Capítulo 13.
Tomando un café americano espero sentado en una de las mesas en una cafetería del aeropuerto, se supone que Stella llegaría hace media hora pero hubo un retraso en su vuelo por lo que aún estaba en el avión. No puedo mentirles, estoy ansioso, ya quiero verla. Tuve que discutir con Samantha para que me dejara este momento a solas con Stella. Lo sé, a Sammy le patina el coco, primero me anima para invitar a recoger Stella, luego discute conmigo para acompañarme. ¿Entonces qué sentido tiene lo antes dicho por ella? Las mujeres están locas.
Antes de ayer mi hermana me hizo comprobar eso, aunque ella no es el mejor ejemplo del raciocinio. Mi hermana está loca, punto y final. Luego de haber quemado una pared de mi cocina, sacó una pintura de quién sabe dónde y pintó la pared... Todo bien, cumplió con mi orden de arreglar su desastre, el problema es que la pintura era de color rojo, cuando toda mi cocina es blanca. ¿Entienden el asunto? Si, más desastre para Blake.
Tomo un último sorbo de mi taza antes de levantarme y dirigirme al área de espera del aeropuerto. Quiero estar ahí para el momento que Stella llegue. Respondo algunos mensajes de Richard, otros de Iris y uno que otro sobre más temas de trabajo. Mi hermana está demasiado temerosa a escribirme luego de la locura que hizo en mi cocina, si no fuera así, ya tendría al menos veinte mensajes por parte de ella.
Cuando le conté a Theo en el momento que fuimos a tomarnos unas cervezas—el día después de su llegada—, se había reído tanto que tuvo que ir al baño de emergencia, al volver del baño solo repetía un "Gracias a Dios me alejaste de tu hermana y no me dejaste conquistarla, eres mi héroe". Si esa frase no hizo que le diera un puñetazo, amigos, eso se llama una verdadera amistad. Mi hermana está loca, pero me gusta que la respeten y que no se burlen de ella. Ese derecho me lo gano yo, no me miren así, todos aquellos que tienen hermanos sean mayores o menores saben que tú eres el único que tiene el derecho de molestarlo. Hermanos molestándose entre sí, eso los hacen ser más unidos.
Mis pensamientos inútiles sobre hermanos se esfuman en el momento en que mis ojos se posan en la conocida castaña, Stella rueda su maleta con la mano izquierda y sostiene una cartera con su otra mano, está ceñuda, ella me busca con la mirada y cuando me consigue su ceño se esfuma dando paso a la sonrisa más hermosa que haya podido ver alguna vez. Camino hacia Stella, ella me imita, cuando estamos frente a frente no sé cómo saludarla, de hecho hacemos acciones algo incómodas, extiendo mis brazos para darle un abrazo pero ella cede su mano para hacer un estrechamiento, ambos al ver las acciones del otro intercambiamos nuestros movimientos, quedando como tontos para cualquiera que tenga el ojo puesto en nosotros. Soltamos una risita, nos quedamos quietos tratando de olvidar el incómodo episodio anterior y solo nos mantenemos sonriendo.
—¿Cómo estuvo tu viaje?—trato de iniciar con la conversación, ella bufa.
—Una pesadilla, tuve que compartir asiento con una viejita que no paraba de hablar sobre sus nietos. Hasta estaba haciendo de casamentera y me quería emparejar con uno—finge un escalofrío que me hace reír.
Su mirada se eleva y sus ojos lucen espantados en un punto a mis espaldas, me volteo y creo captar a la señora que la acompañó en su viaje porque ésta se acerca a nosotros con rapidez, detrás de ella le sigue un hombre joven, quizás con la misma edad que yo.
—¡Querida!—exclama ella agarrando de un brazo a Stella arrastrándola hasta el hombre—. Mira, mira, este es mi Joshi, mi pequeño niño inteligente del que tanto te he hablado.
—Señora Gertrudis...
—Joshi, ella es la chica de la que te hablé, la de mi vuelo. Se llama Stella, ¿no es una preciosura?
El llamado Joshi tiene las mejillas sonrojadas, me imagino por las molestias que le está ocasionando su abuela. Pobre tipo, esa señora me recuerda a mi hermana, solo con muchos años de más. Tiemblo al pensar que Marie Lou sea igual que esa señora cuando esté mayor.
—Abuela, la señorita debe estar ocupada, ¿por qué no nos va...
—¡¿Pero de qué hablas, muchacho?! Deberías darle tu número—le exige a su nieto para luego mirar a una Stella incómoda y cuchichearle—: Mi niño es un abogado de renombre, si quieres divorciarte él te ayudará con mucho gusto.
Queriendo ayudar al pobre tipo y a Stella me acerco a la castaña posando mi brazo sobre sus hombros, ella se tensa, la viejita me mira ceñuda. Vale, tal vez no le gusta que la posible elección para su nieto esté siendo abrazada por otro hombre.
—Lamento decirle que esta señorita ya está comprometida—finjo, al tipo le brillan los ojos y puedo ver como en su interior está celebrando por mi entrada a la conversación.
—¿Tu eres?—pregunta con pesar la señora.
—Es mi novio.
No sé qué me sorprende más, que Stella haya dicho esas palabras o que instantáneamente después de decirlas me haya besado en la mejilla. Ambas son sorprendentes pero creo que la segunda gana la contienda. La miro, ella me mira tímida, tal vez ella tampoco se esperaba ambas acciones de su parte.
—Oh, mi pequeño Joshi, ¿por qué todas las mujeres que te consigo están en una relación? ¡Soy la peor abuela del mundo!
—Abuela, te he dicho que soy capaz de conseguir una mujer por mí mismo.
—¡Eso es mentira! ¡Ya me estuvieses dando bisnietos! ¡No veo los bisnietos y yo no me estoy haciendo más joven, Joshi!
—Lo siento, señora Gertrudis—Se nota que el tono de pesar de Stella es fingido pero la viejita parece no captarlo.
Poniendo ojos de cachorro atropellado—no les miento, al parecer la señora tiene el don—, la señora Gertrudis toma la mano de Stella para estrechársela con afecto.
—Si llegas a estar casada con él y este muchacho no te complace, llama a mi nieto, él te dará un descuento y tal vez pueda darte unas sesiones en una cama.
—¡Abuela!—exclama el muchacho horrorizado, luego aleja a su abuela de la castaña mirándola con verdadera vergüenza—. Lamento los inconvenientes que mi abuela podría haberle causado.
—¿Yo? ¿Causar problemas?
—Tranquilo, la señora Gertrudis ha sido una buena compañera de viaje.
Hace falta una última despedida de Abuela y nieto para que Stella y yo estemos de nuevo a solas. Se necesita todo de mí para no partirme el culo de la risa, este episodio ha sido uno de los más bizarros de mi vida. Stella entrecierra sus ojos en mí en el momento que tomo su maleta y empiezo a dirigirnos al aparcamiento.
—Te quieres reír, ¿verdad?
—Estoy dando todo de mi para que eso no suceda—contesto.
Subimos al jeep luego de que colocara su equipaje en la maletera del auto y antes de encenderlo me volteo hacia ella para preguntarle a dónde nos dirigimos. Ella recita de memoria su dirección por lo que yo niego divertido.
—¿Heladería o restaurante?
—Pensé que me ibas a llevar a mi casa.
—Y lo voy a hacer, pero pensé que querías pasar un rato conmigo... No es que yo piense que tú disfrutas de momentos conmigo, aunque espero que sea así, pero quería saber si querías salir... Aunque no es muy inteligente invitarte a una segunda cita luego de que llegaras de un vuelo cansada, saqué suposiciones muy pronto. Sammy me lo había recomendado pero creo que no pensó en ti estando cansada, yo tampoco lo pensé por lo que me siento algo estúpido y...
Una suave mano cubre mi boca interrumpiéndome, Stella algo relajada muerde su labio inferior—cabe destacar que sin ningún sonrojo todavía—, y divertida asiente con su cabeza.
—Una heladería está perfecto—considera ella—, pero recuerda, no me gusta el...
—Chocolate—termino por ella.
—Si, por lo que no será una cita cliché en donde el chico le pide a la chica chocolate para ir por lo seguro.
—¿Entonces que podré pedir para ti? Así podré irme con lo seguro contigo.
—Café y cerezas.
Esperen... ¿Qué?
Ella nota la mueca de extrañez en mi rostro así que se encoje de hombros.
—Sé que no es una combinación que suene deliciosa pero lo es, te lo aseguro.
—Vale, está bien, entonces para irme por lo seguro contigo en una heladería, debo pedir algún helado con los sabores de... ¿Café y cerezas?
—Café y cerezas.
—De acuerdo, entonces vayamos por ese helado de extraña combinación.
Enciendo el auto y emprendemos la marcha a una de las heladerías más cercanas a su casa a petición de ella. En el camino ella me contó su experiencia organizando una fiesta de cumpleaños. Amy Butler es el nombre de su clienta, recuerdo haberla escuchado decirme eso hace unos días en el parque y en una que otra conversación que mantuve con ella mientras estuvo en Canadá. Al parecer ya Stella había trabajado con dicha familia—que según me contó es de las grandes, tiene muchos integrantes—, pero esta vez iba a trabajar con la hija del matrimonio que siempre la contrataba, era una fiesta para el cumpleaños del novio de Amy, algún muchacho que tiene un grupo los cuales hacen bromas de mal gusto, según Stella ellos no la molestaron en ningún momento, el problema fue uno de los primos de Amy quien es un pequeño terremoto.
A pesar de todos los inconvenientes Stella me aseguró que su clienta estuvo feliz con los resultados y ella por consiguiente tiene un nuevo bonito cheque por aquella organización, asegura que valió la pena cada líquido amarillento proveniente del niño terremoto en su ropa cosa que me divirtió. Yo ni por todo el dinero del mundo estaría feliz de que un niño me orinara, se lo manifesté y terminamos discutiendo de manera divertida hasta que me estacioné frente de la heladería. Me bajé rápidamente del jeep y llegue a su puerta en el momento que ella iba a bajarse. Tomo su mano para que ella descienda cómodamente del jeep, a pesar de que se nota tímida no veo sonrojo en sus mejillas por lo que maldigo mentalmente. Al parecer mis pensamientos son muy escandalosos porque ella me sonríe divertida.
—¿Qué? ¿Creías que porque me abriste la puerta y me ayudaste a bajar me iba a sonrojar? Lo siento, pequeño Bam Bam.
—Haré que te sonrojes... algún día pasará.
Entramos al local, le pido que se siente en uno de los bancos para que aparte una mesa y yo mientras tanto hago los pedidos. El chico que me atiende me mira como si tuviera un tercer ojo al hacer el pedido de Stella, yo solo me encojo de hombros y digo que lo que digan las chicas debe hacerse, a lo que él me da la razón. Me entrega dos vasos con helado en ellos, uno con chocolate y fresa para mí y café y cerezas para Stella.
Acercándome a nuestra mesa, tomo el banco frente a ella y deposito su vaso en la misma.
—Café y cerezas para ti.
—¿Qué hay de ti?
—Chocolate y Fresa.
—Aburrido—canturrea ella tomando su primera cucharada. Yo entrecierro mis ojos, divertido.
—Pero es una buena y normal combinación.
—Lo normal es aburrido... Oh, eso como que encaja contigo.
—Entonces lo diferente es divertido, ¿no?
—Por supuesto—me da la razón.
—Tal vez por eso me caes tan bien, Stella Foster.
Ella sonríe aún con la cuchara sujetada con sus labios.
—Y tal vez tu ser aburrido es lo que me mantiene tan encantada contigo, Bam Bam Anderson.
No discuto sobre ello. ¿Normal y diferente? Soy partidario de que tu media naranja no existe, tal vez yo soy una media naranja y Stella es un medio Kiwi, yo soy el normal, ella la diferente, nos complementamos y por esos nos agradamos.
Al menos por mi parte, por eso ella me está gustando.
Umm, si ajá, no es jueves, eso fue ayer y hubo capítulo, pero, ¿saben ese momento donde tu protagonista te taladra la cabeza y dice que tienes que subir lo que escribiste? Los que escriben tal vez me entiendan xD Blake me ha exigido que este capítulo llegue hoy a ustedes así que... aquí estamos xD
Tengo una pregunta, ¿cuál es su sabor de helados favorito? xD El mio es el típico chocolate y si lo combinas con fresa... ¡Divino!
Capítulo dedicado a OliviloYo <3 Espero que te haya gustado.
Sin más que decir, ahora si nos leemos el jueves, eso espero xD
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