20. El funeral al que no quería ir
🎶Banda sonora: Before you exit - Clouds 🎶
Caminó por el pasillo angosto hacia las escaleras. Subió lentamente los cuatro pisos que le separaban de su destino. Llamó a la puerta del despacho y abrió sin esperar una respuesta.
—¿Qué quieres, Son Siwon?
—No voy a ir.
—Por supuesto que vas a ir. Salimos en quince minutos.
—Tengo que encontrarme con...
—Me da igual, me da exactamente igual. Vas a presentarte ante esa familia ese hombre. Vas a darles la mano, el pésame y la medalla, porque esa es tu responsabilidad.
—¿Cómo diablos podré hacerlo? —Su voz se quebró un poco. El hombre se levantó y le dio unas palmadas en la espalda antes de contestar.
—No fue culpa tuya, Son. Los únicos culpables son los hijos de puta que lo mataron.
—Hayoon era mi amigo. Dios santo, Yongsun es mi amigo también. Llevo meses ignorándolo, no puedo hablar con él, no puedo hacerle frente ahora.
—Puedes hacerlo. Se lo debes a Hayoon, es lo último que puedes hacer por ellos, Son. Es lo último que puedes hacer para asegurarte de que su novio, su viudo... lo supere —Asintió con la cabeza —. ¿Hay algo nuevo sobre el caso?
—Han Jihyeon volvió a llamarme ayer. Park Dongyoon sabe que está trabajando para alguien, pero no sabe para quién.
—¿Crees que Han destrozará la operación?
—Han no tiene ni puta idea de la que hay montada aquí. Sospecho que piensa que soy parte de alguna organización rival. Me he cuidado de no dar datos que pudiesen comprometernos.
— Y, ¿la entrega?
—Aún no he podido hablar con el enlace, quería encontrarme con él hoy...
—No, hoy no, Son. Hoy vamos al puto funeral de Hayoon, hemos tardado meses en encontrarl el cuerpo y ahora su familia puede hacer una ceremonia digna.
Volvió a asentir y bajó la cabeza, avergonzado, con la culpa golpeando en su cabeza como un mazo.
—¿El enlace está a salvo? —preguntó su superior, volviendo a sentarse en la silla del escritorio para apagar el ordenador y recoger algunas cosas—. Sé que es un profesional, pero me preocupa.
—Está perfectamente, sabe lo que hace. Solo espero que podamos sacarlo de una vez y darle un buen futuro a salvo.
—¿Está preparada su salida?
—Sí, la Interpol está dando el soporte necesario para sacarlo de Corea en cuanto sea la gran entrega. Cogeremos a esos hijos de puta y los meteremos entre rejas por el resto de sus vidas.
—¿De verdad crees que Park Dongyoon estará allí?
—Este cargamento es el más grande que se ha recibido nunca en el país, al menos que sepamos. Mi hombre me ha dicho que está particularmente preocupado con que todo salga a la perfección y el tema de Han y el dinero le ha hecho más obsesivo con los detalles. Al final ese viejo cobarde nos ha sido útil y tendremos a Park en la entrega comprobando todo gracias a él.
—Si no lo conseguimos...
—Lo conseguiremos, llevamos años con esta operación. Lo haremos —interrumpió.
—Déjame hablar, Son —contestó el hombre con una sonrisa—. Si no sale bien, quiero a tu hombre fuera de Corea igualmente. No quiero perder a más gente.
—Hablaré con él.
—Muy bien, ahora vámonos.
Su jefe se levantó para salir con él del despacho. Fuera de aquellas puertas, Siwon tenía completamente prohibido hablar del caso. Era demasiado importante para todos, esta operación llevaba casi siete años en marcha y no podían permitir que nada ni nadie la jodiese.
Hasta ahora, todo lo que habían conseguido era encerrar a algunos traficantes de poca monta y a algún sicario. Ninguna de las personas que formaban parte de la cúpula de la organización estaba en la cárcel y eso molestaba enormemente a Son Siwon.
Park Dongyoon llevaba una vida pública como el exitoso C.E.O., pero la realidad era otra. Los cimientos de sus empresas estaban basados en la extorsión, las amenazas, el asesinato y el narcotráfico. Toda una joya.
Siwon llegó al caso cuando apenas entraba en el departamento antinarcóticos de la policía; era un novato al que le cayó encima un caso que estaba a medio camino entre una pérdida de tiempo y un suicidio.
Sin embargo, había conseguido sacarlo adelante con un buen equipo y una planificación lenta y segura. Su hombre de confianza llevaba años infiltrado en la organización y habían conseguido desmantelar algunas operaciones, pero nada se comparaba a la llegada que Park esperaba.
Bajó las escaleras a pie hasta el parking y se subió a su coche. Condujo serpenteando por las calles de Seúl durante más de una hora, hasta que llegó al lugar donde se haría la ceremonia íntima de despedida para Hayoon.
El lugar era pequeño, solo estaba invitada la familia. Por la naturaleza de la misión, no habían podido darle el funeral oficial que se merecía. Ni siquiera podían entregarle públicamente la medalla al honor por haber caído cumpliendo con su deber. «Vaya mierda», pensó Siwon, como si un trozo de metal fuese a aliviar el duelo de una familia destrozada.
Aparcó cerca y caminó arreglando la corbata negra. El traje que llevaba puesto había estado en su armario por tantos años que el pantalón apretaba en su cintura. Por eso ya no usaba el ascensor para subir a ver al jefe.
Respiró hondo antes de entrar en la habitación en la que los familiares de Hayoon estaban y cuando lo hizo, deseó no haber venido. Lo primero con lo que se encontró fue con la mirada de Yongsun, en una esquina del salón, solo. No estaba con el resto de la familia recibiendo las condolencias, estaba apartado, y no era el mismo que él había conocido.
Estuvo a punto de apartar la vista y marcharse, pero entendió que no era justo. Caminó lentamente hasta él y se paró a dos pasos de alcanzarlo. Los ojos estaban hinchados y tenía la expresión de las personas que se habían dado por vencidas. Y eso fue más triste que todo lo que les rodeaba.
—Yongsun...
—¿Ahora me hablas? —preguntó secamente, sin apartar sus ojos de él.
—Quiero... quiero pedirte disculpas... por no haber estado para ti... Yo también sentí la pérdida y no sabía cómo gestionarlo.
—¿Sentiste la pérdida? ¿Cómo te atreves? ¿Acaso vivías con él? ¿Acaso todas y cada una de las cosas que hay a tu alrededor fueron tocadas por él? No hay ni un solo puto rincón en mi casa que no tenga un recuerdo de Hayoon. No tengo ni un maldito recuerdo en los últimos diez años en el que no esté. No hay ni un solo lugar en mi vida que no haya sido conquistado por él —reclamó el hombre más alto, mirándolo con los puños apretados a los lados del cuerpo. Siwon tragó saliva intentando contener las lágrimas—. ¿Tú sientes la pérdida? ¿Tú no sabías cómo gestionarlo? Me debías una explicación y no me la diste. Eso es lo único que sé.
—Lo siento tanto, Yongsun... Si pudiera cambiarme por él lo haría, sabes que lo haría, sabes que hubiese recibido esa bala por él sin pensármelo.
—Pero no lo hiciste. Y tampoco me contaste qué estaba pasando. ¿Sabes qué fue lo último que me dijo? Que me odiaba, me dijo que me odiaba y yo me enfadé tanto, Siwon. Casi destrozo su batería, su ropa, sus cómics, estuve a punto de tirar todo a la basura. Y entonces, me entero de que está desaparecido en combate. Y no fuiste tú quién me llamó para decírmelo. Tú, que eras su amigo más cercano, deberías haberme dado tú las explicaciones.
—Solo seguimos el procedimiento reglamentario...
—¡Una mierda, Siwon! —levantó la voz y todo el mundo a su alrededor les dirigió una mirada acusadora. Le cogió de la mano y le sacó de allí. Arrastró al hombre hasta su propio coche y lo metió dentro a empujones.
—No puedo hablar de esto contigo allí dentro —se excusó vagamente, cerrando los seguros. El hombre a su lado rompió a llorar tapándose la cara, apoyando la cabeza en el salpicadero del coche. Su mano fue a la espalda ancha del chico y dio toquecitos de consuelo—. Estuve un año sin saber nada de él, más que la versión oficial: que estaba en una misión. Y un día se coló en casa y pasó la noche conmigo. Me estaba esperando a oscuras en casa y me tapó la boca y me rogó que no hiciera ruido, que nadie podía enterarse —Siwon le dejó hablar sin interrumpirle porque entendió que se lo debía—. El muy imbécil me pidió que le hiciera la cena, pero solo había fideos instantáneos. Le dije que podía salir a comprar algo más, pero se negó y en cambio se desnudó antes de que yo pudiese dejar el maletín del trabajo.
Siwon se echó a reír suavemente, y Yongsun le siguió, dando una respiración larga en medio del llanto. El corazón del policía estaba ahora mismo destruido. Había odiado un poco a Yongsun cuando lo conoció, le parecía brusco, sus bromas de mierda siempre lo hacían enfadar y él y Hayoon solían pelear a menudo. Pero Yongsun y Hayoon se convirtieron en una constante extraña dentro de su grupo de amigos y acabó por acercarse al chico áspero y quererlo.
—Follamos como si fuese a acabarse el mundo. Te lo juro, mancillamos todas las putas superficies de la casa. Y volvió a dormir entre mis brazos, pensé que se había acabado todo. O al menos, que volvería más a menudo, que podría verle de vez en cuando —siguió relatando, mientras se echaba hacia atrás en el asiento, un poco más tranquilo, pero aún con la cara húmeda por las lágrimas—. Ni siquiera me dio un beso de despedida, me dejó la cafetera llena y una nota con un número para emergencias. Mierda, lo echaba tantísimo de menos... que le llamé cada día.
—¿Respondió alguna vez? —preguntó Siwon.
—Solo una, la última vez que hablé con él. La vez que me dijo que era gilipollas y que me odiaba. Me enfadé, bloqueé su número y llevé todas sus mierdas al trastero en lugar de tirarlas a la basura o quemarlas como quería ese día. Y el padre de Hayoon llamó dos meses después llorando, él nunca me llamaba. Yo hablaba mucho con madre, pero padre no era tan cercano —Asintió mientras agarraba la mano de Yongsun—, y me dijo que estaba desaparecido, que le daban por muerto. Me lo soltó así, llorando al otro lado de la línea. Ese día estuve a punto de cometer una locura.
—Lo siento tanto... —Le acarició la cara, echando el pelo del flequillo hacia atrás.
—No me cogiste el teléfono. Desapareció Hayoon y desapareciste tú. Nunca me he sentido tan solo como el día que mis suegros me llamaron para decirme que la única persona con la que alguna vez había soñado envejecer había muerto. Su vida se paró de repente, su reloj de arena se rompió en mil pedazos. Y tengo la impresión de que algo dentro de mí también está irreparablemente destruido.
Volvió a llorar con fuerza, enterrando la cara entre sus manos grandes y Siwon lo atrajo hacia sí, abrazándolo. Las lágrimas cayeron por la comisura de sus ojos al ver a aquel tío que siempre le pareció altivo hecho jirones. Yongsun era solo una sombra de lo que había sido.
—La última vez que hablé con él me dijo que te cuidara "sin pasarte de la raya o te patearé las bolas, Son Siwon" —dijo, imitando mal la voz de Hayoon. Yongsun se rio un poco entre hipidos de llanto contra su hombro—. Quiero pedirte perdón por no hacerlo, por no llamarte yo mismo para contártelo, por haber estado más de seis meses sin coger el teléfono o llamarte. Lo siento mucho, Yongsun.
—¿Qué le pasó?
—Lo asesinaron —contestó escuetamente.
—¿Cómo ocurrió?
—Hayoon hizo algo que enfadó a un tipo y este lo ejecutó, descubrieron su identidad.
—¿Qué fue lo que hizo? ¿Por qué lo descubrieron?
—No lo sé, es posible que nunca lo sepamos... —mintió vilmente—. Ahora volvamos.
Siwon quería salir del ambiente sofocante de aquel pequeño coche ahora mismo. No necesitaba a Yongsun haciendo preguntas cuyas respuestas no debía conocer. En su puta vida le diría al hombre que probablemente sus llamadas de teléfono fueron la razón por la que la tapadera de Hayoon había volado por los aires.
Era imposible que Son Siwon en algún momento fuese capaz de romperle el corazón más a ese hombre que era una carcasa vacía de todo lo que fue. Yongsun nunca sabría que él había provocado la muerte de Hayoon indirectamente, igual que nunca sabría que Hayoon le había dicho que le odiaba para salvarle, para que hiciese lo que hizo: bloquear el teléfono.
«Qué cabrón más inteligente», pensó con nostalgia. A pesar de la estupidez que había cometido yendo a ver a Yongsun aquella última vez, no culpaba al hombre. Entendía la desesperación de vivir sin saber nada de su novio durante un año, entendía que le dolía enormemente estar lejos de él. Siwon era consciente de lo intensamente que Yongsun y Hayoon se querían. Por eso también entendía que el hombre más alto ahora caminase encorvado, con ojeras, la piel opaca y el pelo demasiado largo.
—Yongsun... ¿Has pensado en ir a terapia? —le preguntó suavemente, andando a su lado con una mano en su hombro.
—Sí, creo que empezaré a ir pronto... No puedo con esto yo solo...
—Esto está muy bien, la terapia puede ayudarte con el proceso... —Siwon tenía un extraño miedo a pronunciar la palabra "duelo" porque le parecía que le recordaba que su amigo estaba muerto y no volvería a verlo.
—¿Sabes qué me pasa todos los días cuando vuelvo del trabajo? —susurró el otro chico cuando volvieron a la sala donde el funeral seguía su silencioso curso.
—¿El qué?
—Entro a casa sin encender las luces. Dejo el bolso sobre la mesa del comedor y me siento durante una hora en el sofá a oscuras, hasta que el hambre me hace levantarme. No he podido volver a comer fideos instantáneos desde que su padre me llamó aquel día. Y no he podido volver a encender la luz cuando llego de trabajar.
—Joder...
—Sí, joder —respondió, con una sonrisa triste—, soy incapaz de no esperarle. Aunque sé que está muerto, que no volverá nunca, soy incapaz de no esperar que me diga que no encienda las luces y follemos hasta el amanecer por toda la casa.
Siwon apretó la boca en un puchero, pero igualmente las lágrimas cayeron. No volvió a hablar con él porque la madre de Hayoon se lo llevó para que se sentara junto a la familia. Pasó el resto del tiempo en piloto automático, dando condolencias, pésames y saludos a personas a las que no conocía.
Cuando subió a su coche para volver a casa, la determinación le hizo apretar las manos en el volante. Tenía que meter a Park Dongyoon entre rejas, pero el hijo de puta que había ejecutado a Hayoon iba a morir con una bala que Siwon dispararía: Yang Jeongin tenía los putos días contados.
***
1/3
Este capítulo es muy triste, navegantes...
La primera vez que preparé esta adaptación, todos los personajes eran idols, pero pensé que para estos dos, como no salían mucho, pero mejor hacerlos inventados. Como reminder: Hayoon es el chico que muere en el primer capítulo.
Nos vemos en el infierno
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