Capítulo 12: Confusión
ROMA
Cuando se hizo de noche hicimos un pequeño campamento, encendí una hoguera para mantenernos en calor, y pegamos nuestras espaldas contra el tronco del árbol para estar más cómodas. Abrí uno de los dos tarros de carne y con un palo coloqué la carne haciendo que pareciera una brocheta para una barbacoa.
La carne se hacía poco a poco y Flora se apoyó contra mí, aunque lo negara sabía que estaba cansada. El ruido entre unos matorrales nos llamó la atención, mi amiga me abrazó asustada al ver dos ojos amarillos aparecer, suspiró al ver que solo era un zorro que pasaba por ahí.
–¿Crees que nos iremos alguna vez de aquí? –la miré sin entender. –Me refiero a que ya llevamos un mes en la isla, y estamos entrando en el segundo mes desde que estamos aquí.
–Si hay algo que he aprendido después de perderme por el mundo con mi padre es que nunca hay que perder la esperanza, hay que luchar hasta el final aunque veas todo negro a tu alrededor. –le sonreí con simpatía. –Nunca digas nunca, hay que luchar hasta el final.
–Me alegra que hayas acabado con nosotros, sé que ya hubiéramos muerto de no ser por ti.
–Yo también lo creo. –Flora me dio un empujón divertido y sonrió. Así me gustaba más.
Terminamos de cenar y nos acomodamos cómo pudimos para hacer más confortable la noche, Flora se durmió a los segundos con la cabeza apoyada en mi hombro. La observé en silencio y miré el cielo estrellado, nunca había pensado que algún día ambas estuviéramos así. Ella siempre me molestaba en el instituto con Edward, y ahora parecíamos mejores amigas.
Menos mal que eso no lo he dicho en voz alta, y frente a Violeta. Ella seguramente argumenta muchas cosas por las que es mi mejor amiga y Flora no. Con una sonrisa me dormí al pensar en aquello, la verdad sería una escena digna de ver y de grabar.
GREG
A la mañana siguiente nos despertamos gracias a que teníamos hambre, normalmente Roma sería quien nos despertara diciendo que debíamos ir a buscar comida o algo así. La echaba mucho de menos, espero que regresaran sanas y salvas.
Violeta hoy parecía algo más despistada que de costumbre, Edward y yo nos miramos cómplices y decidimos hacerla hablar si ella no nos decía qué le ocurría. Me marché a las rocas donde Roma nos enseñó que habían caracolas y cogí un puñado para al menos desayunar aquello.
–Violeta, se te está quemando el pescado. –le dijo Edward alarmado. Ella lo quitó de inmediato pero el pez salió negro, ella lo tiró y cogió otro que había pescado esta mañana.–¿Te ocurre algo? Hoy estás más despistada que nunca.
–Es verdad, normalmente estás con una sonrisa risueña y diciendo qué bonito es el día. ¿Ha pasado algo?
–No es nada chicos, solo estoy pensando en mis cosas. –respondió sin decir nada más.
–Saber qué nos puedes contar lo que sea, ¿verdad? –pregunté con algo de cautela.
–Lo sé.
Violeta no habló más, decidimos dejarla tranquila hasta que ella fuera capaz de decirnos qué le ocurría. Desayunamos en silencio, Edward me comentó que Roma le dijo que debíamos hacer una señal de auxilio por si pasara algún avión, con grandes piedras debíamos formar la palabra "SOS".
Nuestra compañera decidió ir a rellenar las botellas vacías y a revisar las trampas mientras nosotros conseguimos las piedras y formábamos aquella palabra. He escuchado muchas veces que hay que hacer la palabra SOS, pero realmente no sé qué significa, se lo preguntaré a la experta cuando regrese.
–Creo que no acabaremos para cuando Roma venga. –dijo Edward colocando una piedra al lado de otra. –Será mejor que ella nos eche una mano.
–Será lo mejor, pero por ahora sigamos. Por cierto, ¿tú conocías a Roma de antes? –noté cómo se paró en seco y me miró serio.
–¿Por qué lo dices?
–La otra vez os escuché hablar sobre vuestro pasado y me dio curiosidad. –fui sincero. –No escuché porque quisiera, lo oí sin querer.
–Antes éramos amigos, mejores amigos. –corrigió. –Pero fui un estúpido y la perdí.
–Ella te gusta, ¿no? –dije con una sonrisa, y llevándome una mano a la barbilla. –Lo noto por la forma en que la miras, y miras con más devoción a Roma que a Flora.
–Ella es fantástica. Además me gusta mucho.
Él no dijo nada más y se marchó al bosque para buscar más rocas, regresé al refugio para beber algo de agua cuando me encontré con Violeta con una sonrisa tonta y balbuceando cosas. Lo único que logré escuchar fue "sé valiente y dile lo que sientes".
–¿A quién le dirás lo que sientes? –le pregunté haciendo que se asustara ante mi presencia. Ella me miró y sonrió nerviosa. –¿Y bien?
–¿Alguna vez te has enamorado de alguien de quién no creías? –la miré sin entender. –Es complicado, no sé si ella me aceptaría, está muy ocupada tratando de mantenernos con vida.
–Oh. –alcé mis cejas sorprendido por su declaración.
–¡Olvida lo que he dicho!
Violeta salió corriendo al bosque y me dejó allí plantado mirando sorprendido por donde se había marchado. No esperaba esa declaración por parte de ella, creí que se refería a Edward quien está con Flora o a algún chico del instituto.
Pensé que a Edward también le gustaba Roma. Al parecer ella ahora tiene grandes admiradores, le preguntaré cómo lo hace.
Cuando vuelva será divertido ver cómo ambos se comportan con ella. Roma desde luego es toda una seductora.
FLORA
–¡Achús! –Roma estornudó y observó nuestro alrededor.
–¿Te has resfriado?
–Tengo la sensación de que han hablado de mí. Pero puede que me haya resfriado un poco, no debí meterme en aquel río helado.
Lo que sucedió fue que la cadena que pertenecía a mi abuelo cayó al río cuando lo estábamos cruzando, y Roma se metió para recuperarlo. Caminamos hasta llegar a una pequeña montaña donde pudimos ver a lo lejos la otra parte de la isla, se apreciaba lo que parecía ser un mástil.
–¿Eso es...? –pregunté emocionada, y miré a mi compañera.
–Puede ser, mejor vayamos. –sonrió.
Tras un tiempo caminando por el bosque conseguimos llegar a otra playa donde había un barco encallado en la arena, Roma se acercó para analizarlo. Vi cómo se subió a cubierta y caminaba con cuidado, tras unos minutos bajó y se acercó a mí, por su cara parecía que fueran malas noticias.
–El barco está en muy mal estado, es imposible que funcione o que nosotros lo arreglemos. –me informó haciendo una mueca.
–Que mal, los demás se desanimaran al oírlo.
–No hay que rendirse, seguro que hay otra forma. –me sonrió y me colocó una mano en el hombro. –Por ahora regresemos, estoy segura de que todavía no han terminado lo que les he pedido.
–No somos tan atléticos cómo tú, Ro. –reí divertida mientras la seguía.
Regresamos por donde habíamos venido ya que adelantamos un buen trozo, en vez de ir por la playa ya que si íbamos por allí tendríamos que rodear toda la isla, cruzamos el bosque e íbamos más rectos hasta el refugio.
Por el camino Roma consiguió algunas setas que se podían comer, así cómo algunos frutos rojos que habían. El sol pegaba fuerte y ella sacó un pequeño frasco con tinta de calamar, con un poco de reparo me lo coloqué por la cara y brazos para así no quemarnos.
–Parecemos indígenas. –me reí de tan solo pensarlo.
–La verdad es que si, tan solo nos falta la ropa hecha de hojas. –dijo pensativa. –¿Quieres que haga ropa a base de hojas?
–¡Por Dios, no!
Estaba segura de que mis padres sufrirían un infarto si me vieran con la ropa que llevo puesta, esta estaba llena de rasguños y sucia. Parecía que la hubiera tenido muchos años y haber vivido en la calle, menos mal que Roma nos explicaba unos métodos para lavar la ropa en el río.
No se iba toda la suciedad, pero era mejor que nada.
Acampamos al lado de un río donde Roma rellenó las botellas que teníamos vacías, también sacó un poco de comida y estuvimos hablando sobre algunas cosas, la verdad me alegra llevarme bien con ella ahora, no sé porqué fui tan idiota con ella.
ROMA
Al finalizar de comer seguimos caminando, esta vez fuimos por el bosque pero por otro camino ya que sería más rápido para regresar. Encontré un río donde el agua te llevaba por la cintura, estaba segura de que desembocará en el mar, así que junté varias ramas gruesas secas y las até con unas cuerdas que me había traído por si acaso.
–¿Qué haces?
–Iremos por otro lado. Navegaremos por el río hasta llegar al mar, una vez ahí bajaremos e iremos con nuestros amigos –sonreí terminando de apretar los nudos. –Bien, ¿lista?
–Confío en ti, así que sí.
Con otra rama fui guiando la barca improvisada por el río, Flora parecía disfrutar del paseo mientras yo mantenía el equilibrio para no caer. Fuimos navegando por el río durante unas horas hasta que pudimos localizar la costa, al salir al mar dirigí la barca hacia la orilla y de ahí nos bajamos.
–Ha sido una gran experiencia. –me sonrió Flora.
–Ahora será mejor regresar con los demás, sigamos la columna de humo. –señalé a la distancia una fina columna de humo blanco.
Caminamos por la playa y Flora recolectó algunas conchas que le parecían interesantes. Por mi parte observaba el horizonte con la esperanza de que algún barco o avión pasara y nos viera, no me quejaba de estar en esta situación, pero los demás querrían desesperadamente regresar a casa.
Violeta fue la primera que nos vio, chilló y se acercó corriendo a nosotras. Primero abrazó a Flora, ella con una sonrisa le devolvió el abrazo mientras yo observaba a los demás que se acercaban con una sonrisa.
Greg se disculpó por su mal comportamiento al igual que Edward, les agradecí y volvimos a estar cómo siempre. Ahora fue mi turno de abrazar a Violeta, ella fue más tímida que de costumbre al abrazarme pero aún así le correspondí el abrazo, luego noté que tenía las mejillas sonrojadas.
¿Tendría fiebre?
Espero que no, aquí no tenemos medicamentos y espero que no nos enfermemos mientras estemos aquí.
Era por la tarde por lo que sería una buena hora para ir a pescar peces ya que salían a esta hora a comer. La lentilla de mi ojo derecho me empezaba a escocer y a molestar, no tuve más remedio que quitármela, revelando mi ojo ciego de color entre blanco y gris.
–Te ves muy diferente sin la lentilla. –comentó Edward detrás de mí. Al girarme vi que los demás también me veían interesados.
–Lo siento. –me disculpé. Mi ojo siempre había sido motivo para molestarme.
–Pero te ves genial, Ro. –me sonrió Violeta. –Te hace única.
-Gracias. Mi ojo siempre había sido motivo de burla cuando estudiaba, es por eso que me cambié de escuela y me puse la lentilla, para evitar que se volviera a repetir. –expliqué. –Pero luego volvieron los insultos.
–Lo siento. –se disculpó Edward bajando la cabeza, Flora también parecía apenada.
Edward había ido conmigo a mi anterior colegio y a él también lo transfirieron por el trabajo de su padre, él se hizo amigo de Flora y su grupo. Más tarde les contó mi problema con el ojo y a partir de ahí comenzaron a molestarme durante toda la secundaria.
Junto con Greg pescamos varios peces para la cena de hoy, Flora y Violeta se marcharon al río para lavar nuestras camisas, me puse la sudadera para no estar en sujetador frente a los chicos y ellos se quedaron con el pecho al aire mientras tanto.
Aquella noche hizo justamente dos meses desde que estábamos aquí, me sorprendió que todos lo aceptaran con tanta facilidad aunque en el fondo sabía que querían irse a casa. Solo espero que alguien venga a por nosotros, la señal de auxilio ya estaba terminada gracias a Edward. Si no vienen a por nosotros supongo que tomaría la decisión de construir nuestro propio barco para irnos de la isla, no deberíamos estar muy lejos de alguna ciudad ya que a la costa venían botellas de plástico o incluso bolsas de plástico.
Pero el barco sería cómo última opción, por ahora creía en que alguien vendría a por nosotros.
XXX
–Ya voy, Roma. Solo espérame un poco más. –dije para mí mismo, mientras conducía el barco.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top