Capítulo 16: ¿Celos? ¡Celos!
EDWARD
–Roma y yo nos conocemos desde que éramos pequeños, básicamente crecimos juntos y siempre fuimos al mismo colegio. Habíamos sido los mejores amigos hasta que en sexto de primaria fui seleccionado para ser el capitán del club de fútbol, de ahí lo seguí siendo hasta ahora que nos hemos graduado y conforme jugaba fui ganando popularidad. –expliqué. –Me alejé de Roma y comencé a tratarla con desprecio, solo para ser aceptada por los populares.
–Eso lo entiendo, ¿Pero qué tiene que ver para que ahora estés así?
–En ese tiempo Roma me gustaba. –Flora me miró sorprendida pero no dijo nada. –Y después de todos estos años ocultando mis antiguos sentimientos, ahora han vuelto a verla en la isla.
–Vamos, que todavía estás enamorado de Roma. –dijo directamente, y cruzándose de brazos.
–Sí. He intentado ser solo amigos pero lo que sentía se ha vuelto muy fuerte.
–Entonces lo mejor será terminar lo nuestro. –la miré confundido, ella sonrió con tristeza y siguió. –Primero debes aclarar lo que sientes, no puedo estar así, todo esto también es duro para mí.
Asentí comprensivo y me marché a casa, por el camino pensé en todo y me frustré. ¿Por qué habían salido ahora estos sentimientos? Pensé que los tenía bien enterrados en lo más profundo de mí.
Por suerte mis padres no estaban en casa, habían salido para comprar la cena y aproveché para dormir un poco. Tenía que pensar con claridad qué es lo que iba a hacer ahora, todo esto era muy surrealista.
ROMA
Al día siguiente mis padres se fueron a trabajar, por lo que me quedé sola en casa pensando qué hacer con la mañana. Me puse un documental que tenía mi padre sobre supervivencia cuando llamaron a la puerta, pensé en mis padres pero ellos tenían llave, así que posiblemente serían algunos de mis amigos.
Al abrir la puerta me encontré con un chico de pelo castaño claro y ojos azules, junto con un rottweiler. Me quedé paralizada ya que hacía tiempo que no lo veía, él sonrió y se acercó a mí para darme un abrazo.
–Te he echado de menos. –me susurró.
–Yo también. –sonreí al separarnos, vi al perro que movía la pequeña cola emocionado y lo acaricié. –Hola, Lucifer. Sigues siendo el más hermoso.
–Te he echado mucho de menos, eres su favorita. Al igual que para mí, tú eres mi favorita, lo sabes.
–Pasa, no tengo nada que hacer.
–Para eso he venido yo. –sonrió quitándole la correa al perro.
Lucifer se sacudió y comenzó a investigar por la casa, fui a la cocina para ponerle un cuenco con agua y luego regresé al salón para seguir hablando con él. Estuvimos hablando durante un rato hasta que decidimos ver el documental que iba a ver, tenía suerte de que también le gustan los documentales de supervivencia.
Me acurruque junto a él y me pasó un brazo por encima de mis hombros para acercarme más. No podía pedir nada mejor, Lucifer se subió también al sofá y lo acaricié mientras veía la televisión.
VIOLETA
Junto con Greg íbamos a casa de Roma para pasar la mañana con ella, no encontramos con Flora que andaba por la zona pero iba algo pensativa. Pasó de nosotros y no reaccionó hasta que Greg le gritó que había pisado una caca de perro con sus zapatos caros.
–¿Adónde vais? –nos preguntó algo más receptiva.
–A casa de Roma para pasar un rato con ella, ¿Quieres venir? –le propuso Greg con una sonrisa.
–De acuerdo, así me distraigo un poco. Tengo la cabeza hecha un lío.
–¿Por qué? –pregunté curiosa.
–Luego te explico. –asentí y no pregunté más.
Cuando llegamos a la puerta de Roma vimos a Edward viendo en dirección a la casa de nuestra amiga con unos prismáticos, lo miramos extrañados y Flora bufó cansada. Le llamé por su nombre y él nos miró sorprendido, nos hizo un gesto de que esperábamos y así lo hicimos.
–Casi me da algo, creía que era algún policía.
–¿Qué hacías espiando a Roma? Sé que sois vecinos, pero eso ya es perturbador. –dijo Greg divertido.
–Ha entrado un chico a su casa que no conozco.
–¿Por qué lo tendrías que conocer? –pregunté curiosa y alzando una ceja. Flora se rió y el chico se sonrojó.
–Se me hace extraño, Roma es una persona solitaria y no deja que muchos la conozcan. –balbuceó nervioso.
–Cómo hemos venido a verla, le preguntaremos sobre la marcha.
–¿Qué? ¡No!
Llamé al timbre antes de que Edward me pudiera detener, escuchamos unas risas y unos pasos acercarse a la puerta. Roma abrió la puerta y un perro negro se nos lanzó haciendo que retrocediéramos asustados.
–¡Lucifer, para! –le ordenó nuestra amiga al perro. Este se alejó pero nos seguía gruñendo. –Lo siento, suele ser así con las personas que no conoce.
–¿Es tuyo? –preguntó Flora señalando al perro.
–Ojalá, mis padres no me dejan tener perros. –dijo algo apenada. –Pasad.
Entramos a su casa y el perro la siguió pero nos iba mirando, intimidaba un poco la verdad. Nos sentamos en el sofá y un chico salió de la cocina con una bebida en la mano, y pasó un brazo por los hombros de Roma. Comencé a molestarme y supe que eran celos pero los tenía que controlar.
–¿Quién es? –se aventuró a preguntar Greg.
–Cierto, no me he presentado. –sonrió el chico. –Me llamo Blake.
–¿Qué eres de Roma? –pregunté algo borde. Todos me miraron confundidos y me arrepentí de haberlo hecho, ahora sentía mis mejillas calientes.
–Violeta...–comenzó a decir Roma en tono de reproche.
–No pasa nada, Ro. Se lo puedo decir. -Blake se aclaró la garganta y me miró con una sonrisa. –Soy su novio.
–¿¡Qué!? –gritamos todos al unísono.
Después de eso todo se volvió negro.
Empecé a escuchar voces a lo lejos, comencé a abrir los ojos pero al principio veía borroso hasta que recobré por completo la vista. Me di cuenta de que tenía la cabeza apoyada en el regazo de Roma, ella me miró preocupada y me levanté sonrojada. Los demás se dieron cuenta y vinieron a preguntarme cómo estaba, el chico parecía arrepentido y se acercó a mí.
–Lo siento, ¿estás bien?
–¿Qué ha pasado? –pregunté en general, ignorando su pregunta.
–Cuando Blake ha dicho que era novio de Roma te has desmayado, por suerte nuestra líder sabe qué hacer en cada momento. –me explicó Edward.
–Será mejor que te aclaremos el malentendido. –dijo Roma viendo a Blake.
–Creo que es mejor que me presente adecuadamente. Me llamo Blake Hopkins, soy el primo de Roma. Encantado. –se presentó con una sonrisa tímida.
¿Su primo?
–Lo siento, Violeta. –se disculpó Roma. –Él siempre suele hacer eso cuando traigo a algún compañero a casa.
–¿Qué? Tengo que proteger la pureza de mi prima. –Blake la abrazó mientras nuestra amiga tenía una mirada aburrida. –Ningún bastardo me la robará, no sin antes pasar por mí.
–Cómo habéis notado, es el primo sobreprotector.
–No lo puedo evitar, además te lo prometí cuando éramos pequeños.
Roma suspiró pero le regaló una pequeña sonrisa, se disculpó con nosotros y se marchó a comprar unas cosas que su madre le había pedido. Nosotros nos quedamos con su primo, todos en silencio dado que no sabíamos qué decir.
–No quiero ser entrometido pero, ¿Qué le prometiste? –le preguntó Edward. –Sé que desde pequeños la protegías mucho ya que jugaba con ustedes, pero todavía no sé la razón.
Blake se mordió el labio inferior y nos miró pensativo, luego miró su móvil y lo bloqueó para dirigir su mirada hacia nosotros.
–Cuando Roma tenía cuatro años sus padres intentaron tener otro hijo, todo iba bien hasta su madre tuvo un aborto involuntario y tuvo que pasar un día en el hospital. Desde eso decidieron no intentar tener más hijos. –nos explicó algo sombrío. –Roma se quedó con la ilusión de tener un hermano, así que le dije que yo sería su hermano aunque fuéramos primos. Desde entonces la protejo y la cuido como si fuera mi hermana pequeña.
Al terminar de contar la razón de ser protector con ella, todos nos encontrábamos llorando. Él nos miró algo alarmado ya que no se esperaría que todos fuéramos unos lloricas, Flora le abrazó y le dijo que era algo muy hermoso por su parte.
Oímos la puerta principal abrir y cerrar, Roma entró al salón con una bolsa del supermercado y nos vio extrañada ya que todos estábamos llorando. Blake se encogió de hombros al notar la penetrante mirada de su prima cómo si lo estuviera analizando.
Greg se levantó del sofá y abrazó a Roma, esta lo miró frunciendo el ceño y algo extrañada. Todos sabíamos que ella no era capaz de demostrar sus sentimientos y siempre estaba muy incómoda con lo que se refiere a darle abrazos, lo soportaba para no quedar mal pero no era algo que le emocionara.
–Eres increíble, Ro. Nunca cambies, por favor. –oímos que le susurró nuestro amigo.
–¿De acuerdo?
Creo que nunca he visto tan confusa a Roma, al separarse del abrazo caminó a la cocina para dejar la bolsa de la compra y su primo fue con ella para ayudarla, los demás esperamos en el salón intentando recobrar la compostura.
Desde el sofá podía ver como Blake ayudaba a Roma a guardar todo en las estanterías correspondientes. Sonreí viendo lo absurdo que había sido, tenía que decírselo a alguien aunque ya lo supiera Greg.
Tal vez se lo comentaría a Flora, ella tiene novio y seguro que sabe ayudarme con lo que siento. Estuvimos hablando un rato hasta que Blake se tuvo que marchar, Roma se despidió cariñosamente de Lucifer sorprendiéndonos a todos, habíamos visto una faceta de nuestra amiga que jamás habíamos imaginado.
Luego Greg encendió la televisión para ver algo interesante, en un canal pasaban nuestra entrevista y sonreímos al vernos, excepto Roma, ella seguía con su rostro neutro. Comencé a pensar que nos quedaba un mes de vacaciones y luego tendríamos que regresar a nuestros estudios, eso me apresuró para pensar en algo que recordaremos siempre.
–Chicos. –dije llamando su atención. –¿Qué os parecería ir a algún sitio de viaje?
–¿No te ha bastado con estar dos meses y medio en una isla desierta? –respondió Edward divertido, los demás solo me miraron curiosos.
–Me refiero a un hotel o algo, todavía tenemos un mes de vacaciones.
–Podemos ir a mi casa de la playa, hace tiempo que no voy y tengo habitaciones para todos. –comentó Flora con una sonrisa, parecía emocionada.
–¿Qué opinas, Roma? –todos miramos a nuestra amiga al oír a Greg.
–La playa. Suena interesante, por mí bien. –sonrió levemente. –Además, ya no estamos en la isla, podéis dejar de decirme líder y esas cosas.
–No. Eres y serás siempre nuestra líder, te guste o no. –dije sonriendo, ella se encogió de hombros y se conformó.
–Bien, dentro de unos días iremos a la playa.
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