Capítulo 11
Abrigué la esperanza de que todo iba a cambiar. Nos llevamos tan bien en Moscú, que creí toda aspereza había quedado atrás. Éramos compañeros de trabajo y él, lo más cercano a un jefe, una buena relación laboral haría de nuestro entorno un sitio agradable.
Estaba equivocada.
A menos de un día de volver, me prohibió llegar al ático, sin darme más explicaciones y exigirme obedecerle. Triplicó la seguridad en casa, instaló varias cámaras y sensores por todos lados y se negó a darme las claves. Como si todo aquello no fuera suficiente, me dejaba sola durante el día y hasta algunas noches.
Uno de esos pocos días en que tuve la dicha de cruzarme con él, me dijo que estaba ayudando a Noah con la organización de la casa. Lo recordé como el novio de la boda, aunque no hablé con él y lo vi de lejos.
Escucho el ruido de la moto alejarse, pero permanezco en la cama. He tomado, por costumbre, que mi día empieza cuando estoy sola. Eso me dará la certeza que lo haré con el pie derecho y no con una amonestación o disputa.
Ruedo mi cuerpo en la cama y busco alrededor de la habitación. ¿Por qué no me sorprende? No hay señas de Bruna, ella sigue prefiriendo la compañía de Stan antes que a su compañera de vida y en nada tiene que ver la comida extra que le da.
Los días son largos, aburridos, hice el recorrido por la casa de tantas maneras posibles y variadas, que ya puedo hacerlo con los ojos cerrados. No hay mucho que hacer y cada día me invento una nueva labor.
Pese al encierro y lo hostil que era cuando de llegar sola a las rejas se trataba o insinuarle salir al parque cercano. Me resultaba difícil odiarle, hasta el día de hoy, me ha ayudado sin pedir nada a cambio. Mi mente me repetía que era socio de Fellon o lo conocía, no podía sentir cosas buenas por él.
Stan hizo parte de las personas que llevaron a mi padre a la tumba.
Leí el informe en un par de ocasiones más, para asegurarme que no fue un sueño y recordar el tipo de persona que era. Cada día en esta casa, protegida, me resultaba difícil, asociarlo a esa red de pedófilos. Si bien, era mi carcelero y algo temperamental. La realidad es que ha tenido solo buenos detalles. Me rescató de la basura, cuidó a Bruna y me salvó la vida varias veces.
Seguía estando encerrada y sin poder salir por mis propios medios, no me daba motivos y aseguraba que no era de mi interés. Las veces que salí a la calle, fue con él y no tardamos ni media hora.
El día pasa sin novedad, la limpieza de la casa es cada vez más fácil, a tal punto que estoy por creer la vivienda se está encogiendo. Ese pensamiento me llega al entrar en la cocina y sonrío sintiendo las quejas de mi estómago por no haber probado bocado en todo el día.
Me detengo al escuchar un cristal que se rompe en la parte de arriba de la casa. No lo he soñado, Bruna lo ha percibido, sus orejas están en alto y todo su cuerpo alerta. Un segundo ruido más claro que el anterior y el chillido de un animal hace a Bruna ladrar y subir las escaleras. Dándome la certeza que no es una alucinación.
Algún animal se debió quedar atrapado en la ventana del ático. Un mapache o zorrillo, he visto a varias de esas dos especies hurgando en la basura. Bruna llega primero que yo, empezando a ladrar molesta.
—La pobre criatura, no solo está herida y asustada. También debe soportar tu mal humor —la reprendo al llegar un poco exhausta por mi correría escaleras arriba.
Antes de fijarme en el animal, lanzo una mirada fugaz a todo el lugar. Busco el motivo por el cual ha prohibido mi llegada a este lado de la casa. Antes de la advertencia, lo hacía y solo encontré cajas de decoraciones, de Halloween o navidad.
—Allí estás —Bruna está detrás de una enorme caja de donde solo es posible ver su cola. —sal de allí y deja a ese animal…
Obedece a la primera y lo que trae en su hocico me hace retroceder, lanzando un grito y salir despavorida, escaleras abajo. Mi perra trae en sus fauces a una enorme serpiente y avanza en mi dirección. Aquel animal se retuerce en su boca y se enreda en el cuello de mi mascota, pero el miedo a las serpientes es más grande que las ganas de ayudarle.
Atrás ha quedado mis quejas por el encierro, lo gruñón de Stan, etc. Mi único interés es mantenerme lejos de la serpiente y los juegos de Bruna. Mi carrera me lleva al jardín en el mismo instante en que las rejas se abren e ingresa Stan.
Mi sorpresiva salida y carrera hacia él, lo hacen detener la motocicleta justo en la entrada y bajar ambos pies. Me dice algo que no logro escuchar, tengo como único objetivo, alejarme de esa víbora y de Bruna. Con la misma velocidad cruzo la calle y llego hasta la acera del frente. Hasta que un par de manos me impiden seguir huyendo y soy arrastrada de vuelta.
—¡Suéltame! —le exijo.
Varios peatones y autos se detienen al ver nuestra lucha, pero nadie hace por acercarse. Un par de personas me ven con preocupación, mi rostro lleno de lágrimas e insistencia que me suelten deben causarles inquietud.
—Tiene una víbora en casa. —me quejo.
—¿A dónde rayos vas? —me reprende —y solo pudiste verla si desobedeciste.
—Escuché ruidos…—grito histérica.
Le tengo terror a las serpientes, producto según mi padre, de que una de ellas me mordió a mis tres años. Nunca puse en dudas su razonamiento y hasta hoy, jamás me había tocado tener una tan cerca.
Stan no pronuncia palabras mientras me arrastra a la casa, en su mirada hay enojo e ira. Me amo lo suficiente para mantener la calma, pero prometo que, al llegar a casa, me alejaré de él y su humor negro.
Me sacudo al llegar al jardín y me planto en la mitad limpiando mis lágrimas. La respiración de Stan es irregular, su rostro está rojo y sus cejas juntas. Sus labios se han perdido al apretarlos y todo él grita peligro.
Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que me golpeó y algo me dice que hoy lo hará.
—¡A dentro! —niego dando media vuelta para rodear la casa e ir al jardín trasero.
—No hasta que no saques a ese animal…
Mi negativa no es escuchada y, en cambio, soy tomada en hombros, sin importar mis protestas o golpes en su espalda. Me deja en mitad de la sala, viéndome preocupado. Debe imaginarse que aproveché el momento para escapar. En alguna ocasión lo he pensado, luego recuerdo que aquí tengo todo lo que hace falta. Soportar su mal carácter no es tan malo. Además, estoy sola todo el tiempo. En resumen, me pagan por holgazanear y mi humanidad no está en riesgo.
Lo contrario sería de estar en las calles.
Algo llama su atención a mis pies, siento que rozan mi tobillo y al sacudirlo eso se enreda en mis pies. Mi cuerpo se paraliza, pero mis cuerdas bucales aún funciona. Lanzó un grito al descubrir a ese animal enorme, amarillo, frío y escamoso enredarse en mis piernas, con la risa de Stan como fondo.
—¡Usted la trajo! Es su maldita culpa si se muere…—le advierto al ver a Bruna acostada y sin moverse.
—La única que murió fue la pobre pitón en las garras de esa apestosa —responde —les dije Ático no…
—¿Qué mierdas haces con una serpiente en el ático?
—Controla plagas, había ratas en la casa. Y no digas malas palabras Mía, te salen horrible.
Mi indignación va en aumento, de la misma manera que el buen humor en él. Ni las acusaciones de tenerme prisionera, logran disminuir la risa sin dejar de jugar con ese animal que insiste en colgar en mi cuello.
—No puedo creer que te hiciera correr —sonríe —es el animal más inofensivo del mundo.
—Lo que digas —doy media vuelta alejándome de él y de sus burlas. —pero recuerda que la trajiste para que se comiera a las ratas y ella puede matar a Bruna.
—Mía…
—Déjame tranquila Stan.
—No esperes que me disculpe.
Si no pudiera sentir su risa en esas palabras, hasta lograría entenderlo. Pero es evidente que goza de mi estado, doy el primer paso en el primer escalón y me detengo.
—Buscaré tu punto débil y me las cobraré…
—Mucha suerte con eso, tesoro.
Subo las escaleras de a dos escuchando sus carcajadas que se alcanzan a oír hasta que cierro la puerta. Apoyo mi cuerpo en ella sintiendo a mi corazón galopar casi ante ese exabrupto de buen humor.
****
Stan me dejó un audio de WhatsApp diciéndome que iba al hospital. Fue la mejor forma que tuvo de contactarse, porque en todo el día me negué a salir o hablarle. Su sobrino acaba de nacer y debía estar allí. Al recibirlo, bajé a la planta baja, encontré a Bruna en mitad de la sala, alzó su rostro al verme bajar y giro su obeso trasero para darme la espalda.
—Es mejor que tengas vergüenza —le reclamo. —eres una perra mala.
Pero no se mueve y se limita a verme desde donde está. Un enorme oso en uno de los muebles llama mi atención, es rosa y tiene en sus manos un enorme corazón rojo con una leyenda en letras blancas.
Lo siento Tesoro.
Sonrío al tomarlo en brazos y abrazarlo contra mí, tiene su aroma impregnado, es suave y perfecto para abrazar. Lo dejo mirando de frente a la cocina y mientras preparo de comer, sonrío al verlo sin poder creer que lo supiera. Papá nunca fue un hombre detallista conmigo, solía comprarme lo básico y desde siempre admiré a mis compañeras por sus habitaciones repletas de juguetes.
Stan
Los cuatro estamos en el hospital, Jazmín había dado a luz a un varón y tenía a Noah y al viejo felices. El pequeño le cubría la cabeza un manto dorado de cabello que se asemejaba más a lana que a otra cosa. Muy pequeño, arrugado y mientras lo tuve en brazos no hizo más que retrocerse y llorar.
El viejo Terek, camina de un lado a otro, mientras su nieto está a nuestro lado y con los ojos cerrados. Jazmín se ha quedado dormida, Noah aprovechó el momento para salir y darnos el parte de tranquilidad.
—Necesito instalar cámara en la casa —habla sin abrir los ojos.
—Yo me encargo, estos dos no pueden —se ofrece Nikolái y él afirma abriendo uno de sus ojos, fijándolos en mí.
—Fui a verte esta mañana y me llevé una grata sorpresa. Entré con la llave que me diste—sonríe —¿Algo que decir?
—No tiene a dónde ir…
—¿Tiene que ver con esa herida en el brazo? —mi silencio le divierte y niega. —hemos hecho planes de irnos un año, pero, si necesitas de mí…
—Lo tengo todo controlado —le interrumpo.
—¿Estás seguro? —afirmo y me ve preocupado —el cadáver de Anoushka en el hotel en que estabas… no es un juego Stan.
—No estamos pintados en la pared ¿Sabes? —con esas palabras Akim, intenta decirle que está allí y Noah sonríe. —podemos ayudarle. —señala a Nikolái y a él algo indignado.
—Es lo que me preocupa, eso y que no pueden dejar de meterse en problemas. —nos reprende —no son unos críos.
—Si lo dices, por Ava sabes que no fue mi culpa. —la excusa de Akim le hace rodar los ojos y a nosotros reír —Stan puede decirlo mejor.
—Él tiene razón, no había manera de saber que la niña reaccionaría así o lo que le siguió.
Noah divide las miradas entre las puertas de la habitación en donde está su esposa, su abuelo y nosotros. Sigue cuidándonos como si aún fuéramos parte del grupo o cuando él no tiene problemas.
—Me haré cargo —le digo y Noah enarca la ceja.
—Nadie te hará…
El ruido del móvil de Nikolái nos hace callar y todos vemos el objeto con curiosidad. Hace un par de días, Akim tuvo la genial idea de poner un anuncio en la prensa. El número que salió ganador fue uno nuevo y que estaba en poder de Nikolái.
—¿Quién contesta? —pregunta Akim emocionado y los ojos de todos están puestos en mí —tu nulo acento ayudará, por si es una broma o un truco.
—Stan —hablo tras contestar.
—Llamo por el anuncio —habla una voz femenina —necesito de sus servicios.
—¿Qué necesita con exactitud? —pregunto y los tres afirman ante mi pregunta.
—Alguien que parezca un chofer, pero con destreza en ciertas áreas extensas —responde la dama del otro lado.
—En ese caso, somos los indicados. Estamos en remodelación y somos nuevos en este país, pero le aseguramos buenas referencias. —la risa del otro lado es genuina o ella miente bastante bien.
—Las leí —sonríe —¿Tiene algún problema en darme una cita esta noche?
—Usted da la hora—Noah niega y los demás afirman.
—21:30…
—El lugar está en el anuncio. No tiene logo, como le dije, estamos remodelando. —le digo antes de colgar.
—No me gusta esto —nos advierte Noah señalando el móvil —no vayas solo o no acudas.
—En la publicidad no está la dirección original. —confieso y eso le alivia—¿Quién me acompaña?
—Todos menos él —señalan a Noah.
—Vas en moto y nosotros en auto… veremos qué hay detrás.
****
—Allí está —Akim señala a la mujer rubia que se baja del auto y parece buscar algo —¿Por qué siento que la he visto?
—¿De dónde? ¿Has visto ese auto? Todo ella es lujo —protesta Nikolái, pero tiene razón.
—Es una de las Frederick —les digo sonriendo —la última —salgo del auto y avanzo hacia la mujer de espaldas a mí.
Su inclinación al caminar señala que usa prótesis. Ella parece distraída y hasta asustada en algunos momentos al ver a todos lados, menos detrás de ella.
—Empezaba a creer que me habían hecho una broma. —salta asustada y gira rápido hacia mí y le sonrío en respuesta. —¿No esperaba que la esperase allí? —señalo la oficina y luego a ella —casi a las 22 horas, es peligrosa señorita…?
—Emma —responde y le indico seguirme.
—¿Necesita lazarillo? —miro su prótesis y ella niega —una chica con voz hermosa hace una cita a una hora no muy decorosa… Los grandes imperios han caído por cosas parecidas.
No sé que deseaba una Frederick en una empresa apenas naciente, pero había encontrado a la persona que podía ayudar a Akim.
Media hora después, luego de escuchar lo que desea y descubrir no es tan complicado, ella decide corroborar mis referencias.
El viejo William, los O’hurn, Tomasevic y hasta un par de ejecutivos de su compañía. Al colgar la última de ellas y descubrir que todas son reales se nota sorprendida.
—Hablemos de sus honorarios.
—No quiero dinero —le advierto y sus ojos azules me ven con sorpresa —necesito un favor, algo que usted puede hacer con solo una llamada.
Era una mujer rubia, hermosa y con señales de ser inteligente. No tengo claro porque desea averiguar sobre la prometida de su exesposo, la excusa que la vio besar a su hermano, si bien es curiosa, no genera un riesgo.
No en una Frederick, esas mujeres son inalcanzables.
Nota importante: Emma Frederick es importante en esta historia, pero no fundamental.
Por ende, solo saldrá en los capítulos más significativos.
Si desean leer sobre ella, su historia se llama (El demonio que habita en ti, esta gratis y completa).
En cuanto a Akim, su historia no se hablará aquí, aunque se desarrolle al tiempo que esta.
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