Capítulo 2.
Después de jugar con algunas de las pequeñas primitas de Sammy, logro salir de aquel tumulto de gente, no me malinterpreten, me encantó conocer a todas esas personas—algo extraño tratándose de mi—, pero como ya lo había comentado no estoy muy cómodo conociendo personas nuevas. Además estoy agotado por el viaje—mala excusa—, y esas niñas le pueden sacar el jugo a cualquiera, pero supongo que fue mi error al sugerirle a una de ellas que se subiera a mi espalda para hacerle caballito, no aguanto mi espalda, no estoy muy seguro si lograré estar levantado por tanto tiempo el día de mañana.
El agua caliente se desliza por mi espalda haciendo que los músculos se relajen un poco, mis hombros están como una roca, quisiera decir que es por el ejercicio pero eso está muy lejos de ser verdad, esos niños me dejaron molido. Los niños siempre me han gustado, antes tenía la esperanza de poder tener una gran familia, un gran equipo, ¿eh? Sería algo divertido de ver. Pero por ahora se nota que solo seré el tío consentidor que le dará todo a sus sobrinos. Theo y Samantha tendrán hijos preciosos.
Giro la rosca de la ducha disminuyendo la caída de la lluvia artificial, tomo la toalla que dejé a un lado de la puerta del baño para proceder a secarme, me coloco unos simples bóxers blancos y mi pijama caliente. A pesar de que la calefacción existente en la casa—incluso hay unos grados de más en mi habitación—, aún siento el frío colarse, típico de los estados del norte. Busco unas medias calientes en los bolsillos de la maleta, luego de obtenerlas las deslizo por ambos pies. Se encuentran entumecidos, no solo por el frío sino por mi invento de jugar al caballito con aquellos pequeños. Soy un caballo algo oxidado.
Antes de bajar reviso mi teléfono y al ver que no tengo ninguna llamada o mensaje importante lo dejo cargando apoyado en la mesita de noche.
Bajo los escalones con lentitud preparándome para el nuevo impacto de la familia Brown-Wexter. Quien iba a decir que alguna vez combinaría esos dos apellidos y joder cuando asusta como la mierda que Samantha pronto será una Brown. Una nueva hermana en la familia, algo genial, al menos ésta no me acosara diciendo que le encantaría que le mande desnudos en WhatsApp.
Hago acto de presencia en la hermosa cocina decorada por una tal Stella alias amiga de la familia. Joder, esta chica en serio tiene un gran gusto, ¿será decoradora de interiores?
—Tengo una pregunta—digo haciendo que varios volteen su cabeza en mi dirección—. ¿Su amiga Stella es decoradora de interiores?
Algunos ríen por mi pregunta, Sammy se compadece de mí y responde.
—No, de hecho es organizadora de eventos. Es la encargada de la boda.
—Al menos tiene sentido de donde viene el buen gusto—menciono por lo bajo pero ella lo logra escuchar por lo que emboza una sonrisa.
Mily, la prima más pequeña de Samntha, se acerca a mí con su sonrisa sin dientes, me hace ojitos e instantáneamente me pongo pálido. Ella quiere más aventura con el caballito, no creo que mi espalda pueda más.
—Blake, ¿me podrías cargar de nuevo?
Lastimosamente soy débil, así que con una gran sonrisa, pongo mi espalda a su disposición, lástima que los demás la siguen y quince minutos después de comer solo huyo nuevamente a mi habitación.
Ya recostado en mi cama miro fijamente la blancura del techo, solo pienso en lo que diré mañana. Recito una y otra vez mi discurso como padrino y mejor amigo del novio, solo espero no ponerme a sudar por sostener un micrófono y estar frente a tantas personas. Creo que por eso mi carrera de periodismo no me llevó a la televisión. Si no me gustan las multitudes mucho menos me gusta la idea de robar la atención de esas multitudes.
Recuerdo que en la universidad tuve que presentar una noticia como si de noticiero se tratara, vomité después de decir las palabras Bienvenidos. El profesor encargado de aquella atrocidad me dijo que si quería seguir estudiando periodismo me mantuviera lo más alejado de la televisión, así fue como probé estar al aire en una emisora. Me encantaba estar detrás del micrófono, podía dar todo de mí y no tenía miles de ojos juzgando todo lo que hacía.
Meses después obtuve una pasantía en una radio local y más tarde me estaban ofreciendo tener un programa compartido. Ahí conocí a Alana.
Cierro los ojos muy fuertes tratando de dejar todos los recuerdos atrás, claramente funciona porque poco tiempo después siento los brazos de Morfeo cubrirme sumergiéndome en un profundo sueño.
Siento un leve cosquilleo en mi mejilla, frunzo el ceño aun con mis ojos cerrados y escucho unas suaves risitas a mí alrededor. Cuando éstas se calman mi sueño me arropa nuevamente, pero la caricia vuelve a suceder haciendo que abra un solo ojo. Mily, Karen y James están ahí mirándome burlonamente, sonrío un poco.
—Hey, niños—mi garganta duele y lo más seguro sea por mis problemas respiratorios.
Lastimosamente soy de esas personas que roncan y que parecen un Tiranosaurio Rex persiguiendo a su próxima presa. Por eso trato en lo posible de no dormir acompañado, ya que tienden a burlarse mucho de mi problema. Según mi doctor tengo el tabique de la nariz desviado por lo que instintivamente respiro por la boca.
Veo a Karen con un objeto extraño en la mano y es en ese momento que mi cerebro se despierta.
—¿Por qué tienes un marcador?—inquiero.
Los niños al ver que los descubrí corren hacia la salida lanzando la puerta a sus espaldas ocasionando que un gran sonido retumbe en la casa.
Me levanto y me dirijo al pequeño espejo fijado en la pared y cuando mis ojos ven lo que los pequeños demonios han hecho—ya no son niños buenos—, mi rostro se pone rojo. La mitad de mi cara ha sido víctima de rayones sin sentido, cabe destacar que son de lo más coloridos. Solo ruego a Dios que esta cosa sea lavable porque si no es así lo lamento por Theo y Samantha, pero no saldré de mi habitación.
Unos toques en la puerta se escuchan y Theo asoma su cabeza entre al agujero que ha hecho al abrirla, me mira con el ceño fruncido pero sus ojos se encuentran divertidos.
—¿Nuevo maquillaje?
—Quiero aniquilar a esos tres niños del demonio—rujo lentamente.
Theo suelta una carcajada, al parecer si le da gracia que su padrino de bodas tenga todo el rostro marcado de dibujos infantiles.
»Anda, ríete. Tu eres el que tendrá en sus fotos de boda a un tío con la cara llena de rayones hecho por marcadores—Cuando digo esas palabras su rostro se ensombrece. Él está pensando lo mismo que yo—. A Samantha no le va a gustar.
—Ven aquí, si es necesario te echaré ácido en la cara.
—Eso empeoraría las cosas, idiota.
Theo no me presta ni la más mínima atención, me arrastra a su habitación y me mete en su cuarto de baño. Tomo un jabón y lo remojo con agua para luego pasar mi mano por la obra de arte de los pequeños diablillos. Afortunadamente los niños no usaron marcadores permanentes y la tinta salió fácilmente.
—Le diré a sus padres lo que sucedió—dice Theo extendiéndome una toalla.
—Tranquilo, al menos eran marcadores lavables.
Observo a Theo luego de secar mi rostro con la toalla, lo conozco y sé que está a punto de cagarse en sus pantalones.
»¿Estás bien, hermano?—Coloco mi palma extendida en su hombro, confortándolo—. No puedes huir aún, además no te lo permitiría, Samantha es buena chica.
—Por esa misma razón estoy tan asustado, Bam Bam. Tengo miedo de no ser lo suficiente para ella.
Y es aquí donde el mejor amigo debe dar sus típicas charlas de apoyo, pero yo no soy así.
—No eres lo suficiente para esa mujer—Theo me mira feo.
—¡Gracias, Bam Bam! Ya me siento muchísimo mejor—su boca escupe sarcasmo.
Me causa gracia que Theo siquiera considere no ser suficiente para Samantha.
—Tienes que verlo de esta manera, si no fueras suficiente para Sammy, ¿tú crees que ella te hubiera dicho que si?
—Tal vez la presión del momento...
—¡Por favor, Theo!—lo corto antes de que siguiera—. Metete en la ducha porque el olorcito me llega hasta aquí, ponte ese traje de pingüino que tu mujer escogió para ti y juntos vamos a ir a esa iglesia para que te puedas amarrar por el resto de tu vida. Si no lo haces yo puedo tomar tu lugar, Sammy es sexy.
—Vuelves a insinuar algo sobre de mi novia y te arranco las pelotas, Blake.
—¡Me llamaste Blake! Aww que lindo mi amiguito—presiono sus mejillas cual tía fastidiosa, él me golpea.
—Vamos a vestirnos, Bam Bam.
No fue mucho tiempo después que nos encontrábamos ambos en la sala, sentados en aquel bonito sofá color naranja, con dos vasos con whiskey y meditando todo lo que iba a pasar en poco tiempo.
—No puedo creer que esté a unos minutos de casarme—Observo como Theo mira fijamente su vaso de whiskey, como si aquel líquido ámbar fuera la cosa más preciosa del mundo—, siempre pensé que tu serías el primero.
—Pues estoy feliz de que tú seas el primero, Theo. Y con la mujer que te vas a casar... mierda, te ganaste la lotería.
—Quiero hacerla feliz—deja de mirar su vaso para colocar sus ojos marrones en mí, escrutándome—, quiero tener una familia gigante con ella.
—¿Un equipo de fútbol?—compartimos una mirada graciosa.
A pesar de que Theo tuviera la nariz del tamaño de una pelota de beisbol, aun no dejaba de estar hasta arriba de alcohol. Miraba soñadoramente a Samantha como si fuera la última coca-cola en el desierto. Cuando ella terminó de coser la nariz él solo pudo decirle que quería formar un equipo de fútbol con ella, desde ese día no he podido dejar de burlarme sobre eso.
—Lo dirás en broma pero hemos hablado de tener mínimo cuatro hijos.
Lo miro horrorizado.
—Le vas a destruir la vagina.
—¡Por Dios, Bam Bam!—las carcajadas que suelta son fuera de lo común. No veo lo gracioso del mundo, los bebés salen por la vagina de la mujer, al cambio que quieras en cesárea, por supuesto.
Iba a expresarle mi inquietud cuando Bruno se acerca a ambos con el ceño fruncido.
—Ya deberían estar en la iglesia.
Me levanto y como Theo no me sigue—ya que se sigue riendo como un loco en el sofá—, le tomo por el brazo levantándolo y dirigiéndonos hacia el auto. Todo el camino mi mejor amigo estuvo burlándose de mí, para rematar la situación, Bruno también lo hizo. Más nunca vuelvo a dar mi opinión sobre los bebés, nunca.
Cuando llegamos a la pequeña iglesia podemos ver que hay personas fuera esperando, me encuentro con uno que otro idiota de la universidad y con algunos viejos buenos amigos. Mientras hacemos nuestro camino dentro de la iglesia somos detenidos por los buenos deseos hacia Theo sobre la boda y por uno que otro saludo. Al llegar al altar Theo y yo colocamos nuestros brazos detrás de nuestro cuello para acercarnos y contemplar juntos aquel lugar.
—Que bonito lugar—digo como si nada.
—Gracias por estar aquí—dice él sin apartar la mirada de Jesús clavado en la cruz—, sé que es difícil para ti estar en esta situación en este momento.
—Ya lo he...
—No, Bam Bam, no la has superado y eso me enfurece—Se posa al frente de mi—. Quiero que tú también seas feliz.
Lo abrazo dándole unas cuantas palmadas en la espalda, me separo de él embozando una sonrisa. Le voy a responder pero una preciosa castaña se coloca frente a nosotros mirándonos con el ceño fruncido.
—Theodore, la novia ya viene. ¿Podrías hacerme el favor de ponerte en tu posición?
Joder, delicioso tono de voz.
—Claro, corazón—Theo le sonríe—, pero por favor solo dime Theo. El Theodore me da escalofríos.
—Como sea—responde escuetamente, luego posa sus ojos en mí—. Padrino, a tu posición.
—No tengo ni idea de cuál es mi posición.
—No estuvo en los ensayos—se excusa Theo por mí.
La castaña bonita suspira sin paciencia, toma mi brazo con fuerza y luego me deja unos pasos más a la derecha de donde me encontraba, aún sigo mirando hacia el altar, ella me voltea bruscamente hacia los demás invitados quienes se están sentando con rapidez. A lo lejos puedo ver a Meredith con su traje de dama de honor, al igual que a Idalina. La castaña se coloca frente a mí haciendo que se lleve toda mi atención.
—Quiero que estés al pendiente de mí, yo te diré el momento en el que tengas que hacer tu aparición y firmar. ¿Entendido?
—Sí, mi capitana—hago el saludo militar, ella frunce el ceño.
Si dejara de arrugar su ceño se vería mucho más bonita de lo que es. Ella se da la media vuelta y mis ojos van hacia ese precioso culo cubierto por un vestido de seda rosa. Siento un manotazo en la parte trasera de mi cabeza, miro mal a Theo.
—¿No quieres ganarte un bonito ojo morado antes de casarte?
—No mires de más a la organizadora de bodas, Bam Bam.
Organizadora de bodas... Stella.
—¿Esa es Stella?
Theo me sonríe, nuestra conversación no puede ir más allá porque la marcha nupcial empieza a sonar y es el momento de que Samantha Wexter se convierta en la protagonista de este nuevo cuento de hadas.
Hoy es #JuevesDeEAA y mi cuerpo lo sabe...
Ya introduje algunos miembros del cast de #EAA, así es como yo me imagino a una pequeña parte de los personajes que estaremos leyendo. Aun me faltan un montón pero estoy buscándolos :) Echenle un vistazo.
Espero que realmente les guste el capítulo de hoy y también retrocedan un poquito para leer el epígrafe de la historia que hasta hoy lo coloqué y la frase está increíble, no pude evitar colocarla.
Sin más que decir, nos leemos el otro jueves por aquí.
No olviden compartir la historia con sus amigos :)
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