Capítulo 4: Construir una trampa
ROMA
–Están listos cuando se ponen rojos. –dije viendo como se iban cociendo lentamente. –Cuesta un poco sacarlos de las conchas, pero todo el interior se puede comer.
Los demás me veían no muy convencidos y por sus caras sabía que iba a ser complicado convencerlos de que se los comieran. Me llevé uno a la boca y estaba riquísimo, parecía que me estuviera comiendo una gamba.
–Sus entrañas son tan sabrosas. –dije con una gran sonrisa.
–Es la primera vez que la veo sonreír así. –susurró Violeta a Greg y Flora, estos asintieron todavía asimilando que me había comido un cangrejo ermitaño.
–¿De verdad que está rico? –preguntó Greg no muy conforme.
–Creo que probaré uno. –dijo Flora, sorprendiendo al resto. –Después de todo no podemos ser quisquillosas con la comida, dada la situación en la que nos encontramos.
–Es verdad.
Los tres cogieron un cangrejo ermitaño, lo sacaron de sus conchas y se los comieron, para al final decir que estaba muy rico. Yo no podía dejar de comer esta delicia y casi acabé con todos, de no ser porque me contuve para que los demás tuvieran.
–Lo único malo es que son muy pequeños, y no sacian nada. -comentó Violeta, llevándose uno a la boca.
–Si tuviéramos las herramientas suficientes podríamos hacer una sopa. –añadió Flora.
–Supongo que comeremos lo mismo durante unos días más. –continuó Greg la conversación.
–No se preocupen. –dije terminándose el cangrejo ermitaño. Ellos me miraron curiosos por lo que diría. Sonreí con malicia y eso llamó aún más su atención. –Al fin y al cabo, pronto saldremos a cazar animales.
VIOLETA
–¿Cazaremos animales? –preguntó Greg, entre sorprendido y preocupado.
–Sí, mientras caminaba por la playa vi huellas en forma de mariposa. –nos explicó tranquila. –¿Saben lo que significa?
–¿Qué una mariposa se ha caído ahí? –pregunté sin saber a dónde iba.
–No. Significa que hay ardillas. –Roma me miró con una pequeña sonrisa. –Aunque no pesan mucho, dejan sus huellas sobre la nieve o la arena. Se mueven como si saltaran en un caballete, así que dejan huellas con forma de mariposa.
–Son muy lindas las ardillas, son mi animal favorito. –comenté viendo a los demás con una sonrisa.
–Su carne es tierna y no huele muy fuerte. –Roma siguió hablando sin prestarnos mucha atención.
¡Lo sabía! Se las quiere comer. Pobre ardillas, pero sin comida no sobreviviríamos. Os pido perdón, animales que nos vayamos a comer, es por nuestra supervivencia.
–Las trampas son la manera más eficiente de atrapar animales. Y cómo puedes hacer otras cosas mientras tanto, son seguras.
–¿Seguras? –preguntó Greg, sentado al lado de Roma para enterarse mejor.
–Pensé que íbamos a coger lanzas e irnos a cazar animales. Que alivio. –suspiró Flora más tranquila.
–Esto no es muy diferente, es más, es cruel. –comenté viéndola.
–¿Qué tipo de trampa utilizaremos, Roma? –preguntó Greg interesado.
–Hay cuatro tipos principales de trampas primitivas. La primera es la trampa del lazo, tira de la presa hacia arriba para estrangular. La segunda es la de la lanza o arco, mata a la presa acribillada. –nos explicaba Roma con una sonrisa, parecía emocionarse al hablar de trampas. –La tercera es la del aplastamiento, atrapa a la presa bajo un peso que la aplasta hasta la muerte. La cuarta es la del agujero, donde caen a su muerte.
–Estrangular, acribillar... –susurraba Flora algo traumatizada.
–Aplastar, caer a su muerte... –siguió susurrando Greg, igual o peor que la otra chica.
–Aunque existen muchas otras, la primera vez que atrapé algo fue con la trampa del agujero. –Roma comenzó a delirar mientras sonreía.
Está muy entusiasmada.
Nos alejamos un poco del refugio para ver si podíamos encontrar algo que nos sirviera, de entre los restos del barco que había traído la marea. Encontré algunos trozos de tela, algún trozo de cuerda pero no servía y había una gran placa de metal, seguramente había sido una parte del barco.
Flora decidió quedarse en el refugio mientras los demás habíamos ido a buscar más materiales, Greg buscaba cerca del bosque mientras que Roma y yo mirábamos entre la arena.
–Si queremos sobrevivir, tenemos que estar dispuestos a cazar animales. -oí que susurró Greg, como si se convenciera de algo. Cogió una pequeña pelota de goma espuma y enseguida la descartó.
–Parece que Flora no nos va a ayudar a cazar. -comenté levantándome con un palo largo, estaba segura de que nos serviría para algo.
–¿Hasta cuándo esperará a que la mimen? Según lo que sé, su familia es muy rica. Que se vea ahora en esta situación debe ser traumático para ella. –dijo Greg recogiendo unas pequeñas ramas.
–¡Mirad lo que he encontrado! –Roma nos llamó la atención, y nos sorprendimos cuando vimos lo que tenía.
–¿Es una rana? –pregunté Greg, viendo cómo la chica lo tenía atrapado en su chaqueta.
–En realidad es un sapo. Aunque los sapos pueden tener veneno, son comestibles si los despellejas. –nos explicó, ahora entendíamos por qué lo tenía en la chaqueta y no lo tocaba directamente. –Bien, te lo encargo, Violeta.
Ella me lo entregó con cuidado y lo veía con asco, el sapo era mi animal menos favorito. Mientras regresábamos lo veía algo reacia, así que solo pude liberarlo cuando nadie miraba. Greg se alarmó al darse cuenta de que ya no lo traía y me hice la desentendida, Roma por otro lado solo dijo que era una pena, y siguió andando.
ROMA
Decidimos regresar por el interior del bosque para conseguir más agua, solo nos quedaban tres botellas con agua potable. Le entregué las demás a Violeta y a Greg, así comenzamos a rellenarlas de un pequeño río que habíamos hallado. De paso, aprovechamos para beber y descansar.
–El agua está fresca, es muy rica. –comentó Greg, tras beber.
Cuando terminé de rellenar la botella vi algo que me llamó la atención, me levanté con cuidado y crucé el pequeño río de una zancada. Mis dos amigos me siguieron, curiosos por mi reacción.
–¿Qué ocurre, Roma? –preguntó Violeta.
–Hay una madriguera. –les señalé dónde se encontraba.
Nos acercamos más y vi unas pequeñas heces en la puerta de la madriguera, cogí una y vi como los demás hacían una mueca.
–Son heces, y de un herbívoro. –les comenté, partiendo en dos la hez y empecé a olerla con detenimiento.
–¿¡Pero qué haces!? –preguntó Violeta alarmada por mi acción, y Greg me miraba sin saber qué decir o hacer.
–Son de conejo. Huelen a té negro. –dije acercándome a sus rostros. Solo Violeta fue capaz de acercarse para comprobar.
–¿Té negro? Al menos no apesta...–susurró.
–Regresemos. Ahora nos centraremos en cazar conejos.
GREG
Cuando regresamos le entregamos las botellas a Flora y ella las guardó en una esquina del refugio para evitar que les diera el sol y se calentarán. Detrás del refugio dejamos todo lo que habíamos encontrado; lianas, palos, tela, una pelota de fútbol y más cosas.
–¿De verdad atraparemos un conejo con esta basura? –pregunté algo desconfiado, no por Roma sino por las cosas que teníamos.
–Nos las arreglaremos con palos y lianas, además lo atraparemos cuando entre o salga de la madriguera.
Roma tomó unos palos y unas lianas para ir a preparar la trampa, Violeta y yo decidimos acompañarla para ver cómo lo hacía. Primero subió a una rama de un árbol, se colgó boca abajo y comenzó a atar una liana en una de las ramas más bajas.
–Parece Spiderman. –susurró Violeta para que no la escuchara.
–La verdad es que sí. ¿Estás bien, Roma?
–Sí. Primero, atas la soga a una rama alta y flexible...–de repente saltó de la rama, dio una voltereta en el aire y cayó de pie. Ambos nos miramos anonadados de lo que acabamos de ver. –Esto le dará fuerza. Al otro extremo ataremos un eje, un palo que hará de interruptor. ¿Puedes sujetarlo?
–Claro. –respondió Violeta, cogiendo el pequeño palo atado a la liana.
–Violeta. ¿No te parece emocionante? –preguntó Roma con una sonrisa, y sus ojos comenzaron a brillar de emoción.
¿Ella era humana? Eso me preguntaba al ver a Roma hacer cualquier cosa, como haber saltado de ese árbol sin dudar.
–La verdad es que aún no entiendo mucho. –contestó mi amiga.
–Entierras un palo donde quieras poner la trampa, y enganchas la soga de antes manteniéndola tensa. –continuó explicándoles. –Colocas un tope, y formas un círculo con la soga que sobra. ¡Y está lista!
Después de probar que la trampa funcionase, Roma la volvió a activar y nos alejamos de allí. Continuamos caminando por el bosque para poner otra trampa en algún otro sitio, así nos aseguraremos de que algún conejo cayera en la trampa.
–Estoy deseando que caiga un conejo en la trampa, me apetece comer carne. –dijo Violeta con una sonrisa.
–Pero dejaste ir al sapo, ¿verdad?
–¿Te diste cuenta? –preguntó alarmada.
–Era bastante obvio. –sonreí.
Roma levantó una mano y nos hizo callar, nosotros la mirábamos sin entender.
–Desde aquí, eviten alzar la voz. –nos dijo pero sonaba más a una orden. –Los conejos oyen muy bien. Sus madrigueras tienen varias salidas decenas de metros a la redonda, colocaremos más trampas formando dos equipos. Yo iré por un lado y ustedes por otro.
–De acuerdo.
De repente, Roma puso una mano en el hombro de Violeta haciendo que esta se intimidara un poco por cómo la veía nuestra compañera.
–Las madrigueras están en lugares soleados con pasto. Ve con cuidado.
–Bien...
–Si no aprendes a conseguir comida, no sobrevivirás. –continuó Roma, acercándose más al rostro de Violeta, y esta se ponía cada vez más nerviosa. –¿Entendido?
–Sí.... –dijo mi amiga temblando por la expresión inquietante de Roma.
Roma da miedo.
VIOLETA
Después de la "advertencia" que me dio Roma, seguimos el camino en busca de una madriguera. Al cabo de unos minutos encontramos una y comenzamos a instalar la trampa. Para nuestra mala suerte las ramas de los árboles eran muy gruesas y no podíamos atar ahí la liana.
Hasta que se me ocurrió una idea, até parte de la liana a un tronco hueco que Greg estaba sujetando en su hombro mientras yo hacía el resto de la trampa, al bajar el tronco la trampa se activó.
–¡Ha funcionado! –grité de emoción.
–Les dije que bajaran la voz, ¿no? –dijo una voz detrás de un árbol, nos asustó un poco pero vimos que se trataba de Roma.
–¡La instructora demoníaca! –exclamó Greg en broma.
Roma comenzó a ver la trampa que había hecho, estaba muy nerviosa dado que la habíamos hecho diferente a como ella nos había indicado, y temía que se enfadara. Después de ojear, se acercó a nosotros con total seriedad.
Estaba muerta.
–Nada mal la trampa. ¿A quién se le ha ocurrido? –preguntó con una pequeña sonrisa.
–A mí, como no habían las ramas que quería se me ha ocurrido eso...
–¡Yo he sostenido el tronco! –interrumpió Greg, para que también le elogiara.
–Pero me preocupa la velocidad a la que se moverá. –comentó Roma algo preocupada.
–A mí igual. –acordé con ella.
–¡Yo seré el conejillo de indias! –gritó Greg acercándose a la trampa.
–Que bajes la voz. –le riñó Roma, y no pude evitar sonreír.
Tras comprobar que la trampa funcionara decidimos irnos de nuevo al refugio para estar con Flora y contarle lo que habíamos hecho. Tal vez estemos en una isla desierta y sin nada salvo los conocimientos de Roma sobre la supervivencia, pero me emocionaba aprender a conseguir alimento por nuestras propias manos. Esto es algo que solo ves en la televisión, aprovecharé esta aventura inesperada para aprender todo lo que pueda.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top