Capítulo 28.

A pesar del largo rasguño que mi hermana tiene en su mejilla, ella sonríe con efusividad, tuvo dos cosas que desde hace mucho estaba deseando, darle una paliza a Cristal y que mi padre terminara su compromiso. Marie Lou estaba rebosante de felicidad.

Después del show que se montaron las dos mujeres, yo tomé a Marie del brazo y la subí al auto mientras que Stella lo hacía por su cuenta. Luego esperé. Stella me había preguntado por qué no nos habíamos puesto en marcha, la respuesta vino cuando mi padre se acercaba a nosotros con una mala cara, apenas se subió al auto se disculpó con Stella—cosa que aún no había hecho Marie Lou—, y luego nos dijo que su compromiso con Cristal estaba terminado, por poco Marie no se pone a saltar de alegría en el asiento.

Quise recompensar a Stella por todo lo que había pasado así que propuse que fuéramos a mi apartamento y termináramos la velada allá, esta vez sin malas interrupciones. En todo el camino Marie no dejaba de platicar con Stella como si nada hubiera pasado, ella en algunas ocasiones me miraba extrañada, creo que por fin se ha dado cuenta que mi hermana está loca, tuvo que verla en su peor momento para darse cuenta. Sin embargo, no pude reclamarle nada a mi hermana, incluso mi padre tampoco lo pudo hacer. Sí, es cierto que no fue la manera adecuada de tratar el asunto pero Cristal se lo había buscado y se lo merecía totalmente. Lo que no acepto es que Stella haya sido una espectadora.

Cuando llegamos a mi apartamento, dejé a mi familia junto a Stella mientras que me ponía en marcha en la cocina. Tuve que rechazar la buena intención de mí hermana de ayudarme a cocinar pero sabía que todos los alimentos que esa mujer tocaba los dañaba, así que con el mayor tacto posible la rechacé.

Mi cocina sigue viéndose de la peor manera con la mancha rojiza en la pared, lo peor del asunto es que Marie no ha tenido la delicadeza de al menos comprar un bote de pintura acorde al color de las paredes de la cocina. Miro con atención la pared luego de haber colocado la lasaña dentro del horno. Al final sé que yo tendré que comprar la pintura y limpiar la mancha yo mismo.

Unos suaves brazos me rodean por la espalda, no puedo ocultar mi sonrisa cuando unos labios tocan mi cuello, el escalofrío en mi columna vertebral me convence totalmente de que estoy hechizado por esa mujer, tan solo mis ojos tienen que verla para que mi ser se derrita por ella.

—En serio debes hacer algo con esa pared—susurra ella en mi oído aun manteniendo su agarre a mi alrededor.

—Si tan solo hubiera alguien que me ayudara—suspiro dramáticamente—. ¿No conocerás a alguna caliente organizadora de eventos que me quiera hacer un trabajito de decoradora?

—Para cubrir una pared no necesitas una decoradora, Bam Bam.

—Cierto, pero yo no sólo quiero cubrir una pared—me doy la vuelta aún entre sus brazos y la hago retroceder hasta que su espalda choca con la encimera de mármol—. Quiero hacer de este apartamento un hogar.

—El hogar no es una casa o un apartamento, son aquellos que lo integran.

Acerco mi rostro a sus labios encargándome de besarla. Adoro sentir mis labios con los suyos, se siente muchísimo mejor que solo mirarla a lo lejos.

—Solo di que sí, yo sé que tú quieres ser mi decoradora de interiores. Así puedo dejar la lista de Stella en cero y poder agregar nuevas metas en ella.

Ella mira hacia el techo haciéndose la pensativa hasta que por fin obtengo la respuesta que he querido desde hace mucho, ella asiente con una sonrisa y vuelve a besarme lentamente.

—¿Viste? No era tan difícil—digo luego de separarnos.

—No vengas a regodearte, Bam Bam, suelo cambiar de opinión fácilmente.

Al estar la lasaña lista, Stella me ayuda a servir y llevar los platos al comedor. La cena se hace con conversaciones muy amenas, mi padre y Stella se llevan de maravilla cosa que me tranquiliza. Mi familia es importante, tanto papá como Marie son lo que más amo en este mundo y quería su aprobación para poder seguir tranquilamente con mis planes con esta mujer.

Stella finalmente había aceptado ser mi decoradora de interiores, lo cual me quitaba el motivo para invitarla el viernes por la noche a la emisora. Sabía que estaba listo, no debía practicar más, quería que ella estuviera ahí en el momento que volviera a conducir un programa porque sin ella todavía estuviera revolcándome en la miseria y estoy seguro de que con la llegada de Alana no hubiese reaccionado de la misma manera que lo hice hace unos días.

Marie se ofrece para lavar la vajilla pero yo me niego al instante a lo que ella con mala cara me dice:

—No voy a quemar la cocina por limpiar la vajilla.

—Lo sé, pero no quiero arriesgarme a que nos ahogues con el agua del fregadero.

Me gano un golpe en mi brazo por parte de mi hermana antes de introducirme nuevamente en la cocina. Con algo de desgano—puesto que estoy agotado—, limpio la vajilla correctamente, la seco y después la colocó en su lugar. Volviendo a la sala veo a los tres sentados en los sofás, papá y Marie están en el de dos puestos y Stella en el individual. Me acerco a ella y enseguida se levanta, sentándome yo en él y luego dejándola caer en mi regazo. Colocó mi nariz en la curvatura de su cuello y hombro dejándome llenar por su dulce fragancia, así me mantengo por unos largos minutos hasta que mi padre empieza a contar cosas vergonzosas sobre mi niñez.

—Blake siempre ha sido un chico muy testarudo y siempre conseguía lo que se proponía. Una vez, en Montana, estaba nevando muy fuerte y el niño aquí presente quería salir a hacer un muñeco de nieve, su madre le decía no renuentemente, era a la única persona que nunca podía convencer.

—Pero yo sabía quién era el débil y quién me iba a dejar salir a armar el muñeco de nieve—la risa brota de mí recordando aquel suceso.

—Sí, él sabía que yo era el débil, así que fue a buscarme en mi despacho y me puso esos ojos de borrego atropellado que conocía muy bien, eran iguales a los de su madre—mi padre sonríe con melancolía—. Blake me dijo que quería hacer un muñeco de nieve, cuando miré por la ventana vi que estaba a punto de iniciar una tormenta, cuando le comenté eso se puso a llorar.

—Y papá odia que sus hijos lloren.

—Y así me convenció. Su madre al ver que estábamos afuera armando el dichoso muñeco de nieve, no fue a él quien lo cogió de la oreja, sino a mí.

Marie y Stella se ríen sobre ello, yo me les uno a ellas. Es una bonita anécdota para recordar.

—¿Así que testarudo y llorón?—inquiere Stella sonrientemente.

—Y no te olvides que también era un meón—añade mi hermana burlona.

—Gracias, Marie Lou.

—Cuando quieras, Bam Bam.

Alcanzo uno de los cojines del sofá que se encontraba en mi espalda y con fuerza lo arrojo hacia mi hermana. Mi padre nos mira divertidos al igual que Stella.

—¿Y tú, Stella? ¿Tienes una anécdota de tu niñez que contar?

Ella se tensa, yo imitó su gesto. La sonrisa en su rostro se borra totalmente dejando en cambio una mirada de dolor. Mi padre al darse cuenta de su gesto trata de enmendar su error pero yo sé que es demasiado tarde.

—No se tiene que disculpar, señor Anderson.

—Te dije que me llamaras Paul, señor Anderson se escucha realmente aterrador—le regala una sonrisa conciliadora—. Y no tienes que hablar sobre tu niñez.

—La cosa es... que si tengo algo para contarles—Stella trata de regresarle la sonrisa a papá pero se le hace imposible.

—Te escuchamos, Pebbles—sujeto fuertemente su mano.

—Yo... no es algo bonito de recordar, pero me gustaría explicarle a Blake porque no me gusta el chocolate—sus ojos chocan con los míos, le sonrió, ella está tratando de contarme más cosas de su pasado—. Cuando tenía seis años era un poco gordita, amaba comer dulces y... mi madre pocas veces me prohibía comerlos. Un día papá llegó muy borracho a casa y se desquitó conmigo, no físicamente, fueron sus palabras las que me golpearon.

Puedo sentir la incertidumbre de mi padre y hermana, ellos no saben lo que yo sé sobre Stella, que ella esté tratando de decir cosas de su horrible familia a otras personas me confirman lo valiente que es esa mujer.

—Me dijo cosas feas por estar subida de peso, yo solo me preguntaba qué estaba haciendo mal y porque mi papá me odiaba tanto—Mira a Marie quien tiene lágrimas en los ojos—, por eso, te admiro de haberte dado respetar frente a esa mujer Marie y me disculpa si lo ofendo señor Paul pero esa muchacha es de lo peor, es igual a mi padre, solo que yo siendo tan pequeña no supe defenderme como Marie.

»Mama empezó a prohibirme comer dulces, lo único que podía tocar eran las galletas de mantequilla... pero realmente no quiero hablar sobre eso, son cosas mucho más desagradables. En fin, cuando tenía siete años me seguía gustando el chocolate, pero hacía mucho tiempo no lo comía y no recordaba como era su sabor. Cumplía ocho años y mi mejor amiga me había regalado un pequeño chocolate como regalo, estaba feliz, pero la felicidad me nubló y llevé el chocolate a mi casa. Papá me descubrió, ya estaba enojado con mi madre y tener el chocolate lo puso más furioso, me dio una paliza que nunca olvidaré—Stella me mira, sé de qué paliza está hablando, aquella en la que su lugar seguro ya no lo era—. Hubiese dado lo que fuera por tener recuerdos tan bonitos como los suyos, pero los que tengo son lo que me han hecho lo que soy y aunque la mayoría de ellos sean... malos, sé que debo vivir con ellos.

Escucho el débil sollozo de mi hermana, se levanta del sofá y se acerca a Stella para envolverla en un apapacho. Si, ese no es un abrazo, es un apapacho.

Papá busca mi mirada y puedo descifrar lo que me dicen sus ojos: admiración.

—Marie, deja de llorar. Rayos, no debí haber contado esa historia.

—Odio... que ha... yas te... nido una infan... cia tan du... ra.

Mi hermana está sollozando en el hombro de Stella quien como puede me mira buscando ayuda. Me acerco a las dos mujeres, trato de separar a mi hermana la cual se sujeta a mí con fuerza luego de dejar a Stella.

—Marie Lou, deja de llorar, pones incómoda a Stella.

Después de calmar a mí hermana trato de animar un poco la situación. Marie finalmente deja de llorar como si alguien hubiese muerto y mágicamente vuelve a soltar sus carcajadas. El ambiente triste ya se ha ido y entre una broma y otra dan las dos de la mañana. Todos estamos agotados, por lo que les digo a mi papá y a Marie que se queden en el apartamento.

—Obvio me voy a quedar, ¿tu creías que me iba a ir? ¡Stella y yo podemos hacer una pijamada!

—Oh no, hermanita. Stella va a hacer una pijamada pero no contigo.

—Uhg, cerdo.

Veo como papá se acerca a Stella y le dice algo que le hace abrazarlo fuertemente, me niego acercarme y romper ese momento. Me emociona, ellos han creado su propio vínculo al igual que Marie ha creado uno diferente con Stella. Cuando se separan, mi padre nos da las buenas noches a todos y luego se retira a la habitación que tiene designada cuando él se queda a dormir. Nosotros tres en el salón nos quedamos en silencio, miro a Stella prometiéndole con la mirada millones de cosas y luego veo a Marie quien parece que estuviera en las nubes y no nota que en estos momentos está estorbando.

—¿Marie?

—¿Si, hermanito?

—¿Crees que puedas irte a dormir?

—¿Por qué?

Me armó de paciencia, puedo notar que Stella se está aguantando la risa.

—Porque quiero estar a solas con Stella para poder hablar.

Mi hermana mira de Stella a mí unas tres veces y parece que por fin lo capta cuando una risita picarona es soltada.

—Claro, quieren... hablar—resalta la última palabra mientras retrocede en dirección a su habitación—. Los dejaré solos para que... hablen.

—Buenas noches, Marie.

—Buenas noches. Y que tengan una buena... plática.

Por fin se encierra en su habitación. Me acerco a Stella acariciando con mis manos sus mejillas.

—¿Estas bien?

—Muy bien, Bam Bam.

—¿Qué te dijo mi padre antes de irse? —pregunto curiosidad. Sus ojos brillan con emoción.

—Que era bienvenida para ser parte de esta familia. 

Porque estoy japy, hoy tendremos: ¡Maratón! A parte de un capítulo que tendremos en Viviendo en el aire y una sorpresa que subiré más tarde.

Asi que... empecemos a fangirlear xD

Este capítulo está dedicado a ti, Zyanya <3 Espero que te haya gustado un poco de dosis de esta loca familia. Recuerden que dedico capítulos a aquellos que voten y comenten en el transcurso de la historia.

Nos estamos leyendo en un rato <3

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