Capítulo 39: Bienvenida
ROMA
El juicio contra la familia se celebró y la justicia ganó, ahora debían pasar en la cárcel quince años cada uno, y el chico debía hacer también servicios comunitarios. Asistieron algunos familiares, todos ellos anonadados de lo que había sucedido. Por parte de la policía fuimos Alizee, el Coronel Tompson y yo, junto con otros compañeros.
El Coronel se quedó hablando con la familia para informarles mejor de lo que había sucedido, mientras que yo decidí ir al hospital para ver cómo estaba el bebé. Decidí ir con el uniforme para no tener que perder más tiempo, por el camino pensé en la conversación que tuvimos Violeta y yo sobre adoptar a la pequeña.
Ella estaba decidida a adoptarla pero yo no estaba tan segura, apenas nos habíamos casado hace unos meses y me parecía muy repentino adoptar.
Nada más llegar al hospital una enfermera sonrió al verme y le pregunté por la pequeña, me indicó que se encontraba mejor y si quería podía visitarla. Me acompañó a una sala donde cuidaban a los bebés sin hogar hasta que le encontraron uno, la enfermera regresó con la pequeña en sus brazos y me la entregó, y avisó de que en media hora volvería.
Observé a la pequeña comenzar a despertarse emitiendo un pequeño grito y estirando sus pequeños brazos. Abrió los ojos y sonreí mientras le acariciaba la mejilla, se removió algo incómoda hasta que encontró la postura cómoda, apoyando su cara en mi pecho.
–Eres una niña con mucha suerte. –susurré en voz baja, no queriendo despertar a los otros bebés.
Estuve un rato más con ella hasta que la enfermera regresó para devolverla a su cuna, la pequeña se quejó de que la alejaran de mí y sonreí sabiendo que había tomado la decisión correcta, o eso esperaba.
Regresé al cuartel para terminar unos informes sobre algunos robos, e incluso sobre un intento de asesinato. Me sorprendí bastante al ver quien lo había intentado hacer, mi ex amigo, Edward. Aunque en la foto se notaba destrozado físicamente, no parecía que fuera él.
–Disculpe. –llamé a uno de mis compañeros. –¿Sabes en qué celda está Edward Morgan?
–Se lo han llevado a la Capital mientras tú no estabas. –me explicó. –Al parecer allí lo van a juzgar, por lo que sé, tiene cargos por contrabando, intento de violación y asesinato.
–Entiendo. Gracias, Joe.
Firmé los documentos pertinentes y redacté algunos para la sede principal que estaba en la Capital, al terminar me encontré con Alizee en la cafetería, al parecer había regresado de haber impedido un robo en una tienda.
–Hola Roma. –sonrió cansada. –Este es mi cuarto bocadillo de jamón.
–¿No crees que comes demasiado? –pregunté introduciendo una moneda en la máquina para que preparara un café.
–Creo que es obra del embarazo, esta sanguijuela drena mi energía.
–Ya veo. –dije algo pensativa. –He visto el informe de Edward.
–¿Y? Sé lo que ese tipo os hizo pasar a nuestros amigos y a ti.
–Por lo que he leído, le caerán unos buenos años en prisión.
–Mejor, cuanto más lejos esté de vosotras mejor.
Tompson nos llamó la atención por estar hablando de más ya que se nos había pasado el descanso, las dos nos fuimos a nuestras oficinas a terminar nuestro trabajo y al hacerlo nos despedimos de él. Llevé a Alizee a su casa ya que hoy la recogía yo, nos despedimos y me deseó suerte con la decisión que había tomado, ya que le había contado todo en el descanso.
–Por fin en casa. –dije para mí misma cuando aparqué el coche en el garaje.
Subí por el ascensor hasta el piso que había indicado, al salir me encontré con uno de los vecinos y los saludé para luego ir a mi casa. Nada más abrir la puerta el olor a lasaña inundó mi sentido del olfato haciendo que mi estómago gruñía, parece que estaba más que de acuerdo en comer la lasaña.
–¡Roma! Que alegría, ya has vuelto. Bienvenida. –saludó Violeta con una sonrisa. Nos dimos un pequeño abrazo y ella volvió a centrarse en la comida para evitar que se le quemara. –Hoy he salido pronto del trabajo y he decidido hacer una lasaña casera con la receta de la madre de Josephine.
–Me sorprende que Lana te haya dado su receta, ella es muy discreta con esas cosas.
–Al parecer he logrado convencerla, además hoy parecía inusualmente feliz, creo que eso ha debido de ayudar. –dijo algo pensativa.
Me cambié de ropa por una más cómoda y mientras Violeta terminaba de cocinar la lasaña y hacer una ensalada, yo fui poniendo la mesa mientras le contaba lo que había hecho hoy en el trabajo. Pensé en lo de Edward y en decidir si se lo contaba o no, al final me decanté por contarle lo ocurrido, no quería ser como mi padre y ocultarle algunas cosas a mi madre.
Al final siempre terminaba mal para él. Como aquella vez que no le contó que le dispararon en el hombro, y cuando mi madre vio la herida lo echó de casa durante dos días, mi padre tuvo que dormir en casa de un compañero de trabajo.
–Ya veo. –dijo una vez terminé de contarle lo que sabía sobre nuestro antiguo compañero.
–Pero no te preocupes, con todo lo que tiene en su contra dudo que consiga salir de la cárcel. –la tranquilicé, cogiendo su mano y acariciándola suavemente. –Además, quiero comentarte una cosa que he decidido a última hora.
–¿El qué? –preguntó curiosa.
–Podemos adoptar a la pequeña, claro, si tú sigues estando de acuerdo. –dije con timidez, algo raro en mí.
–¡Por supuesto! Muchas gracias, Ro.
Violeta se levantó de la silla para abrazarme, nunca antes me había fijado pero ella tenía fuerza, sobre todo por la forma en la que me estaba dejando sin aire poco a poco. Tuve que darle unas palmaditas en la espalda para ver si me liberaba de su mortal agarre.
Mientras ella comentaba todo lo que haríamos para cambiar la casa para que fuera más segura para la bebé, yo fui terminando la deliciosa lasaña que Violeta había preparado. Sin duda alguna, la lasaña era mi comida favorita.
Luego, como todas las tardes, mis amigos vinieron para pasar la tarde juntos. Estaba echando una partida en la consola contra Blake cuando Josephine gritó y se lanzó encima de mí haciendo que el mando cayera al suelo, mi primo gritó al ver que el mando recién comprado había acabado en el suelo y lo cogió rápidamente para ver si se había estropeado.
–¡Jo! Ten cuidado, este mando ha costado caro. –le regañó Blake, volviendo a conectar el mando a la consola ya que estaba sin carga.
–Ese mando da igual ahora mismo. ¿Es cierto? ¡Dime que es cierto, Ro! –dijo Josephine emocionada.
De reojo pude ver a Violeta sonriéndome junto con Arcadia y Alizee, supongo que le había contado lo que habíamos decidido.
–Sí, Jo. Vamos a adoptar a la pequeña. –dije mientras intentaba hacer que mi mejor amiga se sentara en el sofá, y no en mi regazo.
–¡Genial! ¡Seré tía!
–Técnicamente no somos familia, pero dejaré que te llame así. –susurré con una pequeña sonrisa.
–La sangre no define quien es tu familia. –comentó Flora con una sonrisa, mientras nos veía sentada en una de las sillas.
–Eso es verdad. –concordó Greg a su prometida.
Así es, Greg le pidió matrimonio a Flora hace unas semanas y no pudimos hacer otra cosa que celebrarlo. El resto de la tarde estuvimos jugando a videojuegos mientras Violeta, Arcadia, Flora y Greg hablaban sobre la adopción.
BLAKE
Unos días más tarde, mi prima y Alizee hablaron con su jefe para comentar que Roma quería adoptar a la pequeña, esto le sorprendió bastante pero no objetó nada en contra. Fueron a hablar con el juez que celebró el juicio contra la familia y examinó la situación de la pequeña, estuvimos unos días sin ninguna noticia hasta que Tompson nos anunció que el juez había aprobado la adopción y que Roma se podía llevar a la pequeña cuando quisiera.
Roma firmó los papeles necesarios para la adopción y se los entregó al juez, quien los firmó y selló para luego guardarlos.
Ahora estábamos todos en el hospital acompañando a Roma y Violeta a recoger a la pequeña. La enfermera salió con el bebé en brazos y todos sonreímos, las felicitó y mi prima cogió a la pequeña en brazos envuelta en una manta azul con lunares blancos, un regalo de la enfermera.
Para que la pequeña no cogiera frío nos fuimos a casa de Violeta y mi prima, hace unos días habíamos preparado una cuna para ella, pintamos una habitación e incluso compramos ropa y algunos juguetes acordes con su edad. La cuna la montamos varias veces ya que Josephine se equivocó y la montó al revés, todavía no entendemos como lo hizo.
Todos estábamos sentados en los sofás viendo como la pequeña se acostumbraba a la presencia de Roma y Violeta, poco a poco cada uno la fue cogiendo para que nos fuera conociendo, pero la verdad es que parecía que se lo pasaba bien conociéndonos.
–Chicos. –nos llamó Arcadia. –Tenemos una noticia que darles.
Todos miramos a Arcadia y Josephine con curiosidad mientras yo le entregaba de nuevo a la pequeña a mi prima, ella la acomodó en sus brazos y se giró para ver a nuestras amigas.
–Hace unos meses fuimos al médico y...–comenzó a decir Josephine. –¡Arcadia está embarazada!
Nuestras caras de sorpresa ahora mismo serían épicas, hasta Roma estaba sorprendida pero luego regresó a su rostro inexpresivo, pero esta vez con una sonrisa de felicidad.
–¡Felicidades! –gritó Violeta emocionada.
Todos las felicitamos, desde luego hoy ha sido un día lleno de sorpresas. Alizee ayudó a Violeta a preparar café para todos, Flora sacó de la nevera unos dulces que había comprado y los colocó encima de la mesa, al rato las chicas volvieron con el café listo y entre risas nos tomamos aquel almuerzo improvisado.
–Por cierto, ¿cómo la vais a llamar? –preguntó Greg viendo con una sonrisa a la pequeña, quien parecía feliz en los brazos de Roma.
Roma y Violeta se miraron con complicidad y sonrieron.
–La llamaremos Katarina Hopkins Morris. –anunció mi prima con una sonrisa cariñosa viendo a la pequeña.
–Bienvenida a la familia, Katarina. –sonreí al igual que todos los demás.
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