Melancolía color violeta.


La mañana erigió
asomándose desde las colinas
que poder le ingirió
con intenciones subrepticias.

Por la ventana
le observa vana.

Con color visible,
pero también invisible.

Siente los rayos entrando,
oye pájaros cantando,
ve el cristal que la está encerrando.

El ser del no estar.

Vaga alegría que le desgasta
estando adornada entre la nada,
tomando agua artificial
convirtiéndose en una vida al azar.

La clemencia le reclama
desde un jarrón chino
hecho de porcelana
y habitado por el sin destino.

Desde el punto de su lecho
siente sin sentir,
perdiendo así
el principio del existir.

«Entonces, ¿qué hago yo aquí?»

Se pregunta al final del día,
al tiempo de que el sol se oculta
y le deja sin compañía.

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