Capítulo 26: Identificados

JOSH

Era el tercer día y todavía no habíamos encontrado muchas más pruebas. Una patrulla revisó las naves industriales del puerto pero no habían encontrado nada, solo barcos guardados y algunas cosas referidas a la pesca.

–Coronel Hopkins, criminalística ha mandado un informe sobre el cabello que han hallado en el coche. –me informó Samuel con varias hojas entre sus manos.

Debido al hallazgo de Roma, los de criminalística examinaron el coche en profundidad hasta que el los respaldos del conductor y copiloto encontraron pelo enganchado en la cabecera del asiento. Lo mandaron a analizar ayer y hasta hoy no habían tenido resultados.

–¿De quiénes se trata? –pregunté cruzándome de brazos.

–Son Emilio Luke y Darren Hoswell. Según sus informes ingresaron en la cárcel por violación y asesinato de diez mujeres, entre ellas la hermana de Darren. –me informó leyendo los expedientes. –Hace dos semanas salieron de la cárcel pero desde hace unos días la policía ha perdido su rastro.

–Justo el tiempo en que Violeta y Flora han desaparecido, no me cabe duda, Edward Morris está detrás de esto. –dije pensativo. –Debemos darnos prisa, tenemos que buscar por los lugares que menos imaginamos.

–De acuerdo, Coronel Hopkins.

ROMA

Estábamos en casa de Edward contándole todo lo que sabíamos a sus padres, estos estaban sin poder creerse que su hijo fuera así. Me fui al piso de arriba para ir al baño pero encontré la habitación de Edward con la puerta entornada, al entrar vi que todo estaba bien recogido, supongo que su madre se ha encargado de limpiar y ordenar la habitación.

Encima del escritorio había algunas fotografías de algunos lugares de la ciudad, entre las fotos una me llamó la atención; era un desguace de coches, habían montañas de coches listos para ser destruidos y también había una imagen de una pequeña nave industrial dentro del recinto del desguace.

Cuando salí del baño volví a la habitación para recoger las fotos y bajé al salón, para mi sorpresa estaba mi padre contando lo último que sabían, a su lado estaba Samuel, él me saludó con una sonrisa.

–Lo que sabemos hasta ahora es que ha contratado a dos mercenarios, por así decirlo, para que secuestraran a las chicas. –explicó mi padre viendo a los padres de Edward con detenimiento. –Hemos puesto una orden de busca y captura pero no tenemos más noticias, todavía no sabemos dónde pueden estar.

–Yo me hago una idea. –dije dejando de golpe las fotos en la mesa, haciendo que se esparcieron. –Edward dijo una vez que el desguace era el sitio ideal para secuestrar a alguien, así que supongo que están ahí.

–Podrían estar ahí, pero no lo sabemos con certeza, Roma. –comentó Samuel.

–Es por eso que seré el cebo. Estoy segura de que Edward está furioso conmigo, por eso hará algo en mi contra.

–Es muy peligroso, no podemos dejarte hacer eso. –replicó Blake molesto. –Quien sabe lo que puede hacerte.

–Es por eso que ya he ideado un plan. –sonreí con malicia. –Si funciona tendremos de nuevo a Edward entre rejas, y a las chicas sanas y salvas.

VIOLETA

He perdido la cuenta de los días que llevábamos aquí, Edward casi no nos daba comida ni agua, por no contar que si íbamos al baño nos acompañaba alguno de esos dos hombres. Quería irme al igual que Flora, habíamos pensado en muchas formas de huir pero era imposible para nosotras. Ellos eran tres y nosotras dos, sin contar que estábamos demasiado cansadas y hambrientas como para pelear.

La puerta se abrió revelando a Edward con una sonrisa, al acercarse a mí me cogió del cuello de la camiseta y me elevó un poco del suelo.

–La verdad es que a ti no quería hacerte nada, pero luego me acordé que Roma está contigo y no conmigo, así que debo eliminar. Así ella estará conmigo y tú desaparecerás de la faz de la Tierra.

–¿Por qué tanto odio hacia nosotras, Ed? –preguntó Flora con odio.

–¡No me digas así! –exclamó furioso. Me empujó contra la pared apretando su agarre en mi cuello, me empezaba a costar respirar. –En primer lugar me acostaré contigo, Flora, era algo que debía haber pasado hace tiempo. En segundo lugar, eliminaré a Violeta para poder tener a Roma, y luego de hacerla también mía, acabaré con ella por haberme detenido aquella noche y enviarme al reformatorio.

Edward comenzó a ahogarse, escuché cómo Flora gritaba e intentaba levantarse a la vez que comenzó a lanzar pequeñas piedras que habían en el suelo. Noté como metió una de sus manos debajo de mi camiseta e iba hacia mi pecho para tocarlo.

–Mocoso. –llamó uno de esos hombres haciendo que Edward me soltara de malas formas, y los mirara. –Estamos listos, dinos cómo es la chica e iremos a por ella.

–Os mostraré una foto, quiero que me traigáis a Roma Hopkins con vida, yo me haré cargo del resto. –sonrió. –En un rato volveré para acabar con lo empezado.

Flora se acercó a mí y me abrazó mientras comenzaba a llorar, ahora irían a por Roma. Espero que estuviera bien, deseo que todo esto acabe de una vez.

ROMA

Caminaba tranquilamente por el paseo de al lado del puerto, veía a algunas personas salir con sus barcos y a otras regresar. Estaba sumida en mis pensamientos que no me di cuenta de que llegue hasta el final del paseo, dónde no había ningún transeúnte.

De reojo observé cómo un coche paró y unos hombres corpulentos bajaron de él. Me hice desinteresada viendo mi móvil y activando algunas aplicaciones, uno de ellos me cogió del hombro e hizo que los mirara.

–¿Les puedo ayudar en algo? –pregunté con inocencia.

–Sí que nos puedes ayudar, chica. –dijo uno viendo su móvil, y asintiendo al otro.

En cuestión de segundos me taparon la cabeza con una bolsa de tela y me ataron las manos. A ciegas me subieron en su coche, noté cómo uno se sentó a mi lado y me puso el cinturón, al menos respetaban esa norma para conducir.

No sé cuánto tiempo estuve en el coche, solo sé que de repente el vehículo paró y me obligaron a las malas a bajar. Me guiaron hacia una sala donde escuchaba la voz de Edward.

FLORA

Estábamos viendo cómo Edward nos explicaba una y otra vez su forma de hacernos sufrir. Los dos hombres regresaron con una chica encapuchada, Violeta y yo nos miramos preocupadas mientras que Edward sonrió aún más.

–Bienvenida, Roma. –Edward le sacó la bolsa de tela revelando a nuestra amiga.

–¡ROMA! –gritamos ambas a la vez.

–Nos podéis dejar solos, chicos. –ambos hombres salieron de la habitación. –Ahora que estás aquí verás cómo acabo con tu novia y tu amiga, no te preocupes, luego me encargaré muy bien de ti.

–Lo que hicimos fue por tu bien, no podíamos dejar que violaras a Flora. –dijo Roma con tranquilidad.

¿Acaso ella no tiene miedo o qué?

–Sé que emborracharme fue un error, pero estuve con ella tres años y nunca tuvimos sexo. Es por eso que me divertía con otras chicas cuando me iba de fiesta. –admitió con una sonrisa.

–Lo siento, Flora. –dijo Violeta apenada.

–No tienes que disculparte. Viniendo de él ya nada me sorprende. –respondí, ahora mismo solo quería que tuviera su merecido.

–Así que, ahora os violaré a las tres y luego mataré a Violeta por estar contigo, y a ti por mandarme al reformatorio. –dijo enfadado.

Edward se acercó a Roma y la cogió por el cuello de la camisa, nuestra amiga ni se inmutaba, en cambio sonrió. Roma le pisó un pie y con la otra pierna le pegó una patada en sus partes, haciendo que cayera al suelo mientras se retorcía de dolor.

Roma se acercó a dónde estábamos y dio una patada en la puerta abriéndose de golpe, nos desató las manos y Violeta se lanzó a sus brazos mientras lloraba. También la abracé y ella nos calmaba a las dos con suaves palabras.

Salimos de la celda y los hombres de antes se acercaron a nosotras con pistolas en sus manos. Edward se levantó adolorido y nos miró con odio, Roma nos puso a ambas detrás de ella para defendernos. En el bolsillo trasero del pantalón vi que su móvil estaba encendido y con la grabadora encendida.

Roma era una genia.

–Acabad con ellas, iba a dejaros vivir pero no puedo perdonarte esto.

–¿En serio le vais a hacer caso a un mocoso de diecisiete años? –preguntó Roma de brazos cruzados.

–Nos ha prometido un buen dinero.

–A ver, par de idiotas. –comenzó a hablar Roma. –Tiene diecisiete años, nunca ha trabajado en su vida y sus padres tienen un sueldo pobre. ¿Creéis que él va a poder pagaros lo que os ha prometido?

Ambos hombres se miraron, bajaron sus armas y miraron a Edward con furia. Nuestro antiguo amigo comenzó a retroceder mientras miraba a esos hombres con temor, las tres vimos como empujaron a Edward contra la pared haciendo que temblara.

–La niña tiene razón. Nos has mentido, ahora pagarás con tu vida, mocoso.

–Pero no podemos dejar testigos, lo siento chicas, pero también ha llegado vuestra hora.

–Eso díselo a la policía. –contestó Roma.

En menos de un segundos cinco policías entraron a la habitación, los dos hombres tiraron las pistolas al suelo y levantaron las manos. El padre de Roma entró vestido con su uniforme y miró a su hija con una sonrisa.

–Gracias Edward por contarnos todo. –dijo Roma enseñando su móvil, y apagando la grabadora.

Le entregó su móvil a uno de los policías y estos se llevaron a los dos hombres, ahora sólo quedamos Edward, Violeta, Roma, Josh, un policía y yo en la habitación.

El policía comenzó a revisarme para saber si estaba bien, Roma estaba tranquilizando a Violeta y su padre hablaba con alguien por teléfono. De refilón vi cómo Edward se levantó furioso del suelo con una pistola en su mano.

–¡Violeta, cuidado! -grité alarmando a todos.

Todo pasó como a cámara lenta. Todos vimos como Roma se colocaba delante de Violeta, recibiendo ella el disparo. Cayó al suelo mientras su camisa blanca se tornaba de un rojo oscuro, el padre de Roma le dio un golpe en la cabeza a Edward dejándolo inconsciente.

El policía sacó su chaqueta y la colocó en la herida haciendo presión para evitar que Roma se desangraba. Josh llamó a una ambulancia, Violeta colocó la cabeza de Roma en su regazo e intentaba hacer que se mantuviera consciente.

La ambulancia llegó en seguida y trasladaron a Roma a una camilla, le colocaron una mascarilla de oxígeno y se marcharon corriendo al hospital. Nosotras nos fuimos con el padre de Roma en el coche policial también al hospital, escuchamos cómo Josh llamaba a su esposa y le indicaba que fuera con todos al hospital central.

Espero que Roma esté bien, no puede dejarnos.

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