28. El precio de las elecciones

🎶Banda sonora: Comedy - Jeff Satur 🎶

Nunca había sufrido una resaca, pero suponía que debía sentirse así. Tenía un incómodo pinchazo en la cabeza que le mareaba, como si su cerebro estuviese recibiendo latigazos. Se puso el antebrazo sobre la cara para tapar la luz que entraba por la ventana.

Changbin gruñó cuando se dio cuenta de que estaba entre unas sábanas que no eran suyas, en una cama que no era la suya, en una habitación vacía. «¿Estoy en un hotel?», se preguntó. Por unos largos segundos trató de ubicarse, hasta que recordó que había dormido con Felix.

Una sonrisa suave tiró de la comisura de sus labios, pero de pronto se congeló.

—¡Felix! —llamó en voz alta, incorporándose completamente desnudo—¡Felix, ¿estás en la cocina?! —preguntó, pero no obtuvo respuesta.

Recordaba haber cenado comida china en el apartamento del chico, haber hecho eso y, por último, caer dormido. Y algo más, había algún tipo de recuerdo nublado en su córtex que trataba de abrirse paso entre la neblina. Tenía flashes de una conversación extraña. «¿Gorila?».

Salió de la cama y cogió su ropa, que encontró perfectamente doblada sobre el mueble. Se vistió y salió de la habitación para encontrarse con la estancia vacía. Un escalofrío le recorrió cuando sintió el silencio frío del espacio.

—Felix... —murmuró, aún sabiendo que no habría respuesta.

La estantería sobre la televisión tenía algunos libros, pero las fotos habían desaparecido. En la nevera solo encontró una botella de agua. Volvió a la habitación y abrió el armario para confirmar que las perchas vacías colgaban dentro. No había nada. No quedaba nada de Felix allí.

Se acercó a la mesilla de noche y vio la nota. Un trozo de papel con letras impresas arrancado rápidamente de algún libro. En los márgenes, escrito con caligrafía limpia y redondeada había un mensaje simple: "Siento haber tenido que elegir".

El corazón de Changbin empezó a latir con fuerza y la ansiedad se arremolinaba en su estómago. Retazos perdidos de la conversación volvieron a su cabeza. «Felix y Minho hyung son hermanos». Se llevó la mano al pecho, sentándose en la cama, porque sus piernas parecían no querer sostenerle más. El pinchazo en la cabeza volvió con más violencia y marcó el número de Felix en su teléfono.

Una llamada, dos, tres: apagado o fuera de cobertura.

«Esto no es real. Anoche bebí, no lo recuerdo, pero anoche bebí y todavía estoy borracho. Esto no puede ser real. Coge el teléfono, Felix. Coge el teléfono, polluelo. Por favor. Estoy soñando, no me he despertado aún. Solo es una pesadilla. Voy a despertarme. Voy a abrir los ojos y Felix estará a mi lado, durmiendo entre mis brazos. Felix, despiértame. Coge el teléfono. Tengo que despertarme. Esto no puede ser real. ¿Qué mierda está pasando? Despierta, Seo Changbin, despiértate.

Si Minho hyung y Felix son hermanos ambos conocen a I.N hyung-nim. Me mintió. Nos mintió. Nos mentiste, Lee Felix. ¿Quién eres? ¿Quiénes sois? Coge el teléfono. Necesito verte, necesito hablarte. ¿Qué tomé anoche? Estoy teniendo una pesadilla. ¿Quién demonios eres, Felix? ¿Por qué me has hecho esto a mí? ¿Por qué nos has engañado? Jisung. Tengo que hablar con Jisung. Jisung sabrá dónde está Felix. Tal vez salió y su teléfono no tiene batería. ¿Qué significa que tuviste que elegir, Felix? ¿A quién escogiste? ¿Estás con otra persona? ¿Te enamoraste de alguien más? ¿Por qué me está haciendo esto? Necesito que me coja el teléfono. O despertarme. Despierta, Changbin, sal de esta pesadilla. Encuentra a Felix. Encuentra a Jisung».

—...está apagado o fuera de cobertura... —la voz robótica volvió a sonar en su oído sacándole de sus pensamientos.

Se pellizcó a sí mismo en el brazo para asegurarse de que no estaba soñando y cambió de objetivo, llamó a Jisung. El teléfono sonaba sin parar hasta saltar el contestador. Repitió la acción unas cuantas veces más, sin éxito. Respiró hondo, tratando de calmar sus pensamientos intrusivos.

—Rastreo —pensó, en voz alta, encendiendo la aplicación que estaba instalada en el teléfono de Jisung. Cuando arrojó los resultados, pudo tranquilizarse un poco: Jisung estaba en casa.

Recogió de la mesilla de noche las llaves del coche y se las metió en el bolsillo. Volvió a mirar el trozo de papel por unos segundos y lo guardó también. Se marchó de aquella casa y bajó las escaleras de tres en tres. Le apremiaba llegar a Jisung, seguro que él sabría cómo encontrar a Felix.

Se subió al coche y condujo apresurado.

«¿Tú lo sabes, Jisung? ¿Sabes que Minho hyung y Felix son hermanos? Esto no puede estar pasando».

Las manos le temblaban y tenía que apretarlas sobre el volante para no colapsar. Tenía que hablar con Jisung, necesitaba saber si él era consciente de todo eso. Necesitaba saber si era él quien había estado en las sombras, si se estaba vengando, ocultándole todo eso.

«¿Por qué haces esto, Felix? ¿Por qué me engañaste?»

Sintió la primera lágrima caer y se mordió el labio inferior, conteniéndose todo lo que pudo. Aparcó en la plaza de garaje y subió al ascensor rezando por no encontrarse con ningún vecino molesto. Cuando llegó a la puerta del apartamento que compartía con Jisung pasó la tarjeta y entró. Todo estaba en perfecto estado. Todo estaba en su sitio. Excepto por el bote de lubricante sobre la mesa de centro y la mancha sospechosa en la tapicería del sofá, todo seguía igual.

En la cocina había dos copas en el fregadero y una botella de vino abierta sobre la encimera. Se dirigió a la habitación de Jisung en silencio. Una parte de él tenía miedo de lo que pudiese encontrar detrás de la puerta. Temía interrumpir algún encuentro matutino. O encontrarse con el cadáver de Han descuartizado.

Llamó dos veces antes de empujar la puerta. No había nadie allí tampoco. Solo las sábanas revueltas, un segundo edredón hecho una bola en el suelo y el móvil de Jisung sobre la cómoda. «¿Dónde estás?» Comprobó la pantalla y vio las llamadas que él mismo había hecho. Llamó desde el terminal de Jisung a Felix, pero el resultado fue el mismo. Después lo intentó con Minho hyung y el teléfono también estaba apagado.

«Qué mierda. ¿Qué está pasando? ¿Dónde está Jisung? ¿Dónde está Felix? ¿Dónde está Minho hyung

El pitido del timbre sonó y Changbin corrió para abrir. En la cámara vio a un repartidor que traía una entrega para él. No había pedido nada, pero aun así le permitió subir. Los segundos se hicieron eternos esperando en la puerta mientras trataba de ordenar sus pensamientos y pensar en qué demonios debía hacer ahora.

El chico que apareció le entregó una pequeña caja y se marchó con una reverencia. No firmó, no pidió su nombre o que se identificara. Solo dejó el paquete y se marchó. Y Changbin volvió a asustarse. En las películas, la mafia enviaba trozos de personas secuestradas. No sabía si al abrir esa caja encontraría un dedo de Jisung, o una mano, o su maldita cabeza. «Una cabeza humana no cabe en esta caja, Seo Changbin», se tranquilizó.

Abrió la caja desesperadamente sobre la mesa del comedor, preparando su estómago y su corazón para encontrar una falange cercenada, envuelta en una bolsa de plástico llena de sangre. Pero no fue lo que vio. Dentro de la caja había una bolsa de café sellada y una nota que voló por los aires los cimientos del único lugar al que había llamado hogar: "El precio está cubierto, perro fiel".

Las lágrimas cayeron por sus mejillas y gritó lanzando la bolsa contra la pared. El plástico sellado se abrió y el polvo negro se esparció por el suelo del salón. Lo había hecho, ese hijo de puta al que pidió que cuidara de Jisung había quemado su casa.

Volvió a leer la nota, apretándola entre sus dedos y se preguntó cómo coño iba a levantarse de nuevo si acababa de perder a las dos personas que habían sido una constante; cómo demonios seguiría adelante si estaba parado en medio de la zona catastrófica que eran los restos de su corazón roto.

—Tienen a mi hijo. Llevo todo el maldito día llamándote. Se han llevado a mi hijo —gritó Han Jihyeon, cuando el agente Son Siwon decidió coger el teléfono tras treinta y seis llamadas que no contestó.

—Han...

—¡Te lo dije! ¡Te dije que irían a por Jisung! Ese hijo de puta sádico cabrón tiene a mi hijo y no sé lo que hará con él.

—¡Cálmate! ¡Esto es culpa tuya!

—Por supuesto que sé que es culpa mía, joder. ¡Necesito que me ayudes!

—A ver, Han, empecemos por el principio. ¿Cómo demonios sabes que Park Dongyoon tiene a tu hijo?

—Ha desaparecido. Mis hombres no logran encontrarlo y esta mañana Seo Changbin recibió un paquete con una nota y jura que es de quién se ha llevado a Jisung.

—¿Pone la nota algo de un rescate? ¿Es Park quién envió el paquete?

—No, pero Changbin conoce a quién la envió, un tal I.N, no sabe apellidos ni ningún otro dato. Pero me contó que es inestable y peligroso —Son Siwon respiró hondo y se apretó el puente de la nariz.

—Sé quién es —confesó y Han volvió a gritar y balbucear estupideces al teléfono. Le interrumpió —¡Cállate! Haré lo que pueda, mantén el teléfono encendido y contigo.

Colgó sin esperar respuesta y dejó el móvil desechable sobre el escritorio. «Por todos los demonios del inframundo, ¿este puto caso no dejará de complicarse nunca?», pensó. Sabía que tenía que hablar con el jefe, tenía que contarle lo que estaba pasando.

Subió los pisos a pie, estaba sudando cuando llegó a la puerta de su superior. Llamó dos veces antes de abrir la puerta y entrar.

—El hermano de Park ha raptado a Han Jisung.

—¿Qué? ¿Qué coño ha pasado?

—Ha pasado eso. El chico está en paradero desconocido.

—¿Tu hombre lo sabía?

—Sí...

—¿Y tú no hiciste nada para evitarlo? ¿En qué coño estabas pensando, Son?

—Si hubiésemos puesto al chico en custodia, Park podría haberse dado cuenta de que la policía lo tiene cercado... Toda la maldita operación se hubiese ido a la mierda... —se excusó, mirando cómo la cara de su superior enrojeció de ira.

—¿Estás loco? El muchacho es inocente. Dios santo, Son Siwon, ¿qué diablos te pasó por la cabeza para dejarlo desprotegido? La misión no vale la vida de ese chico.

—¿La de Hayoon sí? ¿Su vida valía menos que la del joven maestro Han Jisung? —Los puños del hombre mayor golpearon el escritorio y se levantó enfrentándolo.

—No vuelvas a decir en tu vida algo como eso o te suspenderé. Hayoon murió en acto de servicio, haciendo su trabajo. Y es doloroso, pero sabía a lo que se exponía cuando entró de encubierto en la operación. Ese niño no tiene ni puta idea de lo que está pasando y ahora mismo está a merced de Park Dongyoon y su hermano. Como vuelvas siquiera a insinuar que la misión es más importante que la vida de un inocente estás fuera. Ahora encuentra a Han Jisung.

—No podemos sacarlo sin levantar sospechas...

—Se acabó, Son. Se acabó. Estás fuera —Siwon se quedó congelado. El sudor frío recorrió su espalda y tembló ligeramente.

—Jefe... no... — tartamudeó bajo la mirada dura del otro—. Buscaré al chico. Lo encontraré. No me saque de la misión. No me saque cuando quedan menos de 48 horas para la entrega —suplicó, juntando las manos en su cara y bajando la cabeza con respeto—. Encontraré a Han Jisung sano y salvo.

—Más te vale, Son. Y aunque sé que me arrepentiré de esto, te dejaré continuar.

—Gracias, jefe, se lo agradezco...

—Lárgate y encuentra al chico —se despidió bruscamente.

Siwon salió del despacho y se metió al baño. Se lavó la cara con agua fría y trató de controlar sus emociones. Él no quería que le pasara nada a Jisung, pero tampoco quería poner en peligro la misión porque ese chico se había bajado los pantalones con la persona equivocada.

Quería encarcelar a Park Dongyoon y meter una bala entre las cejas de Yang Jeongin. Eso era todo por lo que Siwon vivía ahora mismo. Se levantaba cada mañana y hacía todo en piloto automático.

Su rutina se había centrado en el caso. Sus pensamientos siempre estaban planteando posibilidades que hicieran que algo saliese mal. Trataba obsesivamente de predecir todos los movimientos que harían las decenas de personas implicadas para evitar errores. A pesar de ser consciente de que era imposible, quería tener el control sobre todos los actores de esa función que se representaría en aquel muelle en menos de dos días.

Jisung iba a sufrir. La fama de I.N era de sobra conocida y no descartaba que ya se hubiese cargado al chico. Pero no tendría sentido hacerlo si lo que querían era presionar al padre. Por lo tanto, el joven seguiría vivo, al menos, hasta realizar la entrega con éxito. Después de eso, sería cuestión del humor de Park Dongyoon y su hermano.

Sin embargo, sabía que la entrega saldría mal, porque Son Siwon no iba a permitir que ninguno de los dos escapara. Por lo tanto, las posibilidades de supervivencia del heredero de Han Bank se reducían drásticamente.

Decidió que tenía que encontrarle, pero no lo sacaría hasta la entrega. Por más que su jefe quisiera, no pensaba arriesgar la misión por absolutamente nada del mundo. Siwon no iba a tirar todos los años de trabajo por ese chico. Hayoon merecía venganza y Son Siwon la cobraría.

***

1/3

Perdón por mi desaparición totalmente aleatoria, me olvidé de que tenía que seguir subiendo esto, navegantes 

Changbin me duele 

¡Nos vemos en el infierno!

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