Capítulo 23: Nueva amiga

ROMA

Llevábamos una hora y media caminando por los escarpados caminos, varias personas se quedaron atrás debido a que estaban cansadas y Alec llamó a un compañero suyo para que se quedara con los refregados.

Descansamos durante veinte minutos para almorzar, aproveché para tomar algunas fotos y vi como mi padre se acercaba al filo del barranco, tal y como lo imaginé, Alec fue hacia él para llamarle la atención.

Noté que una chica rubia con ojos marrones se sentó a mi lado, no dije nada y continué revisando lo que había traído mi padre.

–¿Cómo lo llevas? –preguntó la chica.

–Uhm. Bastante bien. –respondí sin saber qué decir.

Odiaba que la gente que no conocía me hablara sin más.

–Yo solo he venido porque mi madre me ha obligado, sino estaría en mi cómoda habitación. –suspiró cansada. –Por cierto, me llamo Alizee.

–Tienes acento francés. –dije y vi cómo se sorprendió. Una gran presentación.

–Bueno, sí, mi madre es francesa y mi padre es escocés. Me crie en Francia hasta que tuve quince años, luego me fui a Escocia a vivir hasta los dieciocho y ahora con el divorcio de mis padres, mi madre y yo nos hemos ido de Escocia para vivir en otro sitio. –me explicó con una sonrisa, y su acento francés.

–Soy Roma, un placer.

–Encantada. –me sonrió con alegría.

Alec nos avisó de que en media hora llegaríamos a Preikestolen, Alizee se mantuvo a mi lado durante el resto de la excursión, y empezaba a arrepentirme de haberle comenzado a hablar. Es más, no dejaba de hablar, era cómo si se hubiera tragado una grabadora y tuviera pilas infinitas.

Ella me contó cosas sobre ella, y por cortesía le conté algunas cosas de mi vida. Al parecer quería estudiar para ser policía pero su madre no estaba de acuerdo con ella, por lo que al ser mayor de edad decidió irse a la capital para estudiar lo que le gustaba.

Mientras hacía la ruta me sumergí en mis pensamientos, empecé a pensar cómo estarían mis amigos y si Edward les había hecho algo, lo malo es que no tenía cobertura donde estábamos y no lo podía saber.

Por suerte, Arcadia y Josephine estaban con ellos para vigilarlos y que no les pasara nada malo.

VIOLETA

–¡Mastica! ¡Mastica! ¡Mastica! –gritaban Blake, Greg y Josephine a Arcadia.

Levanté la mirada del libro que estaba leyendo, para encontrarme a Arcadia con la boca llena de chicles y muchos envoltorios encima de la mesa. La saliva le caía e intentaba limpiarse con una servilleta, fruncí el ceño al ver lo que estaba viendo y noté que Flora lo miraba con disgusto.

–¿Qué se supone que hacéis? –pregunté cerrando el libro, y dejándolo al lado mío.

–Arcadia se está comiendo diez paquetes de chicles y ahora tiene que hacer una super pompa. –me explicó Blake.

–Que asco, ¿No teníais otra cosa que hacer? –preguntó Flora con desagrado.

–Hasta que traigan la comida no tenemos nada que hacer.

Arcadia sopló y una gran pompa formó de color rosa, se hizo más grande que su cabeza hasta que explotó y se le pegó en toda la cara. Todos comenzamos a reírnos mientras veíamos cómo nuestra amiga intentaba, en vano, quitarse todo el chicle de la cara y parte del pelo.

–¿Por qué os hago caso? –dijo quitándose el chicle.

–Porque nos quieres. –comentó Josephine.

–Quiero a todos menos a ti.

–¡Traición! –chilló Josephine indignada.

Blake tomó una foto del estado de Arcadia y vi cómo se la enviaba a Roma, sonreí al pensar en ella y que cada vez quedaba menos para que volviera. Estuve un rato más en casa de Flora hasta que me marché a mi casa.

Al llegar escuché unas risas y me extrañé, encontré a mis padres hablando con un chico que parecía de mi edad. Tenía el pelo castaño claro, peinado hacia un lado y los ojos los tenía verdes, además se notaba que hacía ejercicio.

–Hola hija, me alegra que llegues ahora. –dijo mi madre con una gran sonrisa.

–¿Quién es? –pregunté ignorando a mi madre, juntarme con Roma había hecho que fuera más decidida.

–Es Ismail Drake, es hijo de un antiguo amigo. –explicó mi padre.

El chico se levantó del sofá con una sonrisa y se acercó a mí, había algo en él que no me terminaba de gustar.

–Encantado de conocerte por fin, Violeta. Tus padres me han hablado mucho de tu increíble belleza.

Miré asqueada al chico y me alejé unos pasos de él, haciendo que me mirara confuso y mis padres fruncieron el ceño.

–¿Y para qué has venido exactamente? –me crucé de brazos, y esperé algo impaciente.

–Hija, queremos que os conozcáis y tal vez surja algo. –dijo mi madre con inocencia.

–¡No me lo puedo creer! ¿Cómo habéis tenido la desfachatez de intentar juntarme con él? –exclamé molesta. –No quiero nada con nadie ahora mismo. ¿Cuántas veces os lo tengo que decir?

–¡Eres menor de edad y mientras vivas aquí harás lo que nosotros digamos! –gritó mi padre furioso, su cara comenzaba a tornarse roja.

–Creo que ha sido una mala idea venir. –murmuró el chico algo intimidado.

–No me digas. –dije con sarcasmo.

-No eches al pobre chico, lo único que queremos es que seas feliz con él.

–Mamá, seré feliz con quien yo quiera. No quiero que vosotros manipuléis mi vida cómo queráis.

–Mientras vivas aquí harás lo que diga, y ahora te digo que salgas con Ismail. –insistió mi padre.

–No quiero.

Subí furiosa a mi habitación y me encerré, comencé a llorar en silencio y deseé que Roma estuviera aquí conmigo. Una parte de mí quería gritarles que salía con una hermosa chica, pero sabía que si lo hacía Roma estaría en problemas y nunca más la vería.

Cómo si me leyera la mente, Roma me envió un mensaje y no pude evitar sonreír.

"Mi héroe: ¿Cómo vas? Siendo sincera te echo de menos, incluida a la loca de Jo."

Me quedé pensando si sería una buena idea contarle lo que me había sucedido con mis padres, si quiero que la relación funcione no deben haber secretos entre nosotras.

"El día iba bien pero ahora ha empeorado. Necesito desahogarme con alguien."

"Mi héroe: Sabes que siempre puedes contarme lo que sea."

"Lo sé, y lo aprecio mucho. Mis padres quieren que salga con un chico llamado Ismail, básicamente me están obligando a salir con él y no sé qué más hacer para impedirlo. Mientras viva con ellos debo hacerles caso."

"Mi héroe: Puedes irte con Arcadia o con mi primo si quieres, a ellos no les importará. Así puedes hacer tiempo hasta que regreses."

"Pero aún falta más de una semana para que vengas."

"Mi héroe: Ha habido un contratiempo y regreso dentro de dos días, así que aprovecho y le dejó las cosas bien claras a ese Ismail."

"De acuerdo, te esperaré con Arcadia."

"Mi héroe: Si necesitas algo avisa a Blake o Arcadia, ellos dos son la mejor defensa que puedas pedir. Te amo."

Me sonrojé al leer lo último que me puso, Roma no era de decir cosas cariñosas, así que cuando lo hacía era algo memorable. Metí en una pequeña maleta algo de ropa, lo más esencial y bajé las escaleras.

Eso llamó la atención de mis padres y de Ismail, quien parecía algo apenado por todo.

–¿Adónde vas?

–Me voy unos días con una amiga, después de esto necesito un cambio de aires.

–No puedes irte, soy tu padre y te lo prohíbo.

–Pues observa cómo me voy. –dije seria y los tres se quedaron callados.

Le mandé un mensaje a Arcadia diciéndole que iba a su casa, me respondió que me esperaba ya que no tenía nada que hacer. Tardé veinte minutos caminando de mi casa a la suya, al llegar toqué al timbre y Arcadia me recibió con una sonrisa.

–¿Ocurre algo? –preguntó al ver mi cara.

–Tengo mucho que contarte.

Al entrar noté que había una chaqueta de hombre, se me hizo extraño pero el misterio se resolvió cuando vi a Blake bajar las escaleras, al verme sonrió y vino a abrazarme.

–¿Qué haces aquí? –pregunté con una sonrisa.

–Te podría preguntar lo mismo.

–Él básicamente vive aquí, mi habitación de invitados está llena con ropa suya y algunos de sus vídeo-juegos. –respondió Arcadia, y nos sentamos en el sofá.

En la pequeña mesa que había en el salón tenía algunos objetos de adorno; cómo unas velas aromáticas, un pequeño jarrón japonés y algunas fotos de sus amigos. Sonreí al ver una de Blake cogiendo las mejillas de Roma y estirándose para que pareciera que estaba sonriente, aunque el rostro de Roma mostraba claramente enfado.

–Queríamos una foto dónde Roma sonriera, así que solo se me ocurrió tirarle de las mejillas. –me explicó Blake al ver que observaba la foto. –Luego de eso me pegó un codazo en las costillas.

–Se veía venir. –dijo Arcadia con una sonrisa. –Pero vamos a lo importante, ¿Qué ha pasado, Violeta?

Les conté con todo lujo de detalles lo que había pasado en mi casa. Mis padres presentándome a esa chico, él intentando coquetear, las advertencias de mi padre, mi conversación con Roma y gracias a ella tomé la decisión de venir a casa de Arcadia.

–Los padres pueden aconsejar pero no obligar. Ellos creerán que están haciendo lo mejor para ti, cuando es todo lo contrario. –mencionó Arcadia cruzándose de brazos. –Has hecho lo mejor, pero en algún momento tendrás que enfrentar a tus padres y decirles que estás con Roma, y no quieres estar con ese chico.

–Lo sé, pero es difícil. La opinión de mis padres es muy importante para mí, pero también quiero liberarme de eso, tener confianza en las decisiones que tomó. –respondí entrelazando mis manos para calmarme, siempre lo hacía cuando me ponía nerviosa.

–Sé que lo harás, Violeta. Además no estarás sola, todos nosotros estaremos contigo para lo que necesites. –dijo Blake con una sonrisa.

–Gracias chicos, sois los mejores. Me alegro de que Roma nos haya presentado.

–Y nosotros también. –Arcadia nos guiñó un ojo divertida. –Ahora, ¿Quién tiene hambre?

Arcadia pidió hamburguesas para comer, se quejó de que Blake siguiera en su casa pero se notaba que se peleaban por diversión. Llamaron al timbre y se nos hizo extraño que llegara tan rápido la comida, cuando nuestra amiga abrió la puerta gritó asustada.

Josephine se había lanzado a sus brazos y la abrazaba con mucha euforia. Mientras la estrujaba con una sonrisa, Blake y yo nos miramos con una sonrisa cómplice y él comenzó a hacer fotos. Luego de abrazar a Arcadia hasta la muerte, se percató de nuestra presencia y nos saludó con un efusivo abrazo que casi nos deja sin aire.

Estando con ellos se me haría amena la espera por Roma.

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