Capítulo 33: Victoria
ROMA
2 meses después
Eran mediados de Noviembre y el ciclo escolar había empezado, por suerte el director me dio permiso para iniciar mis estudios aunque fuera con dos meses de retraso. En mi estancia en el hospital mi padre se ocupaba de hacer que estudiara todo lo que mis compañeros veían en clase, claro que el ejercicio físico todavía no podía hacerlo por recomendación del médico.
Pero eso me daba un poco igual ya que estaba en muy buena forma.
Hace dos meses el doctor me dio el alta justo cuando mis amigos se marcharon a por la comida, no les dije de la buena noticia hasta el día siguiente. Sonreí al recordar sus caras de sorpresa al entrar en la habitación y verme con mi ropa y las maletas recogidas.
Todos me dieron un fuerte abrazo que casi hizo que nos cayéramos al suelo, por suerte Blake me sujetó por la espalda y nos contuvo.
Ahora, junto con Alizee nos marchamos a la capital para empezar el curso, ella había decidido transferirse a la misma academia que yo para ir juntas. Arcadia nos acompañaría en nuestro viaje ya que había venido el fin de semana para estar con nosotros.
En vez de ir con tren fuimos en avión, así en una hora y media estaríamos allí mientras que con tren tardaríamos un poco más. Alizee y yo nos hospedamos en la casa de Victoria, la abuela de Flora, quien amablemente nos invitó a quedarnos con ella.
–Tened cuidado con el viaje, y en llegar avísenos. –dijo Blake mirándonos a las tres.
–Sí, no te preocupes.
–Esta pequeña parte de mí, esto es lo que se llama tristeza. –Pronunció Josephine algo melodramática, Arcadia rodó los ojos algo cansada por su actitud pero luego sonrió.
–Vendremos a veros cada dos por tres, no hace falta que sufras tanto. –intentó calmarla Alizee, sin mucho éxito.
–Lo sé, pero os extrañaré estos tres meses sin veros.
–Se pasará pronto, no te preocupes. –dije con mi maleta de mano preparada.
–No te diré que tengas cuidado porque siempre lo tienes. –sonrió Violeta.
Ambas nos dimos un abrazo seguido de un pequeño beso en los labios, notamos un flash y al girarse vimos a Josephine, Arcadia y Blake con sus móviles en sus manos, nos miraron con una sonrisa tonta y escondieron sus móviles como si no hubiera ocurrido nada.
Nos despedimos y embarcamos en el avión. Arcadia se sentó a mi izquierda, justo en la ventanilla, yo en el asiento de en medio y Alizee a mi derecha, justo en el pasillo. Pusimos el modo avión en el móvil y saqué un libro de mi maleta de mano para entretenerme durante el vuelo.
Alizee se puso un antifaz y se acomodó en el asiento para dormir, al parecer se había quedado despierta casi toda la noche por culpa de sus vecinos y sus cochinadas. Arcadia se distrajo viendo una serie en su móvil, cada una estaba ocupada en sus cosas.
El vuelo fue tranquilo hasta que a mitad del viaje, el niño de detrás nuestra comenzó a darle patadas al asiento de Arcadia. Mis amiga intentó ignorarlo pero el niño le dio una fuerte patada al asiento haciendo que a Arcadia se le cayera el móvil al suelo.
–¿Puedes estarte quieto? –le preguntó mi amiga con total seriedad.
–Oblígame, vieja. –el niño le respondió y comenzó a darle patadas.
–¿Puede decirle a su hijo que pare?
–Voy al servicio. –dijo el padre del niño y Arcadia se quedó indignada mientras que el niño seguía dándole patadas.
–¡Quieres parar ya, engendro del diablo! –gritó con el rostro rojo haciendo que el niño se asustara y comenzara a llorar. –Ahora no me vengas con tus lágrimas de cocodrilo porque no van a funcionar.
El niño se quedó sollozando en su asiento y su padre al venir lo ignoró, al parecer a él también le molestaban las tonterías de su hijo.
Media hora después llegamos al aeropuerto de la capital donde un coche de lujo nos estaba esperando. Informamos al conductor que éramos nosotras y él nos llevó a la mansión de la abuela de Flora, estaba a las afueras de la ciudad pero era una zona muy bonita y con buenas vistas a un gran parque.
Nos dejó justo en la puerta de la gran mansión con las maletas a nuestros pies, miré a Arcadia y Alizee y ambas me asintieron decididas. Subí las escaleras y Arcadia ayudó con las maletas ya que nosotras dos no podíamos con tanto.
Llamé al timbre y un mayordomo nos abrió la puerta e invitó a pasar. Esperamos en él recibidos durante unos minutos hasta que pude oír la voz de Victoria, la abuela de Flora. Ella vestía con un vestido verde con estampado de flores y en su mano derecha llevaba el bastón con el que se iba ayudando.
–¡Cómo me alegro de veros! Ya me sentía un poco sola aquí. –nos sonrió.
Normal que se encuentre sola, esta casa es enorme.
–Flora me ha comentado vuestra situación, tenéis dos habitaciones para vosotras dos con baño propio. Así no tendréis que usar los demás baños que hay repartidos por la casa.
–Muchas gracias por dejarnos vivir aquí durante nuestros estudios. –agradecí.
–No es nada. Gracias a vosotras por estar con esta anciana, cuando el inepto de su hijo no quiere salir de su casa.
Victoria nos enseñó a cada una nuestras habitaciones, dentro de la mía sentía que podía caber un salón con todos sus muebles perfectamente, de lo amplia que era. Arcadia se despidió de nosotras y se marchó a su apartamento para irse a trabajar.
Alizee y yo estuvimos toda la mañana acomodándose a la casa y descubriendo todas las salas. Luego de comer nos marchamos a dar una vuelta por la ciudad, mi amiga iba haciendo fotos de todo lo que le gustaba.
Intentó hacerme unas fotos pero siempre salía de espaldas, no me gustaba mucho que me hicieran fotos, yo prefería hacerlas antes de que me las hicieran a mí.
Por la tarde hicimos una vídeo-llamada a nuestros amigos y pasamos la tarde entre risas. Victoria se unió a nosotras un rato y habló un poco con su nieta, nos contó algunas anécdotas de cuando Flora era pequeña, cosa que avergonzó a nuestra amiga.
Al día siguiente nos marchamos con ropa cómoda a la academia, el profesor nos presentó y al sentarnos en la primera fila sentí la mirada fija de mis compañeros, al parecer Alizee también lo notó ya que se veía algo incómoda.
Y acertamos.
–¿Tú eres la chica que se quedó varada en la isla junto con otros chicos?
–¿Cómo se sintió estar en una isla por dos meses y medio?
–Cuéntanos todo, Roma.
Todos se abalanzaron sobre nosotras haciéndonos diversas preguntas, comencé a agobiarme ya que no soportaba tener a muchas personas cerca mío. Por suerte una profesora entró en el aula e impartió algo de orden, ambas nos marchamos al baño para despejarnos un poco y de paso conocer la academia.
VIOLETA
La situación con mis padres era algo tensa, desde que supieron que estaba en una relación con Roma ambos se distanciaron de mí. Al principio me sentí mal e intenté alegrarlos con otras cosas, pero después pensé en lo mucho que quería a Roma y que lo demás me daba igual.
Tuvimos una pequeña discusión cuando vino Ismail a mi casa para decirle a mis padres que lo nuestro no funcionaria, además de que se me ve feliz con Roma. Mis padres estuvieron discutiendo con nosotros dos durante un buen rato.
El pobre Ismail me defendió de las riñas de mis padres y ellos también le gritaron. Al final todo acabó con gritos y algunos insultos.
Dos días después Josephine vino a visitarme, al bajar al salón vimos a mis padres con varias maletas en la entrada.
–Violeta, nos vamos, recoge tus cosas. –dijo mi padre con seriedad.
–¿Por qué? ¿Adónde vamos?
–Nos iremos al pueblo de tu abuela a vivir, a ver si algo de aire puro te quita la idea de estar con una chica. –dijo mi madre con asco.
–No pienso irme con vosotros, yo me quedo.
–¿Es que no ves que estás mal? Ismail era un buen chico para ti, pero lo has tenido que fastidiar. –gruñó mi padre. –Ahora, coge tus cosas y vámonos.
–No. Estoy harta de que controláis mi vida, quiero hacer cosas por mi cuenta y vivir según lo que creo.
–Bien, haz lo que quieras. Pero a nosotros no nos vas a volver a ver. –sentenció mi padre como si fuera un ultimátum.
–Tengo amigos que son como una familia para mí, no os echaré en falta.
Mis padres se marcharon de casa dando un fuerte portazo, Jo me abrazó para darme ánimos y me llevó al restaurante de sus padres para comer algo y despejarnos. Carlos y Lana me invitaron a quedarme con ellos en su casa por si me sentía sola, acepté al menos pasar una noche con ellos.
Aquella noche la pasé cenando pizza, viendo películas y escuchando algunas anécdotas de cuando Jo era pequeña.
Al mal tiempo buena cara.
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