Capítulo 24: Problemas

EDWARD

Desde hace algunos días la policía no paraba de buscarme, gracias al reformatorio conseguí contactos con personas que me ayudarían a vengarme de Roma y los demás. Por su culpa me mandaron al reformatorio durante tres años, por suerte para ellos logré escapar y esconderme en un viejo almacén a las afueras de la ciudad.

–¿Para qué quieres nuestra ayuda, mocoso? –preguntó un hombre corpulento y con los brazos llenos de tatuajes. Tenía poco pelo y una espesa barba, además de algunas cicatrices en la cara.

–Quiero que me ayudéis a vengarme de mis antiguos amigos.

–Un enclenque como tú no logrará nada, además no eres la clase de persona que pediría algo así.

–¿Acaso nos puedes pagar? Porque este trabajo tuyo no va a salir barato. –dijo otro hombre, igual de corpulento pero sin tatuajes y sin barba.

–Tengo el dinero suficiente para pagaros por vuestros servicios. –dije algo nervioso pero esperaba que no se notara.

–Te estás metiendo en una zona muy peligrosa, al contratar matones, chico. Espero por tu bien que tengas el dinero que nos prometes, sino te irá muy mal. –me mostró una navaja e hizo el gesto de degollar a alguien.

Ambos hombres se marcharon y eché el aire que estaba conteniendo. Sé que estaba mal contratar matones para hacer el trabajo sucio, pero era lo mejor que podía hacer. Debía vengarme de ellos, los que se hacían llamar mis amigos, pero sobre todo vengarme de Roma Hopkins.

Por culpa de ella no logré mi cometido con Flora.

JOSEPHINE

Estábamos en el centro comercial pasando el rato, desde que Violeta nos contó que Roma vendría mañana a Greg se le ocurrió la idea de comprarle algo cómo modo de bienvenida. Violeta, Flora y Greg se fueron a una librería mientras que Arcadia, Blake y yo nos quedamos en las tiendas de ropa y vídeo-juegos.

Blake nos mostró una blusa rosa con estampado de flores pero a ninguna de las dos nos gustó, además que no veíamos a Roma usando esa blusa. Al cabo de media hora nos reunimos en la puerta de un restaurante japonés que había para tomar algo, buscar regalos para otra persona era toda una odisea.

–Tiene que haber algo que le guste mucho a Roma. –dijo Greg pensativo.

–Yo creo que con el hecho de ir todos a recogerla al aeropuerto ya es el mejor regalo que podríamos darle. A veces los mejores regalos son las propias personas. –comentó Arcadia.

–La verdad es que tiene razón.

–¡Esa es mi chica! –exclamé mirando con amor a Arcadia.

–No soy tu chica, Jo.

Al terminar de comer volvimos a dar una vuelta por el centro comercial, esta vez fuimos todos a una librería ya que Arcadia quería mirar un libro que acababa de salir. Arcadia regresó con mala cara y nos dijo que no se lo podía comprar ya que no había traído suficiente dinero, y que esperaría a que hubieran descuentos.

Cuando se marchó con Greg a mirar libros de historia, me acerqué para ver qué libro era el que quería.

–¿Por qué no se lo compras tú? –propuso Violeta. –Estoy segura de que le encantará.

–Aunque quisiera no podría, me he gastado el efectivo en la comida y no tengo la tarjeta de crédito. –suspiré dejando de nuevo el libro en el estante.

–¿Y por qué no vienes otro día? Lo acaban de sacar, no creo que se agote tan rápido. –comentó Blake a mi lado.

–Eso es verdad. ¿Pero por qué sigues insistiendo que Arcadia sea tu novia, si ella parece despreciarte? Yo no aguantaría tanto tiempo. –dijo Flora confundida.

–El hecho de que Arcadia esté viva significa mucho para mí. Solo necesito que esté viva. Estoy eternamente agradecida de que nos hayamos conocido en esta vida y el hecho de que los padres de Arcadia se hayan conocido. –dije con una sonrisa soñadora.

Cuando volví de mi fantasía con Arcadia viviendo juntas y felices, vi que mis amigos me miraban sin saber qué decir.

Mientras salíamos del centro comercial sentí cómo si alguien nos estuviera observando, miré a nuestro alrededor pero no pude localizar a esa persona. Era algo sospechoso y estuve mirando todo nuestro alrededor hasta que nos despedimos.

No sé porqué sentía que algo malo iba a suceder, espero equivocarme.

ROMA

–No me puedo creer que nos hayan expulsado del viaje. ¿Es que no sabes controlarte? –le reproché a mi padre, mientras recogía las cosas del hotel dónde nos estábamos hospedando.

–Ya sabes que cuando veo eso, algo dentro de mí late con fuerza y me entran ganas de ir a ver.

–Espero que no vuelva a suceder, lo bueno de esto es que regreso antes con mis amigos. –sonreí al pensar en ellos.

–Parece que tus amigos se han convertido en tu más grande aventura, Romy. –dijo mi padre con una gran sonrisa. –Me alegro mucho por ti. Los amigos son la familia que eliges, y me alegra que hayas elegido tan bien.

–Yo también me alegro.

Al salir del hotel me encontré con Alizee, ella me comentó que ya habían terminado la excursión y me quería enseñar las fotos. Fuimos a un parque que había cerca del hotel y nos sentamos en un banco, donde empezó a mostrarme las fotos de dónde habían estado esta tarde.

–Cuando íbamos en el barco una señora se ha asomado por la barandilla para hacer unas fotos, y se le ha caído el móvil al agua. –me contó mientras se reía al recordarlo. –El guía nos había avisado de que con el oleaje que había era peligroso sacar el móvil por si se nos caía, pero la señora no le ha hecho caso y al final mira lo que le ha pasado.

–Me gustaría haber ido, una pena que mi padre sea un desmadre e incumpla las reglas.

–Aún no entiendo qué os ha pasado. –dijo confundida.

–En la excursión de ayer, el guía nos avisó de que no podíamos subir a la cumbre por los fuertes vientos y solo podíamos hacer la ruta corta. Mi padre ignoró la advertencia y comenzó a subir él solo hacia la cumbre, y el guía nos expulsó del resto de las excursiones.

–Que mal, mi madre se ha pasado toda la excursión haciendo fotos, ni siquiera me hacía caso. ¿Os vais a ir?

–Sí, mañana por la mañana nos iremos de regreso a nuestro país y así por la tarde estaremos de nuevo con mi madre y mis amigos.

–Nosotras también volvemos mañana, si eso podemos coger el mismo vuelo.

Estuve un rato más hablando con Alizee cuando mi padre me llamó para decirme que nos iríamos a dar una vuelta y a cenar, también era por acostarnos pronto ya que mañana deberíamos madrugar para coger el primer avión y así no tardar en regresar.

Tenía muchas ganas de ver a todos de nuevo.

FLORA

Estaba anocheciendo y me despedí de todos menos de Violeta, ella pasaría la noche conmigo y así hablamos de muchas cosas, sobre todo de una que me está dando vueltas y no logro sacarla de mi mente.

Estábamos caminando por una calle que estaba medio en penumbra pero aún así había algunos transeúntes. Violeta comentó que sería mejor ir por las calles más iluminadas, aunque tardemos más. Mientras cruzábamos un paso de cebra me empezó a contar lo que le pasó la semana pasada, me sorprendí al oír que habían intentado abusar de ella pero Roma llegó a tiempo, y Arcadia también las ayudó.

Violeta comenzó a contarme algo pero no le presté atención, tenía la sensación de que alguien nos observaba. Me paré y miré a mi alrededor pero no encontré nada, y eso me ponía nerviosa.

–¿Qué ocurre, Flo?

–Tengo la sensación de que alguien nos sigue, pero creo que solo es imaginación mía. –dije algo confundida.

–Será mejor llegar cuanto antes a tu casa.

Ambas comenzamos a caminar más deprisa, cuando alguien nos agarró de los brazos y nos puso un pañuelo en la cara. Miré asustada a Violeta y ambas intentábamos soltarnos, el efecto de somnífero comenzó a hacer efecto.

Hasta que ambas quedamos inconscientes.

GREG

Estaba un poco preocupado por Flora y Violeta, eran las once de la noche y les dije que me mandaran un mensaje cuando llegaran a casa para saber que habían llegado bien. Cené con mis padres y mis hermanas para luego subir de nuevo a mi habitación.

Me metí en el chat de Flora y vi que la última vez que se había conectado era a las ocho y media de la tarde, justo cuando le había hablado a su madre. La llamé pero no me cogió el teléfono, por lo que llamé a Violeta en caso de que Flora no lo hubiera oído, pero tampoco me lo cogió.

Ninguna de las dos respondía a los mensajes ni a las llamadas y eso comenzó a preocuparme. Justo en ese momento, Blake mandó un mensaje en el grupo en el que estábamos todos. Lo hicimos para estar todos en contacto y así poder quedar cuando quisiéramos.

"Blake: ¿Flora o Violeta te han dicho algo? No me han avisado de que han llegado a casa."

"A mí tampoco me han dicho nada. Las he llamado y enviado mensajes pero no me contestan."

"Arcadia: Me han llamado sus padres para preguntar por ella, al parecer tampoco responde a las llamadas de ellos."

"Josephine: Todo esto es muy extraño. ¿Creéis que les ha pasado algo?"

"Espero que no."

"Roma: Ha sido Edward."

"¡Roma, cuánto me alegro de leerte!"

"Blake: ¿Cómo sabes que ha sido él, prima?"

"Roma: Mi instinto me lo dice, ahora será tarde allí, pero quiero que a primera hora de la mañana vayáis a mi casa y se lo digáis a mi madre, ella sabrá qué hacer."

"¿Cómo que tu madre sabrá que hacer?"

"Roma: Ella tiene contactos en la policía gracias a mi padre. Mantenerme al tanto."

"Josephine: Por supuesto."

Si ha sido Edward el responsable de esto lo iba a pagar muy caro, no dejaré que le haga nada a Flora o a Violeta.

Al día siguiente desayuné con mis hermanas y mis padres cómo todos los días, solo que este era diferente, les conté lo que había sucedido y me bombardearon con muchas preguntas. Les aseguré de que iríamos a la policía para decir qué era lo que había ocurrido, me avisaron de que si necesitaba ayuda que no dudara en avisarles.

Les agradecí y me marché a la casa de Roma, donde había quedado con el resto de mis amigos. Siempre veías noticias sobre secuestros para saldar deudas o cosas así en la televisión, y nunca pensabas que un día lo vivirías en tus propias carnes.

–Hola chicos. –los saludé nada más llegar.

–Hola Greg, me alegro de verte. –saludó Arcadia algo seria.

Noté que faltaba Blake y Josephine, estuve hablando un rato con mi amiga hasta que escuchamos los gritos de Josephine. Ella no saludó y se apoyó en la pared para recuperar el aliento. Según nos contó, había perdido el autobús y para no desaprovechar el tiempo y hacernos esperar, había decidido venir corriendo.

–Estás loca. –dijo Arcadia. –Bien, entremos.

–¿Y Blake? –pregunté confundido.

–Él ya está dentro, le ha estado contando a Kate lo ocurrido.

Asentí y entramos a la casa en silencio. Blake nos recibió algo apurado y nos llevó hasta la cocina, donde estaba la madre de Roma junto con dos policías. Al parecer les estaba informando de cualquier cosa, Kate al vernos sonrió y nos invitó a pasar.

Kate nos presentó a los policías y ellos nos dijeron que fueron compañeros de Josh, y que alguna vez se habían visto en el cuartel. Aunque me sonrieran para calmarme no podía hacerlo, tener a la policía cerca siempre me ponía nervioso, aún sabiendo que soy inocente.

–Bien. Kate nos ha informado más o menos de la situación, pero nos gustaría hablar con vosotros sobre lo que ocurrió anoche. ¿Os parece bien? –preguntó uno de los dos policías.

–Claro, les diremos lo que sabemos. –respondió Arcadia con confianza.

–¿Qué hicisteis anoche luego de separaros? –preguntó el policía con una libreta en su mano, listo para apuntar.

–Fuimos al centro comercial, y cuando era de noche nos despedimos para irnos a nuestras casas. Flora y Violeta se marcharon juntas hacia la avenida principal mientras que yo me fui en taxi. –expliqué algo nervioso.

–Acordamos mandarnos un mensaje cuando llegáramos a nuestras casas, pero Flora y Violeta nunca lo hicieron. –dijo Blake de brazos cruzados.

–Muy bien. Entiendo. ¿Algo más que queráis comentarnos?

–Yo me sentí observada. –habló Josephine por primera vez en el tiempo que estábamos allí.

–¿Cómo que observada? –preguntó un policía.

–Sí. Cuando estaba en el centro comercial no pude evitar sentir cómo si me estuvieran vigilando, luego ya no lo sentí. Pero fue muy raro, era cómo si nos estuvieran vigilando. –explicó nuestra amiga. –¡Y no fue porque hubieran muchas personas!

–De acuerdo, gracias por la información. ¿Nos mostraría el lugar dónde os separasteis?

Nos despedimos de Kate y nos montamos en el coche policial en la parte de atrás. Blake les fue guiando por las calles hasta que llegamos donde nos despedimos de ellas. Nos dividimos en dos grupos; Blake y Arcadia se marcharon con el otro policía mientras que Josephine y yo nos quedamos con el otro.

Él comenzó a observar la calle y caminamos un poco más. No encontramos nada hasta que un señor de baja estatura y algo regordete se nos acercó, con una bolsa de plástico y en el interior un móvil con una funda rosada.

¡El móvil de Violeta!

–Esta mañana me he encontrado este móvil en el suelo, lo he metido en la bolsa por si acaso tuviera algo de valor. –dijo el hombre. –Anoche dijeron que oyeron a dos chicas gritar.

–¿A dos chicas? –preguntó el policía y el señor asintió. –¿Quién las oyó?

–Pepa, la dueña de la floristería, su casa está encima de su tienda y anoche dijo que vio cómo dos hombres llevaban a dos chicas en un coche o algo así. Creo que deberían hablar con ella.

–Gracias por la información. –el policía cogió su móvil y llamó a su compañero. –Aquí Vázquez, parece que tenemos una testigo.

Los policías fueron a la floristería para preguntar por Pepa, ella salió y les acompañó hasta dónde estábamos. Ella comenzó a contar que estaba cerrando las persianas cuando oyó unos gritos y vio por la ventana a dos hombre intentando llevarse a dos chicas, una de ellas con el pelo tintado de violeta.

Luego de dejarlas dormidas las metieron en un coche y se marcharon hacia la rambla, que estaba al lado del puerto y de los antiguos muelles dónde guardaban las redes de pescar y los recambios de los barcos.

–¿Sabría decirnos de qué color era el coche?

–Era de noche así que no sabría de qué color se trataba, pero sí recuerdo la matrícula. Era 9887 EMH. Creo que era algo así, el coche se marchó enseguida y no tuve tiempo de hacerle ninguna foto o de mirar bien la matrícula. –se disculpó la señora.

–No se preocupe, ha ayudado mucho, muchas gracias por su colaboración. –agradeció el policía.

Sin darnos cuenta estuvimos toda la mañana acompañando a los policías, estos llamaron a otra patrulla para que presentara toda la zona, en busca de pistas o huellas que les pudieran ayudar. Agradecieron nuestra ayuda y nos mandaron a casa para descansar, pero no podíamos relajarnos sabiendo que nuestras amigas estaban secuestradas.

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