Capítulo 24.

Esos fueron los tres peores días de mi vida o al menos están entre los peores, ni siquiera el tener a Stella a mi lado ayudó a que nuestra estadía en Canadá hubiese sido cómoda, no creo que pueda acompañarla de nuevo a algún viaje de trabajo, no sin antes preguntar en qué lugar nos quedaríamos y quienes serían sus clientes. Los Butler están más locos que una cabra y déjenme decirle que los Intocables están aún más locos rozando la urgencia de ir a un manicomio. Stella por lo menos pudo respirar un poco, según los Intocables porque ya la habían iniciado correctamente y ahora era mi turno.

Les explico, los Intocables son cinco chicos que creen que es normal hacerle bromas pesadas a la gente, más aún cuando estos son nuevos en un lugar, estoy seguro que el director de su instituto estará feliz de que ellos finalmente estén graduándose. Cuando conocí a Bart supe que los demás iban a ser iguales o peores que él, no me equivoqué. Está Connor, que a mi parecer es el líder del grupo—Aunque ellos me repitieran que no había ningún líder—, ya que era el que mantenía en control a sus amigos, luego está Tristan, uno de los que está más cuerdo, pero su lado malvado nunca se quedó atrás, George es el siguiente, me clavó un puñal por la espalda luego de ganarse mi amistad y después colaborar con las bromas hacia mi persona, sabe ganarse a la gente y por último Louis, ¿quién iba a creer que una persona tan silenciosa y dulce iba a ser la mente maestra del grupo? Bart y Louis son los peores.

Ahora, sentado en el avión junto a una dormitante Stella recuerdo esos tres horribles días que me causan escalofríos.

El primer día, después de llegar a Canadá y respectivamente a casa de los Butler, Stella se fue por lo que sobraba del día y yo me quedé en la casa trabajando un poco en lo que sería los programas de la próxima semana. Solo dejé mi computadora por diez minutos para ir a buscar un vaso con agua en la cocina y cuando volví mi computadora había sido el nuevo hogar de más de mil videos porno, había un papel sobre el teclado que tenía dos simple palabras: Los Intocables.

El segundo día, mientras dormía con Stella, sentí algo deslizarse por nuestra cama, por poco no dejé caer a Stella cuando la empujé con fuerza hacia el borde de la cama, juro que pensé que los Intocables habían colocado una serpiente, pero era un hurón tan blanco que podía parecer un ratón gigante y yo odio los roedores, tanto así que un grito poco masculino salió de mi garganta, quedé en vergüenza delante de Stella, gracias Bart.

Y llegó el último día, si hoy, en la tarde tendríamos que tomar nuestro vuelo. Despertaba en la cama algo tarde luego de la famosa interrupción del hurón de Bart—Según lo que me dijo Stella mientras se aguantaba la risa—, y fue cuando vi mis manos, perfectamente pintadas hasta la muñeca de un color negro, aun no me podía quitar toda la pintura y ésta también se encontraba dentro de mis uñas. No saben la felicidad que tengo de estar en este avión, rumbo a mi ciudad y a mi casa, incluso recibí un mensaje de Marie Lou diciéndome que estaría en mi casa apenas el avión pisara tierras estadounidenses y aun así estoy entusiasmado de ver a mi hermana destruyendo mi apartamento.

Siento a Stella moverse en el asiento a mi lado, su cuerpo volteándose hacia mí, sus ojos marrones revoloteando hasta que se abren por completo, ha dormido casi todo el viaje luego de estar agotada por estos días. Mientras a mí me hacían bromas pesadas, ella debía trabajar no sólo en la graduación de Amy y los Intocables sino también en otros proyectos que dejó en su oficina.

—Hey—susurro acercándome a ella y depositando un suave beso en sus labios.

—Hey—masculla ella con su voz ronca de recién despierta—. ¿Ya vamos a llegar?

—Falta poco.

—Debes estar feliz por volver, ¿verdad?

—Estoy muy contento, realmente te compadezco.

—Nah, las bodas son peores que la familia Butler y el séquito de los Intocables. En las bodas tienes que controlar las emociones de la novia, del novio, los padres que no quieren a la novia o al novio, las damas de honor alcahuetas, el padrino mujeriego y esas personas que se tiran a otro miembro de la familia en el baño de la recepción.

—¿Eso pasó en la boda de Theo y Sammy? —pregunto muy asombrado.

—No lo sé, tal vez. ¿Eres el padrino mujeriego?—inquiere divertida.

—¿Mujeriego? ¿Yo? Pero si soy un pan de Dios.

Y no es mentira, ella lo sabe, ya le había comentado que era mi primera cita en bastante tiempo así que lo de mujeriego quedaba totalmente descartado.

—Fue una de las cosas que pensé a penas te vi, que eras un chulito de primera al que se le iban los ojos cada vez que viera un par de pechos descubiertos.

—Auch, eso duele.

—Sabes que ya no pienso así de ti, Bam Bam—Ella acaricia mi mano con la punta de sus dedos—. Eres un ser increíble y...

—¿Y?—insisto a ver que se detiene, tanto en palabras como en sus movimientos.

Stella mantiene su mirada baja, sobre nuestras manos, sé que sus ojos están ocultando sus sentimientos en estos momentos por lo que tomo su barbilla para alzar su rostro, lo que veo me deja helado. Los ojos de Stella están cubiertos de una fina capa de lágrimas sin soltar, pero no por mucho tiempo, ya que dos son soltadas haciendo su camino por sus mejillas.

—Y no soy suficiente para ti.

Pebbles...

—Blake, hay cosas que aún no sabes sobre mí, cosas... malas, cosas que me dan vergüenza y no sé si tenga el valor de decírtelas algún día porque sé que lo que más me va a doler será tu mirada cuando veas lo basura que soy.

—No cariño, cuando me cuentes todas esas cosas que te atormentan la única mirada que podrás ver en mi será de comprensión.

Me preocupa ver como Stella es tan vulnerable, se menosprecia a sí misma, puede ser dura en su trabajo pero cuando las cosas van más allá, a lo personal,  ese gran muro se cae de bloque en bloque dejándola vulnerable a los ojos de los demás.

—Te quiero, Bam Bam.

Un sentimiento inexplicable se forma en mi pecho, mis manos empiezan a sudar y una sonrisa estúpida va apareciendo en mi rostro.

—Yo también te quiero, Pebbles.

Aterrizamos treinta minutos después y no pasa mucho tiempo cuando estamos subiendo por el ascensor hacia mi apartamento. Había invitado a Stella a quedarse por esta noche, me iba a costar un montón acostumbrarme nuevamente a dormir solo, dormir con Stella en la casa de los Butler sin duda alguna había sido lo mejor del viaje, por no decir lo único.

—¿Marie está en el apartamento?

—Lastimosamente si, créeme, si estuviera en mis manos ya le habría prohibido la entrada al edificio.

—No seas malo, Bam Bam. Tu hermana te adora.

Salimos del ascensor luego de que llegáramos a mi piso.

—Eso no evita que este loca.

—Me agrada, es muy extrovertida.

—No te detengas en decirlo, ella no es extrovertida, es una loca de carretera.

Eso se puede confirmar cuando entramos al apartamento y nos encontramos a Marie Lou haciendo el drama del siglo. Está sobre el sofá—sorpresivamente no está destruyendo mi cocina—, con el maquillaje corrido y llorando como si alguien hubiese matado a su perrito. Pienso que está exagerando todo cuando sus ojos se posan en mí, me preocupó de inmediato por lo que veo, ella no está exagerando, Marie Lou realmente está herida. Camino rápidamente hasta ella levantándola del sofá para acercarla a mi pecho, la envuelvo en un cálido abrazo mientras que beso su cabello castaño el cual está revuelto.

—¡Odio a los hombres!

Me pongo en alerta. Mi hermana no me habla en lo absoluto de los hombres con los que sale, sabe que podría ir a buscar al idiota hasta el otro lado del mundo para advertirle que si lastimaba a mi hermanita iba a ser hombre muerto. Sé que alguien la lastimó y eso realmente me enoja. Miro a Stella quien se encuentra impactada con sus ojos abiertos de par en par, supongo sorprendida por ver a mi hermana llorando a moco tendido. Marie Lou es una persona tan llena de vida que verla así de herida me parte el corazón en miles de pedacitos.

—¿Qué pasó?

—Si... te digo... vas a matarlo—responde entre sollozos. Mi estado de alerta se agudiza.

—Quiero nombre y apellido, Marie Lou.

—No te lo voy a dar, solo quiero que mi hermanito me apapache.

Marie Lou no me pedía un apapacho desde que teníamos diez años, por Dios. El apapacho consistía en un abrazo gigantesco hasta que sintieras que estuvieran contrayendo todos tus órganos internos, mi hermana me los pedía cuando tenía pesadillas. Miro a Stella asustado, ella sale de su estado de impacto, rueda sus ojos y luego se acerca a nosotros separando a Marie de mi lado. Mi hermana, quien no se había dado cuenta de ella a nuestra llegada, al verla vuelve a caer en un llanto desgarrador mientras la abraza.

—¡Oh Stella! ¿Qué se debe hacer para no tener más un corazón roto?

Me congelo ante esas palabras, fueron las mismas que le pregunte a Theo cuando Alana se fue de mi vida, lo extraño del asunto es que no siento dolor, solo sorpresa y molestia por confirmar que a mi hermana le habían roto su corazón.

—Realmente no lo sé, Marie. No he estado en muchas relaciones en mi vida, no me lo permití por... cosas del pasado. Pero debes aprender a lidiar con eso y sé que podrás conseguir el amor en otro lugar. Eres una chica estupenda y a cualquier hombre le gustaría tener una mujer como tú a su lado.

—Pero... en serio lo amo.

Mi columna vertebral se crispa, quiero asesinar al idiota que le hizo daño a mi hermana.

—¿Qué te hizo?—pregunto o más bien gruño a mi hermana, ella se encoge de hombros con una mirada de dolor.

—Él no quería tener una relación estable o eso me dijo, va de mujer en mujer buscando divertirse, él me dejó claro eso en un principio pero odio verlo con otra chica—vuelve a soltar un par de lágrimas, detesto ver a mi hermanita así—. Pero ayer quise darle una sorpresa en su casa, era su cumpleaños, cuando toqué el timbre una chica me atendió, el anillo que tenía en su mano era gigantesco, cuando Sean me vio su rostro se volvió pálido, tomó a la chica por la cintura y preguntó qué si necesitaba algo, como si no me conociera. Ella era su oficial, su prometida.

—Oh Marie Lou, ese tipo es un idiota—masculla Stella con rabia, como si entendiera por lo que estuviera pasando. Yo por mi parte no dejó de pensar en que voy a buscar a cada tipejo que se llame Sean en todo Nueva York hasta conseguir al idiota que le hizo daño a mi hermanita y voy a dejarlo irreconocible.

—Quería hablar con alguien, pero no tengo personas en las que confiarle estas cosas. Pensé en Theo y Sammy pero no quería abrumarlos con mis problemas y tú no estabas aquí Blake, así que terminé en un bar con la persona que menos me esperaba encontrar y tal vez hicimos cosas de las cuales me arrepienta luego.

—¿Y quién es ese?

Ella me mira con timidez, como si hubiese hecho algo malo.

—Liam.

Voy a jodidamente matarlo, lo juro.

Ay Liam, lo que te espera xD Y pelusa haciendo de las suyas en las camas ajenas.

¿Qué les pareció el capítulo de hoy? ¿Creen que exista un Mian o Larie? No se como suena mejor xD Varias de ustedes habían dicho que Liam terminaría con Iris pero SPOILER: eso jamás en la vida pasará porque iris ya tendrá su pareja y es alguien que ustedes conocen... creo ah.

Capítulo dedicado a Daniela <3 Espero que te haya gustado :) recuerden que dedico capítulos a aquellas personas que voten y comenten :)

Nos estamos leyendo.

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