Ni siquiera le dió tiempo de maldecir, la explosión del edificio crujió en cada rincón del lugar y con eso un pitido infinito en su oído que lo dejó sordo por bastante tiempo. Se sentía aterrado y confundido, a los lejos, muy a lo lejos escuchaba los gritos de los civiles.

Se levantó del escombro y sólo miraba como todos sus compañeros luchaban por su vida y la de los demás, entre polvo y cables chirriantes de electricidad que golpeaban como látigos cualquier superficie.

Movían los labios dirgiendose a él con desesperación pero sentía que estaba debajo del agua, el sonido era absurdamente lejano y borroso, llevó su mano a su oreja y la sangre nacía de sus oídos. En ese momento  olvidó cual era su derecha e izquierda.

La vibración en el suelo lo hizo mirar hacia arriba y abrir la boca. Una segunda explosión en el cielo culminó el desastre, apenas y pudo formar un orbe de hielo para protegerlo, mantenía abierto los ojos apenas conciente. Tosió fuerte por el polvo.

—¡Esta aquí! —la luz lo cegó para dar paso a la silueta femenina que con la gravedad había levantado el domo.
Bien, ya lo habían encontrado así que simplemente cerró los ojos.