Capítulo 4
En la reunión de la Resistencia, Ravel mantenía la calma mientras que Azazel tomaba la palabra.
Azazel: El día en que Kenichi desapareció, se reportó una anomalía, supusimos que era Great Red, quien había aparecido, pero no era él.
Ravel: Y esa anomalía ¿En dónde se originó? – el caído señala el mapamundi, en el país de Perú. – Así que allí estaba...
Sirchez: Sí, pero eso es lo que se lo llevó, si bien conocíamos de la ubicación debido al video, poco después se registró esa anomalía y desapareció.
Ravel: Bien, entonces iré a Perú a buscar más. – el pelirrojo levanta la mano.
Sirchez: Espera Ravel, sé que quieres buscarlo y no te detendremos.
Ravel: Entonces ¿Qué quieres?
Sirchez: Tomamos la decisión de llevarte con un equipo. – la rubia iba a decir algo pero el pelirrojo continúa. – Sabemos que puedes resolverlo sola ya que entrenaste y no lo estamos cuestionando. Pero tenemos reportes de que la Nueva Facción está merodeando en ese lugar.
Ravel: ¿Y no me lo dijiste antes? – afilaba la mirada. – Además, sé cuidarme bien, por lo que prefiero trabajar sola.
Michael: Teníamos que confirmar las fuentes y sabemos de tu fuerza, sin embargo, ten en cuenta de los aliados del Maou y de sus esposas. – la rubia aprieta los dientes.
Ravel: El mismo Maou que ustedes mimaron y crearon. – todos bajaron la cabeza, ese error se los recordaría una y otra vez.
Yasaka: Po-Por favor Ravel-san...
Ravel: Cierra la boca, zorra asquerosa, no te bastó con cumplirle todos sus caprichos. – la señala con repudio. - ¿Y cómo te lo pagó?
Yasaka:....
Ravel: ¿CÓMO TE LO PAGÓ?
Yasaka: Qu-Quitándome...el puesto...
Odín: Mocosa.... – la rubia la mira con unos ojos llameantes. – Ravel, esto es algo que no puedes hacerlo en solitario.
Ravel: ¿Y quiénes irán conmigo? – Sirchez hace un ademán para que abran la puerta e ingresan unas personas, haciendo que la rubia muestre un rostro de desagrado. – De entre todas las personas ¿Tenían que darme a estas suripantas?
Las mencionadas bajaron la cabeza, quienes acompañarían a Ravel eran Koneko, Rossweisse, Xenovia, Serafall, Sairarorg y Penemune.
Sirchez: Entendemos tu desagrado pero entiende que no puedes hacerlo sola.
Ravel: ¿Qué no se supone que estas "señoritas" estaban inestables después de lo que pasó con ya saben quién?
Rossweisse: Ravel...
Ravel: Cállate, no quiero escucharte profesora de quinta.
Sirchez: Por favor Ravel, estarás escoltada con Sairaorg.
Ravel: ¿Y eso qué? ¿Acaso no estaba de acuerdo con el reemplazo del pilar de su tan "gloriosa" alianza?
Sairaorg: Sé que estás enojada con lo que hicimos y sé que ni disculparnos, se arreglarán las ya que fueron los resultados de nuestras decisiones.
Ravel: Es lo menos que deberías tenerlo en cuenta. – respondió mientras se calmaba. – Entonces... debo a ir con ellos ¿Verdad? – Sirchez asiente.
Sirchez: Sé que por lo que pasó, no quieres que vayan contigo, pero la situación está peligrosa.
Ravel: Humph, como sea, los espero listos en treinta minutos.
Sirchez: Buena suerte...
Ravel: Mejor cállate. – lo mira. – Que actúes así, no harás que tu hermana te vea como mejor persona. – Sirchez baja la cabeza mientras que Ravel estaba por retirarse, pero Koneko la confronta.
Koneko: Te has vuelto más creída, Yakitori.... – la rubia la sujeta de la camisa.
Ravel: Yo no me derrumbé, gata sarnosa. – la tira al suelo. – Y no me vuelvas a llamar así.
La nekómata se sujetaba la camisa, Ravel no era la misma y el odio en los ojos era más que evidente.
Koneko: Perdóname....- la rubia hace oídos sordos y se va de ahí.
Rossweisse: Realmente nos desprecia.
Sairarorg: ¿Y qué esperabas? Mientras que nosotros la arruinamos en el ámbito social, su orgullo y su título, ustedes hicieron lo mismo en lo sentimental, no sólo a Kenichi, también a Issei Hyodou. - la peli plata solo derrama lágrimas, recordar al castaño y lo que pasó, le viene el amargo recuerdo de como lo traicionó y como su "Rey" le dijo las siguientes palabras
"Rías: ¡ERES UNA ZORRA EGOÍSTA, UNA SOLTERONA DE MIERDA QUE PREFIERE CALIDAD QUE FELICIDAD. ¡OJALÁ QUEDES SOLA DE POR VIDA!"
Los líderes suspiraron con tristeza, nada de esto pasaría pero el daño ya estaba hecho y ahora necesitaban la ayuda del pelirrojo si querían confrontar al Maou actual.
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Volviendo con Kenichi, él estaba sobre una mesa, revisando cada pieza que había conseguido, cualquiera pensaría que consiguió basura rara, pero esto era algo que para el pelirrojo quería armarlo sí o sí, aunque claro, necesitaba algo más.
Kenichi: (Hummm...) – junta las piezas en la mesa y hace anotaciones. – (Por lo visto lo tengo casi todo, el diseño, quedaría....) – hace un plano de lo que tenía pensado hacer.
¿Qué hay Kenichi? – el pelirrojo levanta la mirada y ahí ve a Jennifer quien estaba algo curiosa. – Había notado que conseguiste estas cosas. – toma una pieza. - ¿Tienes pensado hacer algo?
Kenichi: Sí. – continúa con el dibujo. – Louise me dio una espada, pero eso sólo me dará ventaja a distancias cortas.
Jennifer: Tienes buena velocidad, incluso esquivaste los golpes de mi Stand.
Kenichi: Sí, puedo usarla para acercarme ante un oponente, pero es mejor tener un plus cuando se habla de distancia.
Jennifer: Interesante, así que para eso conseguiste las piezas. – mira el plano. - ¿Y cómo lo crearás? Digo, puedo ayudarte para que crees lo que tienes pensado.
Kenichi: Estaré bien, sigo leyendo los libros sobre la alquimia.
Jennifer: Veo que te llamó mucho la atención esa rama. – el pelirrojo termina de anotar y la mira.
Kenichi: De hecho sí, saber de esto y usarlo, será un buen paso. – guarda los planos y las piezas en su maletín. – De todos modos, viniste por algún motivo ¿No es así?
Jennifer: Bueno, quería ofrecerte que me acompañes a una misión, no te preocupes por la "niña", yo ya lo tengo cubierto. – el pelirrojo la mira seriamente. – El pago será 50/50.
Kenichi: Está bien, después de todo, necesito tener mi propio efectivo, así que será el primer paso. – se levanta y toma su espada.
Jennifer: Ve a comer, te espero en treinta minutos en la entrada principal. - el pelirrojo asiente y se dirige a la cocina.
Derflinger: ¿Nervioso para tu primera misión?
Kenichi: Si hablamos de experiencia, ya tengo más de la que crees, pero en esta situación, algo, podría decirse que es mi primera vez.
Derflinger: Por cierto, he notado que apenas te quitas esos brazaletes cuando te bañas o cuando te vas a dormir y tienen un aspecto que cualquiera desearía tenerlos debido a la calidad que tiene. ¿Por qué no te los retiras?
Kenichi: Es por una razón por la cual decidí portarlas. – su voz parecía sonar de forma tajante.
Derflinger: Y-Ya vero... - decidió no preguntar de eso mientras que el pelirrojo recordaba ese día, aquel día que cambió su vida.
Un día oscuro, dando la impresión de que se avecinaba una tormenta, el pelirrojo tenía un maletín listo con su dinero y su bolsa de viaje. Ese era su último día en Japón y antes de irse de la casa, tomó un par de brazaletes que había conservado, antes tenían un aspecto sucio, lleno de polvo y telaraña ya que lo escondió en lo más recóndito, sin embargo, ahora brillaban, tenían un color dorado mientras que era decorada con dos orbes.
Toma ambos brazaletes y el brillo en los orbes se hizo intenso, algo que el pelirrojo era el responsable, las había colocado en una runa especial que hizo y una vez terminó de brillar la runa, procede a colocarse en sus brazos, al principio sólo sentía un ligero peso extra, como si llevara unas pesas de arena en los brazos, sin embargo, volvió a la normalidad y conecta un puñetazo contra una roca, sintió un leve dolor y nota sus nudillos lastimados, Kenichi da un asentimiento mientras ignoraba el dolor y procede a irse de ahí.
Al llegar a la cocina, Kenichi fue recibido con amabilidad por parte del personal, pero sentía algo extraño, algo muy raro, daba la impresión de que ellos ocultaban algo y Siesta era quien destacaba, de entre todas las personas, ella es quien iba más animada y emocionada de saber y ofrecerle comida, sin embargo, esta vez se la dio de manera apagada.
Kenichi: ¿Todo bien Siesta? No te veo de buenos ánimos.
Siesta: Oh...- se frota la cara, limpiándose los ojos. – Sólo me levante tarde, no te preocupes. – dijo con una sonrisa, pero Kenichi podía notar que era una sonrisa forzada, una distinta a la que ella acostumbra a hacer y antes de que el pelirrojo siga cuestionando, alguien le habla.
Marteau: Supe que irías a tu primera misión, debes estar emocionado.
Kenichi: Bueno, podría decirse que sí, aunque al ser un área que no conozco, debo andarme con ojo.
Marteau: En efecto, a veces las misiones no son tan fáciles como parece. Pero.... – pasa su brazo alrededor del cuello. – Estoy seguro que nuestra Maestro se hará cargo. – usa el puño para hacer fricción con la cabeza.
Kenichi: Au, eso duele. – dijo con una ligera cara de póker.
Siesta: Ten. – le entrega una caja pequeña. -Te dará energías para tu misión, ojalá lo disfrutes. – mira a Marteau. – Jefe, necesito retirarme.
Marteau: Claro, no hay problema, yo me ocupo. – la peli negra da una reverencia y procede a retirarse mientras que el pelirrojo estaba más confundido.
Kenichi: ¿En serio no durmió?
Marteau: A veces hay días complicados, nosotros solemos andar así pero tarde o temprano se nos pasa, te aseguro que Siesta estará bien. – dijo con una sonrisa nerviosa pero el pelirrojo no se tragó eso, había gato encerrado así que procedería a investigar una vez que finalice su primera misión.
Kenichi: Estuvo delicioso. – se levanta y toma sus cosas. - Volveré lo más pronto posible.
Marteau: Claro, de paso te prepararemos un buen postre con un vino de buena calidad. – el pelirrojo simplemente levanta el pulgar y procede a retirarse., lo que no sabía es que el ambiente se volvió silenciosa y Siesta, quien estaba oculta, estaba temblando.
Jennifer y Kenichi estuvieron fueron en carruaje por unas tres horas, el trayecto era otro y pudo aprender más, cosa que tendría que memorizarlo después, el viaje fue lo más simple, algo que a la chica Kujo le hacía curioso, había gente seria y callada en el trabajo, pero él era el doble y casi no pudo sacar información de él o tener algún interés en regresar a su mundo.
Así seguía hasta que llegaron a una cueva, ambos ingresan con una pequeña antorcha cada uno.
Kenichi: No hay pistas de este lugar ¿Verdad?
Jennifer: No, la última expedición... - salta una pequeña pendiente. – Desapareció.
Kenichi: Souka... - se acerca a unas paredes. - ¿Has estado explorando por aquí?
Jennifer: Sólo aseguraba el perímetro, pero no parece haber otra entrada. – el pelirrojo baja por la misma pendiente, aunque el suelo se desquebrajó un poco.
Kenichi: Es posible que el mismo interior fuera responsable de lo que pasó con el último grupo. – siguen caminando, escuchando el eco de unas gotas a la distancia.
Siguieron caminando pero sentían una presencia, Jennifer avanza con sus pasos mientras que Kenichi se quedó quieto, le dio la impresión de que alguien lo estaba llamando, por lo que separa de la peli negra. Bajando nuevamente y notando que estaba más oscuro, extiende su brazo, iluminando la antorcha a un pequeño manantial. El pelirrojo notó una especie de altar abandonado.
Asegurando la vista alrededor, Kenichi salta hacia el altar, usa la antorcha para ver alguna escritura pero estaba complicado de leer, además que no era de lo poco que observó, pero al acercarse al centro del altar, la oscuridad desapareció y notó un cuarto extraño. Mira de un lado a otro en busca de algún enemigo, sin embargo no veía nadie, al menos él.
Porque desde lo alto, había alguien quien lo miraba con una ligera sonrisa de interés, el pelirrojo seguía confundido mientras que ella sólo dice.
Eres interesante. – Kenichi gira su cabeza y observa a una mujer de atributos quien seguía mirándolo.
Kenichi: ¿Quién eres? – dijo con seriedad mientras que ella simplemente camina hacia su asiento.
Soy Navi, es un gusto conocerte. – dijo acariciando su brazo.
Kenichi: ¿Eres tú de la voz?
Navi: Noté algo muy peculiar en ti. – vuelve a su asiento. – Aunque primero quiero ponerte a prueba.
Kenichi: ¿Cómo harás eso si ni siquiera me conoces?
Navi: Es mediante tus acciones. – el pelirrojo nota algo brillando en su brazo.
Kenichi: ¿Qué me hiciste?
Navi: Lo sabrás dentro de poco, espero que superes mis expectativas. – el pelirrojo trató de hablar con ella, pero al momento de extender la mano, termina por volver al altar de antes.
Kenichi: (¿De vuelta aquí?) – recordó que la chica lo tomó de su brazo y tenía unas marcas. – (¿Qué rayos me colocó?)
Nota unos pasos acercarse y ve a Jennifer acercándose, el pelirrojo supuso que había tardado demasiado.
Jennifer: Así que aquí estabas. – dijo con seriedad.
Kenichi: Mis disculpas, vine a explorar este lugar. – la peli negra levanta la antorcha y nota más del altar.
Jennifer: Es curioso. – el pelirrojo levanta una ceja. – Tengo entendido que aquí se hablaba de un dragón.
Kenichi: (¿Dragón?) – mira de reojo su hombro. – (Eso quiere decir que...)
Jennifer: En fin, sigamos avanzando. – el pelirrojo asiente y vuelven a la búsqueda principal. - ¿Te pasó algo?
Kenichi: ¿Eh? Ah no...no pasa nada... sólo que me dio curiosidad, eso es todo. – se acomoda la manga para que no le vea la marca del dragón.
Jennifer: Si tú lo dices. – regresan a la ruta principal. - ¿Y qué tal en adaptarte con la academia?
Kenichi: Francamente, la actitud de esos mocosos que se llaman a sí mismo "nobles" es estresante.
Jennifer: No puedo contradecirte, ellos dependen de su magia todo el tiempo y de sus riquezas, para gente plebeya como tú o yo, nos dicen que demos las gracias porque tenemos magos.
Kenichi: ¿Por qué' ¿Por el simple hecho de que usa magia? Sin eso no son absolutamente nada. – mencionó con seriedad mientras que Jennifer.
Jennifer: Es la ley de este mundo, te guste o no.
Kenichi No, no me gusta....
Jennifer: A mí tampoco y no pienso aceptarlo, es por eso que ayudo a quienes lo necesiten, por esa razón obtuve el título de Reina de la Academia. – se acomoda la gorra. – Para proteger a aquellos que no pueden.
Kenichi: Humph.... – mira a la peli negra. – Serás una chica dura, pero tienes tu corazón igual que Aajo... - Jennifer lo mira. – Lo conozco muy bien, fue un buen amigo.
Jennifer: ¿Y dejaste de comunicarte con él? – el pelirrojo mira el techo con algo de soledad.
Kenichi: No es culpa de tu primo. Yo me había apartado y seguí con mi camino. Pero no tengo rencor con alguien quien me ayudó por si ibas a decir algo de eso. – la peli negra analizó sus palabras y esboza una ligera sonrisa.
Jennifer: Gracias. – el pelirrojo da un asentimiento pero esa calma que tenían fue interrumpida.
Kenichi: Noto a alguien más. – ambos aceleran el paso y se dirigen al resplandor, saliendo de la cueva encontrando un bosque, se acercan con sigilo y notan a alguien en armadura, colocando una pila de personas.
Jennifer: Wyvern Knight... - el mencionado voltea y el pelirrojo entrecierra la mirada al notar la armadura.
Kenichi: (Un momento ¿Dónde lo he visto antes?)
Así que por fin llegaron algunos refuerzos, pero tardaron mucho. – suelta a la persona que tenía en su mano, eso hizo que Kenichi y Jennifer se coloquen en guardia.
Jennifer: ¿Acaso los mataste?
Si quisiera matarlos, no lo haría de esta manera. – mira al pelirrojo. – Tú eres el forastero de aquel día.
Kenichi: ¿Te conozco de un lado?
El plebeyo que derrotó a un noble, sonará imposible, pero esa noticia se sabe entre los plebeyos. – camina con un aura pesada. - ¿Crees tener lo necesario o sólo fue suerte el hecho que derrotaste a un noble?
Kenichi: ¿Y eso en qué te conviene? Si eres un lamebotas de los nobles no dudaré en atacar.
Jennifer: Mantente a raya, este sujeto no es alguien común. – pero el sujeto de la armadura da un paso más, sintiéndose la hostilidad.
¿Acaso piensas huir si digo que si? – dijo con una sonrisa sarcástica mientras se coloca a unos metros frente a Kenichi quien en ningún momento se intimidó ante la presión que ejercía. – Al menos veo que no eres un fanfarrón. Pero ya que están aquí, ahora se harán cargo de esto. – extiende sus alas y se dirige a la entrada.
Kenichi: Espera. – intenta seguirlo pero esquiva una pequeña katana, siendo una chica de piel oscura la responsable del ataque.
No te acercarás a "Radamanthys-sama". – el pelirrojo abre los ojos.
Kenichi: (Ese nombre... se supone que el usuario estaba muerto ¿Cómo sabe de ese nombre?) – esa mirada fue notada por el guerrero de la armadura.
Tienes dos minutos, no lo mates. – se retira el sujeto mientras que la chica ataca como una kunoichi pero el pelirrojo usa a Derflinger para defenderse.
Jennifer también se lanza al ataque pero la chica se movía en medio de bombas de humo que ella usaba.
Jennifer: Maldición ¿Ves algo?
Kenichi: Estoy a ciegas... - se agacha para evitar un golpe. - Pero aún puedo con esto.
Jennifer da un golpe a una silueta pero tan solo dió con parte de la bufanda, el pelirrojo, ya cansado, da un giro con gran potencia, y haciendo disipar el humo pero la chica no estaba ahí.
Jennifer: ¿En dónde se metió? - junta su espalda con la del pelirrojo.
Kenichi: Los árboles. - usa una patada, bloqueando algunos kunais. - (Esto me trae recuerdos....malos recuerdos...) - salta hacia el árbol parte la rama donde estaba la chica, haciendo que caiga pero se reincorpora rápidamente antes de tocar suelo.
La Kunoichi vuelve a atacar y Jennifer usa su stand para atacar, pero es empujada por Kenichi y antes de que diga algo los kunais explotan.
Jennifer: ¿Estás bien?
Kenichi: Apenas ropa quemada. - se levanta y se prepara para atacar nuevamente.
La Kunoichi se lanza nuevamente con su arma pero el pelirrojo usa a Derflinger para cortar distancia, dado que la espada era muy larga, el pelirrojo toma la hoja de su arma, haciéndola más corta e intercambian algunos ataques.
No peleas mal, pero el tiempo se acabó. - arroja una esfera, cegando a ambos y al revisar, la chica desaparece.
Jennifer: Tsk... Maldición....
Kenichi: ¿Ya te cruzaste con él o con la chica?
Jennifer: Un par de veces me he topado con "Radamanthys", es el caballero Wyvern y es un caza recompensas.
Kenichi: Pues debe ser uno de los más eficaces. - mira al grupo. - El lado bueno es que los encontramos.
Jennifer: Eso parece y están vivos. Será mejor llevarlos.
Ajustando la caravana que habían llevado y escondido antes de llegar, ahora estaban llevándose al equipo. Sin embargo, el pelirrojo, al momento de dejar a los últimos integrantes, nota algo más allá de donde se encontró con el sujeto "Radamanthys".
El pelirrojo camina con la guardia alta, sin embargo no parecía encontrar algo relevante, hasta que llegó a una zona boscosa. Pero antes de dar un paso, Jennifer lo toma del hombro.
Jennifer: Está bien curiosear, pero esa misma curiosidad es la que mató al gato. - el pelirrojo entendió lo que quiso decir, ya era mucho por hoy, además tenían que dejarlo y volver antes de que anochezca, por lo que decidió dejarlo pasar y volver, pero se aseguró de dejar una marca en el suelo como recordatorio.
Pero al momento de desaparecer, se sintió un ligero temblor, haciendo que ese rastro se mueva lentamente y desaparezca ya que algo lo terminó por aplastar.
Ya estaba anocheciendo y tanto Jennifer como Kenichi estaban regresando a la academia, la recompensa fue dividida 50/50 y dejaron los caballos en los establos.
Jennifer: Iré a dejar mis cosas, te veo en la cocina. – el pelirrojo levanta el pulgar y se retira a la habitación.
El pelirrojo se dirigía a la habitación de Louise, tenía una ligera sospecha de que ella le diría algo por llegar tarde. Pero al ingresar ella estaba estudiando, parecía que estaba practicando algunos hechizos básicos.
Louise: Oh, ya regresaste.
Kenichi: Hola. – deja sus cosas en su maletín, aunque viendo bien, nota a Louise usando una chaqueta suya. – Ah, ahí estaba.
Louise: Como no estabas, pedí que la lavaran. – mueve sus brazos. – Es demasiado cómoda y con una buena temperatura.
Kenichi: Lo que me sorprende es que usaras eso de entre toda la ropa que tienes. – recordando su armario lleno de ropas.
Louise: Esto es algo nuevo, espero no te moleste. – mira de reojo al pelirrojo quien se lo tomó con calma.
Kenichi: Bueno, si deseas, no hay problema, supongo. – se sienta un momento.
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Silencio incómodo.
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La peli rosa trataba de centrarse con su lectura, pero por otro lado quería entablar una relación con el pelirrojo pero ni siquiera sabía cómo empezar.
Louise: O-Oye.. – el pelirrojo levanta una ceja.
Kenichi: ¿Sí?
Louise: ¿Qué tal tu misión?
Kenichi: Pues, podría decirse que bien.
Louise: ¿Hubo algún problema o algo? – intentaba no subestimarlo por lo que hizo.
Kenichi: No exactamente. – dado que Louise no lo miraba, se tomó su tiempo para ocultar la marca que tenía en su brazo. – Por cierto ¿Conoces a alguien llamado Radamanthys? – la peli rosa se levantó para sorpresa del pelirrojo.
Louise: ¿Te cruzaste con él? – dijo mientras lo examinaba y vio el vendaje. - ¿Él te hizo esto?
Kenichi; Estoy bien, además que lo de mi brazo fue por otra cosa.
Louise: Déjame ver. - intenta retirar la venda.
Kenichi: Ya ha sido tratada, no hay necesidad de preocuparse.
Louise: ¡Que me dejes ver! - retira la venda y ahí nota las marcas. - No noto heridas ¿Pero que son estas marcas?
Kenichi: Ni yo lo entiendo, solo me acerque a un punto y las tengo.
Louise: A ver, un momento. - toma su libro. - Marcas así... Solo espero que no sean runas malditas.
El pelirrojo suspiro, la peli rosa no lo subestima como aquel día pero cosas como esa, ella sabe más que él, al menos eso pensó.
Louise: Que raro, no hay registro de una marca como esa.
Kenichi: A lo mejor, el libro debe estar en la zona más avanzada de la biblioteca.
Louise: Pero ¿No sientes nada extraño?
Kenichi: Estoy bien, tranquila. - ella suelta su brazo.
Louise: Tomaré nota, puede que sea inofensivo pero quién sabe.
Kenichi: Te preocupes demasiado.
Louise; ¡No! ¡Yo me preocupo lo suficiente! - lo señala. - Preocuparse nunca está demás. Somos amo-familiar, un lazo, si algo te pasa, no me lo perdonaré. Tu deber es protegerme y al mismo tiempo, yo debo velar por tu seguridad, que no se te olvide. – la peli rosa notó lo que dijo y desvió la mirada mientras que el pelirrojo se mantenía medio confundido.
Kenichi: Comprendo tus palabras. – dijo con calma, la peli rosa se sintió algo aliviada, sin embargo lo miraba de reojo, había cosas que su familiar se lo tomaba con calma, con demasiada calma, no dudaba de su fuerza, sin embargo, la relación que tiene es muy neutra y desconoce de lo que puede hacer.
Louise vuelve a colocar el vendaje y el pelirrojo termina de guardar sus cosas, luego le avisa a la peli rosa que irá a tomar un respiro y ella asiente pidiéndole que no llegue tarde.
El pelirrojo camina con calma hacia el lugar, sin embargo, al momento de ingresar, se sentía un aura de tristeza. Cuando se sentó, le sirvieron su comida, pero se sentía todo apagado.
Kenichi: Qué raro, creí que Jennifer estaría aquí. – procede a comer un trozo de pan.
Marteau: Fue a hablar con el director. – dijo con la mayor calma posible.
Kenichi: Entiendo, supongo que llegará en un momento.
El silencio era algo que comenzó a incomodar al pelirrojo, quien termina de beber su vaso de cerveza y mira al jefe de los cocineros.
Kenichi: ¿Hay algo que no me he enterado? – toma un trozo de pollo y lo devora, al jefe le costaba decirlo pero alguien más toma la palabra.
Es porque Siesta fue trasladada de la academia. – el pelirrojo mira hacia la puerta y ve a Jennifer con una mirada enojada.
Kenichi: ¿Trasladada? – sigue comiendo mientras se mantenía impasible.
Jennifer: El conde Mott solicitó a Siesta y mientras averiguaba sobre él, me enteré que tiene un gusto de ese tipo de mujeres.
Kenichi: Ya veo. – fue una respuesta fría mientras comía un trozo de carne.
Jennifer: Osmond dijo que no es la primera vez, y va a profanar a Siesta, vamos hacia allá. – nota al chico seguir comiendo. - ¿Crees que es un buen momento para comer?
Kenichi: Después de una misión, se deben recuperar energías. – los cocineros iban a decir algo pero Jennifer lo había levantado de su chaqueta, haciéndolo que la mire a los ojos.
Jennifer: No puedo creer lo que dices.
Kenichi: ¿Qué' Ella a pesar de ser tímida, es fuerte y una persona como ese tal conde no supone algún problema.
Jennifer: Seguramente no lo entiendes porque eres un maldito lobo solitario. – aprieta el agarre. – Pero yo la conozco más. ¿Cómo esperas que me quede conforme con lo que dices?
Kenichi: ¿Terminaste? Porque en ningún momento te he dicho que no, además, si vas a esa mansión, probablemente te jodan los guardias, eres la reina de la academia, no del territorio ¿Verdad?
Jennifer se calma un poco, ella lo suelta y ve al pelirrojo acomodarse la chaqueta mientras terminaba de comer su trozo de carne y su bebida, que era lo único que le faltaba.
Kenichi: ¿Y sabes exactamente dónde vive?
Jennifer: Está algo cerca, con un caballo bastará para llegar en menos de una hora. – le muestra el mapa.
Kenichi: Souka... - toma el mapa y lo revisa. - ¿Sabes más o menos cuántos guardias tiene?
Jennifer: Desafortunadamente es información confidencial, Osmond no pudo decírmelo. – levanta la mirada con firmeza. – Pero si llegamos a tiempo, podemos liberarla, a lo mejor él querría algo o algún tesoro.
Kenichi: Entiendo..... – la peli negra se dirige a la salida, sin embargo, siente un golpe impactar en su estómago, dejándola inconsciente. - Entonces yo me haré cargo. – se dirige hacia la puerta. Y como lo dijiste, yo soy un lobo solitario, así que lo haré a mi manera. – nadie dijo nada ya que la mirada que mostraba el pelirrojo era muy intimidante.
Marteau: ¿Qué tienes pensado hacer chico? – dijo mientras ve cómo Kenichi desaparece de la academia.
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Había pasado más de una hora, las lunas estaban siendo cubiertas por nubes, dando un mal presagio. El pelirrojo había llegado a la zona indicada en el mapa, a lo alto de la colina echaba un vistazo el exterior de la mansión.
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Dentro del baño de la mansión, Siesta estaba dándose una ducha, aunque estaba con una mirada triste, no sólo la convirtieron en la sirvienta de ese noble, sino que su pureza sería arrebatada por esa persona y recuerda una leve sonrisa que tenía Kenichi.
Siesta: Kenichi-san.... – seguido de eso, recordó a la otra chica, aquella "noble" que la trataba como igual y no como una esclava. – Jennifer-san. – cierra los ojos mientras le caía una lágrima.
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La guardia parecía ser escasa, aunque claro, eran plebeyos, a la distancia se notaban que sólo usaban lanzas.
Los guardias estaban patrullando como cualquier noche hasta que uno escucha unos pasos, el pelirrojo caminaba desde la distancia, al no reconocerlo como un noble, preparan sus armas.
¿Quién es? ¡Identifícate! – pero los más temerosos terminaron por desmayarse. - ¿Qué?
¡Oigan! ¿Qué les pasó? ¿Por qué se desmayaron? – otro guardia estaba confuso mientras el pelirrojo seguía caminando.
Más guardias terminaron por desmayarse y los pocos que quedaban, apenas apuntaban con su lanza ya que tenían ganas de tirarlo y escapar, pero fueron interrumpidos debido a la llegada del pelirrojo con puntas negras.
¿Quién rayos eres? ¿Y qué les hiciste? – dijo asustado mientras que el pelirrojo seguía caminando.
Kenichi: Sólo perdieron el conocimiento. – el líder del grupo quedó intimidado ante la mirada del intruso. – Quiero que me lleves con el conde, ahora.
El guardia tragó saliva, por más que levante su espada para atacar al intruso, el miedo que sentía era fuerte y terminó por acatar a lo pedido por el pelirrojo.
Kenichi veía el interior de la mansión, demasiado grande para alguien como él, los guardias internos estaban confusos pero antes de que digan algo, terminaron por desmayarse y sin que Kenichi lo note, parte de la pared se agrietó.
Se-Señor... - dijo asustado.
¿Qué sucede? ¿Por qué esa cara? – preguntó el conde totalmente confundido mientras que el solado apunta hacia la puerta.
¡U-Un intruso! - se hace un lado ya que sentía al pelirrojo detrás de él.
¿Quién eres tú y qué hiciste con los demás guardias? - exigió respuestas el conde Mott mientras que el pelirrojo se sienta en un mueble con toda calma. – Oye plebeyo ¿Quién te crees para entrar como sin permiso y sentarte de si fuera tu casa?
Kenichi: En primera, tus guardias están durmiendo plácidamente y en segunda, quería un lugar donde descansar, estar de pie todo el rato me dejó agotado. – nota una botella de vino y toma una copa. - ¿Un trago? – sin respuesta. - ¿No? Ok. – dijo con calma mientras abre la botella y toma un poco. – Algo suave para mi gusto.
¿Qué es lo que quieres? – el pelirrojo bebe de su vino. - ¡Responde!
Kenichi: Si tanto quieres saberlo... - bebe un poco de su vino. – Me enteré que te llevaste a una sirvienta, es por eso que vine para ayudarla.
¿Acaso eres su prometido? – preguntó el conde bon burla mientras que el pelirrojo toma un poco. – Pues es triste, no estaría mal "examinarla". – Kenichi parecía normal, pero si se notaba en la botella se notaban algunas grietas.
Kenichi: No exactamente, yo sólo estoy con una deuda con ella ya que me dio alimento y agua. – dijo con relajo. -Aunque ella es querida en donde trabajaba antes, por lo que pido de forma pacífica que la dejes ir.
¿Y por qué debería hacerle caso a un plebeyo? – se relaja en su sofá. – No tienes el más mínimo derecho ni poder para pedirme algo así y puedo pedir a todas las sirvientas que quiera.
Kenichi: (En serio, este tipo se parece a Diodora... Ese imbécil de Shalba lo mató antes de que le diera su "terapia".) / Sabía que los nobles son gente despreciable. – bebe un poco más. – Pero no me sorprende, he visto peores.
Nosotros somos los que mantenemos el orden, los plebeyos debería agradecer que estuviéramos aquí, protegiendo de aquellos renegados que usan su magia para mal. – exclamó el conde levantándose mientras que el pelirrojo se mantenía tranquilo mientras tomaba un poco más de vino.
Aunque claro, todo el escándalo hizo que varios guardias se reúnan y la servidumbre estaba preocupada, en especial Siesta quien no sabía qué pasaba.
Kenichi: Esa es una excusa muy mediocre de que "Les ayudamos, así que nos pagan con lealtad, recursos y mujeres." – termina de beber la botella. – Simplemente quieren algo a cambio para que sigan aparentando que son buenas personas.... Y es desagradable.
¿Quién te crees tú para juzgarme plebeyo miserable? – prepara su varita y el agua que estaba dentro de la maceta se elevan, formando unas cuchillas de agua. - ¡Ya he tolerado suficiente!
Justo al momento que las cuchillas iban a perforar, el pelirrojo se impulsa hacia atrás, derribando el sofá donde estaba y lo usa como un escudo. Kenichi no se quedó atrás y mientras se movía hacia una pared, le arroja la botella que bebió, seguido de eso le arroja la mesita que estaba cerca.
¡Miserable! – usa el agua como chorro de alta presión directo al pelirrojo quien sale de la sala y aterriza en el primer piso, siendo rodeado por los guardias que quedaban, aunque también, lo sirvientes también se acercaron por el escándalo y Siesta se asustó al ver al pelirrojo.
Siesta: ¡KENICHI-SAN! -el pelirrojo la mira con calma.
Kenichi: Oh, ahí estabas. – el conde salió completamente furioso.
¡Lamentarás el haberte metido a mi mansión como si nada, asqueroso plebeyo! – le apunta con su varita mientras que los guardias se acercaban con sus lanzas.
Siesta: ¡Por favor, déjelo ir! – dijo preocupada por la seguridad del pelirrojo, una cosa era un duelo contra un estudiante, otra era contra alguien de mayor categoría y las consecuencias podrían ser fatales.
¡Silencio! – la aparta de un manotazo mientras apunta con su arma al pelirrojo. - ¡Atáquenlo!
Uno de los guardias se lanza al ataque, seguido del resto, pero el pelirrojo da un salto y con su manos, las coloca encima de la cabeza.
Kenichi: ¡Party Table! – las manos que estaban apoyadas en la cabeza del soldad comienzan a girar y arroja múltiples patadas en todas las direcciones y como estaban en una formación circular, terminaron por tragarse unas fuertes patadas en la cara
Y el último tuvo la mala suerte de recibir una doble patada de lleno, dejando a todos los guardias completamente inconscientes.
¿Qué? – Siesta veía con asombro tal técnica, no tuvo la oportunidad de observar el combate contra Guiche, nomás los resultados y ahora que era testigo de tal destreza, se llevó las manos a la boca.
¿Cómo es posible? – dijo el conde completamente sorprendido mientras que el pelirrojo saca un cigarro. - ¿Quién eres plebeyo?
Kenichi: No acostumbro decir mi nombre a gente como tú. – gira levemente su cabeza, mirándolo con frialdad, intimidando al noble en gran medida. – Sobre todo porque aquellos a quienes he enfrentado, no terminan muy bien.
¡Responde a mi pregunta! – usa el agua que formaba parte de sus decoraciones, destruyendo parte de la mansión y formando una serpiente de agua.
Kenichi: Si tanto quieres saberlo... - dijo mientras sacaba su espada y la apuntaba contra la serpiente de agua, dándole un mal recuerdo por parte de una persona que odiaba con todo su ser. – Me llamo Son Kenichi Uzumaki, guárdatelo bien, conde de pacotilla.
El noble se enoja y dirige la serpiente de agua hacia el pelirrojo, la concentración y la velocidad que tenía, sumando con la presión, haría que una persona terminaría muy herido, como si recibieras un fuerte martillazo o un golpe con una columna, terminando con huesos rotos, incluso los órganos dañados.
Pero el pelirrojo se hace completamente a un lado mientras corre hacia una pared, la serpiente no se detiene y sigue su rastro, aunque se llevaba parte de la estructura, justo cuando estuvo a punto de alcanzarlo, el pelirrojo salta hacia la otra pared, sujeta con fuerza su espada, haciendo que las runas brillen.
Derflinger: ¡Compañero! ¡Ve contra la serpiente! – el pelirrojo no dijo nada y simplemente salta contra la bestia de agua.
¡Estúpido! ¡Con una espada no acabarás con mi serpiente de agua! – usa todo el agua a su alrededor para potenciarla, por lo que Kenichi frena, viendo cómo la bestia se convierte en una cobra.
Siesta: ¡KENICHI-SAN! – la cobra de agua se lanza al ataque, causando un fuerte impacto, levantando polvo y escombros.
¡Eso les pasa a los plebeyos como tú quienes no conocen su lugar! – los demás sirvientes estaban más asustados, la cobra estaba volviendo a su posición. – Cuándo daño, ustedes sirvientes. – mira a los plebeyos. – Arreglarán todo y lo harán el doble y en cuanto a ti. – mira a Siesta. – Tú recibirás parte del castigo por la insolencia de este ..
¿De quién? – dijo Kenichi en lo alto del lugar, había saltado al último momento, esquivando el ataque de la cobra.
¿Pero qué? – el pelirrojo da un fuerte impulso y se lanza en picada contra la cobra.
Kenichi: ¡Hiten Mitsurugi-Ryu: Ryūtsuisen! – con un corte limpio, parte en dos la cobra de agua, deshaciendo por completo el hechizo de ataque del conde, quien quedó completamente en shock.
¡Imposible! – el pelirrojo se levanta, asustando al noble, quien en un acto de cobardía, toma a Siesta, la sujeta del cuello y con su otra mano, apunta su varita. - ¡No te muevas! ¡Un paso en falso y ella sufrirá las consecuencias!
El noble estaba completamente confiado de que no atacaría, Siesta trataba de liberarse mientras que los demás tampoco se movían por lo que podría hacer el conde, Kenichi simplemente gira y lo mira de reojo, el conde Mott creyó que lo tenía contra las cuerdas.
.
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Qué equivocado estaba
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Una mirada asesina apuntaba hacia el conde, quien poco a poco comenzaba a temblar y sus brazos comenzaban a bajar.
(Mi cuerpo...) – bajó el arma por completo, de paso, libera a Siesta.
Kenichi: Sabia decisión. – guarda su espada mientras que Siesta corre a abrazarlo con fuerza.
Siesta: ¡Kenichi-san!
Kenichi: Ya estás bien, tranquila. – le da unas palmadas en la espalda mientras que seguía mirando al noble. – Supongo que no hace falta que repita lo que pedí.
Siesta: Pero, él tiene un contrato. – el pelirrojo la separa del abrazo y procede a ver en los escombros, encontrando una hoja.
Kenichi: Creo que es este y tiene tu firma... ¿No es así? – señala al conde quien asustado asiente. – A mí no me parece... - parte el contrato y lo arroja al charco. – Ah sí, te las tendrás que arreglar solo, ya que liberarás a los demás, ellos protegen y ayudan, mas no son esclavos. Y si preguntan...pues, te topaste con una rata. - procede a irse a la salida.
¡Pero...! – el pelirrojo le lanza una mirada, esta vez y sin que se diera cuenta, la potencia fue más fuerte, haciendo que el noble caiga de rodillas, sorprendiendo a todos.
https://youtu.be/DcbNGuEYklw
Kenichi: Piérdete... - se da la vuelta y se retira de la mansión, Siesta lo sigue mientras que los demás quedaron completamente en blanco por lo que pasó, lo vieron y no lo creyeron.
Un noble cayó ante un plebeyo, un joven pelirrojo de puntas negras y sin que Kenichi se diera cuenta, había comenzado su propia historia, como aquel chico que humilló a un noble.
//==// Lima, Perú //==//==//
El equipo de Ravel estaba examinando la casa de Kenichi, se las tuvieron que arreglar para distraer a los investigadores, la rubia estaba en el cuarto, tomando una de las prendas que dejó.
Ravel: (Kenichi-sama...) – inhala y queda sonrojada. – (Extrañaba tu olor...) – la guarda pero su discreción no duró mucho.
Yakitori pervertida. – la rubia dejó ese sonrojo y pasó a una mirada enojada, mirando a Koneko. – Estamos buscando a Kenichi-sempai y tú estás fisgoneando sus prendas.
Ravel: ¿Qué quieres en realidad, gata? – la peli blanca se acerca pero la rubia hace desaparecer la ropa del pelirrojo. – Ni siquiera lo pienses.
Koneko: Pero... - la rubia se acerca a la nekómata. – Yo quería tomar uno...
Ravel: ¿Y por qué razón quisieras tenerlo?
Koneko: Y.-Yo...quisiera tener algo de él...
Ravel: ¿Y para qué? ¿Acaso no recuerdas la decisión que tomaste? - la nekómata vuelve a bajar la cabeza. - ¿No recuerdas lo que hiciste? ¿LO QUE OCASIONARON TÚ Y LAS DEMÁS?
Koneko: L-Lo sé...
Ravel: ¡Pues se ve que no! ¡DÉJAME RECORDARTE LA RAZÓN! – le arranca parte de su camisa, revelando una marca de dragón en el vientre.
Koneko: ¡No! – cae de rodillas mientras se cubre la marca.
Ravel: En ese estado eres más inútil que esa monja patética que decía valorar a Issei-sama. – los demás llegan debido al escándalo.
Rossweisse: ¿Qué sucede? - se acerca con Xenovia, Serafall y Penemune. - ¡Koneko! – se acerca a la peli blanca quien trataba de mantener la calma, pero sus rasgos nekómatas, estaban queriendo arrancar esa zona.
Penemune: ¿Se puede saber qué le hiciste?
Ravel: Simplemente le dije la verdad, me tiene harta que ella se ponga a reclamar por lo que estaba haciendo cuando esta gata sarnosa le dio la espalda.
Rossweisse: ¡Oye Ravel, ya basta! ¡Tu comportamiento ha cambiado mucho! – reclamó completamente enojada, pero la rubia imita la acción.
Ravel: ¿Te molesta? – dijo mientras se acercaba. – Porque claramente dije que preferiría hacer esto sola y que ustedes no se metan en mi camino, pero claro, ese siscón patético que ahora está como líder de la resistencia.
Rossweisse: Nosotras queremos arreglar nuestro error y queremos dar lo mejor.
Ravel: Claro, ahora quieren arreglarlo, pero bien que estaban felices por lo que hicieron.
Penemune: Ya me tienes harta mocosa. Te recuerdo que eras como el patético de tu her... - al tratar de acercarse para intimidar a la rubia, terminó recibiendo una bofetada envuelta en fuego.
Ravel: ¿Era arrogante como lo fue mi hermano? Sí, tienes razón. Pero mientras algunos cambiamos para bien, otros terminaron por convertirse en simples perros. A diferencia de mí, tú y estas arrastradas que te recuerdo que le daban favoritismo, les cumplían sus caprichos y la mayoría se entregó como perra en celo, a pesar de que tenían una relación. ¿Qué me dices Serafall? – mira a la peli negra quien bajó la cabeza. - ¿Y tú Ross-sensei? – la valquiria agacha la cabeza ahora. - Oh ¿Y qué me dices tú, mi "hermana del harem"? – mira a Koneko quien desvió la mirada y apretaba con fuerza el lugar de su marca.
Xenovia: Koneko está muy arrepentida, quiere arreglar las cosas. ¡Ustedes fueron unidas!
Ravel: Lo era con todas quienes llamaba "hermanas", ¿Y qué me dices tú, ex exorcista que quería hijos fuertes de Issei-sama? – la peli azul. – Tu calentura y el simple hecho de tener hijos fuertes, reemplazaste a un buen hombre quien fue asesinado por aquellas mujeres que amaba. Créeme que si Rías te viera así, te habría matado, al igual que esa valquiria de cuarta.
Xenovia: Cállate.
Ravel: ¿Te duele la verdad? ¿Por qué? - sonríe con arrogancia. - ¿Qué pasó con esa arrastrada, queriendo tener un momento íntimo con ese imbécil? ¿Esa perra en celo que quería quedar embarazada de un despreciable como él? ¿Tan desesperada estabas para tener su semilla y su marca?
Xenovia: ¡CÁLLATE! – la inestabilidad volvió y saca a Durandal pero antes de atacar a la rubia, una mano atrapa el arma.
Sairarorg: No voy a reclamar nada, pero tenemos compañía.
Penemune: ¿De quién se trata? Se supone que no entrarían a esa barrera.
Hola. – dijo alguien ingresando a la habitación. – Es interesante ver a gente sobrenatural en este país. Y ahora que ya me han prestado atención. – su mirada calmada pasó a una mirada de furia. – Quiero que se larguen de la casa de mi hermano.
Ravel: Son Shun Uzumaki. – dijo sorprendida.
Shun: No esperaba verte con estas escorias Ravel, pero tú tomaste tu camino.
Sairarorg: Espera, podemos llegar a un acuerdo.
Shun: Yo no hago acuerdo con ratas bastardas como ustedes.
Penemune: Estamos buscando a tu hermano, quiero arreglar las cosas con él, queremos arreglarlo y compensarle por lo que pasó.
Shun: Y habló la caído regalada.
Sairarorg: Penemune, sólo agravas la situación.
Penemune: Mejor cállate, si lo calmamos, podemos llegar a un trato con él.
Ravel: Dudo mucho que él quiera escuchar algo de nosotros, en especial de ti. – se dirige hacia la ventana. – Los esperaré.
Penemune: ¡Oye! – el pelinegro se trona los puños. – Shun, sólo queremos arreglar las cosas con tu hermano, no hay que recurrir a esto.
Shun: Yo se los advertí. – se lanza al ataque.
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https://youtu.be/C00DJIA-6YA
De vuelta en la academia de Tristain, Siesta y Kenichi habían regresado, todos los sirvientes estaban esperando en el patio principal, al verlos, se acercan completamente emocionados, la maid abraza a sus amigos mientras que el Uzumaki y Jennifer se miran, la chica da un asentimiento mientras que el pelirrojo hace lo mismo, para luego tomar el caballo y retirarse.
Siesta lo ve irse y lo detiene llamándolo por su nombre, el pelirrojo se detiene y la mira de reojo.
Siesta: ¡Gracias Kenichi-san! ¡Realmente lo aprecio mucho! – dijo completamente feliz mientras que el pelirrojo da un asentimiento y se despide con la mano mientras seguía con su camino.
Jennifer: (Te juzgué antes de tiempo.) - esboza una ligera sonrisa .
Una vez que el pelirrojo deja el caballo, se dirige a la habitación, en donde Louise seguía esperándolo ya que era más de media noche y no había regresado.
Louise: Te tardaste mucho ¿Qué sucedió? - dijo con leve preocupación.
Kenichi: Pues... - mira a la ventana en donde los sirvientes estaban llevando las cosas de Siesta de vuelta a su lugar. – Digamos que tuve una buena noche. – se echa a su pila de paja y cierra los ojos, Louise no lo entendió del todo, pero ya que él estaba ahí, se dirige a su cama.
Louise: De acuerdo, pero trata de dormir, mañana será un día largo. – el pelirrojo asiente y se acomoda. – Buenas noches... - se cubre con sus sábanas.
Kenichi: Buenas noches. – cierra los ojos y procede a dormir, mientras que la peli rosa había volteado y lo estaba mirando, al menos no discutieron pero no pudo aprovechar para hablar con él y saber algo.
FIN DEL CAPÍTULO.
ESPERO LES HAYA GUSTADO...
https://youtu.be/mOhwS3u_QL8
NO OLVIDEN DEJAR SU COMENTARIO Y ESTRELLITA, SIN MÁS QUE DECIR, HASTA LA PRÓXIMA.
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