Capítulo 40: Promesa

ROMA

Habían pasado unos días desde que Katarina había comenzado a vivir con nosotras, fue todo un reto pero conseguimos acostumbrarnos a desvelarnos por las noches para atenderla, darle de comer, y lo peor de todo, cambiarle los pañales.

Violeta lo hacía como si fuera la cosa más normal del mundo pero para mí era lo más difícil que había hecho. Por todo lo demás era genial tenerla en nuestra vida, nuestros amigos venían seguido para verla o les pedíamos que la cuidaran por si nosotras teníamos que ir a algún lado sin ella.

Ahora subíamos al piso de arriba para visitar a Arcadia y Josephine, según nos habían contado, los demás también estarían allí a excepción de Greg y Flora, quienes estaban algo agobiados con sus trabajos.

Nada más entrar olimos algo a quemado, Blake nos miró con una sonrisa y al entrar a la cocina vimos a Arcadia y Alizee achicar el humo con un paño hacia la ventana, miré confunda la escena esperando que nos explicaran qué había pasado.

–¿Qué ha ocurrido? –preguntó Violeta acercándose a ellas.

Por mi parte comencé a acariciar la espalda de Katarina suavemente para que no comenzara a llorar, algo que habíamos descubierto sobre ella era que le encantaba despertarse mientras le acariciábamos la espalda. También le gustaba que le hiciéramos mimos en la nuca, era darle unas caricias y se quedaba dormida al instante.

–Digamos que queríamos descongelar el pan en el microondas pero se lo hemos puesto más tiempo y se ha quemado. –explicó Arcadia con una sonrisa.

–Menos mal que hemos actuado rápido, sino tendríamos que haber llamado a los bomberos. –dijo Alizee apagando el extractor y cerrando las ventanas. –Por suerte ya se ha ido todo el humo, ahora solo falta el olor.

–¿Dónde está Jo? –pregunté yendo al salón, seguida de todos. Me acomode en el sofá con Kat acurrucada en mi pecho.

–Ha ido a sacarse el carnet de conducir, esperemos que esta sea la definitiva.

Jo había tardado en sacarse el carné porque pensaba que tenía mala suerte; primero le tocó una profesora que todo le parecía mal, luego tuvo a otra que se pasaba la clase pintándose las uñas, luego tuvo a un profesor que le iba gritando por cada acción que hacía. Al final decidió tomarse un tiempo para pensar en si era bueno sacarse el carné hasta que hoy había decidido intentarlo de nuevo.

Como si fuera una señal, Jo abrió la puerta de su casa bastante seria y se sorprendió al vernos a todos allí reunidos. Nos saludó a todos y se sentó al lado de Arcadia, los demás solo miramos interesados su noticia.

–¿Has aprobado? –preguntó Blake con curiosidad.

–¡Sí! –nos enseñó su carné. –Por fín me ha tocado una profesora que me ha aprobado, la he abrazado y todo cuando ha terminado el examen.

–Felicidades. –dije con una sonrisa. –Ya era hora de que aprobaras.

–Ya te digo, estaba deseando sacarlo. Ahora no depender de nadie. –sonrió emocionada.

–Aunque debo confesar que me da miedo que Jo conduzca, si es atolondrada andando imagínate conduciendo. –dijo Alizee con una sonrisa.

Josephine me pidió jugar con Kat, y aunque me negué al principio porque la pequeña estaba tranquila, Violeta me convenció para que se la dejara a mi amiga. Vi como hacían cualquier tontería para que Katarina se riera, cosa que consiguieron.

–Es cosa mía o tiene los ojos de diferente color. –dijo Arcadia viendo a mi hija.

–Así es, fuimos al médico y nos dijo que tenía heterocromía. Posiblemente su ojos derecho sea de color verde y el izquierdo sea azul. –explicó mi esposa.

–Aún así es genial, siempre me han gustado las personas que tienen heterocromía, ojalá yo hubiera nacido así. –comentó Josephine jugando con Kat.

–¿Cómo qué siempre te han gustado, Jo? –preguntó Arcadia de forma amenazante, aunque sabíamos que lo hacía de broma.

–No es lo que piensas, cariño. Tú me gustas más que cualquiera. –respondió Josephine algo nerviosa. –Pero mira el lado bueno, al menos va pareja contigo, Ro.

Supe que se refería a mi ojo ciego y sonreí. Estuvimos un rato jugando hasta que Katarina empezó a llorar porque tenía hambre, Arcadia ayudó a Violeta a preparar la comida y así practicaba para cuando tuvieran a su bebé.

–Roma, tenemos un código marrón. –anunció Alizee trayendo a Katarina en sus brazos.

Inmediatamente supe a qué se refería, Violeta estaba ocupada preparando el biberón por lo que tendría que cambiarle el pañal yo. Por suerte Alizee me ayudó en el proceso, fuimos a una de las habitaciones y le cambiamos el pañal, Katarina sonrió feliz y alargó sus pequeños brazos hacia mí.

–Ya estás limpia, pequeña. –sonreí cogiéndola en brazos.

–¿Le diréis quiénes fueron sus verdaderos padres? –preguntó Alizee, ayudándome a recoger todo lo del bebé.

–Sí, se lo diremos. Pero lo haremos cuando sea mayor y lo entienda, aunque presiento que no tendremos ningún problema con ella.

–Cierto.

Al salir de la habitación Violeta me dio un beso rápido y aprovechó para quitarme a la pequeña de mis brazos, sonreí y me senté al lado de Jo mientras Violeta le daba el biberón a Kat. Alizee nos comentó que había entrado en el segundo mes de embarazo pero todavía no se le notaba la barriga, eso sucedería en el cuarto mes, aunque sí que había notado que tenía más hambre que de costumbre.

Nos quedamos hasta la hora de comer ya que Kat había vuelto a comer y ahora quería dormir, nos despedimos de nuestras amigas y bajamos en el ascensor hasta nuestro piso, que eran dos pisos más abajo.

Mientras Violeta dormía a Katarina, yo me centré en hacer la comida. Mi madre me dio clases intensivas cuando regresé de la luna de miel, así que me enseñó varias de sus recetas aunque al principio se me quemaba todo, hasta el agua se me quemó. Mi padre por su parte argumentaba que lo mejor era la comida enlatada, te la podías llevar a cualquier sitio y no tenías que cocinarla, sólo calentarla.

–¿Y si estás en medio de la montaña qué? –preguntó mi madre un día.

–Haces una hoguera y listo, no hay mucho que pensar.

Sonreí al recordar la discusión que tuvieron, y aunque ahora son más mayores y no pueden hacer tantas cosas como antes siguen siendo iguales, su carácter no ha cambiado. Violeta apareció justo a tiempo, había terminado de hacer unos macarrones con verdura y queso gratinado. Serví los platos y nos sentamos juntas para comer.

Violeta se levantó un momento para llenar la jarra de agua cuando abrió uno de los armarios, sacó una pequeña bolsa y me miró seria.

–¡Roma, te he dicho que los snacks salados de grillos para el picoteo los guardes en otro armario! –me regañó.

Tragué los macarrones que estaba comiendo y sonreí.

–Lo siento. ¿Quieres que comamos unos pocos ahora de aperitivo? –propuse y vi la cara de horror de Violeta.

–¡No! Ya tuve suficiente en aquella isla.

–Eso fue hace años.

–Da igual, se siente como si fuera ayer. No tengo ninguna necesidad de comer bichos teniendo buena comida.

Violeta todavía no había superado su miedo a los insectos, cada vez que veía uno aunque fuera una hormiga, gritaba y venía corriendo hacia mí para que lo matara. Por eso no le agradaba la idea de que comprara snacks de grillos para el aperitivo y cuando lo hacía pedía que lo guardara en otro armario, para ella no tener que verlo.

Después de comer y poner el lavavajillas nos sentamos en el sofá para ver las noticias, cuando acabaron vimos una película que hacían en la televisión. Pero como era tan aburrida me entró sueño y me dormí mientras Violeta se acurrucaba a mí viendo la película con interés.

No sé cuanto tiempo me dormí pero me desperté con la voz de Violeta llamándome, miré el reloj y vi que era media tarde. El timbre sonó y escuché a Kat llorar, mientras ella iba a ver como estaba Kat, yo fui a abrir la puerta algo somnolienta.

–¡Roma, una tragedia! –gritó Josephine entrando como si fuera su casa.

Suspiré y cerré la puerta para ver qué le ocurría a mi amiga, pasaban los años y ella seguía como siempre, no había cambiado en nada.

–¿Qué ocurre, Jo?

–Arcadia no quiere ir conmigo a ver Annabelle Vuelve a casa. –dijo algo tristona. –¿Quieres venir conmigo?

–Sabes que esas películas a mí...-Josephine me miró con ojos brillosos que amenazaban con llorar. –Bien, me cambio de ropa y voy.

–¡Genial! Alizee también viene con nosotras, le pregunté a Blake pero él se ha negado.

–A Blake le dan miedo las películas de terror o suspense, no les gustan.

–Aburrido.

Me vestí con unos botines negros, unos pantalones vaqueros y una camiseta de manga larga roja, estaban en primavera pero aún así había días en los que refrescaba. Se despidió de Violeta y de Kat con un beso a ambas, a Kat se lo dio en la frente.

Josephine le comentó que Arcadia subiría con Blake en un rato ya que estaban terminando una partida de monopoly y querían saber quién había ganado. Las tres nos marchamos al cine donde las tres hicimos cuentas y pusimos el dinero para pagar las entradas y unas cajas de palomitas.

–Me pido estar en medio de ambas. –dijo Josephine sentándose en la butaca de en medio de nosotras. –Así si hay alguna escena que de miedo me agarro a vosotras.

Alizee me miró con una sonrisa divertida y se sentó a la derecha de Jo, empezaron los cinco minutos de anuncios y la gente seguía entrando. La película comenzó con música siniestra y todos estaban en silencio, aunque obviamente no faltaban los que comían como cerdos y se les escuchaba por todo el cine, luego estaban los que hablaban en voz baja pero les oían y luego estaban los que estaban con el móvil y molestaban con la luz que estos emitían.

Para desgracia de Josephine le tocó un adolescente que no paraba de darle patadas a su asiento, al final mi amiga le llamó la atención y dejó de hacerlo durante unos minutos, hasta que volvió a golpear su asiento.

Creo que entre todo el ruido que había, Josephine no aguantó más y se levantó de la butaca.

–¡Os queréis callar todos de una santa vez! Así no se puede ver la película. –gritó y el cine quedó en completo silencio, a excepción de la película.

–Cállate, no se escucha por tu culpa. –dijo el adolescente de detrás con una sonrisa. –Vete de la sala, anciana.

–No me tientes que ya verás.

–¿O sino qué? –preguntó burlón.

Josephine no dijo nada y salió de la sala, el chico comenzó a regodearse con sus amigos y estos reían. Le indiqué a Alizee que esperara ya que conocía a mi amiga y seguramente tenía un plan desde el principio. Todos en la sala se quedaron callados y viendo la película tranquilamente, al menos el grito de mi amiga había servido de algo.

La puerta se abrió y vimos como Josephine entraba junto con tres guardia de seguridad, subió por las escaleras hasta quedar en la fila de los chicos. Estos la miraban serios y algo sorprendidos.

–Son ellos, no han dejado de hacer ruido y darme patadas.

–Bien, venid con nosotros muchachos. –dijo uno de los hombres.

Toda la sala prestó más atención a aquel momento que a la película, los guardias de seguridad se llevaron a los chicos fuera de la sala y Josephine se sentó de nuevo en la butaca con una sonrisa.

–Y si alguien vuelve a interrumpir le pasará lo mismo que a esos desgraciados. –chilló Josephine y la sala enmudeció.

La película transcurrió sin ningún problema, al parecer las amenazas de Josephine habían surtido efecto y nadie hizo ningún ruido. Cuando terminó nos marchamos para coger el coche pero un policía se acercó a nosotras.

–¿Es usted la Teniente Coronel Hopkins? –preguntó el policía. Asentí y él suspiró algo aliviado. –Han mandado esta carta para usted, viene de la sede de la Capital.

–Gracias. ¿Cómo sabía que estaba aquí? –pregunté por curiosidad.

–En el cuartel me han descrito cómo era, y he ido a su casa y me han dicho que había venido al cine.

Nos despedimos de aquel policía y abrí la carta para leerla. Comencé a leerla tranquila pero conforme iba leyendo más impaciente me iba volviendo, al acabar la carta estaba sin palabras. ¿Cómo había podido ocurrir esto?

–¿Qué dice, Ro? –preguntó Alizee preocupada.

–Edward se ha escapado de la cárcel, no saben como lo ha hecho. –respondí en un susurró.

–Otra vez él no, por favor. –se quejó Josephine.

–Será mejor ir a casa a contarles.

Nos montamos en el coche de Alizee y condujo hasta nuestro edificio de apartamentos, aparcó el coche en su plaza y subimos por el ascensor hasta mi planta. Nada más abrir la puerta nos encontramos con Violeta con Kat encima de ella, Blake y Arcadia hablando sobre un tema importante ya que los tres estaban serios.

–Roma. –dijo mi primo al verme.

Dejamos las chaquetas en la silla y cada uno se sentó al lado de su pareja, abracé a Violeta y a Kat mientras Alizee y Josephine hacían lo mismo. Nos contaron que había venido un policía buscándome y que le dijeron que estaría en el cine, las tres nos miramos y estuvimos de acuerdo en contarles lo que nos había entregado.

Explicamos todo desde el principio, hasta la escena que hizo Josephine para poder ver la película tranquilamente, y les comenté lo que me habían escrito los superiores, conforme lo iba diciendo pude ver sus caras de preocupación crecer cada vez más.

–El que Edward esté libre es un peligro, quién sabe lo que nos podría hacer. –dijo Violeta abrazando a Katarina, esta se removió algo incómoda pero soltó un suspiró de satisfacción.

–Debemos avisar a Greg y Flora, a ella es a quien más le debe preocupar. –comentó Blake serio mientras abrazaba a Alizee y ponía una se sus manos en el vientre de ella.

–No podemos permitir que se rompa lo que hemos conseguido. –opinó Josephine. –Aunque la policía está investigando su paradero, nosotras debemos estar alertas por si acaso.

Abracé a Violeta con cariño y observé a Katarina detenidamente, no permitía que Edward interfiriera en la familia que estaba creando poco a poco. Usaría todos los medios necesarios para proteger a mi familia y amigos si fuera necesario.

–No te preocupes, Violeta. Os protegeré, lo prometo.

EDWARD

Desde que me mandaron a ese internado mi vida fue un infierno, y si fuera poco, cuando intenté vengarme, Roma apareció y frustró mis planes mandándome a la cárcel. Estuve un tiempo allí rodeado de los más peligrosos criminales, pero gracias a eso pude conocer a mi novia y la madre de mi hijo, que había nacido hace un mes.

A ella le concedieron salir con nuestro hijo por buen comportamiento, pero eso fue planeado. Justo cuando me iban a llevar a la Capital para hacerme un juicio por intento de homicidio a una chica por no vender la droga y luego intentar violarla, mi novia apareció con sus amigos y me liberaron.

Ahora debo pasar un tiempo desapercibido para evitar que me encuentren, pero durante este tiempo maquinaré una forma de vengarme de Roma y los demás de una vez por todas, haré lo que sea para que paguen lo que me hicieron.

Lo prometo.

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