Capítulo 13: Rescatados
FLORA
A la mañana siguiente desayunamos unos peces que Roma y Violeta habían pescado al alba, desayunamos entre risas y contando algunas anécdotas que les habían pasado mientras nosotras buscábamos el barco.
Greg y Roma se marcharon a rellenar las botellas de agua en el río mientras los demás arreglábamos un poco el refugio ya que se había deteriorado por el viento que había hecho durante la noche. Escuchamos un motor a lo lejos, los tres nos giramos y observamos con detenimiento el horizonte hasta que vimos un barco a lo lejos, que venía hacia la isla.
Edward encendió la hoguera y el humo comenzó a formar una gran columna de humo, Roma y Greg llegaron jadeando y preguntando qué sucedía. Les señalé el barco y ambos sonrieron, todos nos abrazamos y formamos un abrazo grupal.
–Por fin nos iremos, después de dos meses y medio en la isla. –dijo Violeta emocionada.
–Tengo que admitir que echaré de menos algunas cosas. –desveló con una pequeña sonrisa.
–Para mí ha sido una aventura más. –comentó Roma con su rostro serio e inexpresivo.
–¡Has echado a perder el ambiente de amistad! –protestó Edward divertido.
Vi a todos con una sonrisa y todos teníamos nuestra ropa sucia y con rotos, sobre todo la sudadera de Roma, esa prenda ya era inutilizable. El barco atracó cerca de la orilla y un hombre de pelo castaño oscuro y un poco de barba bajó para acercarse a nosotros. Vestía una camisa marrón con dos bolsillos, unos pantalones verdes y unas botas negras.
–Me alegra que os encontréis bien, chicos. –nos sonrió y lo miramos extrañados, él parecía conocernos. –¿Cómo estás, Romy? Parece que has llevado muy bien esta situación.
–Así es, todos tus consejos me han servido de mucho. Es una experiencia que no olvidaré. –dijo con una sonrisa, y ambos se abrazaron.
–Roma, ¿lo conoces? –se aventuró a preguntar Violeta.
–Chicos, él es mi padre. –todos nos sorprendimos. Así que él era el famoso padre de Roma.
–Encantado de conoceros, me llamo Josh Hopkins. –nos sonrió con amabilidad, pese a que era como un armario empotrado. Se notaban sus músculos y que había ido al ejército.
–¿Cómo nos ha encontrado? –preguntó Greg sorprendido.
–Estudié la trayectoria del barco hacia su destino, luego calculé las posibilidades que teníais de haber sobrevivido al hundimiento y con ayuda de unos amigos conseguí localizar esta isla. –nos explicó. –No sale en los mapas, pero gracias a unos aldeanos de un pueblo dimos con la isla y vine con el barco a por vosotros.
–Usted es increíble. –susurró Edward asombrado.
–He vivido situaciones peores que esta, y he rescatado a varios camaradas de lugares inimaginables, esto no es nada. –rió cruzándose de brazos.
–Ya sé de dónde ha sacado eso Roma. –dijo Greg, y todos reímos.
Antes de marcharnos de la isla decidimos hacernos una foto en el refugio que habíamos compartido durante dos meses y medio, una parte de mí lo iba a echar de menos pero no podíamos quedarnos aquí para siempre, había gente que estaba preocupada por nosotros y teníamos que regresar.
Todos nos montamos en el barco y el padre de Roma arrancó para irnos, todos vimos con pena cómo nos íbamos alejando de la isla, hasta no verla más. Josh nos habló de cómo estaban nuestros padres y el revuelo que se armó en la ciudad por el hundimiento del barco escolar, la escuela no sabía cómo afrontar ser el ojo público y canceló las clases hasta el curso siguiente.
Era principios de Agosto y se notaba el calor, comimos unos bocadillos que Josh había traído junto con algunas bebidas energéticas. A todos se nos veía una cara de emoción al comer bocadillos por primera vez en tantos meses, Roma parecía tomarlo con tranquilidad ya que parecía no afectar esta situación.
–La verdad es que echaré de menos el tener que cazar mi propio alimento. –suspiró la nombrada.
–Tranquila, Romy. Cuando te recuperes de esta aventura nos lanzaremos a una nueva y mejor. –dijo su padre con una gran sonrisa.
–¡Genial! Esta vez me gustaría ir a Australia.
Todos la miramos con cara de pocker face y seguimos comiendo en silencio, Roma Hopkins era un caso especial de ser humano.
ROMA
Cinco horas después llegamos al puerto de la ciudad donde había una gran aglomeración de personas, varios policías intentaban mantener a la prensa y a curiosos detrás de las vallas. Al bajar del barco hubieron muchos flashes y varias preguntas a la vez, nosotros seguimos a mi padre hasta una ambulancia y de ahí nos llevaron al hospital más cercano.
Allí también había mucha seguridad y algunos periodistas estaban filmando en directo todo lo que pasaba. Sonreía una cámara para no quedar mal, y entramos al hospital, ahí todos suspiraron aliviados.
–¿Por qué hay tantos medios? –preguntó Greg recuperándose de tanta atención.
–Muchos agentes han salido en vuestra busca, y yo le he avisado a vuestros padres de que ya os tenía. Supongo que las noticias vuelan. –mi padre se encogió de hombros y nos miró.
Llegamos a una sala de espera y había varios adultos hablando entre ellos, al vernos sonrieron emocionados y vinieron hacia nosotros. Cada uno fue a su hijo y lo abrazaron con fuerza, mi madre me sonrió con lágrimas en los ojos y le abracé con fuerza, la había echado mucho de menos.
Un doctor llegó y nos explicó que nos harían unos análisis para comprobar que estuviéramos sanos, así que fuimos pasando de uno en uno a hacernos varias pruebas. Mientras esperábamos los resultados mi madre me entregó una bolsa con ropa nueva, me marché a los baños del hospital y me desvestí para darme una ducha en condiciones.
Tenía una sonrisa mientras me enjabono el pelo y luego limpiaba mi cuerpo con el gel en la esponja. Me quité el jabón con abundante agua, me enrollé una toalla en el cuerpo y salí de la ducha.
Saqué la ropa de la bolsa y pude ver que era mi conjunto favorito, adoraba a mi madre. Mi conjunto especial consistía en unos pantalones vaqueros con unas zapatillas de deporte blancas y una camisa de manga corta con un estampado militar.
Dejé mi pelo suelto para que se fuera secando al aire, era lo que más me gustaba hacer cuando me duchaba. La ropa rota la guardé en la bolsa y salí al encuentro de mis amigos con sus familias, ellos al verme sonrieron. Todos estaban igual de arreglados que yo, al parecer sus padres también habían traído ropa para que se cambiaran.
–Eres Roma, ¿no? –me preguntó un señor de pelo castaño canoso y ojos verdes. Asentí y le di la mano que me estaba ofreciendo, él vestía muy elegante. –Soy el padre de Flora, quería agradecerte que la hayas cuidado durante estos meses.
–No es nada, todos nos cuidamos mutuamente. –decía algo nerviosa por tanta atención.
–Eres muy mala mintiendo, Ro. –Flora me sonrió y abrazó. –Sin ti puede que hubiéramos muerto hace tiempo de hambre y demás cosas. Gracias a ti estamos con vida.
–Es verdad, no te quites importancia. –me dijo Edward con una sonrisa.
Los cinco nos dimos un abrazo grupal bajo las sonrisas de nuestros padres. El doctor regresó y nos dijo que todos estábamos muy sanos para haber estado en tales circunstancias, mi padre sonrió sabiendo que me había encargado muy bien de nuestra salud.
–Será mejor que salgáis por la puerta trasera, los medios estarán cómo locos esperándoos. –nos avisó el doctor, explicándoles dónde quedaba la salida.
Nos despedimos de él y nos fuimos a la parte trasera del hospital, donde había cinco coches aparcados. Supongo que nuestros padres habían aparcado los coches para irnos enseguida, miré a mis amigos y les sonreí apenada.
–Supongo que ya nos veremos. –dije algo triste por dejarles.
–No te preocupes, nos volveremos a ver. –me respondió Violeta con una gran sonrisa.
Al separarse del abrazo noté que tenía las mejillas rojas, ¿seguiría teniendo fiebre? Aunque el médico ha dicho que todos estamos sanos, ¿será una nueva enfermedad?
Nos despedimos de mis amigos y sus padres prometiéndonos que retomaremos el contacto, me monté en el coche y nos fuimos a casa, estaba deseando llegar para ir a mi cuarto y tumbarme en la cama. No podía esperar.
Una vez llegamos me fui directamente a mi habitación, al verla sonreí ya que estaba cómo me la dejé. En las paredes tenía pósters de mapas, algunos animales y encima de mi cama tenía uno de Bear Grylls, más conocido como Edward Michael Grylls.
Mi padre me contó muchas veces que él mismo había seguido algún consejo del aventurero en algún momento de su vida, pero siempre preferiré a mi padre antes que a nadie, después de todo él fue quien me enseñó todo lo que sé de supervivencia.
Me tumbé en mi cama hasta la hora de comer, mi padre fue quien me despertó ya que caí dormida nada más tocar la cama. Comí con mucho apetito, extrañaba la comida de mi madre y sus postres. Ahora que habíamos regresado debía buscar un nuevo instituto para seguir estudiando lo que quería ser.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top