Prólogo.
Estoy seguro de haber tomado la decisión correcta, desde que la conocí supe que era la mujer con la que iba a compartir el resto de mi vida. Su cabello castaño tan suave como la seda y esos ojos tan azules como el océano sin límites. Alana Williams era la indicada, de eso estaba totalmente seguro. Recuerdo la primera vez que la vi, nos habían presentado para un nuevo proyecto, cuando mis ojos chocaron con los de ella mi mundo dio un giro de ciento ochenta grados, todo lo vi diferente, ella siempre ha sido... especial.
Observo la cajita donde se encuentra guardado el anillo meticulosamente, lo había escogido hace unos meses junto a Theo, mi mejor amigo. Estoy seguro de que a ella le iba a encantar. El aro está adornado de pequeños diamantes dándole un toque final a un zafiro en el medio, tan azul como sus ojos, apenas lo vi mi conciencia me dijo que lo comprara. Había planeado durante meses el cómo me iba a proponer, ideas abundaban en mi cabeza, una tras otra: una cena romántica en la playa, pero a ella no le gusta la arena, le molesta. Una aventura en la montaña, pero Alana no le gusta el bosque, dice que hay muchos mosquitos. Pensé en la cena de navidad pero ella no lo iba a celebrar en el país, no creía en la Noche Buena y ninguna de sus costumbres, así que decidió ir a un desfile de modas en Paris. Fue una semana difícil, no pude acompañarla y la distancia me estaba matando. Entonces vino la gran pregunta, ¿cómo lo hacía si había miles de trabas? La idea vino a mí como un flechazo.
San Valentín. ¿Cómo lo haría? Haciendo lo que más nos gusta a ambos: Estando al aire.
Había pedido permiso a la emisora, hablé con Charles y le planteé la idea, él estaba feliz porque piensa que es una buena estrategia de marketing. No le presté atención, yo solo quiero que mi dulce Alana lleve mi apellido, realmente no me importan mis proyectos, el programa o la emisora, todo lo que soy es gracias a ella.
Cuando escucho la puerta de la cabina abrirse escondo rápidamente la cajita del anillo en el bolsillo de mi chaqueta pensando que es ella. Un nudo se acumula en mi estómago haciendo que las ganas de vomitar sean gigantes, cuando levanto la mirada no es ella sino Theo. Él muy idiota me observa burlonamente.
—¿Asustado, Bam Bam?
—Puedes irte a la mierda—mascullo arrojándole una bola de papel que se encontraba acomodada en la mesa.
—¡Hey, no seas así!—exclama él cubriéndose del impacto—. Solo quería saber cómo te encontrabas antes de cometer la estupidez más grande de tu vida.
—Proponerle matrimonio a mi novia no es una estupidez.
—Proponerle matrimonio a una mujer como Alana Williams lo es para mí, hermano—frunzo el ceño al escuchar eso nuevamente.
Theo detesta a Alana, mi padre también, incluso Marie, mi hermana menor, y ella ama a todo el mundo. Puede que ella sea... difícil, pero lo amo, así son las cosas.
—No me gusta que hables así de ella.
—Lo siento, Bam Bam. Solo quiero que estés completamente seguro de lo que vas a hacer.
—Estoy seguro—respondo con una sonrisilla—. Quiero que me apoyes en esto, Theo. Eres como mi hermano, eres mi mayor apoyo.
Él va a responder cuando la puerta se vuelve a abrir y mi preciosa castaña entra a la cabina con una hermosa sonrisa. Se acerca rápidamente sentándose en mi regazo envolviéndome rápidamente con sus brazos.
—Feliz San Valentín, osito.
—Feliz San Valentín, osita—digo apoyando mis labios sobre los de ellas.
—Oh Dios, Feliz Día del Juicio para mí—masculla Theo a mi lado. Enarco una ceja hacia él y solo puede responder haciendo un gesto vomitivo—. Odio que sean tan empalagosos, mejor me voy a preparar todo.
Lo fulmino con la mirada, gran apoyo de su parte. Pasa al otro lado de la cabina y observo como toquetea los botones del panel. Mi atención a él se esfuma cuando Alana reparte suaves besos sobre mi barbilla. Pestañea varias veces hacia mí, hace eso cuando quiere algo.
—¿Qué pasa, osita?
—Sé que es tu trabajo escoger un regalo perfecto para San Valentín pero ayer vi unos botines Gucci que me encantaron. No los quise comprar, quiero dejarte ese trabajo a ti.
—Me vas a dejar arruinado—le digo en broma y ella suelta una risita.
—Pero tendrás una novia feliz—me besa nuevamente.
Eso es lo más importante. Alana se sienta en su silla y acerca el micrófono hacia ella, es cuando me doy cuenta de que Tobby y Theo han avisado de que estamos a punto de empezar. Las manos me empiezan a sudar nuevamente, estoy cagado hasta la médula. Theo levanta sus cinco dedos iniciando la cuenta regresiva.
Tres. Dos. Uno. La luz se enciende y estamos al aire.
—¡Buenas noches, Nueva York! El amor se siente en el aire, ¿por qué razón? ¡Hoy es San Valentín! Espero que todos los chicos les hayan hecho bonitos regalos a sus parejas.
—Las chicas también deben hacerlo, Alana, no nos dejes todo el trabajo—bromeo sobre el micrófono, ella me guiña coquetamente—. ¡Buenas noches a todos nuestros radioescuchas! Hoy tendremos un programa cargado de diversión.
Los minutos pasan entre bromas, llamadas sobre dedicaciones de canciones y noticias del último minuto. El programa es muy variado haciendo que su éxito sea masivo. El haber podido conquistar una ciudad como Nueva York por un programa de radio es asombroso.
Cuando ya Alana dice sus palabras de despedida, tomo su mano y ella me mira confundida.
—De hecho, hay una sección especial antes de poder culminar con el programa de hoy.
—¿Blake?
Me pongo de pie para después colocar mi rodilla derecha en el suelo, ella jadea de la impresión colocando la mano en su pecho.
—Alie, recuerdo la primera que te vi, ibas con tu cabello suelto y aquel vestido de algodón negro que tanto me encanta. Desde que vi tus ojos supe que ibas a ser la mujer para mí—hago una pausa y de fondo se escucha la canción que le pedí a Theo que colocara para el momento—. Eres una mujer maravillosa, fuerte y decidida, adoro todo de ti. Estuve pensando mil maneras de pedirte esto y que lo recordaras para toda la vida, que les contaras a nuestros hijos algo que estuviera a los estándares de un cuento de hadas. Te amo Alana Williams, y no sabes lo feliz que me harías si me dieras el honor de ser mi esposa.
—Oh Dios mío... Blake... yo...
Ella se queda en silencio, le sonrío pero ella no me la devuelve como acostumbra hacer. Se levanta de su asiento y les hace una seña a los chicos.
—¡Acaben la transmisión! ¡Déjennos fuera!
—¿Alana?
—¡¿Estás loco, Blake?!—pregunta ella alterada—. ¡¿Cómo se te ocurre pedirme matrimonio en medio de una transmisión?! ¡¿Cómo se te ocurre siquiera pedirme matrimonio?!
—Osita, yo...
—¡Por un demonio! Solo tenemos veintiún años, Blake. No he pensado ni por un solo minuto sobre el matrimonio.
Primer golpe.
—Alana...
—¡Te comportas como un demente! Mi respuesta es no, no me quiero casar contigo.
Segundo golpe.
—Ehh, chicos, aún estamos al aire—escucho a Tobby a lo lejos.
—Esa perra—susurra Theo.
—¿Por qué soy una perra, Theo? Yo nunca le di indicios de que quería casarme con él. Lo siento Blake, pero no puedo hacerlo—dice ella con una mirada helada.
—Lo entiendo—logro mascullar.
—Es mejor irme.
Recogiendo sus cosas me doy cuenta de que la luz roja acaba de ser apagada. Ya estamos fuera. Me levanto de mi incómoda posición y me siento en mi silla. Alana me da una última mirada y se da vuelta sin más. Cuando escucho la puerta cerrarse es cuando mi corazón termina de recibir su último golpe.
Si, tercer golpe, estoy fuera.
Yo siempre subiendo las cosas antes pero hasta aquí llega la tentación. Quería darles un vistazo mucho más grande de lo que será este libro.
Les presento oficialmente a Blake Anderson, el nuevo niño de mamá.
¿Qué les parece el prólogo? ¿Ha llamado tu atención? ¿Comentarios en sí?
Estoy ansiosa a que llegue marzo y ustedes puedan empezar a leer este libro. Muchas gracias a aquellas personas que ya se han animado y han guardado la historia en sus bibliotecas, les prometo que estoy trabajando para dar lo mejor de mi en esta historia.
Nos leemos en marzo :)
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