Capítulo 16
Salgo de la habitación con toda la casa en silencio, esa mañana no escuché los ladridos de Bruna o las protestas de Mía por los escándalos de su mascota. Un día como hoy, solíamos amanecer en la isla, borrachos y cubiertos de restos del animal que habíamos sacrificado para ser nuestra comida.
Extraño aquella camaradería, las risas y bromas antes, durante o después de cada trabajo. Nuestra única preocupación era terminar un trabajo rápido para tomar el siguiente. Esta qué vivo es mi realidad, lo será hasta el final de mis días y debo adaptarme a ella, pero es difícil.
Desde las escaleras la observo de espaldas en la cocina, Bruna está a sus pies y degusta su desayuno. Lleva puesto una remera negra, vaqueros y descalza. Su cabello rubio lo ha recogido en una coleta alta y cae más debajo de sus hombros.
Tararea una canción moviéndose de un lado a otro sonriente y ajena a que estoy en mitad de las escaleras observándola. Al percatarse de mi escrutinio sonríe encogiéndose de hombros y haciendo un mohín.
—Buenos días —saluda jovial —¿Qué tal tu mañana?
—No tan feliz como la tuya—no puedo evitar responder.
—Hoy cumples años —responde como si con aquello lo dijera todo y la veo sin entender —es un día de fiesta.
—Es un día normal —me lamento mirando la hora —debo ir a trabajar…
—En una hora —me interrumpe y a pasos rápidos se dirige al horno —tienes tiempo para soplar las velas y pedir un deseo.
Del horno saca una pequeña tarta marrón adornada con nueces y una capa amarilla. No es necesario que pregunte sobre el cómo se enteró es mi preferido. Sus ojos brillan de alegría y las manos tiemblan al dejar la pieza frente a mí.
—Es pequeño —se excusa —es mi primera tarta y quise hacerlo como decía en el video.
Guardo silencio viendo las letras blancas encima de la capa amarilla, han sido muchas las veces en que he deseado poder leer ninguno de ellos causa tanto dolor y frustración como lo que estoy viendo.
—¿No te gustó? —su voz es casi un chillido —yo… lo lamento, creí…—balbucea.
Toma de nuevo la pieza dulce para alejarla, pero se lo impido al tomar sus manos. Permanezco en silencio viendo los detalles delicados y coloridos de la torta. Ella debió pasar horas viendo el video, luego procesando todo aquello, para crear lo que veo.
—Eres la segunda persona que hace algo tan hermoso para mí. La tercera, si tiene en cuenta al griego —me apresuro a decir, pero al pensarlo un poco sonrío— y en esos cumpleaños grupales, la torta era… tenebrosa —respondo con una sonrisa al recordar la cabeza del animal que solía ser nuestra tarta.
Yo ni siquiera sé el de ella, un detalle que estoy dispuesto a averiguar en cuanto salga a trabajar. Toma el encendedor e intenta encender la vela, pero le es imposible, me cuesta entender los motivos hasta que su mano se remueve dentro de la mia y me ve apenada.
—Ahora entiendo por qué me sentía tan pleno y en paz. Un ángel controlaba mis malas emociones —hablo al soltar su mano, no sin antes besarla, lo que ocasiona se ruborice y aquel color rojo en sus mejillas que empiezo a amar aparece.
—Debes pedir un deseo —pide al encender la vela.
—Falta una vela —señalo la tarta y ella niega.
—Serían treinta y siete en todo caso. —me corrige —Cumples treinta y ocho ¿No?
—Son dos —insisto—según una tradición alemana un festejo llamado Kinderfest, sobre el dulce del homenajeado se instalaban dos velas. Una representaba la luz de su vida, la otra los venideros. Las velas debían estar encendidas todo el día, así que, si una se acaba, era reemplazada.
Sus ojos verdes me miran directo a los ojos, causando en mi cuerpo calor y en mi entrepierna algo más. Escucha atenta mi relato y sonríe cuando le digo Jarek, fue el primero en obsequiarme una torta.
—¿Era alemán?
—Sí. —sonríe y mira la vela encendida.
—¿No pedirás un deseo? —insiste y por un instante es como estar viendo a una niña —debe haber otra por aquí.
—Con esta basta —la tomo de nuevo de las manos impidiendo que se aleje, y es solo una excusa para tenerla cerca —Jarek, me dejó todo el día viendo la tarta y cambiando las velas cuando se apagaban, fue un tormento que acabó en la noche. Al otro día estuve con dolor de estómago, pero valió la pena —recuerdo con una sonrisa en los labios —al final del día me dejó soplar las velas y pedir mi deseo. Creía que el humo de las velas al apagarse ayudaba a trasladar a Dios el deseo que todos tenemos derecho a pedir por nuestro cumpleaños.
—¿Se cumplió?
—Ni siquiera recuerdo que pedí —confieso en medio de bromas e inclinando mi cuerpo para soplar la vela. —¡Listo!
—¿Y el deseo? —enarco una ceja y ella ubica sus manos en jarras —¿No me lo dirás? —Niego e infla sus mejillas.
—Si lo digo no se cumple —insisto acariciando su cabello.
—¿Es importante para ti? —lo pienso un poco y sonrío ante su rostro enfadado.
—Lo es. —afirma sacando algo del bolsillo trasero de su pantalón.
Un papel doblando con cuidado que estira hacia mí y que tomo con algo de duda. Sus mejillas vuelven a ese color adorable y baja el rostro susurrando que no lo lea ahora sino cuando esté solo. Paso saliva y me remuevo inquieto al punto que debo sentarme para obtener el valor.
—¿Debo responder algo tras leerlo?
Saco la billetera y busco el sitio de ella más importante. Un bolsillo oculto con una fotografía en su interior, retiro la instantánea y la observo. La sonrisa que aparece en mis labios es la que siempre hace presencia cuando detallo la foto en que estoy con Jarek.
—Es Jarek y yo a los quince, dos meses antes de morir —mi voz sale rota cuando se la entrego y ella lo recibe con manos temblorosas —en este lugar estará tu carta hasta que pueda leerla —confieso —es el sitio más importante de mi vida.
—No es necesario que lo respondas si no lo deseas —ella se torna triste al decir aquello. —no tengo nada que ofrecerte que no tengas…
—Me gustaría poder hacerlo —confieso y señalo la torta —también lo que has escrito allí y que no me es posible.
Ella inclina su rostro, confundida y le brindo una sonrisa apenada. Al abrirlos con sorpresa entiendo que ha captado mi tribulación y toma mis manos.
—¿Por eso no respondes mis mensajes? —no es una pregunta hacia mí o reclamo, ella solo está procesando lo que le acabo de decir —“Feliz cumpleaños a mi héroe” —señala la torta —es lo que dice y la carta…
—Déjame leerla —le pido apoyando mi mano sobre la suya —aprenderé a hacerlo —hay duda en su voz y lo que sale de mis labios es algo que nunca he dicho —por favor, permíteme eso.
—Está bien —balbucea y muerde sus labios —pero si no puedes hacerlo…
—Podré hacerlo —hablo con seguridad y ella afirma.
—Hoy no es necesario esperes a la noche para probarla —parte un trozo de tarta que deja en un plato y lo alarga hacia mí.
En toda mi vida no me había sentido tan feliz como en ese instante. Éramos solo Bruna, ella y yo, aun así, me sentía pleno con eso. Es posible que fuera ella, que solía llenar todos mis vacíos, su sonrisa o ese rubor en sus mejillas que aparecía cuando la miraba de más.
—Debo irme —me incorporo recogiendo los trastes en la mesa —Llegaré tarde, me gustaría poder hacerlo más temprano y salir…
—No es necesario —se apresura a decir y al verla luce nerviosa —estoy bien en casa…
—No es sano —le riño —tendré el último fin de semana del mes libre, si no quieres la ciudad, iremos a otro lugar.
No responde y me acompaña a la puerta en donde se detiene. Con extrañeza noto que ella se cuida de no traspasar al jardín y eso me recuerda su sueño. Su rostro está viendo a la calle en todas las direcciones en búsqueda de algo. Su comportamiento ha dejado de ser relajado y feliz, convirtiéndose en estresado y temeroso.
—¿Todo bien? —ella afirma, pero no le creo —buscaré a alguien que te haga compañía.
—No es…
—Será de confianza —le calmo —hoy estaré en un evento del que no sé cuándo saldré o como será —confieso mi temor y ella me ve preocupada —tal vez es paranoia, pero todo fue muy rápido.
Bruna no tiene el mismo problema que su dueña y sale despedida al jardín ladrando a la nada. Ella sonríe viéndola corretear de un lado a otro, pero no sigue temerosa.
—Te estaré llamando —prometo al notar que he sembrado en temor en ella —gracias por la tarta y el detalle.
—Feliz cumpleaños Stan.
Se inclina dejando un beso en mi mejilla y apoyo una mano en su cintura, lo que le impide alejarse. No hace pie por liberarse y se limita a verme a los ojos, busco en ellos temor o rechazo, encontrando solo ansiedad, algo que no alcanzo a percibir.
—No es la manera en que lo imaginé…
Sonríe tímida apoyando una mano en mi pecho y me tenso al creer que está por empujarme. Contrario a lo que pensé, se aferra a mi saco y sus labios se abren, no sé si a mí o a decirme algo. Lo tomé como una invitación y decidí darles realidad a mis fantasías.
Un beso correspondido por ella con dudas y hasta inocente, dulces, suaves. Jadeé al sentir sus dedos en mi nuca y el cosquilleo de ella juguetear con mi cabello. Un beso tan inocente e inexperto no debería representar tantas emociones. Las había y eso me hizo disminuir mis ansias de ella para seguir a su ritmo.
Esperaba que fuera supiera besar, ella había sido novia del tal Jeff y aquello me atormentaba. Lejos de desilusionarme su escasa experiencia, me alegró y me dio la fuerza que necesitaba para alejarme de sus labios y dejarla en el suelo. Jadeante, con los labios entreabiertos y los ojos brillantes me ve con desilusión.
—No me mires de esa forma o no me iré — le reprendo—debo irme, es importante —afirma retrocediendo, haciendo pedazos la magia que nos envolvía y le agradezco su sentido común siga intacto.
—Espero tu mensaje.
Diciendo esto cierra la puerta y me quedo viendo la pieza de madera por largo tiempo antes de dar media vuelta y alejarme de su encanto.
****
Emma Frederick nos contrató por sus sospechas en contra de la prometida de su exesposo. Besar a un hombre minutos antes de que Alexis (Su ex) la presentara como su prometida fue la base de todo. La historia pasaría a ser solo una infidelidad más, si no fuera porque lo negara, su ex le creyera y el hombre a quien besara era su hermano.
Sin mencionar que antes de llegar Alexis ella le insinuara que era socia del imperio. Una fortuna tan grande y un poder inmensurable era suficiente motivo para estar alertar. Sobre todo, si se tenía en cuenta que tras el supuesto divorcio su ex le fue entregado las acciones de ella.
—Estoy seguro de que ella no llegó a imaginar todo lo que había detrás de esa mujer—habla Nikolái y observo en la mesa todo lo que hemos hallado. —cuando nos buscó, ella esperaba encontrar algo distinto. Infidelidad, mentiras, engaños… Jamás esto —finaliza.
—Lo hizo para fastidiar a su ex —Akim sonríe y yo niego —¿Lo dudas?
La mujer que seis años antes ingresó a su hogar como amiga de su esposo, quien fue su paño de lágrimas y consejera matrimonial. Sospechaba que era culpable de su separación, quería saber los motivos. Besar a su hermano y negarlo, autoseñalarse como la socia prendió las alarmas.
Emma Frederick era una mujer lista que supo instuir algo malo sucedía y quiso respuestas. Buscar a terceros y no al personal de seguridad de la compañía, fue solo porque estos estaban al mando de su ex suegro.
A ella no la motivó los celos, aunque los había.
—Era demasiado ardid para quitarle a su esposo. Un hombre que acepta es un buen partido, no para arriesgar su carrera o retar a la familia.
Años atrás hubiera tenido éxito, cuando fue alejada de los suyos. Hoy, tras tanto sufrimiento, ella había logrado ser perdonada y era por decirlo de una manera, una mujer nueva.
—Con todo, estoy seguro, no dimensionó lo que traería consigo esta investigación —Nikolái apoya sus manos en los documentos y me mira.
—¿Cuándo planeas decirle? —Akim está sentado a mi lado y Nikolái frente a mí.
—Cuando tenga los datos precisos o en su defecto lo hayamos solucionado —indico y Nikolái afirma, es Akim quien no le gusta la idea.
La acusó de lanzarle el auto, la acusación hubiera tenido éxito si Nikolái y Akim no la hubieran seguido. El accidente ocurrió el mismo día en que nos contrató, mientras yo la escolté a su casa, Akim y Nikolái hacían lo propio con el auto oscuro que la seguía.
Kamil Slora era una de las ocupantes de ese auto y el hombre resultó siendo un vecino del conjunto residencial donde la Frederick vivía. Justo al lado, estaba el hombre que le ayudó con el circo de ese accidente, pero al que no hemos podido encontrar.
—Ha demostrado es peligrosa, ya perdió a un bebé, su pierna. —nos recuerda —y esa lunática quizás tuvo que ver.
—Ya no está sola y no lo digo por mí.
Seis años atrás, la mujer fue separada de su familia por su comportamiento y poner en riesgo la seguridad de los suyos. Su matrimonio con Alexis fue visto en ese entonces como castigo. Con la única persona que se llevaba bien era con su hermano mayor y su jefe, pero hasta a él le ocultó los detalles de su divorcio y embarazo.
Sabe que es de cuidado desde el mismo instante en que se valió de sus errores pasados y acusarle de infiel, comprometerse con su exesposo y años más tarde ingresar a la mansión y amenazarle con despedirla. Inventar un accidente, usar terceros para llegar a ello, estoy casi seguro de que es la culpable de incendiar la casa de al lado y el asalto a esa reunión.
Ella tiene razón al decir que es demasiado por el amor de un hombre, hay algo más.
—Le he mantenido al tanto de casi todo, en el instante en que tengamos las cosas claras y no este nido de contradicciones… —suspiro —aquí hay algo más. Es imposible que esa chica hiciera todo esto sola.
Hay alguien de la familia implicada, esa sospecha nos pide tomar las cosas con calma y no señalar a nadie. Es bien sabido de la enemistad que hay entre gran parte de la familia con los herederos del imperio, por el testamento que favoreció a Jason Frederick en un porcentaje muy alto.
—El dinero tiene muchos amantes, la gran mayoría de ellos peligrosos —comento incorporándome. —será mejor si me voy a trabajar.
Avanzo hacia la salida con un par de ojos fijos en mi salida. Desde nuestro altercado no hemos vuelto a hablar del asunto, ellos siguen viendo a Mia y hasta salen con ella. Sin embargo, no hago preguntas al respecto y eso me permite cierta paz.
—¿Tienes algo que ver con las negativas de Mia en salir?
Que la pregunta la haga, Akim reconforta, pero sé que detrás de ellas está Nikolái. Detengo mis pasos con las manos en el picaporte y niego en silencio.
—¿Estás seguro?
—No tengo que ver Nikolái —aprieto los dientes fastidiado —ha tenido pesadillas, de un hombre con máscara de conejo que la persigue, ha creído verlo en la calle. —niego dándoles el frente —no hay nadie en las dos veces que ha llegado a mi habitación asustada. Su mente ha adquirido una línea imaginaria entre el jardín y la casa.
El trabajo con los Frederick ocupa gran parte de mi tiempo, eso me ha impedido tomar cartas en el asunto. He visto las cámaras de seguridad de forma fugaz, pero no suele haber nada.
—¿Si deseas te echamos una mano? —sugiere Nikolái —estamos disponibles. Después del incidente en ese hotel, todo puede ocurrir —insiste.
—Estarás ocupado con los Frederick y ella sola… piénsalo. —afirmo Akim sin decir nada—si no deseas ayuda con ella, déjanos ayudarte con los Frederick.
—Lo de Mia es más complicado de lo que creen. Les explico esta noche, en casa de Vryzas. — anuncio antes de salir dejándolos a ambos sorprendidos.
Libero el aire de mis pulmones al llegar a la calle e inspiro una gran bocanada de aire antes de ingresar al auto. Tal como lo imaginé ese día, hubo un incidente en esa reunión estaba Gregory y Emma Frederick, un evento con diversas empresas prestantes del país.
El CEO de las industrias y su hermana menor, eran los únicos asistentes propietarios, los demás habían enviado a emisarios. Por eso se creía que el ataque iba dirigido a ellos, aunque los protagonistas fueran adolescentes y se negaran a ser partícipes de algún grupo criminal.
Tres disparos en un salón con poca seguridad, una salida de emergencia estrecha, la de incendios, un desastre y los primeros auxilios escasos. La invitación se perdió en los canales de la empresa y llegó a manos de la seguridad horas antes del evento. Personas comunes, se hubieran negado a asistir o enviado a emisarios como los demás.
Pero los Frederick no eran ese tipo de personas.
¿El resultado? Una estampida humana ocasionada por un grupo de adolescentes que irrumpió en el evento y detonó tres veces un arma de fogueo. Ahora, insistían en hacer ese evento conmemorando a empleados caídos en su labor.
Eso, los sueños de Mia y sus pesadillas que pueden ser recuerdos me tienen de mal humor. Lo único que ha logrado calmar mi estado, era el recuerdo de ese beso y los avances que he tenido con ella.
Una hora después cruzo el umbral de su oficina y la encuentro tal como lo imaginé. Elaborando ese acto para conmemorar a personas fallecidas ¿Alguien les dijo que no verán esos actos?
—Debe existir un lugar cómodo, seguro y libre de prensa —comenta al verme entrar—que no sea un estadio —insiste.
—No hay un sitio seguro en este instante para llevar a cabo este evento. Le recomiendo no hacerlo.
Está rodeada de carpetas y fotografías, me muestra un par de estas últimas señalándolas como personas que fueron importantes. Su fallecimiento fue en labores y eso las hace merecedoras de un día especial.
Hay dos décadas en todo las carpetas insiste en que lea un par de ellas al abrirlas. Solo así sabré la importancia de lo que ese día es para ellos.
—Envíe una tarjeta, rosas, escriba nota en primera plata de todos los periódicos, usen una plaza, llénenlas con esas fotos o con velas, no sé… Cualquier cosa —detallo impaciente ante la insistencia que lea.
—No los has leído, si lo hicieras sabrías la importancia de ese día para nosotros. —señala las filas a su alrededor antes de seguir —Toma la que desees y entenderás mi situación.
Un acto que haría de mil amores si pudiera, pero que me es imposible, están en inglés. Al verla sacar un par de ellas e insistir en que lo haga, entiendo que la astuta mujer ha entendido mi conflicto.
Caigo en su trampa al mostrarme una en mi idioma, hace tanto tiempo no leo algo que lo devoro como si tuviera en mis manos un tesoro. Lo que se siente al leer aquello es indescriptible.
—¿Cuántos idiomas hablas Stan?
—Seis. —respondo sin verle
—¿Cuántos manejas a la perfección?
—Sé que sabe esa respuesta. —ella ha logrado descubrir mi mayor vergüenza y eso me enoja.
Solo a ella le he logrado contar partes de mi vida, me envolvió su perspicacia y caí rendido en su astucia. Derrotado y al ser descubierto saco la nota de Mia y la dejo sobre la mesa. Cierro la carpeta y sin despegar los ojos de ella apoyo la mano en el trozo de papel apretando las manos con fuerza en un acto de impotencia.
—Me lo escribió el día de mi cumpleaños o el que festejo como tal —empiezo a decir —no he podido saber que dice —apoyo la mano en la hoja al ver que está por tomarla y lo guardo enojado por su osadía.
—Creí que querías saber qué dice.
—Quiero leerla —corrijo—Es usted una mujer curiosa, que no se quedará en lo que leyó, querrá ventilarlo.
—Soy tu jefa Stan. Merezco un mínimo de respeto.
—No recibo un salario, por lo tanto, no cumples ese rol.
—Lo hice. —insiste —no en dinero, pediste algo y yo cumplí.
La observo divertido, acomodando mi saco y contemplando aburrido el entorno que la rodea. Ella está enfadada por lo que dije, lo que no es extraño, la gran mayoría de nuestras conversaciones acaban en discusiones.
—Hiciste tres llamadas —corrijo — batir pestañas y caderas no es un sacrificio para ustedes, las mujeres.
—Stan… —me advierte y le veo sin pestañear.
—No hizo otra cosa, fue allí, dio una orden y fue ejecutada ¿Me equivoc…?
—Te enseñaré a leer y escribir en inglés — interrumpe y solo así guardo silencio —será mi despedida, quizás te regale un bozal.
—Lo acepto —respondo satisfecho. —a las diecinueve horas tendré la primera clase… No falte.
—¿A dónde crees que vas? ¡No hemos terminado! —explota al verme avanzar a la salida.
—Buscaré ese sitio…
—Así no funcionan las…
Pero ya he salido a los pasillos con una sonrisa en los labios y la satisfacción que obtendré lo que deseo en menos tiempo del que creí. Al llegar al primer piso me topo con Wells, el abogado quien me sale al paso.
—Te estaba buscando —habla al llegar a mí —te tengo noticias.
—Miabella no es su madre y que más…
—No de ella —me interrumpe y sigue hablando cuando tenemos privacidad. —su nombre es Hacker Nilson Dekker, le fue cambiado cuando cumplió su condena y para proteger su identidad…
—¿Qué tipo de condena? —pregunto irritado pese a tener una idea de lo que sigue.
—Agresor sexual —aprieto con fuerza las manos y sigo escuchando —no puede ser su hija, el tipo fue encontrado en el acto por el padre del niño (de seis) y fue castrado… no creo necesites más detalles.
Golpeo con fuerza las manos en el capo del auto, escuchando que le dieron otro nombre apellido para resguardar su identidad. Salió tras cumplir una condena de veinte años en su país, por un indulto del que se cree hubo intervención de un amigo político.
—¿Socio de delitos? —Wells afirma y suspiro. —¿Qué hay de Mia?
—Estuve mirando las fechas en que abandonó su país y corroborando niños perdidos alrededor de ellas —no tiene nada en sus manos, lo que me dice que no encontró mayor cosa —la dirección que dio al salir es de la única familia que sobrevivía, un primo, casado y con una niña de dos años…
—Dios…
—La familia murió en un incendio. Hacker Nilsson o Igor Dekker falleció ese día junto con su primo, la esposa y su hija.
—¿Mia Dekker?
—Miabella Dekker —confirma — se enamoró de la niña, eso le decía a Fellón, nunca la dañó, lo que es posible o ella no estaría tan sana como la vez.
¿Qué cojones entiende por sano? Mia es todo menos eso. Mi mirada se detiene en Jason Frederick padre al ingresar con el grupo de escoltas que acostumbra. Hace contacto visual conmigo y luego ve a Wells, se detiene un instante en mitad de su empresa y me mira intrigado. Su jefe de seguridad le dice algo y afirma retomando sus pasos.
—¿Qué le pagaba a Fellon? No me digas que hace parte de secreto profesional Wells —hablo hastiado por el verlo negar —porque hallaré la puta verdad, así me toque incendiar toda tu oficina. —luego de pensarlo un poco, maldecir y ver en mi rostro que no miento, suspira y acaba por ceder.
—Pagaba por silencio —confiesa —cuando tuvo otra cosa que dar, la entregó a ella.
Todo mi cuerpo cae apoyado por en el auto mientras le escucho decir que es mejor si ella no sabe la verdad. Es menos dolorosa la que hoy día cree es y de igual forma esta sola en el mundo.
—¿Algún otro pedido? —niego —ella no corre peligro Borch, está limpia.
—¿Seguro? —sonríe apoyando la mano en mis hombros.
—Si no me crees a mí… créele a Ivannov. Él se encargó de ello y aseguró ser el pago a un favor.
Sonrío al recordar y estiro la mano hacia el abogado. No sé si agradecer sea lo correcto, si se tiene en cuenta de lo que me acaba de decir. Sospecharlo, era muy distinto a corroborarlo.
Las pesadillas, los sobresaltos, el miedo a salir ¿Estaba recordando algo? Las idas al psicólogo podrían ser otra cosa, a ella pudieron hacerla olvidar todo y de ser así…
—Sé prudente Borch —aconseja ante mi rostro enojado —si ella olvidó eso es por algo y ni siquiera sabemos lo que hizo. —sigue. —no hay que alarmarse, quizás nunca la.. Ya sabes.
—Es posible que solo le tomara fotos desnudas o en poses de adultos —respondo con sorna —que ahora invaden toda la red de bastardos… Si Wells, eso me calma como la mierda.
Feliz Navidad, bellezas.
Perdón por lo tarde, ayer no pude por problemas se salud.
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