. Morton también debió haberlo hecho porque su rostro se descompuso y su actitud peligrosa se desinfló. Humillado, evitó las miradas, se abrió paso con insultos entre las personas y subió a su auto para huir.
Poppy mentiría si dijera que no sintió un poco de satisfacción al verlo derrotado. Había recibido su merecido por intentar estafarlos. Esperaba que esa fuera la última vez que supieran de él.
En ese momento, Minka se volvió hacia ellos, cuidando la entrada. Su mirada verde se desplazó sobre las caras de todos los colaboradores hasta detenerse sobre Poppy.
—Lamento este inconveniente. Me encargaré de Dan —dijo con una ligera sonrisa—. Mientras tanto, estoy segura de que Jackson podrá aclarar esta situación.
Sin decir más, inclinó la cabeza en señal de despedida y se marchó junto a su guardaespaldas.
Y así como así, el enfrentamiento había terminado.
Poppy compartió una mirada incrédula con Hana. Esa escena había sido inesperada y les dejaba muchas preguntas sin responder. No solo a ellas, sino a todos. Quizás por eso sus ojos se posaron sobre Jack.
Al volverse el centro de atención, él evitó la mirada de Poppy y se aclaró la garganta antes de dirigirse al grupo de personas, que ya estaban murmurando entre sí.
—Para los que no me conocen, soy Jackson Foster y soy el nuevo benefactor del refugio Eve Carter —declaró.
Todos lo miraron boquiabiertos, incluso Poppy.
—Ahora que se resolvió el tema de la propiedad, me uniré a su causa para apoyarlos —continuó él. Luego señaló a la mujer bajita a su lado—. Ella es Piper, mi relacionista pública, quien podrá responder cualquier pregunta que tengan sobre el plan de acciones que queremos implementar para ayudar a más animales sin hogar.
Poppy estaba segura de que su semblante debía de verse aún más desconcertado después de ese discurso. Sin esperar otro segundo, caminó hacia Jack, aferró su brazo y lo condujo hacia el interior de la tienda de mascotas, bajo las miradas curiosas.
—¿Puedes explicarme qué está ocurriendo?
¿Acaso seguía en el hospital y todo esto era un sueño? ¿O acaso había ido a un universo paralelo sin darse cuenta?
—¿A qué te refieres? —cuestionó Jack—. Creí que había sido claro. Soy el nuevo benefactor del refugio.
Poppy pestañeó varias veces y aquellas palabras se repitieron en su cabeza.
—¿Por qué? No entiendo nada. ¿Acaso compraste el refugio? —Ella negó con la cabeza—. Laurie y Adam son los dueños...
Jack asintió, dándole la razón, y Poppy se sintió aún más perdida.
—Voy a comenzar por el principio —dijo Jack con un suave suspiro—. Hace unas noches estaba en un club de caballeros y escuché un rumor de que Dan Morton iba a subir el precio de las propiedades que estaba vendiendo. No estaba seguro de si el refugio era una de estas, así que decidí reunirme con Minka Morton. Sabía que no era como su medio hermano, por eso quería aclarar todo este asunto.
»Minka había escuchado sobre las deudas de Dan y tenía la sospecha de que llevaba negocios a espaldas de ella. Al darse cuenta de que trataba de estafar con las propiedades de su padre, se enojó, mucho más cuando mencioné al refugio. Ella me aseguró que no le importaba donar la propiedad y hacerlo legal. Las propiedades fueron heredadas a ella, pero un pequeño porcentaje le pertenece a Dan, si es que llegan a venderse. Como él estaba desesperado por dinero y parecía empecinado con esta propiedad, Minka accedió a venderla para darle una lección.
»Ella planeaba reunirse pronto con Laurie y Adam para sellar un acuerdo de poco dinero. Sin embargo, ninguno de los dos estábamos al tanto de que la negociación con Dan ya había ocurrido. No lo supe hasta que te acompañé al hospital. Y si hubiera sabido que algo así sucedería, te habría contado todo antes.
—No fue tu culpa —afirmó Poppy.
Jack negó.
—Aun así, me sentí responsable. Llamé a Minka al amanecer y le conté lo que había sucedido. Luego fuimos al hospital y hablamos con Adam.
Poppy estaba escuchándolo, pero todo le parecía un sueño.
—Entonces... ¿él sí sabe de esto?
—Por supuesto. Le pedí permiso para volverme benefactor y comprar el refugio a su nombre. Aunque Minka solo pidió veinte libras para fastidiar a Dan. Estoy seguro de que Adam planeaba contarles la buena noticia hoy, pero no contábamos con que Dan decidiera armar un escándalo tan pronto. Al menos ya se terminó y no tendrán que irse de aquí jamás.
Poppy guardó silencio, meditando sus palabras. Él no solo había respondido sus preguntas, sino que había confirmado sus esperanzas. El refugio estaba a salvo, Dan Morton había recibido su merecido y Laurie y Adam ya no tendrían que preocuparse. Sin embargo, todavía había algo que necesitaba saber.
—¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué nos ayudaste?
Jack encontró su mirada. Un músculo tembló en su mandíbula, pero luego se relajó y un brillo iluminó sus ojos.
—Lo hice por ti —contestó con una sonrisa que Poppy conocía bien.
Aunque su corazón se aceleró, se cruzó de brazos y mantuvo su mirada firme. Él había intentado manipularla antes con esa sonrisa y, no solo eso, siempre ocultaba algo.
—No me mientas —pidió enérgica—. ¿Por qué volverte benefactor? ¿Por qué está aquí tu relacionista pública?
Su sonrisa titubeó.
—Cuando escuché que Dan Morton tenía otro plan, pensé en ti. En parte fue por ti, para devolverte el favor —dijo, dando un paso más cerca—. Sin embargo, también lo hice por mí.
»Después del último escándalo, algunas marcas importantes amenazaron con quitarme su auspicio o sacarme de sus campañas de publicidad. Piper dijo que tenía que limpiar mi imagen haciendo labor social u obras de caridad.
Poppy se tensó.
—Cuando le conté a Piper de la situación del refugio, coincidió en que sería una buena táctica para mejorar mi reputación. Necesito salvar mi carrera. Adam lo sabe. Me confrontó y le dije la verdad —admitió.
Ella desvió la mirada, experimentando sentimientos contradictorios. Por un lado, se sentía aliviada de que hubiera dicho la verdad. Poppy no podía tolerar una mentira; menos de él, en quien había elegido confiar. Sin embargo, también se sentía... decepcionada.
—No sé si estoy de acuerdo con esto —dijo, sin poder alejar la sensación de que él estaba utilizando el refugio y su apoyo no era desinteresado.
En lugar de molestarse, Jack le mostró una sonrisa resignada.
—Lo imaginaba. Y está bien. Intentaré retribuirles todo. Además, recuerda que no soy el tipo de héroe que rescata animales de los incendios. Siempre tendré un interés velado.
Poppy tragó saliva y corrió el rostro, posando su mirada sobre una hilera de camas para mascotas.
—Aun así, te agradezco por toda tu ayuda —murmuró.
De pronto, se sentía conmovida. El peso que había experimentado en su pecho mientras estaba sola en el hospital se sentía muy ligero ahora. Su desesperanza poco a poco se convertía en paz.
Jack le acarició el cabello y Poppy estuvo a punto de apoyarse contra él, pero Hana escogió ese instante para entrar en la tienda. Intercambió una mirada entre ellos mientras sostenía un cachorro en sus brazos.
—Poppy, acaba de llegar la prensa —anunció.
Poppy buscó la mirada de Jack y él sonrió.
—Justo a tiempo.
Él le quitó el cachorro a Hana y lo acomodó en sus brazos antes de dejar la tienda. Su amiga arqueó una ceja, curiosa, y Poppy negó con la cabeza. Después respondería sus preguntas.
Ambas siguieron sus pasos y vieron a Jack frente a la cámara, hablando y sonriendo a la periodista. Ella, al igual que todas las mujeres a su alrededor, también sonreía con ojos luminosos.
Poppy frunció el ceño.
—Así que él es el famoso Jackson Foster... —murmuró Hana con una sonrisa divertida—. Al menos lucirá bien en la televisión.
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