Capítulo 7
Stan
Con quince años salí de Varsovia, tras la muerte de Jarek y al no poder soportar su partida. Estuve en países limítrofes por mucho tiempo antes de pisar suelo de Moscú. Llegar a Moscú fue por accidente y sin imaginar que en su suelo encontraría cobijo.
Pese a como me trató y lo que conseguí, siempre lo vi como un lugar de paso. La experiencia vivida me hacía verla de esa manera y el tiempo me dio la razón. Volver a pisarla, esta vez como un ciudadano común y lejos del ambiente acostumbrado me hacía sentir vulnerable.
Viajé dejando a Mia sola y con miles de recomendaciones que no prestó atención. Se veía tan aliviada por mi partida que no me extraña que se hubiera ido a segundos de yo irme. ¿Por qué quedarse? Todo cuanto Nikolái y Akim le obsequiaron era nuevo y podía ser vendido.
Adquiría con ello lo suficiente para una pieza y el medicamento de su perra. Inspiro y suspiro fuerte cuando el auto se detiene frente al club de siempre. Akim y Nikolái han guardado silencio desde que salimos del bloque en búsqueda de Noah y su abuelo.
Flashback
El llamado fue también para Nikolái, Akim y por supuesto Vryzas, su sobrino. En la sala de juntas, un espacio disponible solo para Vryzas, uno que otro político o miembro importe de la organización. Sostiene en sus manos las tarjetas doradas a la espera de nuestras respuestas.
—No se los pidiera si no fuera de confianza. —habla el viejo William tras pedirnos acudir como representante en la reunión para elegir al jefe.
Los miembros de la junta y a quienes tenían el poder de cambiar el jefe, se negaban a asistir. Según Ivannov, alguno de ellos nunca ha estado en una y fue heredada de familia y tercero. La que Noah le entregó a Jedrek, también estaba allí y el viejo se negó a decir los motivos.
—¿Discreción? —es Akim el primero en preguntar.
—¿Del uno al diez? —replica el viejo —veinte. —sonríe y todos lo hacemos —lo que vean y escuchen en esta reunión no podrán repetirlo.
—¿A quién lo diríamos? —insiste Akim mirándonos —somos discretos.
—Se le pagará por esto. —señala —el silencio suele costar mucho.
Afirmamos en silencio y estiramos nuestras hacia el hombre que por años fue nuestro jefe, guía y en algunos instantes hasta padre cuando hacíamos algo que lo molestaba. Atrás quedó los roces por señalarnos como culpables del ataque a Persépolis y en gran medida fue por rescatar a sus sobrinos.
Akim será el encargado de vigilar al Boss, junto con dos más, y lo hará desde que se sepa el ingreso al lugar. No se siente ofendido por no recibir tarjeta y hasta luce orgulloso cuando se le da su ubicación. Ha aprendido a distinguir los sitios importantes dentro del sitio y en nada tiene que ver con el rango. ¿Hay algo más valioso que cubrir el trasero a un hombre que se ha encargado por más de tres décadas de no mostrar su rostro?
Ivannov entrega un sobre junto con la tarjeta a cada uno, lo que sea hay en su interior no es dinero. Cuando la pieza dorada llega a las manos de cada uno y el sobre delgado igual, no dejo de pensar en lo que sea hay en su interior.
—Este es tu puesto muchacho —me entrega la tarjeta y leo el sobre con mi posición en la mesa. —la paga será...
—Me deberá un favor —le interrumpo y todos sonríen.
—Nos deberá un favor —corrige Nikolái.
Sonríe retirando el sobre de mis manos y afirmando. Es un viejo avaro y se siente aliviado por no tener que soltar un rubro más. Nikolái y los demás lanzan al centro de la mesa los demás sobres, obligando al anciano a detenerse.
—Estamos por fuera y usted sigue dentro —comenta Nikolái y viejo afirma al entender
—Nunca se sabe cuándo lo necesitemos y ojalá nunca lo hagamos —explica Akim —si nunca se da, este día será un obsequio.
—En honor a tantos años juntos —le dice su sobrino, que no ha recibido sobre alguno. —cada día me sorprende más —nos comenta viéndonos a todos y alzamos las manos.
Somos tipos prácticos, la vida en las calles y en particular este lodazal, nos dieron las más grandes enseñanzas. Una de ellas es que es mejor que te deban un favor o hacerlo a quien no tenga como pagarte. El intercambio de favores suele ser efectivo y mejor pagado en algunos casos.
Retira los sobres y abre uno al azar que lanza a mitad de la mesa. Un papel en blanco y en mitad de esta está una línea roja. Lo miramos sin poder entender para qué nos puede servir ese papel y el viejo sonríe.
—Ustedes darían la cifra y el hombre a quien reemplazaban pagaba —nos explica —dinero legal ¿Aún no desean?
—Tenemos lo que necesitamos, hemos vivido con menos —señalo alejándome de allí —no sé los demás, pero no necesito eso.
—Mi pago se hace efectivo cuando el mayor me vea como un igual. —señala Nikolái y Angelo sonríe —igual me debes un favor.
Nos alejamos de allí y recogemos las armas, equipos en silencio. El trabajo es casi un juego de niños, que bien pudimos hacer gratis en honor a la amistad creada con su sobrino.
—¿Puedo estar en la puerta cuando ingresen? —pregunta Akim a Ivannov y este lo ve antes de responder —¿Tengo derechos sabes?
El viejo entorna los ojos y se detiene casi que en los límites de ambos bloques, lo mira a los ojos fijos y cuando creo que dará uno de sus tantos sermones empieza a reír.
—¿Nada ha cambiado verdad? —el chico niega y el hombre afirma —me alegra saber que la mierda no se pegara y uno sobreviviera.
La respuesta le satisface y entiende que es un aval para avanzar, sin dejar de bromear con Nikolái, a quien intenta abrazar al mejor estilo de su juventud y lo aleja de su lado. Así llegamos hasta la entrada del salón y nos detenemos un instante viendo al hombre que no se esfuerza en disimular su sorpresa.
Fin del flashback
Lo que siguió fue dos horas de sorpresa que pensamos acabaría al visitar a Jazmín a ese hotel, pero que el destino nos demostró cuan equivocada estábamos. El supuesto abuelo de Noah, recién encontrado, había sido secuestrado y Noah se había ido tras los captores.
Llevar a una Jaz llorosa al búnker fue una decisión suicida por parte de Vryzas, pero acatada al mejor estilo de la época en que era nuestro jefe. El caos parece se apoderó del sitio, ya que hasta los hijos del mayor estaban desaparecidos.
En este instante nos dirigimos a los sitios en que solíamos llevar a los secuestrados. El ambiente variaba dependiendo que haríamos con la víctima. Es decir, si iba a morir o sería un correctivo.
Por decisión unánime optamos por asumir, el viejo fue sacado para pasar a otra vida. El conflicto estaba en que necesitamos un permiso para hacerlo y eso solo daban un ambiente que creí nunca pisar.
—Si deseas te quedas aquí —sugiere Nikolái y guardo silencio viendo el letrero con destellos neones —prometiste no entrar allí.
—No voy a morirme por no cumplir.
—Puede pensar que has cambiado de opinión.
Lo hice, solo que no de la forma que ella imagina. No hago comentarios y me bajo del auto ingresando al lugar detrás de Nikolái. Me quedo en la primera mesa cerca de la puerta y ambos pasan directo a la barra.
No paso revista, hacía nada en particular y niego la bebida que una chica me intenta entregar. El arrebato de recuerdos me impediría pasar algo por la garganta. Las imágenes mías casándome allí y lleno de ilusiones, chocan con las de mi esposa ofreciéndose a Vryzas meses después.
Le ofreció su cuerpo a cambio de entrar a los cincuenta y Vryzas, creyó, le había enviado. La confusión se dio al vernos hablando en la barra, el griego imaginó, le enviaba a mi amante para hacer parte del grupo. Aquel día estábamos festejando cinco meses de casados.
—Supongo el refrán tiene razón —habla la voz de la mujer que esperé fuera mi mundo detrás de mí —lo que es tuyo, volverá, no importa cuánto tiempo que pase.
—Creí que te referías a "La mierda es mierda, no importa el perfume que le juntes." —respondo sin despegar la vista de la camioneta negra parqueada al frente y de donde han bajado a dos personas.
—Sabes que trabajo aquí... ¿A qué has venido Stan? ¿Me rogarás una vez más? —guarda un instante e imagino espera que gire, pero no se lo permito —Eres y serás un maldito perdedor sin visión. Consideré que tus aspiraciones eran grandes, pero descubrí que te gustaba revolcarte en los desechos de otros.
Antes que pueda responder el brazo de Nikolái se cruza en mi campo de visión con el móvil en las manos. Anoushka sigue de espaldas a mí y es en ese sitio en que seguirá permaneciendo en mi vida.
—Stan —saludo a quien sea esté del otro lado.
—¿Qué le hizo a mi perra? —la voz de la chica hace de mantra, logrando desechar los recuerdos.
—¿Qué sucede?
—Me escuchó bien —solloza mientras de este lado intento centrarme en ella y no en la mujer que se posa frente a mí —ella no ha querido comer, ni alejarse de la puerta.
—Le diré a Wells que envié a alguien ...
—No entiende —solloza más fuerte —Esta así desde que usted se fue ¿Qué le hizo a mi mascota?
Su acusación me hace reír, me incorporo teniendo cuidado de no tocar a Anoushka que parece querer problemas. Nada alimentaria más su ego que ver a dos hombres peleando por ella, es un lujo que pocas putas tienen el honor de darse.
—¿Quieres el truco? —sonrío.
—¡Quiero a mi perra de vuelta!
—En los segundos cajones —le interrumpo —ella solo espera que llegue para que le dé comida real —su sollozo se detiene y escucho sus pasos —si deseo a tu perra, te la hubiera quitado, cielo —me aseguro de que esto último sea en ruso y aumento la curiosidad en la mujer que me ha seguido.
—¿Se quedará allí mucho tiempo?
—¿Lo encontraste? —pregunto en respuesta.
—Sí. ¿Por eso los quiere? —asumo que se lo dice a su mascota, porque lo dice bastante indignada —Eres una vergüenza.
—Debo colgar —cuelgo la llamada viendo a la mujer que se posa frente a mí — ¿Has avanzado algo? —luce un top diminuto, falda cubriendo trasero, botas altas y las medias —porque no lo parece —sonrío —creo que tu idea de mediocridad es distinta a la mía... te enviaré a un abogado para el proceso de divorcio.
Sin decir una palabra más, ni esperar alguna suya, saco el arma y cruzo la calle al tiempo que alerto a los dos hombres que están en el interior. No es el viejo Tarasov o Noah, son los hijos del mayor e igual de importantes.
Una hora después, tras liberarlos, recibiríamos la noticia que Jaz había resultado herida y que Noah había encontrado a su abuelo, pero herido.
Su estado era delicado.
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