Capítulo 22

Dos semanas después de su escapada a Escocia y de los inesperados eventos relacionados con Jack, Poppy sentía que su vida recuperaba su curso normal.

Bueno, ni tanto, porque muchas cosas habían cambiado.

En primer lugar, al siguiente día de su regreso, Jodie había dado a luz a sus mellizos. Poppy había acompañado a su abuela al hospital y había quedado enternecida por la belleza y ternura de Faith y Hanzel. Eran dos bebés adorables.

En segundo lugar, habían conseguido recaudar suficiente dinero para salvar el refugio. No había sido fácil. Si fuera por Jack, hubieran terminado la recaudación apenas ella regresó de Escocia, pero Poppy se había rehusado a aceptar su dinero. En cambio, se había esforzado hasta el cansancio, participando en las actividades programadas para la recaudación.

Además, a una semana de cumplirse el plazo de compra, cuando habían pensado que no lograrían la meta, el refugio había registrado varías donaciones anónimas de bancos escoceses. Poppy casi podría apostar que Quinn y Avery debieron de haber estado detrás de aquello.

Al final, lo importante era que habían alcanzado la meta. Entre todo el equipo y la buena voluntad de la comunidad iban a poder continuar protegiendo a aquellos que más los necesitaban. Solo faltaba que Laurie cerrara el trato y la propiedad sería de ellos.

Y, en tercer lugar, Poppy no había visto a Jack en todo ese tiempo. Era un cambio muy significativo porque, dos semanas atrás, él aparecía en su camino casi por arte de magia. Su último encuentro había sido fuera de su departamento en Mayfair. Poppy había conducido el Beetle hasta allí en un silencio inquietante y había esperado una despedida rápida, pero Jack había mencionado el tema del pago, lo que había desencadenado una sus clásicas discusiones en las que solo les había faltado gruñir como perros.

Ella no quería su dinero. O, mejor dicho, en algún momento había dejado de quererlo. De cierta forma, luego de todo lo que había sucedido entre ellos, se sentía incorrecto recibir un pago. Nada de lo que había hecho había sido por interés; es más, se había olvidado de ese detalle. Poppy había intentado hacerle entender sus razones, pero Jack había insistido y había encontrado una forma de hacerle llegar el dinero a través de un cheque.

Poppy aún lo tenía guardado en su mesita de noche. No pensaba cobrarlo, y él debía saberlo. Quizás estaba molesto por eso. O quizás estaba poniendo distancia entre ellos luego de su confesión. Poppy esperaba que le fuera mejor con eso último porque a ella aún no le funcionaba ningún intento de dejarlo fuera de su mente.

Si bien había dejado de aparecer en su rutina, Jack se había vuelto como su fantasma personal. Se había colado en sus recuerdos, en sus pensamientos y, hacía un par de días, en sus sueños, cuando era más vulnerable y sensible.

Y Poppy lo odiaba porque interrumpía su pacifico descanso con su actitud descaradamente seductora y sin prenda alguna. Esos eran los peores sueños, porque la dejaban sin aliento, inquieta, y con el cuerpo despierto y adolorido por la necesidad.

Así que, entre los sueños sensuales y los recuerdos, Poppy sentía que a veces estaba enloqueciendo. Tal vez por eso se agotaba con el trabajo en el refugio.

Poppy soltó un suave suspiro y continuó barriendo el patio. Ya estaba atardeciendo, así que el horario de los paseos al aire libre había concluido. Tanto los cuidadores como los animales estaban dentro, seguramente preparándose para la cena. Bobby era el único can suelto, que insistía en seguir a Poppy con un recogedor de mano en el hocico mientras ella hacía su tarea.

—Ve a dormir—lo riñó por tercera ocasión—. Tu pata no sanará si te cansas.

Era una mentira, por supuesto. Su pata ya había sanado y su cojera no empeoraría, pero Poppy no quería que se agotara. Sabía que a veces le costaba mantener el ritmo.

Bobby dejó el recogedor a sus pies y se alejó trotando para esconderse detrás del árbol ubicado en el centro del patio. Poppy rio cuando lo vio espiandola desde allí. Bobby era un perro muy grande como para ocultarse detrás de un tronco fino, pero su ingenio le parecía gracioso.

Poppy terminó de barrer y recogió los juguetes que estaban esparcidos por el patio. Bobby salió de su escondite y la ayudó, recogiendo un par de pelotas para llevarlas al canasto de los juguetes. Poppy le acarició las orejas y se despidió de él, luego de dejarlo en su estación de descanso, y se dirigió al ala médica, en busca de Hana.

Su mejor amiga estaba sola, sentada detrás de su escritorio, hablando por teléfono. Poppy intuyó de qué iba el asunto porque Hana tenía una expresión agobiada y su voz sonaba una tonada más alto de lo habitual.

—¡Elite Pet Care está demente si cree que le vamos a pagar la cantidad de dinero que están pidiendo! —soltó Hana, indignada, al cortar la llamada.

—¿Es por las prótesis?

Su amiga asintió con una mueca y Poppy se mordió los labios. Podía entender la frustración de Hana. Algunos animales que estaban bajo su cuidado habían perdido algún miembro y necesitaban una prótesis para terminar su rehabilitación y poder ingresar en las listas de adopción.

No era que Laurie o Adam discriminaran a los animales y prohibieran incluirlos en un plan de adopción. Al contrario, era una medida para proteger a los animales de la realidad: las personas no adoptan a animales con complicaciones como primera opción.

Ellos habían tenido muchos casos de personas prejuiciosas que se negaban a adoptar a una mascota por su falta de pedigrí o porque los consideraban «defectuosos» o «muy traumatizados». A Poppy la indignaban ese tipo de personas y encontraba sus conductas reprobables porque consideraba que todos los animales merecían una nueva oportunidad. Defectuosa era la mente de esas personas que no comprendían que los animales eran inocentes de sus heridas y que, por el contrario, eran guerreros y sobrevivientes.

Sin embargo, no todo estaba perdido. También había personas que veían con su corazón y no con sus ojos y acudían al refugio para adoptar a aquel nuevo amigo que les robara el corazón, sin importar sus heridas o sus traumas. Muchos nuevos dueños se hacían cargo por sí mismos de las prótesis necesarias; pero otros, a pesar de sus buenas intenciones, no podían permitírselo.

Por ello, para que los animales no tuvieran que sentir dolor y pudieran llevar vidas tranquilas y felices, Laurie y Adam habían propuesto que el refugio se encargara de conseguir la mayor cantidad de prótesis posible. Además, de esa forma, todos los animales tendrían la misma oportunidad de ser adoptados.

Hana soltó un lento suspiro.

—Si tan solo Fusion Paws accediera a hablar conmigo...

—¿Aún no te han respondido? —preguntó Poppy con tristeza.

—Me respondieron, pero solo para decirme que están copados por el resto del año y no pueden aceptar más pedidos —añadió Hana con tono resignado.

Para Poppy no era una sorpresa. Fusion Paws había empezado como una empresa familiar pequeña, pero gracias a su visión innovadora, había crecido rápidamente hasta convertirse en una de las empresas más cotizadas de prótesis para animales. Su reconocimiento no solo provenía de que sus prótesis eran de alta calidad, sino que eran menos caras al reducir los gastos de materiales costosos y reemplazandolos por tecnología de impresiones en 3D.

—Elite Pet Care solo está intentando sacar provecho de nosotros por nuestra situación actual —dijo Hana, frunciendo el ceño con enojo—. Además, desde que cambiaron de socios siento que solo les importa el dinero. No nos tienen consideración, ni siquiera porque hemos sido clientes por años.

Poppy asintió, considerando la situación.

—Esta noche se cierra el trato para la venta del refugio. Puede que Laurie y Adam lleguen a un mejor acuerdo y conservemos un poco de dinero para cotizar un par de prótesis con otra empresa.

—Cruzaré los dedos —sentenció Hana con una sonrisa algo cansada.

Poppy le mostró una sonrisa de ánimo y rodeó el escritorio para acercarse y atraparla en un fuerte abrazo.

—Esto es justo lo que necesitaba —murmuró su amiga, regresándole el abrazo.

Ambas rieron y platicaron de cosas triviales como el refugio, los bebés de Jodie y la familia de Hana. En las últimas semanas, habían estado tan ocupadas que no habían tenido tiempo para ponerse al día o tener una plática de chicas.

Hana estaba contándole de una cena que había tenido con Yves cuando se detuvo abruptamente y le dirigió una mirada suspicaz a Poppy, como si acabara de recordar algo importante.

—Nunca me contaste qué sucedió el fin de semana de la boda...

Poppy, que había estado archivando unas fichas médicas, se detuvo.

—Es que... hemos estado... ocupadas —tartamudeó, y se maldijo mentalmente.

Había evitado ese tema de forma adrede, pero si se comportaba de forma sospechosa, solo provocaría que Hana...

—Pero ahora tenemos tiempo. Puedes contarme todo.

... dijera eso.

Poppy se mordió los labios mientras Hana se cruzaba de brazos y buscaba una posición cómoda en la silla. Sin escapatoria, empezó a contarle los detalles más relevantes. Habló sobre el castillo, sobre la familia Foster, sobre la ceremonia... Pero de forma consciente, dejó afuera cualquier mención de Jack.

—¿Y qué hay del tipo que te contrató? ¿Jackson Foster? —inquirió Hana, como si hubiera detectado su engaño.

Poppy tragó con fuerza.

—¿Qué hay con él?

—Ustedes no se llevaban bien y estaba convencida de que terminarían matándose el uno al otro. Quiero saber qué sucedió. ¿Se comportó como un idiota todo el tiempo? ¿Siguen siendo enemigos? ¿Lograron llevarse mejor?

Poppy se sintió en medio de un interrogatorio. La mirada escrutadora de Hana la ponía más nerviosa que si se estuviera sometiendo a un interrogatorio policial.

—Pues... él no fue un idiota todo el tiempo —contestó, y recordó algo importante que había omitido—. De hecho, ocurrió algo relacionado con Savone...

Hana frunció el ceño y se irguió en la silla. Por su expresión alerta, Poppy intuyó que su amiga estaba a punto de llenarla de preguntas, así que se apresuró a relatar el suceso de aquella noche.

—¡Es que no te lo puedo creer! —espetó Hana, indignada—. Después de todo este tiempo, me cuesta creer que la gente te siga recriminando por el pasado. Si hubiera estado allí, le habría lanzado agua en la cara o la habría abofeteado al estilo de una novela coreana.

Poppy esbozó una sonrisa ante el ímpetu en la voz de su amiga. Realmente hablaba en serio.

—Jack no se comportó como un idiota al saberlo —continuó Poppy, recordando la plática en la habitación y cómo había sido tan honesta con él—. De hecho, fue muy agradable y me apoyó. Su familia también fue muy amable y cariñosa.

Hana sonrió, alentándola a seguir.

—Luego él y su familia también tuvieron ciertos conflictos y sentí que debía darle mi apoyo, me pareció que era lo correcto. Además, descubrí una nueva faceta de él que no conocía y me contó secretos de su pasado que espero que le duelan menos ahora que los compartió con alguien.

Poppy realmente esperaba que hablar con alguien hubiera aligerado un poco el peso en su corazón.

—Entonces debo intuir que ya no son enemigos jurados —sugirió Hana.

—No éramos enemigos jurados —se quejó Poppy.

—Le arrojaste una pelota en la cabeza.

—Eso fue porque me insultó y se lo merecía.

Hana lanzó una suave risa y se encogió de hombros.

—De cualquier forma, ya no importa. Ahora es parte de tu pasado.

Poppy no estaba segura de qué expresión se revelaba en su rostro porque eso provocó una alarma en Hana.

—¿Poppy? —dijo con recelo—. Ya es parte de tu pasado, ¿verdad?

—Por supuesto —contestó, pero su voz sonó ahogada.

Hana entrecerró los ojos.

—¿Pasó algo más que no me has contado?

—¿Algo como qué?

Hana se cruzó de brazos con una expresión instigadora.

—¿Ocurrió algo entre ustedes?

Poppy separó los labios para responder y...

—Pero antes de responder, recuerda que soy tu única amiga en el mundo y haría lo impensable para descubrir la verdad —añadió.

... volvió a cerrarlos para callar.

«Por la amistad», pensó. «Los amigos no se guardan secretos».

Suspiró.

—Nos besamos —confesó.

Hana abrió la boca con sorpresa.

—Y dormimos juntos.

Su boca se amplió aún más.

—Y después dijo que yo le gustaba.

Hana tenía tal expresión perpleja en su rostro que Poppy rio nerviosa.

—¡POPPY SINCLAIR! ¡Eres una pequeña y escurridiza mentirosa! —la acusó su amiga sin reparos.

—¡No mentí! —se defendió, sin dejar de reírse.

—¿Te parece gracioso? —exigió, frunciendo el ceño—. Porque a mí no. ¿Acaso no pensabas decirme algo tan importante?

—Esperaba el mejor momento para hacerlo.

—Ya deja de mentir y cuéntame todos los detalles. Y me refiero a todos los detalles incluyendo el sexo —insistió—. Porque, si no, haré que mis ancestros le lancen una maldición a tu familia.

La idea de lidiar con otra maldición familiar cuando se habían librado de una inquietó a Poppy, así que no tuvo más opción que ceder a la petición de su mejor amiga. Reveló todos los detalles que había omitido y, cuando terminó, Hana parecía una adolescente emocionada. Había hiperventilado en las partes más tensas, contagiando a Poppy con su sonrisa.

—Me alegra verte así de nuevo —dijo su amiga cuando su respiración se calmó—. Extrañaba esto.

—¿De qué hablas? —aventuró Poppy.

—Escucharte hablar sobre alguien.

Poppy frunció el ceño.

—He salido con otros hombres antes.

Hana negó con la cabeza y soltó un suspiro resignado.

—Poppy, luego de Gideon, dejaste de preocuparte por encontrar a alguien. Y sí, has hablado antes de otros hombres, pero no de esta forma.

Su corazón se aceleró, no solo por su declaración, sino por la mención de su alma gemela.

—¿Qué forma?

—Como si él te importara —respondió con una sonrisa tierna.

Poppy enmudeció, pero su amiga no dejó de escudriñar su rostro.

—Además, intentaste ocultarme esto, lo que me hace pensar que lo que sucedió entre Jack y tú es más importante para ti de lo quieres admitir —agregó convencida, provocándole a Poppy una mueca. Hana sonrió—. Lo sé. No te gusta que te diga la verdad, pero... ¿Has pensado qué harás al respecto?

Poppy negó, admitiendo su confusión e incertidumbre con respecto a la situación.

—Decidimos quedar como amigos. Aunque ahora lo único que quiero es sacarlo de mis sueños.

Hana esbozó una lenta sonrisa pícara.

—Si ya estás en la etapa de los sueños húmedos, ¿por qué no darle una oportunidad? —curioseó.

Poppy casi se atragantó y cubrió su rubor con una tos.

—Estás pasando mucho tiempo con Haru, ¿verdad? Solo tu hermano puede ser tan directo.

Hana puso los ojos en blanco y se levantó de su silla para acercarse a su amiga.

—Llevas mucho tiempo sin una relación formal. ¿Por qué no él? —cuestionó, a lo que Poppy guardó silencio—. ¿Es por su reputación? ¿O es por Gideon?

De nuevo, al escuchar su nombre, Poppy sintió una presión en el pecho que se esforzó por ignorar.

—Es por mí —aseguró sin chistar—. No estoy segura de si es el mejor momento. Con tantas cosas sucediendo en el refugio, necesito estar enfocada en mi trabajo.

Era una excusa barata, Poppy lo sabía, pero era la única razón en la que podía pensar mientras lidiaba con las inesperadas emociones que Jackson Foster le provocaba.

Por su lado, Hana no intentó ocultar su decepción ante su postura, pero tampoco siguió presionándola. Poppy se sintió agradecida por eso.

—Sabes que te apoyo y no te juzgaré por la decisión que tomes, pero tengo una buena corazonada, y eso que aún no lo conozco. —Hana le apretó la mano de forma confortante—. Si él va en serio, deberías considerarlo. Después de todo este tiempo, mereces una nueva oportunidad; alguien que te quiera y permanezca a tu lado.

De pronto, Poppy sintió un nudo en la garganta que no la dejó hablar y que también le hacía difícil respirar. Pensar en darse una nueva oportunidad en el amor le producía temor y ansiedad, pero pensar en el pasado le generaba dolor.

La alarma de su celular resonó en medio del silencio. Poppy acalló el móvil y se preparó para partir.

—Creí que no trabajarías hoy —dijo Hana con una débil mueca—. Pensé que podríamos ir a comer para celebrar la victoria del refugio.

—Lo siento. No tenía planeado trabajar hoy, pero Lily me pidió que la reemplace en su turno de la noche en Zuma. Tiene examen en la universidad. No podía decirle que no. Además, Laurie aún no ha concretado la venta.

—Pero es casi un hecho, tenemos el dinero. ¿Qué podría salir mal?

Poppy se mordió los labios. Considerando su encuentro pasado con Dan Morton y su naturaleza vil y cruel, muchas cosas podrían salir mal. Sin embargo, se guardó sus dudas para no preocupar a su amiga; ya tenía suficiente con el tema de las prótesis.

Se despidió de Hana antes de abandonar el ala médica y pasó por su casillero para recoger su bolso. Saludó a los colaboradores que se encontró en su camino y traspasó la entrada. Estaba a punto de subirse al Beetle cuando un auto negro muy elegante se detuvo frente al refugio. Dan Morton y su secretario bajaron de allí.

Poppy apretó la mandíbula y sus ojos se encontraron por breves segundos. Sintió que un estremecimiento se le deslizaba por la espalda, pero ninguna emoción se evidenció en su rostro. Apenas reaccionó. Sus hombros se tensaron, pero mantuvo la calma. Él desvió el rostro, luego de lanzarle una mirada de desdén, y avanzó.

Laurie y Adam estaban esperándolo en la entrada. Ambos lucían semblantes inquietos, con líneas profundas de preocupación. Poppy sintió una oleada de ternura hacia la pareja y quiso ir con ellos, quedarse y protegerlos de Dan Morton, como se había protegido en aquel encuentro del que nunca había compartido con nadie, además de Jack, por obvias razones. Sin embargo, ella sabía que tenía otras responsabilidades. Tenía un trabajo que cumplir. Y, aunque no quisiera aceptarlo, seguramente Laurie diría que podía cuidarse sola; era una mujer fuerte.

Aunque Poppy quería decir muchas cosas, por el bien del refugio, decidió morderse la lengua y subirse a su auto.

Luego de esa noche, a partir de la compra de la propiedad, no tendrían que volver a saber jamás de él.

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