Capítulo 27: Hospital

BLAKE

Cuando Kate nos avisó de la situación de Roma todos salimos corriendo de la casa para montar en el coche e ir al hospital. Al llegar vimos a Josh junto con otro policía en la sala de espera, al vernos nos dio una sonrisa triste y pensamos lo peor.

–¿Qué ha ocurrido con nuestra niña, Josh? Sé sincero porque sino no responderé de mis actos. –dijo Kate alterada.

–Cuando rescatamos a Violeta y a Flora, Edward le disparó a Violeta pero Roma se interpuso entre la bala y ella. Ahora está en operación para extraerle la bala, Violeta y Flora están bien, algo desnutridas y deshidratadas pero en unos días se recuperarán, por suerte no tenían ninguna herida. –explicó Josh manteniendo la calma.

–Maldito Edward. –gruñó Greg a mi lado. –¿Qué le ocurrirá ahora?

–Por ahora está detenido en la comisaría, pero supongo que el juez lo enviará a la cárcel y desde ahí irá a clases de rehabilitación. –nos comentó el policía. –Soy Samuel, me alegro de conoceros, aunque no estén en las mejores condiciones.

Nos sentamos en las sillas a esperar noticias de nuestras amigas, un doctor nos dijo que Flora y Violeta serían dadas de alta dentro de dos días. Eso nos subió el ánimo pero aún estábamos muy preocupados por Roma, siento que le he fallado con la promesa que le hice, le prometí que la protegería de todo pero no he podido hacerlo en esta ocasión.

Al cabo de media hora un doctor nos avisó de que la operación se alargaría una hora pero podíamos ir a la cafetería del hospital para calmarnos y relajarnos aunque no fuera el mejor momento para nosotros. Arcadia se fue al baño para refrescarse aunque sabía que iba a desahogarse en silencio, a ella nunca le ha gustado que la vieran llorar.

–Chicos. –nos llamó Kate. –Si queréis podéis ir a tomar algo mientras Josh y yo esperamos.

–No queremos dejaros solos en este momento. –dijo Greg preocupado.

–No os preocupéis, estaremos bien. Además será bueno para vosotros. –nos animó Josh. –Si tenemos alguna noticia os avisamos, pero mientras tanto salir a tomar un poco el aire, toda esta situación es muy agobiante para unos adolescentes.

–De acuerdo, pero cualquier cosa nos llamáis. –los padres de Roma asintieron con una sonrisa. Me acerqué a Josephine y a Greg para ver dónde íbamos. –¿Adónde podemos ir?

–Enfrente del hospital hay una cafetería, podemos ir allí. –propuso Greg.

–Me parece bien, iré a avisar a Arcadia y nos vemos en la puerta del hospital.

–Te esperamos allí.

JOSEPHINE

Los chicos se marcharon a la entrada a esperarnos mientras que iba a por Arcadia a los baños. En los pasillos había muchas personas; unas esperando a ser llamadas, otras en salas de espera, y otras llorando seguramente por alguna mala noticia. Las enfermeras andaban con rapidez por los pasillos de un lado a otro, a veces se detenían para ayudar a alguien o simplemente acompañaban a alguna persona a la habitación correspondiente.

Cuando llegué al baño vi a Arcadia secándose las manos, intenté sonreír y me acerqué a ella.

–Oye, Arc. ¿Te parece bien que vayamos a una cafetería a tomar algo? –pregunté con una pequeña sonrisa, tal vez esto le animará un poco.

–¡Cómo me puedes decir eso! -–a miré sin entender. –Nuestra amiga está en operación y tú solo piensas en ir a tomar algo. ¿Cómo puedes estar tan tranquila, Jo? Además, ahora no es un buen momento para llevarme a una cita, siempre estás igual.

–No me refería a eso. Lo que pasa es que...–dije algo nerviosa, sus palabras me estaban hiriendo pero ella no me dejó explicarme.

–¡No me importan tus excusas! Eres una mala amiga, nunca iré a una cita contigo. Eres muy exasperante. Así que déjame en paz, iré a ver a Roma aunque a ti no te importe ella.

Sentí como los ojos comenzaban a llenarse de lágrimas, Arcadia me miró asustada. Intentó acercarse pero retrocedí, las lágrimas comenzaban a caer por mis mejillas y me aguante los sollozos para poder hablar.

–Bien, debí suponer que nunca querrías nada conmigo pero aún así fui una tonta y nunca me rendí. No te preocupes, a partir de ahora no sabrás nada de mí. Adiós.

Salí corriendo del baño y me fui del hospital por una de las puertas de emergencia. Ahora mismo solo corría por las calles mientras lloraba.

Yo solo quiero a alguien que me ame.

ARCADIA

Regresé a la sala de espera con los demás sumida en mis pensamientos, cuando levanté la mirada del suelo vi que solo estaban los padres de Roma. Ellos al verme se quedaron confundidos pero antes de que pudieran decir algo llegaron Blake y Greg.

–¿Dónde está Jo? –preguntó Greg mirando la hora en su móvil.

–Josephine ha tenido la desfachatez de invitarme a una cita para ir a una cafetería, en la situación en la que estamos y solo piensa en nosotras. –bufé de brazos cruzados.

–¿Qué? Ella no quería pedirte una cita. –lo miré confundida y Blake continuó. –Hemos pensado en ir a la cafetería los cuatro para tomar el aire, los padres de Roma nos lo han pedido.

–Oh no. Creí que Jo me estaba pidiendo una cita y le he dicho cosas horribles. –comencé a llorar y Blake me abrazó. –Ahora nunca me perdonará.

–Es Josephine, conociéndola en cuanto le sonrías te perdonará.

–Eso espero, Blake, no puedo perderla.

Nos marchamos a la cafetería, le mandé varios mensajes a Jo esperando que me contestara mientras esperábamos nuestros pedidos. No leyó ninguno de mis mensajes y cuando intentaba llamarla me decía que el móvil estaba apagado o fuera de cobertura.

Al regresar de nuevo al hospital vimos a un doctor hablar con los padres de Roma, nos acercamos rápidamente pero el doctor se marchó, sin embargo Josh y Kate nos miraron con una sonrisa de felicidad.

–¿Roma está bien? –preguntó Blake preocupado.

–Sí, han conseguido extraerle la bala y le han puesto unos puntos en la herida, ahora la llevarán a una habitación y nos avisaron. Pero deberá quedarse en el hospital unas semanas hasta que se recupere, por suerte no perdió mucha sangre por lo que no ha habido necesidad de una transfusión. –nos explicó Kate bastante aliviada.

Alizee llegó algo cansada y se disculpó por no habernos acompañado, su madre le había pedido que le ayudara con la mudanza y no había terminado hasta ahora. Le contamos la situación de las chicas y se alivió al saber que Roma estaba bien. Blake parecía un flan alrededor de la chica y le miré con una sonrisa divertida.

Mientras esperábamos a que nos dijeran en qué habitación estaba Roma fuimos a ver a Violeta y Flora, ambas estaban en la misma habitación por lo que era sencillo ver a las dos al mismo tiempo. Les contamos la situación de Roma para que se tranquilizaran ya que ambas estaban de los nervios, y era comprensible, lo último que vieron de su amiga fue que se desangraba.

–Me alegro que esté bien. –dijo Violeta más tranquila.

–¿Cómo vais vosotras? Os veo mejor. –dijo Greg con una sonrisa.

–Estamos mejor, nos han dado vitaminas y algo de comida para recuperar fuerzas. Según lo que nos han dicho saldremos en dos días. –comentó Flora sin apartar la mirada de Greg.

–¿Se sabe algo de Edward? –preguntó Violeta.

–Por ahora no, solo sabemos que está en la comisaría y que sus padres han ido a verle. Pasado mañana le harán un juicio por lo que ha hecho y ya nos avisaran de cual es el veredicto. –nos comentó Blake.

Estuvimos hablando un rato más hasta que Josh entró en la habitación, le devolvió los móviles a nuestras amigas y nos anunció que Roma estaría en la habitación de enfrente, así que solo debíamos salir de la habitación y andar dos pasos.

Nuestras amigas se levantaron con cuidado y todos fuimos a ver a Roma, al entrar la vimos algo incorporada en la cama con un cojín en su espalda para ayudarla a estar más cómoda. Al vernos nos sonrió, uno por uno fuimos dándole un suave abrazo hasta que llegó el turno de Violeta, ella se quedó más tiempo abrazándola mientras lloraba de alegría.

–¿Dónde está Jo? –preguntó Roma confundida.

–Digamos que hemos tenido un malentendido con ella, luego te cuento. –le dijo Blake con una sonrisa, bajé la mirada apenada ya que eso había sido culpa mía.

–De todos modos, ¿Te encuentras mejor? –preguntó Flora preocupada.

–Gracias a los medicamentos que me han dado no siento nada, un poco de malestar. Sobre todo me han dicho que no me mueva hasta que ellos me avisan. –nos explicó haciendo una mueca al moverse. –Pero no saben si se quedará una cicatriz por la operación, ellos creen que sí.

–¡Bueno, así tendrás un recuerdo para toda la vida. –dijo Josh con una sonrisa. –Las cicatrices de guerra son las mejores, y a las chicas les encanta.

–Eso no es verdad, Josh. –le reclamó Kate de brazos cruzados, todos mirábamos la situación con una sonrisa.

–Eso no decías cuando fabricamos a Roma.

–¡Padre, por favor! –chilló Roma poniéndose colorada, todos reímos al ver su reacción y Violeta le dio un beso en la mejilla.

Estuvimos un rato en la habitación de Roma cuando una enfermera nos avisó de que la hora de visitas había terminado. Nos despedimos de nuestras amigas y nos marchamos cada uno a su casa, Josh me llevó a mi casa y le agradecí con una sonrisa.

Una vez estaba en mi habitación le volví a mandar un mensaje a Jo, pero seguía sin leerlo. Me di una ducha rápida y me puse el pijama antes de cenar mientras veía la televisión, esperaba encontrar mañana a Jo y decirle que todo había sido un error mío.

EDWARD

Mis padres vinieron a la comisaría para hablar conmigo, aunque más que hablar estuvieron reprendiéndome por lo que había hecho y se preguntaron entre ellos que habían hecho mal para que hiciera algo así. Sentía un poco de remordimiento pero mis ganas de acabar con Roma y los demás superan ese sentimiento.

Cuando se marcharon me quedé pensativo en mi celda, pensé que si tal vez tuviera buen comportamiento me sacarían antes de la cárcel y así podría volver a vengarme de Roma, pero por ahora solo estaba en la comisaría hasta que me trasladaron a la cárcel.

La puerta se abrió y palidecí al ver quiénes entraban, eran los dos hombres que había contratado. Ellos me miraron con una sonrisa mientras el policía les quitaba las esposas y les empujaba para que entraran a la celda conmigo.

–No quiero ninguna trifulca, ¿entendido? –el policía nos dio ese ultimátum y se marchó.

Los hombres se mantuvieron en silencio y al escuchar cómo el policía cerraba la puerta de entrada a las celdas, comenzaron a acercarse peligrosamente a mí. Comencé a retroceder hasta que mi espalda chocó contra la pared, dejándome sin ninguna escapatoria.

–Parece que la suerte está de nuestro lado. Ahora pagarás por habernos mentido, chico. –dijo haciendo crujir sus dedos y mirarme con una sonrisa.

–Por favor, podemos hablarlo y... –no pude terminar ya que me interrumpieron.

–No hay nada de qué hablar, ahora verás las consecuencias de mentir, chaval. –dijo el otro cogiéndome de la camisa y elevándome unos centímetros del suelo.

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